La Unión Europa se enfrenta a un invierno difícil. Entre monumentos y escaparate apagados, los 27 buscan, cada uno por su cuenta, suministros extraordinarios de gas para prepararse a meses plagados de incógnitas para la economía de familias y empresas. A la espera de saber cuáles planes pasan por la cabeza de Vladímir Putin.

El Presidente de Rusia juega con el suministro de gas, abriendo y cerrando el grifo a los países “hostiles”, para empujar al límite la resistencia de las economías europeas, pero sobre todo para minar el apoyo de la ciudadanía a Ucrania.

 

La Unión Europea ha conseguido llenar los depósitos de gas y eso y garantizaría superar los meses más fríos sin el temor de un racionamiento. Pero permanecen problemas estructurales, como la falta de infraestructuras para el recibir gas licuado en Alemania, la poca interconexión de los gasoductos ibéricos con Europa Central y la reestructuración del mercado energético.