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Las barbas del vecino: ¿es sostenible el sistema de pensiones más generoso de la UE?
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Las barbas del vecino: ¿es sostenible el sistema de pensiones más generoso de la UE?

La polémica por la reforma de las pensiones en Francia está generando mucho debate. El 68% de la población está en contra de esta reforma y un millón de personas salieron a la calle

Foto: Manifestación contra la reforma de las pensiones en París. (EFE/Yoan Valat)
Manifestación contra la reforma de las pensiones en París. (EFE/Yoan Valat)

Emmanuel Macron quiere evitar atragantarse con la reforma de las pensiones. Pero hace unos días, más de un millón de personas salieron a la calle deseándole lo contrario. Una jornada de huelga general que tuvo bastante seguimiento en todo el territorio y que sirvió como primer tanteo entre la calle y el Gobierno. El 68% de los franceses, según una reciente encuesta, está en contra de esta reforma.

El presidente francés ya sabe lo que es envainarse una reforma así. Al fin y al cabo tuvo que echarse atrás en 2020. Aunque tuvo una retirada más honorable porque la pandemia le permitió disimular la derrota como un mero cambio de prioridades del Gobierno. Pero esta vez, sin pandemia ni mascarillas, el pulso va a ser tenaz: el martes 31 de enero hay convocada otra huelga y los sindicatos, que por ahora son la punta de lanza; se ven más fuertes que nunca.

¿Pero qué propone Macron? Primero, aumentar la edad de jubilación de 62 años actuales a los 64 años en 2030 a un ritmo de tres meses más por año. Los últimos en jubilarse a los 62 serían los nacidos en 1961, y lo primeros en hacerlo a los 64, los nacidos en 1968. Segundo, aumentar los años cotizados para recibir la pensión íntegra hasta los 43 años. Este último requisito, no obstante, es solamente una "aceleración" de la reforma Touraine de 2014. Para los nacidos en 1973 y adelante, los 43 años ya eran un requisito. Macron quiere que el incremento de trimestres cotizados se empiece a aplicar en 2027 en lugar de en 2035, como pretendía la reforma aprobada por el Gobierno socialista. Y tercero, dice el Gobierno francés, que esto permitirá revalorizar sensiblemente las pensiones mínimas. La clave para esta reforma, argumenta el Ejecutivo: es evitar que el sistema de pensiones entre en déficit.

El sistema francés cuesta actualmente unos 346.000 millones de euros (según las últimas cifras provisionales del instituto de estadística galo, el INSEE, mientras que Eurostat refleja que hubo un gasto de 301.295,95 millones de euros), es el tercero más caro en porcentaje de PIB (14,8%) de la UE, solo por detrás de Grecia e Italia. Aunque la diferencia de población hace que en términos absolutos sea más costoso que todos los demás, incluido el alemán. España, con un 12,7% del PIB, queda por debajo de ese coste.

Las predicciones del Consejo de Orientación de las jubilaciones (COR, en sus siglas en francés), el órgano que utiliza el Estado para prever qué rumbo debe tomar el sistema, señalan en su informe que tras dos ejercicios de superávit (2021 y 2022), debido al exceso de muertes por el covid, el sistema entrará en déficit en 2023, ya que este abarcará entre 7.500 y 10.000 millones en 2027, y 12.500 y 20.000 en 2032.

Foto: El presidente de Francia, Emmanuel Macron. (EFE)

A partir de ahí, el COR hace estimaciones en ocho escenarios futuros dependiendo de muchas variables. Y es a partir de ahí que las posiciones políticas se atrincheran. En cuatro de ellos el déficit se absorbe entre 2030 y 2050 y en otros cuatro no se reabsorbe antes de 2050.

En la prensa y entre los comentaristas de todos los bandos se ha aceptado como referencia genérica la cifra de 12.000 millones para hablar del déficit y para debatir si es aceptable o no, dejar que el sistema sea deficitario.

Para gran parte de la izquierda, 12.000 millones comparado con 346.000 de presupuesto es un déficit minúsculo para el gran beneficio que supone que los franceses se jubilen a los 62 años, la edad más temprana de Europa. Para los liberales y conservadores, al contrario, es inaceptable que se deba financiar el déficit con "más deuda" teniendo en cuenta los años turbulentos que le esperan a la economía mundial, con crisis ecológicas y energéticas a la vista.

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"Siempre se dice que el sistema está en peligro, solo hay una solución, y es la mía", alerta Michaël Zemmour, economista y profesor de la Universidad Paris I.
Zemmour cuenta a El Confidencial que la "motivación" de la reforma de Macron es una reforma "encubierta del mercado de trabajo" fruto del "descenso de varias cargas impositivas a las empresas" decretadas por el Gobierno. "No viene [la reforma] de un diagnóstico sobre el sistema de jubilaciones. Para que no se estropee el déficit hay que ahorrar en gasto público". El economista resume: "Hay que hacer recortes en el sistema de pensiones porque se han bajado los costes de producción".

El economista no es contrario a las reformas del sistema y ve lógico "debatir sobre las reformas", pero no entiende la "urgencia" de aprobarla a principios de 2023.
Los sindicatos, que suelen tener divergencias importantes en otros aspectos, se muestran unidos contra ella. E incluso, para hacer frente al déficit, han propuesto medidas al Gobierno. Unos proponen que se reviertan las exoneraciones fiscales a los más ricos, que, calculan, aportarían unos 20.000 millones al sistema, especialmente los 3.000 millones que "no generan ninguna riqueza directa o indirecta". Otros aseguran que si se consigue la igualdad salarial entre hombres y mujeres se recaudarían 5.000 millones más. Por último, otros dicen que si se mejorara el empleo de los seniors (57-62 años) en 10 puntos se recaudarían 10.000 millones de euros.

Foto: Manifestación contra las pensiones en París. (Reuters)

Precisamente, la alta tasa de paro de los que están en el umbral de la jubilación es otro de los argumentos contra el alargamiento de la edad de jubilación. El economista Jean Pissani-Ferry afirma que este es uno de los talones de Aquiles del sistema. En Francia la tasa de ocupación de esta franja de edad es aproximadamente del 56% mientras que en Suecia es del 77%. Muchos seniors se encuentran en el paro o sin protección social siquiera en los años previos a la jubilación.

Michaël Zemmour explica que "una de cada tres personas" se enfrenta a quedarse en el paro a pocos años de llegar a la jubilación, por lo que añadir dos años más a su edad de retiro serían "dos años más de precariedad". La reforma "se la hacemos pagar a los que tienen entre 57 y 62, mientras que si se elevaran poco menos de un punto las cotizaciones sociales de todos los trabajadores, se recaudaría fácil" ese déficit, concluye Zemmour.

Otro respiro para el sistema francés puede ser la natalidad. Francia tiene una población muy joven con respecto a sus vecinos. Es verdad que el sistema francés es el tercero más caro de Europa, pero la Comisión Europea, en The 2015 Ageing Report, afirma que el gasto con respecto al PIB no solo descenderá hasta 2060 (del 14 al 12,1%), sino que se situaría incluso por debajo de la media europea, cuando a día de hoy la supera ampliamente.

Para los partidarios de la reforma, el dato del aumento de la esperanza de vida es más relevante que las previsiones para 2060: los franceses viven 15 años más de media que en 1950, y viven mejor, en edad de trabajar y, por tanto, es lógico que se alargue "apenas dos años" el momento de jubilarse. De cualquier manera, los franceses ya se jubilan de media más allá de los 62 años, sobre todo en el sector privado. Y dado el número de años cotizados que harán falta para cobrar la pensión íntegra, muchos tendrán que ir hasta los 67, la edad máxima.

Detrás de la discusión monetaria y económica, hablar del sistema de pensiones francés es como hablar de las 35 horas. Una cuestión sobre filosofía de la excepcionalidad francesa. Pocos de los que han osado tocarla han vivido políticamente para contarlo. Pero el Gobierno ya ha dicho que no está dispuesto a ceder en la edad de jubilación, aunque está abierto a hacer concesiones para aprobarla en el Parlamento. De momento no se plantea usar el artículo 49.3 (un decretazo) para imponer algo tan polémico.

Foto: Protestas en Francia por la reforma de pensiones de Macron. (EFE)

Ni la extrema derecha ni la izquierda van a apoyarla (ambas están a favor de bajar la edad de jubilación a los 60), por lo que Macron solo puede contar con la derecha. Y allí las filas no están muy prietas. Muchos diputados de los tres grupos que conforman la "mayoría informal" de Macron temen que si votan a favor de la reforma, pueden perder su escaño en las próximas elecciones, sobre todo en las circunscripciones donde el Reagrupamiento Nacional está más implantado, y con el que se suelen enfrentar en la segunda vuelta.

El Gobierno lo fía todo a que la calle se canse, ganar por agotamiento, un poco con la inflación (¿cuántos días de huelga, es decir, días sin sueldo, puede aguantar la clase media?). Al fin y al cabo Macron es el que consiguió reformar el irreductible sistema de los ferroviarios franceses. Aunque también debería pensar en que los chalecos amarillos consiguieron que retirara tu impuesto verde. Y también en que ya fracasó en su reforma de 2020.

Emmanuel Macron quiere evitar atragantarse con la reforma de las pensiones. Pero hace unos días, más de un millón de personas salieron a la calle deseándole lo contrario. Una jornada de huelga general que tuvo bastante seguimiento en todo el territorio y que sirvió como primer tanteo entre la calle y el Gobierno. El 68% de los franceses, según una reciente encuesta, está en contra de esta reforma.

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