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La mafia maderera convierte a Rumanía en el Salvaje Oeste: "Estamos destrozadas"
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UNA ECONOMÍA BASADA EN LA MADERA

La mafia maderera convierte a Rumanía en el Salvaje Oeste: "Estamos destrozadas"

Más de la mitad de los cerca de 40 millones de metros cúbicos que se extraen anualmente de los bosques rumanos provienen de talas ilegales. Y eso provoca ataques, acosos y asesinatos

Foto: Un manifestante en Bucarest contra la mafia maderera. (Reuters)
Un manifestante en Bucarest contra la mafia maderera. (Reuters)

Una tarde del pasado mes de octubre, el guardabosques Liviu Pop fue llamado a atender una emergencia. Un grupo de taladores ilegales de madera estaban cortando árboles en un bosque bajo su jurisdicción en la provincia de Maramures, en el norte de Rumanía. Pop, un hombre alto y fornido de 37 años, se desplazó al lugar de la denuncia. A las pocas horas fue hallado allí muerto con un disparo en el pecho.

“Lo era todo para nosotros. Pero quiso demasiado a su trabajo”, dice a El Confidencial Anamaria Pop, la viuda del guardabosques. Anamaria se declara incapaz de hablar lo que muerte de su marido. “Si cada día cuento lo que me ha pasado voy a acabar en el manicomio. No tengo nada que ganar. Es como retorcer el cuchillo en la herida”. Anamaria tiene 28 años y se ha quedado a cargo de las tres hijas del matrimonio, dos gemelas de un año y su hermana mayor, de cinco. “Estamos destrozadas”.

Foto: Protesta por el caso de Alexandra en Bucarest. (EFE)

Liviu Pop era el segundo guardabosques asesinado el año pasado en los bosques rumanos, que se han convertido en una especie de Salvaje Oeste debido a la lucha al margen de la ley por extraer tanta madera como sea posible. En el mes de septiembre, el también guarda forestal Raducu Gorcioaia, de 50 años, fue hallado muerto en su coche con varios hachazos en la cabeza. Gorcioaia había sido acudido al bosque de la provincia de Iasi (noreste) en que encontró la muerte avisado ante el ruido de los motosierras de quienes cortaban árboles sin permiso.

Una economía “primitiva”

Desde 2014, un total de seis guardas forestales han sido asesinados mientras hacían su trabajo en los bosques de Rumanía, donde se han registrado 168 casos de ataques violentos a guardabosques, muchos de los cuales requirieron de la hospitalización de las víctimas, según el sindicato que representa a estos profesionales.

Estas cifras no incluyen los ataques y amenazas sufridos por activistas locales y por vecinos de las zonas boscosas que denuncian los atropellos. “Sabemos por experiencia que ocurre en todas partes”, cuenta Ciprian Galusca, coordinador regional de la campaña para bosques de Greenpeace Rumanía.

“En cada pueblo hay una familia que ha llegado a la condición de paria y está excluida de la comunidad por el simple hecho de haber preguntado por las talas ilegales en la zona”. Como recuerda Galusca, las economías de estas provincias ricas en bosques se basan en la explotación de la madera, "que se hace de un modo extremadamente primitivo desde todos los puntos de vista”.

Foto: Varios manifestantes celebrando el fin de Nicola Ceausescu. (Reuters)

Sin otras fuentes de ingresos ni fábricas en la zona para procesar la madera y maximizar los beneficios, muchos habitantes de estas comunidades dependen casi exclusivamente de la extracción de materia prima para sobrevivir. Según expertos y activistas locales contactados, las empresas extractoras trabajan a menudo con los políticos y jefes de la administración para que los guardabosques hagan la vista gorda cuando sus trabajadores talan en zonas donde no tienen permiso, o cuando cortan más árboles que los que tienen asignados legalmente a través del sistema de licitaciones públicas.

Datos oficiales revelados recientemente muestran que más de la mitad de los cerca de 40 millones de metros cúbicos que se extraen anualmente de los bosques rumanos provienen de talas ilegales.

Guardabosques expuestos a la corrupción y la violencia

“Cualquiera que tenga una noción mínima de lo que es el bosque sabe que no puede desaparecer ni un solo metro cúbico de madera sin que se entere el guardabosques”, explica Galusca. Como el propio activista indica, para cargar de madera un simple carro una simple carretilla de madera se necesitan varias horas y también se requiere de una infraestructura compleja -motosierras, camiones habilitados- difícil de que pase desapercibida.

El guardabosques, por tanto, es en última instancia quien decide si denunciar o no a los taladores ilegales. Además, puede ofrecer o vender el acceso a los árboles bajo su supervisión. Esto le da una posición de mucho poder, que le expone tanto a los intentos de soborno como a la violencia que sufrieron Pop, Gorcioaia y otros muchos compañeros que intentaban hacer su trabajo.

Foto: Ludovic Orban. (Reuters)

De ello puede dar fe Sorin Jiva, un guardabosques de la provincia de Arad, en el oeste de Rumanía, que estuvo a punto de morir a manos de un grupo de taladores ilegales de madera que se dedicaban también a la caza furtiva y le dispararon en la pierna y en el tórax el 9 de marzo de 2017. "Me esperaron como si fuera una pieza de caza y cuando subí al coche para irme a mi casa abrieron fuego contra mí", recuerda Jiva en una entrevista telefónica con este diario.

Aunque parte del grupo fue juzgado y condenado, todos los atacantes están ahora en la calle. Además de haber demandado a Jiva por dañar su reputación al denunciarlos, Jiva ha de cruzarse a menudo por la calle con los delincuentes que quisieron matarle y le amenazan e insultan.

"Si informas de un robo de madera vienen dos o tres coches de policía pero no para detener a los ladrones, sino para investigarte a ti", dice el guardabosques, que recuerda el caso de un colega despedido por denunciar talas ilegales.

"No he vuelto a ser el mismo"

Jiva se queja de la falta de protección por parte de las autoridades y cuenta con amargura cómo a él mismo se le requisó el arma y se le acusó de cazar de manera ilegal cuando le encontraron la pistola que había cargado para defenderse de posibles nuevos ataques. Después de recuperarse, este guardabosques de 46 años ha vuelto a su trabajo, pero como muchos de sus compañeros tiene miedo. "No he vuelto a ser el mismo desde entonces".

Preguntado sobre el 'modus operandi' de los extractores clandestinos de madera, Jiva explica que suelen adquirir de manera legal los derechos de explotar una determinada parcela del bosque. "Y con esos mismos documentos talan más madera y en vez de uno hacen dos o tres transportes durante las 48 horas que tienen asignadas para extraer la madera". De esta forma, la madera cortada de forma irregular puede ser blanqueada con el permiso obtenido de forma legítima de las autoridades.

Foto: Un efectivo de control de explosivos en Dinamarca. (EFE)

Además del impacto humano y social, la tala ilegal puede tener a largo plazo graves repercusiones medioambientales sobre los bosques de Rumanía, que representan el 60% de los bosques vírgenes y de viejo crecimiento de Europa si excluimos a Rusia y Escandinavia. Estos siete millones de hectáreas contienen la mayor población de osos, lobos y linces de toda Europa.

Una tarde del pasado mes de octubre, el guardabosques Liviu Pop fue llamado a atender una emergencia. Un grupo de taladores ilegales de madera estaban cortando árboles en un bosque bajo su jurisdicción en la provincia de Maramures, en el norte de Rumanía. Pop, un hombre alto y fornido de 37 años, se desplazó al lugar de la denuncia. A las pocas horas fue hallado allí muerto con un disparo en el pecho.

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