El plan para vacunar a todo el mundo del covid ha fallado... y no solo por falta de dinero
El programa multimillonario Covax debía ser un modelo para vacunar a la humanidad, pero no ha hecho más que encontrar problemas
Esta primavera, el epidemiólogo estadounidense Seth Berkley trajo malas noticias para los países más pobres del mundo: los millones de dosis de vacunas contra el covid-19 prometidas no llegarían. Las naciones contaban con obtener dosis de Covax —un programa multimillonario para inmunizar al mundo, liderado por el Dr. Berkley y promovido por la Organización Mundial de la Salud—. Pero los envíos del mayor proveedor de Covax en la India, donde los casos de covid-19 estaban repuntando, dejaron de llegar de improviso.
Decenas de millones de trabajadores hospitalarios que habían recibido la primera dosis de repente ya no tenían cita para la segunda. Las expectativas de inocular rápidamente a otros trabajadores de primera línea y personas vulnerables se desvanecieron rápidamente.
El programa Covax, concebido a principios de 2020 como una especie de Operación Warp Speed para el mundo, debía servir de modelo de cómo vacunar a la humanidad, empezando con los que más lo necesitaban. El plan tenía programado tener ya inmunizado a todo el personal sanitario del mundo en desarrollo. En cambio, la iniciativa idealista para inocular a casi mil millones de personas chocó con la realidad, frustrada por un instinto básico de las naciones de poner a sus propias poblaciones por delante, y por una falta de capacidad productiva en todo el mundo.
El Dr. Berkley y un equipo pequeño de expertos en salud mundial dedicaron meses a intentar conseguir que gran parte del mundo comprara sus vacunas de una reserva común, países ricos y pobres por igual. Mientras ultimaban los detalles y recaudaban dinero, los países que se lo podían permitir se apresuraron para asegurar sus propias dosis primero. “Entiendo la realidad política”, declara el Dr. Berkley. “Al final la gente solamente nos dio dinero y nos dijo, buena suerte compitiendo contra nosotros”.
La mayoría de países pobres del mundo acabaron dependiendo en gran medida de una única vacuna, fabricada por un único fabricante en un único país. En un cruel giro de los acontecimientos, ese proveedor —el Serum Institute of India— terminó inmerso en el peor brote de covid-19 del mundo. “Querido participante”, escribió finalmente la oficina del Dr. Berkley el 28 de abril en un ‘e-mail’ a la mayoría de los 92 países en desarrollo que dependían de Covax. “Lamentamos informarle de que, dada la crisis agravada de covid-19 en la India, Covax no espera que las entregas… se reanuden en mayo”.
“Estamos trabajando para asegurar que estos retrasos se solucionen lo antes posible”, decía el ‘e-mail’. El Dr. Berkley, director general de Gavi, la Alianza para la Vacunación, asociación público-privada que asegura la inmunización infantil en los países más pobres del mundo y es la principal organización detrás de Covax, dice que la instalación hizo todo lo que pudo para navegar un mercado de vacunas hipercompetitivo. “Recibimos muchas críticas, y lo cierto es que hemos intentado hacer algo que creemos que es lo correcto”, declara. "Retrospectiva a 2020. ¿No deberíamos haber invertido en la India? Bueno, era la vía más rápida de conseguirlo”.
Bajo el plan original, los países más ricos comprarían vacunas suficientes para al menos el 10% de sus poblaciones de Covax, que las obtendría en grandes cantidades. Junto con las donaciones, eso ayudaría a sufragar vacunas para otros 92 países pobres que recibirían sus dosis de forma gratuita. Covax empezó a enviar vacunas del covid-19 tres meses después de que los países más ricos del mundo administraran sus primeras dosis —rápido, en comparación con el periodo de entre cinco y 10 años que suelen tardar las vacunas en llegar al mundo en desarrollo—.
Sin embargo, ahora se queda sin vacunas justo cuando los casos de covid-19 están aumentando en los países que debía proteger: los países de ingresos bajos y medios de Latinoamérica y el sur de Asia. El programa ha enviado 72 millones de dosis, muy por debajo de las 238 millones que se había propuesto para finales de mayo. Eso es un 4% del total de 1.700 millones de vacunas distribuidas en todo el mundo.
Cerca de 20 millones de las dosis de Covax han venido de la India, que debía haber enviado 140 millones a finales de mes
Cerca de 20 millones de las dosis de Covax han venido de la India, que debía haber enviado 140 millones a finales de mes, pero que dejó de exportarlas porque busca inocular a los 1.300 millones de habitantes del país. Los nuevos confinamientos están devastando a las economías, y el personal hospitalario está muriéndose en países que tienen las peores ratios de trabajadores sanitarios por habitantes. Han surgido variantes más peligrosas en la India, Brasil y Sudáfrica, y a pesar de que parece que las vacunas actuales funcionan contra ellas, la transmisión incontrolada en países con poco acceso a dosis amenaza con más mutaciones.
El Serum Institute no ha querido hacer declaraciones. Ha dicho que espera reactivar el envío de dosis a Covax a finales de año. Gavi declara que espera que en el tercer trimestre se reanuden algunos suministros, en cantidades reducidas.
Una idea
El covid-19 se había cobrado oficialmente menos de 80 vidas cuando el Dr. Berkley y otro directivo de vacunas, junto con la mujer del Dr. Berkley Cynthia Berkley, médico, esbozaron una idea de compartir la vacuna alrededor de unas bebidas y un plato de nachos en un vestíbulo de hotel en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, en enero de 2020. Pandemias anteriores, como la del VIH y la gripe porcina, azotaron a los países más pobres que no podían permitirse o no podían competir contra los ricos por adelantos como medicamentos antirretrovirales o vacunas antigripales.
Esta vez, alegó el Dr. Berkley, una vez se hubiera desarrollado una vacuna, los países ricos y pobres podrían comprarla de una reserva común. Todos los países, incluidos los pobres, serían capaces de inmunizar a los trabajadores de hospital y a los ancianos primero, seguidos del resto de la población.
Al igual que la Operación Warp Speed, la iniciativa multimillonaria que crearía con el tiempo el Gobierno estadounidense, este programa permitiría a los gobiernos asegurar vacunas con antelación, declara Richard Hatchett, director ejecutivo de la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias, o CEPI por sus siglas en inglés, que había discutido la idea con los Berkley en Davos. Eso facilitaría que los países gestionaran el riesgo de invertir en medicamentos cuando estos todavía están en pruebas.
Gavi, fundado hace dos décadas con financiación de la Fundación Bill & Melinda Gates, se asoció a CEPI, otra organización financiada por Gates, que invierte en el desarrollo de vacunas para enfermedades infecciosas emergentes. La OMS apoyó la idea. Su director general Tedros Adhanom Ghebreyesus movilizó a los líderes europeos para que asistieran a una videoconferencia el 24 de abril, durante la cual el presidente francés Emmanuel Macron ensalzó lo que se terminaría llamando el Fondo de Acceso Global para Vacunas Covid-19, o Covax. “Esto mostrará si realmente podemos trabajar juntos, para beneficio de muchos millones de personas”, declaró la canciller alemana Angela Merkel, mientras jefes de gobierno de África, Latinoamérica y Asia escuchaban. No estaban en la llamada Rusia, que estaba desarrollando su vacuna Sputnik V, China que estaba trabajando en su propia vacuna, ni EEUU, que no se incorporó hasta principios de 2021.
En junio, Reino Unido organizó el Global Vaccine Summit, donde Covax anunció su primer gran acuerdo de suministro, con AstraZeneca, la Universidad de Oxford y el Serum Institute, el mayor fabricante de vacunas del mundo y antiguo socio de Gavi y proyectos financiados por la Fundación Gates. Serum era un socio conocido y fiable que podría producir en masa millones de dosis a un precio razonable, declara Trevor Mundel, presidente de salud global en la Fundación Gates.
Mientras tanto, muchas plantas rivales eran reacias a invertir en la producción de vacunas todavía en pruebas “porque no creían que las vacunas funcionarían”, dice Ngozi Okonjo-Iweala, entonces presidenta del consejo de Gavi y ahora directora general de la Organización Mundial del Comercio. Cuando se demostrase que las vacunas funcionaban, sería demasiado tarde para establecer nuevas líneas de producción para envíos en esta primavera.
Carrera de suministro
Se suponía que Serum iba a ser el primer gran proveedor en una cartera diversificada de vacunas fabricadas en todo el mundo. Pero a finales de julio, Covax tenía menos de 600 millones de dólares para comprar 2.000 millones de dosis. Muchas promesas de donantes iniciales no se habían cumplido todavía, dejando a Gavi acorralado si fracasaban. En una reunión del consejo de Gavi, los directivos dijeron que no firmarían ningún compromiso de compra sin efectivo disponible, según actas revisadas por ‘The Wall Street Journal’.
Los países ricos, incluidos los que se habían comprometido a financiar Covax, estaban comprando sus propias dosis primero. A finales de mayo, Reino Unido había cerrado su propio acuerdo con AstraZeneca de 100 millones de dosis. EEUU, sin ningún compromiso con Covax, había firmado 300 millones de dosis de AstraZeneca, comprometiéndose a pagar 1.200 millones de dólares.
En junio, la Unión Europea, preocupada porque sus propios países empezasen a competir por una oferta limitada, intervino para comprar dosis para sus 450 millones de ciudadanos. Como parte de su acuerdo con los Estados miembros, la UE prohibió a los gobiernos de la Unión que entraran en cualquier otro programa de compra de vacunas paralelo. Eso implicó que Francia y Alemania ahora no podían comprar de forma efectiva dosis de la reserva que habían apoyado. Una portavoz de la UE declara que la institución exigió a todos los fabricantes de vacunas en su cartera comprometerse a proporcionar dosis a los países pobres y que sus contratos permitían que los Estados miembros donasen dosis a los países en desarrollo.
Entre el 31 de julio y el 10 de septiembre, la UE concluyó negociaciones con cuatro fabricantes de vacunas —una colaboración entre Sanofi y GlaxoSmithKline, Johnson & Johnson, CureVac NV y Moderna— y firmó un acuerdo de 400 millones de dosis con AstraZeneca, junto a 300 millones de dosis de la vacuna de Pfizer. Después, habiendo comprado dosis suficientes para vacunar dos veces a toda su población, la UE se comprometió a donar 400 millones de euros a Covax, para comprar 88 millones de dosis para los países más pobres.
El personal de Covax había trabajado en exceso intentando captar a más de 100 países, incluidos en Europa, para su reserva, según funcionarios cercanos a la operación de la instalación. La estructura, todavía basada en la esperanza de un suministro de vacunas común para los países ricos y pobres por igual, se había vuelto complejo.
Los países más ricos tenían requisitos complejos que llevó semanas incorporar. Reino Unido pidió que se permitiera a los países elegir qué vacunas comprarían finalmente de Covax y utilizar la instalación como una bolsa de dosis no deseadas. Los países pobres tenían sus propios requisitos. Algunos cercanos al programa dicen que las peticiones retrasaron los acuerdos de vacunas. Covax actuó “demasiado tarde para entrar en el juego y todo lo que obtuvieron mientras tanto fueron promesas”, declara Alain Alsalhani, farmacéutico de Médicos Sin Fronteras en un panel productivo de Covax. Una portavoz de Gavi declara que esas conversaciones no retrasaron los acuerdos.
A finales de año, lo que empezó como un esfuerzo colectivo para compartir vacunas en todo el mundo se estaba convirtiendo en una campaña de caridad. Unos pocos países ricos —incluidos Reino Unido, Canadá, Corea del Sur y Nueva Zelanda— aceptaron comprar al menos alguna dosis para Covax. La mayoría eligió realizar donaciones directas.
Déficits
A finales de diciembre, tras meses regateando los precios, Covax tenía 2.000 millones de dosis reservadas, suficientes para vacunar a cerca del 20% de la población en más de 100 países. No obstante, la mayoría eran acuerdos blandos sin plazos de entrega claros o farmacéuticas involucradas cuyas dosis todavía no habían tenido éxito. Cuando Europa y EEUU empezaron a vacunar, las únicas compras finalizadas de Covax eran con AstraZeneca y el Serum Institute.
Moderna, Pfizer, AstraZeneca, Sinopharm y Sputnik V habían anunciado resultados de los ensayos clínicos que prometían efectividad. Covax empezó a mantener conversaciones alentadoras con países ricos abiertos a donar vacunas sobrantes.
Después, las variantes del coronavirus en Reino Unido, Sudáfrica y Brasil despertaron preocupaciones sobre si los países ricos necesitaban administrar terceras dosis, o dosis para niños. “De repente todas las conversaciones acerca de compartir dosis se frenaron”, declara un funcionario de desarrollo cercano a las operaciones de Covax. Los fabricantes, que ya estaban corriendo para satisfacer la demanda, se enfrentaron a déficits de materias primas cruciales como viales y filtros.
Un acuerdo de 200 millones de dosis que logró Covax de Sanofi no salió adelante después de que se administraran dosis incorrectas a sujetos voluntarios en ensayos clínicos. Un acuerdo de 1.100 millones de dosis con Novavax se tambaleó cuando la empresa tuvo que retrasar varias veces los ensayos clínicos. Un acuerdo no vinculante realizado en diciembre con Johnson & Johnson para suministrar 500 millones de dosis durante 2022 llevó recientemente a la compra de 200 millones de dosis, que la compañía intentará entregar este año.
Los fabricantes de vacunas chinos Sinopharm y Sinovac no ofrecían respuestas claras sobre precios, plazos de entrega o cantidades, según una persona cercana a las conversaciones. Las empresas también tardaron en proporcionar datos adecuados a la OMS, como los detalles de producción o el índice de efectividad de las dosis en los diferentes grupos de edad. Sinopharm y Sinovac no han querido hacer declaraciones. En lugar de donar a través de Covax, Pekín simplemente empezó a cargar sus vacunas en aviones con destino a aeropuertos extranjeros. Moscú envió vacunas a través de mecanismos similares.
El 15 de febrero, la OMS aprobó la vacuna de AstraZeneca para uso de emergencia, seis semanas después de que fuera aprobada en Reino Unido. Eso permitió a Covax realizar su primer envío a un país en desarrollo, Ghana, semanas después de que Serum empezase a exportar sus dosis a otros países. Tres días después, EEUU, ahora bajo el presidente Trump, anunció una aportación a Covax de 2.000 millones de dólares, con otros 2.000 millones previstos para 2022. La UE aumentó su participación a 1.000 millones de euros.
Para entonces, había pocas vacunas disponibles para comprar. Este mes, Covax ha llegado a un acuerdo con Moderna por 500 millones de dosis, de las que 466 millones no serán entregadas hasta 2022. Con las exportaciones de Serum paralizadas, los responsables de Covax están pidiendo a países ricos que tengan vacunas de sobra que compartan parte de sus reservas. También están ayudando a las empresas a estructurar nuevas plantas y superar obstáculos en la cadena de suministro.
La Administración Biden planea enviar 80 millones de dosis al extranjero el mes que viene, incluidas algunas para Covax. La UE declara que donará 100 millones. Eso no será suficiente.
“Puede que algunos tuviésemos demasiadas esperanzas en Covax”, declara Francis Dien Mwansa, funcionario del ministerio de Sanidad que organiza el despliegue de la vacuna en Zambia, donde solo el 0,7% de la población ha recibido su primera dosis.
*Contenido con licencia de ‘The Wall Street Journal’.
Esta primavera, el epidemiólogo estadounidense Seth Berkley trajo malas noticias para los países más pobres del mundo: los millones de dosis de vacunas contra el covid-19 prometidas no llegarían. Las naciones contaban con obtener dosis de Covax —un programa multimillonario para inmunizar al mundo, liderado por el Dr. Berkley y promovido por la Organización Mundial de la Salud—. Pero los envíos del mayor proveedor de Covax en la India, donde los casos de covid-19 estaban repuntando, dejaron de llegar de improviso.