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"La presidencia de España de la UE puede ser clave para la agenda energética"
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Entrevista con Susi Dennison

"La presidencia de España de la UE puede ser clave para la agenda energética"

La directora del Programa Europeo de Energía del European Council on Foreign Relations conversa con El Confidencial sobre el rol que España puede jugar en el liderazgo energético europeo

Foto: Un trabajador instala paneles solares en Colmenar Viejo, Madrid. (Reuters/Sergio Pérez)
Un trabajador instala paneles solares en Colmenar Viejo, Madrid. (Reuters/Sergio Pérez)
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España, un país que cuenta con un buen registro tanto en materia de producción de energías renovables como en la diversificación de su adquisición de combustibles fósiles, asumirá en el segundo semestre de 2023 la presidencia rotatoria de la UE. Esto supone una oportunidad única para liderar con el ejemplo en materia energética durante uno de los periodos más cruciales y polarizadores que los Veintisiete van a afrontar al respecto. Esto, porque la invasión rusa de Ucrania ha hecho que las necesidades y temores sobre el suministro energético a corto plazo corran el riesgo de chocar con los imperativos a largo plazo de la realidad climática y la transición energética.

Por este motivo, la oficina de Madrid del European Council of Foreign Relations (ECFR) organizó este lunes un panel de expertos para debatir sobre el dilema energético y sobre el papel que puede jugar España cuando tome las riendas de la presidencia europea. En él participaron Gonzalo Escribano, director del Programa de Clima y Energía del Real Instituto Elcano, María Sicilia, directora de Estrategia y Planificación de Enagás, y Joan Groizard Payeras, director general del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico de España.

Foto: tranasicion-ecologica-ue-peligro-falta-gas-guerra

Tras detallar las complicaciones que la dependencia gasística de Rusia ha provocado en el continente y respaldar el papel clave que las renovables juegan en el corto, mediano y largo plazo, los tres invitados coincidieron en que la escasez de interconexiones entre España y el resto de la Unión Europea supone el principal limitante para que el país tenga el peso que le corresponde en el entramado energético europeo. “Si la UE no se convierte en una verdadera unión energética, no seremos capaces de cumplir nuestros objetivos para 2030 o 2050”, advirtió Sicilia.

El panel fue moderado por Susi Dennison, directora del Programa Europeo de Energía de ECFR, quien ofreció antes del evento a El Confidencial su perspectiva sobre el panorama energético europeo y la particular situación de España en este tablero. La experta coincide en que mejorar las interconexiones es un requisito para los Veintisiete, aunque advierte de que los nuevos proyectos de infraestructura tienen que tener una utilidad a largo plazo. Algo que, en el célebre caso del gasoducto Midcat impulsado por España —y, recientemente, Alemania—, resulta dudoso.

PREGUNTA. ¿Cuánto ha influido la invasión rusa de Ucrania en los objetivos climáticos europeos? ¿Han pasado a un segundo plano?

RESPUESTA. La transición verde sigue siendo una de las prioridades clave, no solo para los Estados miembros de la UE, sino también para la Comisión Europea. Desde el comienzo de la guerra en Ucrania, se han producido una serie de intentos por parte de Bruselas para definir de alguna manera cómo la transición puede mantenerse en curso a lo largo de la crisis actual. La estrategia Repower EU, que fue hecha pública en mayo, fue un claro ejemplo de una visión en que la transición hacia fuentes de energía renovables supone una parte muy importante de cómo tenemos que responder a Rusia.

"Las tensiones pueden agravarse si la UE sacrifica la agenda verde ante el primer obstáculo"

Pero creo que a pesar de que esa ambición existe, lo que estamos viendo en estos momentos es que la atención está principalmente centrada en el corto plazo, en cómo asegurar el suministro de energía para este invierno. Y esto entraña una serie de riesgos para la agenda climática. El primero es que estamos viendo una especie de cooperación razonable, diría yo, del lado de la demanda en respuesta a la crisis energética, buscando un ahorro del 15% en la cantidad consumida de gas, por ejemplo, pero no estamos viendo en este momento una voluntad de cooperar en el lado de la oferta. Todavía estamos viendo a los Estados miembros asegurando fuentes y acuerdos bilaterales con otros países, pensando que sus necesidades energéticas son a nivel nacional en lugar de a nivel europeo, lo que hace que la fuerza colectiva de la UE en materia energética pierda peso.

El segundo riesgo es que, al tomar decisiones únicamente pensando en el corto plazo, nos estamos encerrando en acuerdos con implicaciones a largo plazo que no se están documentando ni reflexionando adecuadamente. Muchos de los acuerdos de gas, en particular, tienen implicaciones de infraestructura. Y es difícil ver en un momento de crisis económica cómo las inversiones realizadas ahora pueden justificarse si no tienen un valor a largo plazo para la UE. Parece que se está haciendo retroceder de manera efectiva la esencia de la transición a cero carbono. Por último, esto tiene graves implicaciones para la ambición de Europa de liderazgo mundial en la agenda climática. Porque partimos de tensiones muy profundas con los países del sur global que pueden agravarse si la UE, en el primer obstáculo al que se enfrenta, por grande que sea, sacrifica la agenda verde. Se volverá muy difícil para nosotros el presionar a otras regiones del mundo para que hagan más esfuerzos hacia la descarbonización.

P. En este conflicto entre las necesidades a corto y largo plazo, ¿cómo puede trazarse una ruta intermedia?

R. Hay varios niveles diferentes en que debemos responder. El primero es el narrativo. Creo que necesitamos calibrar bien aquello que concebimos como seguridad energética, dejando claro que no se trata solo de una diversificación geográfica lejos de la dependencia de Rusia, sino de un suministro de energía seguro con el que podamos comprometernos a largo plazo. Debemos alejarnos así de esta elección implícita entre seguridad energética y seguridad climática que está presente en la forma en que los líderes políticos hablan sobre la crisis energética en estos momentos. Los dos tienen que venir de la mano. Tenemos que hablar de seguridad energética sostenible.

Foto: Un buque metanero de transporte de GNL, cerca de Tokio, en Japón. (Reuters/Issei Kato)

Por otra parte, es importante reforzar la seguridad energética en torno a las fuentes de energía renovable, pensando estratégicamente sobre las cadenas de suministro y garantizando que no pasamos de una dependencia de Rusia a una dependencia de China en el proceso. Por ello, debemos centrarnos en cómo construir las relaciones con socios más cercanos para incentivar suministros verdes en los que Europa puede confiar a largo plazo.

Por último, debemos asegurarnos de tener los controles y equilibrios correctos en los acuerdos que estamos haciendo ahora. En adelante, habrá algunas cosas que no nos gustará hacer, como quemar carbón este invierno. Pero si el tipo de utilización de las fuentes existentes nos permite hacer eso de una manera que requiere poca inversión, entonces el 'quid pro quo' es que podemos invertir en la infraestructura para fuentes más limpias a partir del próximo año. Y creo que ese tipo de visión a más largo plazo es algo que debe integrarse en el pensamiento ahora mismo.

P. ¿Le preocupa que el impacto de la opinión pública este próximo invierno afecte al futuro de la transición energética?

R. Si uno mira los datos de opinión pública en toda Europa, la preocupación y prioridad por el clima es tan grande como lo era hace un año. Es solo que la amenaza para la seguridad también ha aumentado a raíz de la guerra. Creo que esto es algo en lo que los políticos no están respondiendo lo suficiente. Por el momento, creo que las personas en realidad están dispuestas a asumir un mayor coste personal en términos de acción climática, si se considera que es un coste justo para ellos, sus negocios, etcétera. Necesitamos que la élite política se ponga al día con la opinión pública en la agenda climática, sin dejarse desviar por el cambio del entorno geopolítico. El tipo de guerra híbrida que Putin está librando en este momento está demostrando el hecho de que la energía, la dimensión climática y la capacidad de ejercer un liderazgo basado en valores son factores ligados entre sí.

"Hay potencial en la Península para construir corredores de hidrógeno en toda Europa"

P. Hay muchas esperanzas depositadas sobre lo que España puede hacer por la agenda climática europea durante su presidencia rotatoria de la UE. Sin embargo, creo que ejemplos como el de Francia, que apenas pudo impulsar sus intereses durante su turno este año, dan alas al escepticismo.

R. Tienes toda la razón en ser escéptico sobre los límites de una presidencia de la UE. Y también en lo que se puede esperar de cualquier presidencia en términos de intereses nacionales. Pero, pese a ello, creo que una presidencia es útil porque permite a un Estado miembro enfocarse en un aspecto particular del poder europeo durante ese periodo. Está muy claro que las presidencias francesa y checa han estado enfocadas en la guerra. Bajo la presidencia española, Madrid tiene la oportunidad de mover el foco hacia la nueva realidad a largo plazo en Europa y hacia la forma en que la invasión de Ucrania ha cambiado completamente el orden internacional. Y como parte de eso, necesitamos entender la nueva realidad energética.

Esto le da al presidente español la oportunidad de impulsar esta nueva definición de seguridad energética sostenible y la idea de que, como parte de ella, tenemos que tomarnos en serio la agenda climática. Ese es el tipo de narrativa en que creo que la presidencia española tiene la oportunidad de ser efectiva. España es uno de los países donde hay más tipo de cooperación público-privada en este sector y tiene una buena historia que contar al respecto. Creo que existe un potencial real en la península Ibérica para construir corredores de hidrógeno en toda Europa como parte del impulso hacia la energía verde. España puede desempeñar un papel clave tanto a la hora de impulsar la agenda a nivel europeo como de proporcionar buenas prácticas en términos de cómo los Estados miembros pueden cooperar al respecto.

Foto: El canciller alemán, Olaf Scholz. (Reuters/Wolfgang Rattay)

P. La crisis energética ha dado alas a proyectos de infraestructura gasísticos antes desechados, como el Midcat. Estos proyectos se justifican con el argumento de que, más adelante, pueden ser transformados fácilmente en corredores para hidrógeno verde. Sin embargo, muchos expertos advierten de que la realidad es más complicada.

R. Efectivamente, este tipo de transformación de proyectos de gas a hidrógeno verde no es algo garantizado en absoluto. Y la forma de evitar la propagación de estas narrativas es hablar sobre los hechos, sobre qué infraestructura se necesitan para desarrollar este tipo de capacidad europea en hidrógeno. Dejar claro que no se trata de más y más gasoductos, que pueden ser reemplazados en algún momento en el futuro. Creo que si queremos mantener el rumbo hacia nuestros objetivos para 2030, entonces debemos invertir en la infraestructura adecuada.

La conversación de Europa debería ser sobre qué pueden hacer estos corredores de hidrógeno en su conjunto para construir nuestra seguridad energética sostenible. También tenemos que tener claro que eso tiene un coste y que, para estar preparados para los objetivos de 2030 y 2050, tenemos que asumirlo ahora. Creo que es necesaria una mayor honestidad al hablar sobre ese gasoducto. Se trata de un proyecto gasístico, y como tal debe ser tratado. Creo que esa es la forma en que los líderes políticos realistas lo están considerando. Lo que yo argumentaría es que tendríamos que invertir en una infraestructura con mayor validez a largo plazo.

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España, un país que cuenta con un buen registro tanto en materia de producción de energías renovables como en la diversificación de su adquisición de combustibles fósiles, asumirá en el segundo semestre de 2023 la presidencia rotatoria de la UE. Esto supone una oportunidad única para liderar con el ejemplo en materia energética durante uno de los periodos más cruciales y polarizadores que los Veintisiete van a afrontar al respecto. Esto, porque la invasión rusa de Ucrania ha hecho que las necesidades y temores sobre el suministro energético a corto plazo corran el riesgo de chocar con los imperativos a largo plazo de la realidad climática y la transición energética.

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