Los Veintisiete logran un acuerdo que acerca la reforma del pacto migratorio de la UE

Los ministros de Interior reunidos este jueves en Luxemburgo han logrado un acuerdo para una postura común sobre la reforma del pacto migratorio de la Unión Europea, con lo que se podrán comenzar las negociaciones con el resto de instituciones, los conocidos como trílogos, de los que sale el texto final que se convierte en ley. El acuerdo ha estado en riesgo hasta el último momento por las exigencias del Gobierno italiano. En todo caso, el texto sufrirá modificaciones durante los trílogos, en los que la presidencia española del Consejo de la Unión Europea jugará un papel fundamental con el objetivo de alcanzar un acuerdo antes de las elecciones europeas de 2024.

El acuerdo lleva trabajándose muchos meses a un nivel técnico, teniendo que lograr la difícil cuadratura del círculo: ofrecer a los Estados miembros sureños de primera línea alivio en la gestión de los flujos migratorios, sin obligar a otros países que se nieguen a ello a acoger a solicitantes de asilo. La difícil “solidaridad flexible” que la Comisión Europea ha intentado impulsar en los últimos años. Porque esta negociación es una cuestión de más de un lustro. Hace siete años que quedó a la vista de todo el mundo que hacía falta un nuevo acuerdo, y desde entonces las conversaciones se han ido haciendo cada vez más complejas, con más requisitos, más vetos cruzados y condiciones más intrincadas.

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El pacto establece que cada año se deberán repartir 30.000 solicitantes de asilo entre los Estados miembros, siguiendo criterios de PIB y de población, y que aquellos países que se nieguen a reubicar a solicitantes deban contribuir económicamente con 20.000 euros por cada refugiado no aceptado. Además, el texto establece procedimientos más rápidos a la hora de gestionar las solicitudes y centra buena parte de la atención en poner cota a los movimientos secundarios, una prioridad de países como Alemania o Francia.

La migración sigue siendo, a día de hoy, uno de los elementos más tóxicos de la política comunitaria. Los ministros se juegan mucho durante sus reuniones en Bruselas porque el electorado europeo no ha dejado de mirar de reojo los números de los flujos migratorios desde la crisis de 2015 y 2016, que se convirtió en un trauma político en algunos Estados miembros y que ha convertido a la extrema derecha en un actor muy relevante en algunos países, llegando a dominar incluso el discurso de opciones socialdemócratas en Estados miembros como Dinamarca. Además, las cifras lo vuelven a convertir en un problema de primera magnitud: casi un millón de personas solicitaron asilo en la Unión Europea durante 2022, un aumento significativo respecto a los poco más de 600.000 solicitantes del año anterior.

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Aunque las negociaciones con la Eurocámara no serán sencillas, lo cierto es que los eurodiputados quieren lograr un acuerdo casi a cualquier precio, lo que hace que en Bruselas se considere que lo acordado este jueves en Luxemburgo pueda representar un mínimo aceptable para todos. En todo caso, el Parlamento Europeo plantea que el reparto de migrantes sea obligatorio en caso de una situación de crisis.

Divisiones internas

La idea de las cuotas obligatorias, que fracasó estrepitosamente en la crisis migratoria de 2015 y 2016, es un auténtico tabú para países como Polonia o Hungría, por lo que este texto permite a los Estados miembros no participar en la reubicación de solicitantes de asilo si a cambio aportan fondos o ayuda material para la gestión de los flujos migratorios. Pero, incluso si el texto se ha alejado de la idea de las cuotas obligatorias, las delegaciones húngara y polaca han mantenido su negativa a votar a favor. Bartosz Grodecki, subsecretario de Interior de Polonia, ha rechazado la solución, asegurando que la compensación económica por migrante no admitido es una “multa”. Otros Estados miembros, además de Italia, han mostrado sus dudas respecto a la propuesta hasta el último momento.

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En una reunión de embajadores representantes permanentes de los Veintisiete, celebrada en Bruselas un día antes del encuentro de los ministros, seguía habiendo importantes divisiones y el acuerdo no se podía dar por hecho. “Es importante que lleguemos a un acuerdo. Solo podemos manejar la migración en conjunto”, explicó a su entrada en el encuentro Nancy Faeser, ministra de Interior alemana. “Hay un entendimiento común que podría conducir a un acuerdo, pero no a cualquier precio”, añadió Faeser, en referencia a las exigencias expresadas por su colega italiano, Matteo Piantedosi.

De hecho, la delegación alemana y la italiana han mantenido el acuerdo en el alambre durante toda la tarde del jueves. Faeser ha estado negociando con Piantedosi para intentar arrancar el visto bueno de Roma sin el que no se podía sacar adelante el pacto. Tras unas primeras rondas de contacto, el ministro italiano rechazó la propuesta de la presidencia sueca, que volvió a la mesa de negociación durante unas horas más hasta que, finalmente, al filo de las 21:00, los ministros han alcanzado los números suficientes para sacar adelante el acuerdo por mayoría cualificada.

“Un paso muy significativo para la migración en el Consejo de Justicia hoy. Con ganas de empezar los trílogos con el Parlamento Europeo. Somos mucho más fuertes cuando trabajamos juntos”, ha señalado Ylva Johansson, comisaria de Interior, mientras que Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, ha escrito en redes sociales que se trata de un “gran paso”, felicitando a Johansson y a la presidencia sueca “por la perseverancia y el trabajo duro”. Fernando Grande-Marlaska, ministro de Interior, ha calificado el acuerdo de “éxito rotundo”. “Hoy hemos dado un gran paso para dotar a Europa de un sistema de asilo y migración más eficaz, más solidario y más justo”, ha asegurado en un comunicado emitido poco después de anunciarse el pacto.