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Cuando el pueblo de al lado se queda con los bebés: los sumideros de natalidad en España
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Cuando el pueblo de al lado se queda con los bebés: los sumideros de natalidad en España

En España nacen hoy menos niños, pero no todos los municipios registran un saldo negativo. Algunos logran salir de los números rojos demográficos... Eso sí, a costa de sus vecinos

Foto: EC Diseño.
EC Diseño.

Vamos en busca del pueblo de Madrid donde más ha aumentado la natalidad en los últimos años. Para encontrarlo, es necesario salir, en primer lugar, de la M-30, la M-40 y la M-50, adentrarse hacia el sur de la comunidad por el laberinto de carreteras secundarias, solares a medio construir, horizontes de polígonos e industrias con chimeneas donde el humo parece alimentar los bancos de niebla que esta mañana de diciembre se desparraman hasta prácticamente el cartel que dice "Bienvenidos a Serranillos del Valle".

Modelo nº1 — Serranillos del Valle

Casi en el límite con la provincia de Toledo, algo más de 4.000 habitantes censados y un aumento del 966% en el número de nacimientos registrados entre 1996 y 2021. Paseando por el centro del pueblo, sin embargo, es difícil percibir dónde está el secreto. Salvo por la escultura de un toro atrapado en una caja de metacrilato —obra del artista Domingo Zapata, "se le compara con Pablo Picasso y Andy Warhol, ya que está a la altura de los más grandes", dice una placa a los pies de la obra—, el pueblo no parece diferente a otros donde la natalidad es más discreta o, incluso, negativa. Pese a que el día no es lectivo, no se ven carritos de bebé en la calle ni niños en la plaza. ¿Dónde está entonces el secreto de este municipio?

placeholder Serranillos del Valle, esta pasada semana. (A. V.)
Serranillos del Valle, esta pasada semana. (A. V.)

"Lo hemos tenido muy difícil", explica Iván Fernández Heras, alcalde de Serranillos del Valle y ejemplo número uno del devenir de este pueblo: en el año 2002 se vino a vivir con su hijo desde la vecina Fuenlabrada a uno de los desarrollos urbanísticos que proliferaron alrededor del centro histórico, en una de las primeras oleadas de empadronamientos que multiplicaron la población. "Para los históricos del pueblo, soy de fuera", reconoce Fernández. Sin embargo, para cualquier vecino es un serranillense de pro, especialmente desde que comenzara a liderar el partido Transparencia y Democracia Serranillos, creado ad hoc en 2015 para gestionar un consistorio arruinado tras años de un Gobierno vinculado con la Púnica —el anterior alcalde, Antonio Sánchez Fernández, del PP, declaró ante un juez "póngame una fianza que yo la pago", mientras el servicio municipal de deportes se adjudicó por 4,7 millones a una empresa del cabecilla de la trama, David Marjaliza— que dejó, en total, una deuda de 18 millones de euros al ayuntamiento.

Serranillos tampoco es el pueblo mejor comunicado. Sin embargo, en breve triplicará su población hasta los casi 15.000 habitantes, cuando recepcione dos de las urbanizaciones más veteranas, La Sierra y Moscatelares, construidas hace casi 60 años en las afueras del pueblo. Esta es la clave de su milagro demoscópico, por el cual ha pasado de tener tres niños nacidos anualmente a 32 entre 1996 y 2021.

Una mirada a vista de satélite revela muchos rectángulos azules alrededor del casco histórico, barrios enteros donde las calles tienen nombre de árbol, otros de comunidad autónoma. Se desvela así el misterio de su elevada tasa de natalidad: es un pequeño pueblo castellano rodeado de chalés donde, en los últimos años, muchas parejas de treintañeros han acudido a desovar. No solo desde Fuenlabrada, como el alcalde, sino desde Griñón, Humanes y el resto de rincones de esta conurbación del suroeste madrileño.

¿Dónde están entonces todos esos chiquillos? Obviamente, en las partes más residenciales del pueblo. La casa de niños municipal, llena hasta la bandera desde hace varios cursos, se ubica frente a un solar con sacos de tierra y cemento destinados a la construcción de nuevos dúplex. A mediodía, una abuela equipada con una pequeña mochila con rebordes rosa chicle se adelanta al resto de vehículos monovolumen y SUV que empiezan a acumularse en la calle, para recoger a la progenie de su progenie. Y desde ahí, de vuelta a casa. Este modelo estadounidense se repite, con minúsculas variaciones, en todas las ciudades donde la natalidad crece en España.

Son esas ciudades que protagonizaron La España de las piscinas, el celebrado ensayo de Jorge Dioni que analizaba este fenómeno por el cual los españoles, tras huir del campo a la ciudad a mediados del siglo XX, han tomado ahora otro camino para instalarse en esta especie de no-lugares, a medio camino entre lo urbano y lo rural. O como él mismo dice, "los hijos de la España de los toldos verdes se iban a vivir a la España de las piscinas".

"Las urbanizaciones no suelen ser espacios conectados con el centro histórico del lugar", explica Dioni a El Confidencial. "Los espacios son considerables para recorrerlos andando y es complicado ir en coche al centro, donde hay otra estructura social. Además, Serranillos está a poco más de un cuarto de hora de Loranca o Xanadú", importantes centros comerciales y de ocio, "sitios en que siempre hay algo que hacer, no te mojas y puedes despreocuparte. Si te apetece otra cosa, tienes el Guadarrama. No son espacios para pasear, sino para ir a sitios con planes largos".

"Si te metes en una hipoteca a 30 años, quieres meterte en un municipio que crezca"

El alcalde tiene claro que la supervivencia de un pueblo así pasa por captar empadronados. A diferencia de otros lugares, el suelo en Serranillos del Valle no es especialmente barato, por lo que Fernández ha tenido que idear otras formas de incentivar el empadronamiento: rebajas en el IBI, un pack de impuestos municipales o la creación de servicios como una ludoteca donde dejar gratis a los niños tras la escuela para que los padres puedan conciliar mejor. Aunque el gran crecimiento de la localidad respondió a un pelotazo urbanístico a principios de los dos mil, el alcalde tuvo que recurrir a otras fórmulas para hacerlo sostenible. "Desde 2015, hemos logrado meter 1.000 habitantes más", explica. "Si te metes en una hipoteca a 30 años, quieres meterte en un municipio que crezca, no en uno que vaya para abajo".

Modelo nº2 — Yebes

Unos datos recientes del INE indican que el 70% de España está perdiendo población. Incluso en ciudades de tamaño mediano o capitales de provincia, la tendencia es que las muertes superan a los nacimientos anuales. Más allá de que cada vez se tienen menos niños, parte de la explicación es que una cantidad no despreciable de esa población en edad de tener hijos se desplaza al extrarradio de las ciudades en busca de una vivienda más asequible. El alto precio de un piso en el centro, incluso de ciudades pequeñas, ha llevado a la creación de estos sumideros de natalidad, remolinos alrededor de las ciudades donde la demografía pasa del rojo al azul, a veces con más de 10 puntos de diferencia entre la tasa de natalidad de la ciudad que expulsa a sus bebés y el pueblo de al lado, que los recoge.

El fenómeno se da en prácticamente toda España, aunque el paradigma es, sin duda, Yebes, a nueve kilómetros de Guadalajara. Este año logró alcanzar los 5.000 habitantes, todo un récord teniendo en cuenta que hace 20 años no llegaba a 200. "Para la gente de Guadalajara, este era simplemente un lugar donde hacía viento", indica el alcalde socialista, José Miguel Cócera. Es también el lugar de España donde más crece la natalidad. En 1996, nacían cero niños, y hoy presumen de tener 53 vecinitos recién nacidos cada año.

De nuevo, el secreto de Yebes está en Valdeluz, un conjunto de 19 urbanizaciones que ha nutrido el pueblo de habitantes. El reto ahora es proveer de servicios a los nuevos vecinos. "Inauguramos el colegio de Primaria en 2017 y tenemos 600 alumnos matriculados", indica Cócera. En el instituto hay otros 128, aunque de momento solo disponen de 1º y 2º de ESO. Los alumnos que van creciendo han ido ampliando los cursos. Y por detrás siguen llegando.

"Tenemos una escuela infantil con 90 plazas que está llena, algo que no suele ser habitual en un pueblo", dice el alcalde. Es otra de las diferencias de este nuevo modelo. Tradicionalmente, tener hijos en un pueblo de 5.000 habitantes equivalía a tenerlos en el propio municipio de los padres, rodeados de abuelos y demás red familiar. Sin embargo, los padres jóvenes de Yebes suelen tener a sus progenitores en otras partes, por lo que requieren de escuela infantil tanto como quienes se mudan a una gran ciudad y tienen descendencia allí. "Si alguien se anima a abrir una guardería privada aquí, seguro que tiene trabajo", apunta Cócera.

"Si alguien se anima a abrir una guardería privada aquí, seguro que tiene trabajo"

Pero además de las parejas que llegan a Yebes buscando una vivienda unifamiliar en una urbanización con piscina, en los últimos años a Yebes están llegando también los abuelos, según cuenta el alcalde. "Desde 2019, hemos notado una ingente cantidad de personas mayores de 60 años que se vienen a vivir aquí".

Otro dato curioso. En contra de lo que cabría esperar, no fueron los habitantes de Guadalajara capital los pioneros en migrar a Yebes, más bien madrileños residentes en otras ciudades del corredor del Henares como Alcalá, Torrejón o la propia Madrid.

placeholder Un niño corre frente a un cartel de 'Se alquila' en Valdeluz. (Reuters/Susana Vera)
Un niño corre frente a un cartel de 'Se alquila' en Valdeluz. (Reuters/Susana Vera)

Casi todas las provincias tienen hoy su Yebes. A Valladolid, donde los nacimientos han caído en un 28% en los últimos 25 años, le salió Arroyo de la Encomienda, localidad que hoy suma casi 21.000 vallisoletanos empadronados y donde los nacimientos han crecido un 892% en el mismo periodo.

En Zaragoza, los niños nacidos apenas han crecido un 0,2% en este tiempo, pero la capital maña está rodeada de pueblos que se han quedado con esos bebés. María de Huerva, al sur, ha aumentado en un 757% sus nacimientos. Luego están La Puebla de Alfindén (300%) al este, Villanueva de Gállego (106%) al norte y La Muela (288%) al oeste.

A lo largo y ancho de la Península puede verse el mismo patrón: una mancha roja, la capital, rodeada de pequeños pueblos teñidos de azul oscuro donde la natalidad rebrota. A León (-19,8%) le han surgido Villaquilambre, Sariegos o Valverde de la Virgen. A Ourense (-29,8%) le salió San Cibrao das Viñas (128,6%), entre otras localidades. Incluso en Málaga, especialmente pujante en los últimos años, la natalidad ha caído casi el 15% mientras localidades vecinas como Cártama o el Rincón de la Victoria recogen esos frutos. Vegas del Genil (369% de aumento en sus nacimientos) recoge los de Granada, que cae un 33,6% en estos últimos años.

"Creo que el principal factor es económico", explica Dioni. "En los tiempos del boom, era donde el suelo era más barato y había más facilidades para los desarrollos, además, el sector financiero los promovía y te facilitaba la hipoteca". En su propio barrio, en Alcorcón, "lo primero que hubo fue un bar y unas ocho sucursales". Hoy existe, además, otro factor: "La salida ibérica de la crisis ha sido la turistificación de las ciudades, con lo que la presión es mayor: por el precio de un piso de 50 metros en una ciudad concentrada, tienes un chalé a 50 kilómetros, y prácticamente todas las ciudades tienen buenas infraestructuras".

"Las administraciones quieren atraer turismo a sus ciudades, lo que presiona el precio de la vivienda y un cambio en la fisonomía"

Mirando el mapa, los pueblos de España parecen abocados a esta nueva forma de vida o condenados a la desaparición, pero las ciudades no tienen un pronóstico mucho más halagüeño. "No es inevitable, pero es lo que hay", dice Dioni. "Las administraciones quieren atraer turismo a sus ciudades, lo que presiona el precio de la vivienda y un cambio en la fisonomía: ya no hay tiendas, sino cafeterías cuquis. Incluso en ciudades como Burgos, que sigue siendo una ciudad concentrada, es más fácil en el centro comprar una armadura y una espada que medio kilo de filetes de babilla".

Modelo nº3 — Calera y Chozas / Malpartida de Plasencia

Que este tipo de ciudades crezcan en los márgenes de las capitales de provincia, o en el caso de Madrid en los márgenes de sus ciudades dormitorio, podría ser esperable dado el aumento del precio de las viviendas. Sin embargo, en los últimos años el fenómeno de los vórtices de natalidad se está reproduciendo también en ciudades que ni siquiera son la mayor de la provincia: a Talavera de la Reina le ha salido una dura competidora por quedarse con los bebés en Calera y Chozas; lo mismo le ha pasado a Plasencia con Malpartida de Plasencia. En ambos casos, la ciudad principal está perdiendo notablemente nuevos ciudadanos mientras sus apéndices meridionales se los quedan.

Aquí está el caso manchego:

Y aquí el ejemplo cacereño:

Son casos distintos a los de Yebes o Serranillos del Valle, dado que ni Malpartida ni Calera y Chozas han aumentando espectacularmente su población —aunque la han mantenido, que no es poco: ambas en torno a los 4.600 habitantes— en los últimos 30 años. De nuevo, las urbanizaciones parecen tener mucho que ver para que entre la ciudad y el pueblo exista una diferencia de más de cinco puntos en la tasa de natalidad desde 1996.

Otra de las claves en estos casos está en el tamaño del término municipal. Ambos pueblos tienen un territorio tanto o más grande que el de Plasencia o Talavera de la Reina, lo que facilita que todos esos asentamientos llenos de familias jóvenes se acaben instalando ahí y no en el centro de la ciudad. Es lo mismo que hace décadas pasaba con Barcelona o Sevilla, solo que ahora sucede también a una escala mucho menor.

Más allá del reto demográfico, estará también el social, derivado de tener este tipo de pueblos donde la infancia está compartimentada. "Las sociedades fracturadas son un problema", explica Dioni. "Los ayuntamientos han pensado en el espacio como un producto que tenían que vender y es lo que han hecho; no han valorado las consecuencias, que no solo afectarán a la izquierda". Una de las tesis de su libro es que este tipo de vecindarios suele desvincular a sus vecinos de la tradición política o cultural de las ciudades donde (nominalmente) se integran, lo que suele favorecer a partidos conservadores o liberales. "Si no se conocen los problemas ajenos, ni se comparten, tendremos varias sociedades dentro de un mismo espacio".

Vamos en busca del pueblo de Madrid donde más ha aumentado la natalidad en los últimos años. Para encontrarlo, es necesario salir, en primer lugar, de la M-30, la M-40 y la M-50, adentrarse hacia el sur de la comunidad por el laberinto de carreteras secundarias, solares a medio construir, horizontes de polígonos e industrias con chimeneas donde el humo parece alimentar los bancos de niebla que esta mañana de diciembre se desparraman hasta prácticamente el cartel que dice "Bienvenidos a Serranillos del Valle".

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