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La migración fuerza a los líderes europeos a enfrentarse a sus viejas divisiones
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La migración fuerza a los líderes europeos a enfrentarse a sus viejas divisiones

Los Veintisiete abordan el debate de la migración, que genera una enorme división entre los Estados miembros, con la amenaza de bloqueo de Hungría y de Polonia

Foto: Ursula von der Leyen junto (c) junto al canciller alemán, Plaf Scholz (i) y el primer ministro de Suecia, Ulf Kristersson, durante el Consejo Europeo. (EFE/Olivier Hoslet)
Ursula von der Leyen junto (c) junto al canciller alemán, Plaf Scholz (i) y el primer ministro de Suecia, Ulf Kristersson, durante el Consejo Europeo. (EFE/Olivier Hoslet)

La migración es una herida a medio cerrar que divide Europa, que provoca enfrentamientos, desconfianza, sospechas. Lleva abierta desde el 2015, desde la anterior crisis migratoria que provocó una ruptura política en la Unión Europea, y cuantos más años pasan sin cerrarla más tóxico se vuelve el debate. Recientemente los ministros de Interior alcanzaron un acuerdo político para intentar volver a reconstruir el pacto migratorio que saltó por los aires en 2015, pero lo hicieron usando la mayoría cualificada, con la oposición de Hungría y Polonia, dos países que llevan ocho años liderando el ala dura anti-inmigración dentro de la Unión Europea, y que este jueves han bloqueado las conclusiones sobre migración durante una reunión de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea que se han reunido en Bruselas, una discusión que continuará en la sesión del viernes.

“La tragedia en el Mediterráneo mostró nuevamente la forma despiadada en que operan las mafias y traficantes”, ha explicado a su llegada a la reunión Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, en referencia al naufragio de una embarcación llena de migrantes cerca de la isla griega de Pilos. Pero los líderes húngaro y polaco han llegado a la cumbre con voluntad de mostrar su oposición a lo que otros jefes de Estado y de Gobierno consideran un principio de acuerdo “histórico”.

En 2015 las cuotas obligatorias para repartirse los migrantes que llegaban a las costas europeas fracasaron porque una serie de países, entre ellos Hungría y Polonia, se negaron por completo a participar en ese reparto. Ahora se ha intentando utilizar otra lógica, la de la “solidaridad obligatoria pero flexible”, en la que los Estados miembros llevan la carga de la gestión migratoria, mientras que los países del resto de la Unión pueden decidir cooperar acogiendo a solicitantes de asilo o aportando financiación, unos 20.000 euros por cada solicitante rechazado.

Foto: El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, durante su reunión con homólogos en Luxemburgo. (EFE/Julien Warnand)

Pero ni siquiera esa versión aguada de la solidaridad entre Estados miembros es válida para Hungría o Polonia, que sencillamente se niegan rotundamente a aceptar ninguna responsabilidad en la gestión migratoria y que consideran que dicho pago sería una especie de multa. “No a la reubicación forzosa de inmigrantes, no a la violación de los derechos de veto por parte de los estados individuales y no a la violación del principio de soberanía de las decisiones, no a las sanciones impuestas desde Bruselas”, señalaba esta semana Mateusz Morawiecki, primer ministro polaco.

Hungría y Polonia se opusieron al acuerdo político entre ministros de Interior en una reunión celebrada en Luxemburgo, pero al ser una votación por mayoría cualificada el resto de Estados miembros pudieron cerrar un acuerdo político sin contar con ellos que permite la apertura de negociaciones entre la Eurocámara, la Comisión Europea y el Consejo, que será representado por la presidencia española del Consejo de la UE.

Foto: Pasajeros en el aeropuerto de Heathrow (Reuters/Toby Melville)

Viktor Orbán, primer ministro húngaro, y Morawiecki, separados en los últimos meses por sus distintas visiones respecto a la guerra en Ucrania, saben que tienen que operar de forma coordinada si quieren marcar parte del debate. Budapest y Varsovia están dispuestas a dar la batalla, pero tienen que pensar más allá de la cuestión migratoria, donde es suficiente la mayoría cualificada para sacar adelante las normas en el Consejo. Por eso han decidido intentar forzar un debate difícil entre los líderes, donde hace falta unanimidad para aprobar las conclusiones, y también por eso Orbán ha fijado su mirada en la revisión del Marco Financiero Plurianual, el presupuesto de la UE de 1,1 billones de euros que corre del 2021 al 2027 y para el que la Comisión Europea ha pedido que los Estados miembros aporten 66.000 millones de euros adicionales para seguir apoyando a Ucrania, pagar el interés de la deuda y también dedicar 15.000 millones a migración y política de vecindad.

“¿Dónde está el dinero?”, ha preguntado Orbán en un vídeo grabado poco antes del inicio del Consejo Europeo. “¿Cómo ha llegado la Unión Europea al borde de la bancarrota?”, ha añadido el húngaro, a pesar de que la situación del presupuesto europeo está muy lejos de ser de bancarrota. “Quieren más dinero para pagar intereses de la deuda europea, de la que Polonia y Hungría no han visto ni un céntimo”, ha denunciado el primer ministro magiar, haciendo referencia al Fondo de Recuperación, que Budapest y Varsovia tienen congelados por sus ataques al estado de derecho.

El modelo de Túnez

Uno de los asuntos que sobrevuela la reunión es la negociación de un memorando de entendimiento (MoU) con Túnez, impulsado por Italia y en el que está trabajando intensamente la Comisión Europea. El acuerdo, que sigue el modelo de 2016 con la Turquía de Recept Tayyip Erdogan, es sencillo: la Unión está dispuesta a dar dinero, mucho, 1.000 millones iniciales, a cambio de que un país tercero evite que los migrantes continúen con su ruta hacia Europa.

Von der Leyen ha viajado a Túnez recientemente con Giorgia Meloni, primera ministra italiana, y Mark Rutte, primer ministro holandés, para seguir impulsando esos trabajos. El objetivo es implementar ese modelo de acuerdo con países terceros que reduzcan los flujos migratorios hacia Europa. Fuentes diplomáticas señalan que los trabajos con el Gobierno tunecino podrían concluir en las próximas semanas, mientras algunos eurodiputados y organizaciones civiles cuestionan el prestar apoyo económico a un Ejecutivo que está desmontando los avances democráticos de Túnez.

La migración es una herida a medio cerrar que divide Europa, que provoca enfrentamientos, desconfianza, sospechas. Lleva abierta desde el 2015, desde la anterior crisis migratoria que provocó una ruptura política en la Unión Europea, y cuantos más años pasan sin cerrarla más tóxico se vuelve el debate. Recientemente los ministros de Interior alcanzaron un acuerdo político para intentar volver a reconstruir el pacto migratorio que saltó por los aires en 2015, pero lo hicieron usando la mayoría cualificada, con la oposición de Hungría y Polonia, dos países que llevan ocho años liderando el ala dura anti-inmigración dentro de la Unión Europea, y que este jueves han bloqueado las conclusiones sobre migración durante una reunión de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea que se han reunido en Bruselas, una discusión que continuará en la sesión del viernes.

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