La guerra de Ucrania ha impulsado Francia y Alemania a avanzar en la construcción de un sistema de defensa europeo. Enseguida han aflorado profundas diferencias sobre cómo llegar a ese objetivo. Políticamente, París no quiere que Alemania le arrebate el liderazgo en lo que se refiere a la defensa Europea. En colaboración con varios estados de la UE, está desarrollando el proyecto Twister, destinado a proporcionar un sistema de alerta rápida e intercepción con vigilancia especial capaz de hacer frente a las amenazas aéreas emergentes como los misiles supersónicos.

Sin embargo, para Berlín, los plazos de los proyectos europeos de armamento son excesivos. El gobierno de Scholz prefiere comprar equipamiento militar listo para su uso, no sea de producción europea. Por esto ha lanzado el proyecto European Sky Shield que consiste en coordinar la logística y compra de capacidades de defensa antiaérea. La iniciativa contempla la compra de misiles Iris T - de fabricación alemana - que se sumarían a los Patriots estadounidenses y al sistema de defensa israelí Arrow 3.

En el Elíseo están particularmente irritados por la exclusión en la iniciativa germana de los sistemas antimisiles Samp/T, también conocidos como Mamba, fabricados por un consorcio italiano y francés. Un sistema de armamento que lleva meses funcionando en Ucrania, cumpliendo una función similar a la de los Patriot, para prevenir ataques con misiles balísticos y de crucero. Una disputa entre los dos motores de la UE que amenaza con agrietar los frágiles pilares de la autonomía estratégica europea.