Como Evo Morales y Lula de Silva, Pedro Castillo ha llegado a la primera línea política después de pasar por el sindicato. Maestro, campesino y comunista, Pedro Castillo es una mezcla ideológica de ortodoxia marxista y populismo latinoamericano. El líder de Perú Libre quiere impulsar un cambio constitucional y nacionalizar los recursos energéticos, pero se opone al aborto y al matrimonio LGBT. Como todos los líderes de la izquierda populista latinoamericana, le gusta ser retratado como una persona del pueblo: montando a caballo, con un sombrero vaquero y un enorme lápiz en la mano. El emblema de su partido.

Los conservadores temen un terremoto económico frente a la perspectiva de un Perú gobernado por Castillo, ferviente admirador de Hugo Chávez. Temen que Perú, un país con una economía marcadamente liberal, pueda convertirse en un estado fallido como Venezuela. El sol, la moneda peruana, se ha desplomado a sus mínimos en una década y la bolsa de Lima ha perdido un 7% en los días del recuento final de votos.

Para detenerle, la candidata conservadora Keiko Fujimori, ha desplegado una estrategia "trumpista”, con acusaciones de fraude electoral - de momento sin aportar pruebas. Si el Jurado Nacional de Elecciones confirmará la ventaja de Castillo, será un presidente débil. El partido de Fujimori y sus aliados tienen la mayoría parlamentaria. Para Castillo no será fácil llevar adelante su agenda con un parlamento fragmentado y hostil.

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