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La gran remontada: por qué muchos rumanos están dejando España de vuelta a Rumanía
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El país busca mano de obra

La gran remontada: por qué muchos rumanos están dejando España de vuelta a Rumanía

Las llegadas de nuevas hornadas de migrantes rumanos han descendido bruscamente desde 2019 y las salidas se han disparado los últimos dos años

Foto: Un migrante en la frontera entre Hungría y Rumanía se prepara para entrar en la UE. (Reuters/Bernadett Szabo)
Un migrante en la frontera entre Hungría y Rumanía se prepara para entrar en la UE. (Reuters/Bernadett Szabo)

Costel lleva en España casi una vida entera. Hace ya muchos años que dejó su Rumanía natal para arribar en Madrid y empezar de nuevo. Vino con su familia y, con el tiempo, creó la suya propia aquí. Atrás dejaba una Rumanía inmersa en dificultades económicas y sin oportunidades laborales. Se convirtió así en uno de los miles de rumanos que, desde hace décadas, han convertido esta nacionalidad en el segundo grupo migrante más numeroso de España. Sin embargo, 23 años después, algo está empezando a cambiar. "Algunos familiares míos han vuelto y mis padres, que son más mayores, también quieren hacerlo. Si no lo han hecho ya es porque sus hijos y nietos se quedan aquí", dice.

Su experiencia personal es solo una señal de una tendencia: cada vez más rumanos están dejando España de vuelta a su país. En España viven más de medio millón de rumanos (627.478 en 2022, últimas cifras disponibles en el INE), una cifra que va desangrándose paulatinamente de un máximo que llegó a casi 900.000 en 2021 (897.203). Paralelamente, las llegadas de nuevas hornadas de migrantes rumanos también han descendido bruscamente desde 2019 (interrumpidas por la pandemia, pero luego no han vuelto a niveles anteriores) y las salidas se han disparado los últimos dos años. Al otro lado de Europa, Rumanía está viviendo ahora un pequeño boom dorado por el que incluso se ha convertido en un país atractivo para la migración.

Para Costel, el detonante de ese regreso de familias rumanas asentadas en España fue la pandemia. "A nivel económico, influyó mucho, porque en muchos sectores faltó el trabajo, y ante una pandemia y un confinamiento, muchos se plantearon volver a casa y estar con sus familias", argumenta para El Confidencial. El otro motivo es que la situación económica en casa, aun con dificultades, ha adquirido un nuevo brillo.

La Rumanía de ahora poco tiene que ver con la Rumanía de hace una década. El PIB per cápita del país ha pasado de los 4.200 euros a los más de 8.300, la tasa de desempleo se encontraba el año pasado en torno al 6,4%, por debajo de cifras de otros países europeos como España. "Hay muchos aspectos que explican este cambio. Uno de ellos es el hecho de que Rumanía se beneficia de pertenecer a la UE, porque eso le da acceso al mercado único y la confianza de los inversores", explica Vit Novotny, investigador de migración y economía rumana del Wilfried Martens Centre for European Studies.

Las reformas económicas de los últimos 15 años han sido el otro factor. "Se han impulsado la productividad y el nivel de vida. Los sucesivos gobiernos han invertido en la infraestructura de internet y esto está dando sus frutos. En 2021, Rumania tenía la cuarta banda ancha más rápida del mundo y esto se traduce en ciudades como Cluj, que atraen una inversión considerable en tecnología de la información (TI)", añade el experto. Este tipo de inversiones ha convertido a Rumanía en un imán para servicios comerciales internacionales.

Tanto es así que Rumanía, país que sufre un invierno demográfico por la falta de natalidad y la sangría de la emigración de las décadas pasadas, se esté convirtiendo en atractivo para los inmigrantes. Tradicionalmente, personas procedentes de países asiáticos y africanos entraban por Rumanía, donde permanecían temporalmente, y utilizaban el país como trampolín para llegar a otros, ya dentro de la UE, más atractivos, como Reino Unido.

Ahora, en cambio, el fenómeno ha empezado a cambiar y cada vez más migrantes deciden quedarse. Todavía sin cifras oficiales, el cambio es visible en las largas colas en la oficina de inmigración en Bucarest para conseguir un permiso de trabajo en el país, que han pasado de estar prácticamente vacías —Rumanía ha tenido, tradicionalmente, uno de los porcentajes de migración más bajos de la UEa que decenas de personas tengan que esperar varias horas hasta que llegue su turno.

Para los migrantes, en Rumanía es más fácil conseguir un trabajo frente a otros países europeos. Las condiciones, como el salario, pueden ser peores, pero al menos tienen un trabajo asegurado, y el coste de la vida es más bajo. De 23,2 millones de población en 1990 se ha pasado a 19 millones en 2023, por lo que el país afronta escasez de mano de obra que intenta paliar con medidas de atracción al mayor número posible de inmigrantes.

Los resultados empiezan a ser visibles. A finales de 2022 había 113.520 ciudadanos no pertenecientes a la UE en el país, un aumento del 110% en cinco años. De los 54.765 ciudadanos europeos, más de 100.000 de ellos son refugiados ucranianos y unos 200.000 provienen de Moldavia, con quien Rumanía comparte frontera. Mircea Mocanu, directora de la oficina de la Organización Internacional para las Migraciones de la ONU en Bucarest, dijo a The Economist que su equipo calcula que, excluyendo a los moldavos, para finales de la década habrá 600.000 extranjeros en el país.

Foto: La bandera de Rumanía y la de la UE, en Bucarest, en diciembre de 2018.

Este cambio radical en tan poco tiempo está modificando las cifras que posicionaban Rumanía como uno de los países con la proporción más baja de migrantes de fuera de la UE entre el bloque. "Los empleadores se están dando cuenta de que pueden contratar trabajadores no pertenecientes a la UE de países como India, Bangladés y Vietnam para ocupar puestos en la construcción y la hostelería", sostiene Novotny.

A pesar de que la hostelería es uno de los sectores más necesitados, la construcción se ha posicionado como el que sufre la mayor brecha entre la demanda de trabajadores y la oferta. En empresas locales como Hidro Salt, más de la mitad de los trabajadores son extranjeros, sobre todo de zonas como Sri Lanka y Vietnam. Son reclutados a través de agencias y normalmente son enviados a residencias, donde cuentan con comida y alojamiento por sueldos que oscilan entre los 700 y los 1.000 euros al mes, según la información recopilada por The Economist.

Foto: Inmigrantes caminan hacia la frontera con Hungría en territorio rumano. (Reuters)

Sin embargo, algunos analistas y políticos argumentan que este aumento de la migración es solo una solución rápida para hacer frente a la escasez de mano de obra. La burocracia se plantea como uno de los principales retos, y lo que provoca que muchos trabajadores extranjeros acaben yéndose a otros países —con sueldos más altos, pero más irregulares— o a empresas rumanas en las que trabajan sin contrato y en condiciones poco favorables. Algunos son "temporeros" y no piden un permiso de trabajo fijo. Para los que se queden de manera fija, "el conocimiento del idioma será un desafío. Y aunque Rumanía es bastante tolerante con las diferencias de raza y religión, carece de políticas para integrar a los recién llegados a la sociedad", apunta el investigador.

Además, diputados como Oana Toiu han hecho referencia a los retos que plantea el país para los locales y apuntan a que, en realidad, muchos de los trabajadores que necesita la construcción pueden ser rumanos, pero que las normas fiscales y el sistema de seguridad social han puesto trabas a los empleos a tiempo parcial, especialmente para las madres con niños pequeños. "Hay un gran espacio para tener medidas proactivas para que los rumanos asuman estos roles", apuntó. Al respecto, el investigador del Wilfried Martens Centre for European Studies coincide en que los contratos a tiempo parcial, especialmente para las mujeres, podrían ser una de las medidas para aumentar la fuerza laboral rumana.

Foto: Un manifestante en Bucarest contra la mafia maderera. (Reuters)

Asimismo, apunta a otros retos, como la ausencia de atención social a las personas mayores, lo que provoca que personas en edad de trabajar asuman esos cuidados y se queden fuera del mercado laboral. Por otro lado, a pesar de que en el país hay escuelas y universidades muy buenas, "la educación no está a la altura y muchos graduados son analfabetos funcionales. Por ese motivo, los empleadores dicen que no pueden conseguir personas con las habilidades adecuadas".

A pesar de los retos, Rumanía se ha convertido en la economía más grande del sureste de Europa. Uno de los economistas más reputados del banco local Banca Transilvania incluso predijo que el PIB per cápita del país alcanzará el promedio de la Unión Europea alrededor de 2030. Es el cambio que muchos rumanos esperaban, pero que todavía no es concluyente como para volver de forma definitiva. En el caso de Costel, no planea dejar Madrid, al menos por ahora. "Quizá cuando mis hijas crezcan me lo pensaré". Al igual que sus padres, muchos rumanos planean irse cuando alcancen la edad de la jubilación y tengan los recursos económicos necesarios.

Mientras Costel descarta dejar España en el corto plazo, su primo decidió volver a su país de origen. La recuperación de la economía rumana y las consecuencias económicas de la pandemia en España fueron los dos factores decisivos para que regresara. Duró lo que duró la pandemia. "Al principio estaban muy contentos, pero con el tiempo la situación fue a peor. Lo primero que les chocó en comparación con aquí es la sanidad, tuvieron una muy mala experiencia", explica Costel desde un bar en el que trabaja, en el centro de Madrid.

Cuando pasaron los meses de confinamiento de la pandemia, uno de los hijos del familiar que volvió a Rumanía decidió desandar lo andado y regresó a España. Unos meses más tarde, le siguió el resto de la familia. "Lo intentaron, pero no fue bien. Quizá todavía sea demasiado pronto para volver".

Costel lleva en España casi una vida entera. Hace ya muchos años que dejó su Rumanía natal para arribar en Madrid y empezar de nuevo. Vino con su familia y, con el tiempo, creó la suya propia aquí. Atrás dejaba una Rumanía inmersa en dificultades económicas y sin oportunidades laborales. Se convirtió así en uno de los miles de rumanos que, desde hace décadas, han convertido esta nacionalidad en el segundo grupo migrante más numeroso de España. Sin embargo, 23 años después, algo está empezando a cambiar. "Algunos familiares míos han vuelto y mis padres, que son más mayores, también quieren hacerlo. Si no lo han hecho ya es porque sus hijos y nietos se quedan aquí", dice.

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