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Todo lo que cuenta el mapa más loco de la desinformación rusa
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Las 'fake news' del Kremlin en cartografía

Todo lo que cuenta el mapa más loco de la desinformación rusa

Un desmembramiento casi total de Ucrania y reparto de su territorio entre Polonia, Rumanía y la propia Rusia. Así es el mapa publicado por el expresidente ruso Medvédev y que alega, sin pruebas, que es obra de "analistas occidentales"

Foto: El mapa compartido por Medvédev en su perfil de Telegram.
El mapa compartido por Medvédev en su perfil de Telegram.
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Si durante el efímero enroque entre Vladímir Putin y Dimitri Medvédev entre 2008 y 2012 —cuando ambos intercambiaron sus cargos de presidente y primer ministro durante un mandato— parecía que este último podía ser la gran esperanza de los reformistas rusos, ya hace mucho tiempo que esa época quedó atrás. Desde bastante antes de la invasión de Ucrania, pero especialmente a partir de aquella fecha, el actual vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia ha ido mostrándose como un nacionalista vitriólico, antiliberal, racista y en ocasiones incluso ligeramente antisemita, tanto en entrevistas públicas como en su canal de Telegram.

En este medio, donde cuenta con más de 665.000 suscriptores, el expresidente ruso compartió ayer dos mapas de Ucrania, uno de las fronteras de este país tras la independencia hasta la anexión rusa de Crimea y otro de lo que, según él, supuestos “analistas occidentales” estiman que será el futuro de la nación. Este segundo mapa muestra un desmembramiento casi total y el reparto de casi todo su territorio entre Polonia, Rumanía y la propia Rusia, con “Ucrania” reducida al territorio de la actual provincia de Kiev. Dichos “analistas”, de forma poco sorprendente, no aparecen identificados de ningún modo, ni por nombre ni por filiación profesional.

Foto: Escenas tras el bombardeo de Toretsk, en el Donbás. (Reuters)

El 'post' de Medvédev viene acompañado de la siguiente leyenda: “En el cerebro del presidente de Ucrania, afectado por sustancias psicotrópicas, aparece la siguiente imagen del brillante futuro de su país. Analistas occidentales creen que más bien será así”. La mención a las “sustancias psicotrópicas” es una referencia a uno de los temas favoritos de la desinformación rusa sobre Ucrania, la supuesta adicción del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, a la cocaína que le incapacitaría para liderar el país, un tema que ya analizamos en su momento en El Confidencial.

El mapa en sí no tiene desperdicio. Su análisis revela mucho sobre el tipo de narrativas y teorías de la conspiración que el Kremlin maneja estos días para consumo del público ruso y, hasta cierto punto, de la propia cúpula dirigente rusa. El mismo Medvédev ya afirmó en junio que “Ucrania podría dejar de existir”, un mensaje que repitió hace apenas una semana. "Tras el golpe de 2014, Ucrania perdió su independencia estatal y cayó bajo control directo del Occidente colectivo, así como empezó a creer que la OTAN garantizaría su seguridad". "Como resultado de los sucesos actuales, Ucrania podría perder lo que queda de su soberanía estatal y desaparecer del mapa mundial", dijo el expresidente ruso.

placeholder Dmitri Medvédev presenta en la Duma su informe anual de gestión. (EFE/Maxim Shipenkov)
Dmitri Medvédev presenta en la Duma su informe anual de gestión. (EFE/Maxim Shipenkov)

¿Polonia irredentista?

La parte más evidente es la referida a Polonia, que según este esquema se anexionaría toda la parte occidental de Ucrania. La idea de que Varsovia pretende aprovechar la guerra para hacerse con buena parte del territorio ucraniano viene siendo promovida por los servicios de inteligencia rusos desde hace algunos meses, tal vez en un intento de sembrar dudas entre la población ucraniana acerca de lo que hasta ahora ha sido un apoyo polaco sin fisuras al esfuerzo bélico de Kiev. A finales de junio, Sergei Narishkin, el director del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia (SVR), afirmó que el Gobierno polaco estimaba las perspectivas de supervivencia política del ejecutivo de Zelenski como “decepcionantes”, por lo que estaría estudiando desplegar un supuesto contingente de mantenimiento de la paz que en realidad sería una fuerza militar encaminada a tomar el control de la región. El plan, según Narishkin, sería crear un “Estado 'proxy' controlado por Polonia” y “bajo la protección de las fuerzas armadas polacas”.

Dos días después, un supuesto “grupo de expertos” hizo público un análisis en el portal NewsFront (que el Gobierno estadounidense ha identificado como controlado por el FSB, el servicio ruso de inteligencia interior) en el que se afirmaba que una “reintegración blanda” de las tierras históricas de Polonia en el oeste de Ucrania estaba entrando en su etapa final. “No es ningún secreto que las tierras de las regiones de Lviv, Ternopil, Ivano-Frankivsk (la ciudad polaca de Stanislav), Volyn y Rivne siempre han sido percibidas en Polonia como parte de su herencia injustamente rechazada históricamente”, afirmaba el documento. “Polonia ya está creando activamente un aparato de gestión, que aún no está ubicado físicamente en Ucrania. Al mismo tiempo, en la propia Polonia, según informes de los medios, se está formando activamente un gran contingente policial, que incluye a la Policía Nacional de Ucrania”, se aseguraba, sin aportar la más mínima evidencia.

Foto: Reunión de Putin y Erdogan en Teherán. (EFE)

A las dos semanas, Narishkin volvió a la carga, afirmando que Polonia estaba “nerviosa por la filtración de sus planes para desmembrar Ucrania”. Por esos días, se añadió otro factor a la ecuación. El plan contaría, además, con la complicidad del propio Zelenski y su Gobierno, dispuestos a todo con tal de mantenerse en el poder.

Naturalmente, el pretendido complot irredentista de Varsovia es un completo disparate. Polonia fue el primer país que reconoció la independencia de Ucrania en 1991, tras la ruptura de la URSS, incluyendo sus fronteras de entonces. A diferencia de otros países del este de Europa, como Hungría o algunos Estados balcánicos, Polonia no mantiene ningún contencioso territorial abierto con sus vecinos. Y la realidad, de hecho, es la contraria: no solo ha sido uno de los países que más ha apoyado a Ucrania en su defensa contra la invasión rusa —por lo que ha tenido que pagar un precio en forma de chantaje energético—, sino que también es el que más refugiados ucranianos ha acogido, de momento sin grandes traumas ni dificultades.

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Minorías rumanas… en “zona rusa”

Más desconcertante es la referencia a los territorios que supuestamente pasarían a formar parte de Rumanía, las provincias ucranianas de Chernivtsi y Vinitsia. La primera tal vez podría explicarse por el hecho de que dicha región compartió su pertenencia al Imperio austrohúngaro con gran parte de la Rumanía actual, además de que existe una minoría rumanoparlante considerable. Pero, respecto a la segunda zona, que llega prácticamente hasta las fronteras del ‘oblast’ de Kiev, no hemos conseguido encontrar ninguna explicación plausible. Los analistas y periodistas ucranianos que han comentado el mapa de Medvédev, aparentemente, tampoco. Ni es un territorio, pongamos, reclamado por otro Estado agraviado por el Tratado de Trianón de 1920, ni existe una minoría rumana de cierta entidad.

Donde sí se da esta última circunstancia, la de las minorías, es precisamente en las regiones fronterizas que el mapa atribuye a… Rusia, en las regiones de Odesa y Mikolaiv. Pero esas áreas, hoy por hoy, están muy lejos de poder acabar en manos de Rusia. Mikolaiv ha resistido todos los embates del Ejército invasor, lo que ha imposibilitado una ofensiva terrestre contra Odesa, que en estos momentos permanece firmemente en manos ucranianas. El contraataque ucraniano está a punto de dejar aislados a los ocupantes en la ciudad de Jersón, lo que acabaría por acarrear su liberación tarde o temprano. El avance ruso en el Donbás está prácticamente detenido. Y a partir de ahí el color marrón en todas las regiones a la izquierda del actual frente, marcado en gran medida por el río Dnipro, es pura fantasía.

placeholder Bombardeo ruso en la región de Odesa. (Reuters)
Bombardeo ruso en la región de Odesa. (Reuters)

Las “repúblicas populares” de Donetsk y Lugansk, por supuesto, aparecen bien señaladas como parte de la Federación Rusa. Por este motivo, quizás el aspecto más sorprendente del mapa es el respeto que muestra por las fronteras de la actual Moldavia, donde la región separatista de Transnistria —apoyada por Rusia— se muestra como parte inequívoca del Estado moldavo. O quizá no tanto. No hay que olvidar que, según Medvédev, este diseño es obra de “analistas occidentales”.

Esa atribución permite al político ruso formular los anhelos imperialistas del Gobierno ruso como validados por Occidente. La inclusión de otros territorios que pasarían a ser parte de dos Estados miembros de la OTAN sería la “prueba” de ello. Esa es una interpretación posible. La otra, tal vez más probable, es que ni el propio Medvédev se crea absolutamente nada de esto y todo sea una gigantesca guasa, el enésimo troleo virtual del Kremlin hacia sus rivales. Por desgracia, el proceso de anexión de parte de Ucrania a la Federación Rusa ya está en marcha, incluyendo un proceso de “depuración y filtración” de la población local; y no hay nada en ello que sea una broma.

Si durante el efímero enroque entre Vladímir Putin y Dimitri Medvédev entre 2008 y 2012 —cuando ambos intercambiaron sus cargos de presidente y primer ministro durante un mandato— parecía que este último podía ser la gran esperanza de los reformistas rusos, ya hace mucho tiempo que esa época quedó atrás. Desde bastante antes de la invasión de Ucrania, pero especialmente a partir de aquella fecha, el actual vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia ha ido mostrándose como un nacionalista vitriólico, antiliberal, racista y en ocasiones incluso ligeramente antisemita, tanto en entrevistas públicas como en su canal de Telegram.

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