Es noticia
Por qué el reparto actual de vacunas es una ruina y prolongará la pandemia varios años
  1. Mundo
1,2 billones de dólares perdidos

Por qué el reparto actual de vacunas es una ruina y prolongará la pandemia varios años

Los países más ricos han acaparado las dosis de vacunas contra el coronavirus, dejando al resto sin posibilidades hasta 2022 o 2023. Pero esto va a dañar el crecimiento económico mundial

Foto: Viales de vacunas en Israel. (Reuters)
Viales de vacunas en Israel. (Reuters)

Durante los primeros días de enero, la página 'Our World in Data' contabilizaba solo 55 vacunados contra el coronavirus en África. En concreto, estas primeras 55 dosis de la vacuna rusa Sputnik V fueron a parar a medio centenar de funcionarios del Gobierno de Guinea quienes, a finales de diciembre, posaban felices delante de las cámaras para celebrar ante sus ciudadanos el acuerdo con Moscú. “Somos los 'guinea pigs' (conejillos de indias)”, remató uno de ellos de forma irónica.

Para el 13 de enero, el continente africano sumaba apenas 2.000 inyectados y América Latina se acercaba a las 200.000, muy lejos de los 8,5 millones en Europa, 10,8 millones de América del Norte y casi 14 millones en Asia. A día de hoy, la divergencia en la curva de vacunación entre regiones sigue creciente. Un pequeño grupo de países ricos que apenas forman tan solo el 16% de la población se han asegurado el 60% de la oferta de vacunas global, según el Instituto de Salud Global de la Universidad de Duke. Y la perspectiva para los próximos meses no es mucho mejor. “Algunos países han comprado hasta cuatro veces las necesidades de su población para acumular vacunas”, se quejaba el otro día el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, instando a los países más ricos a dejar de acopiar dosis de forma innecesaria.

Foto: Una mujer se vacuna con una dosis de Sinopharm en Belgrado. (Reuters)

El hartazgo ciudadano en los países avanzados, avivado por la crisis sanitaria y la debacle económica, está despertando el llamado "nacionalismo de vacunas". Los Gobiernos, tras un año de confinamiento y restricciones, sienten la presión de sus votantes por agilizar el proceso, comprar dosis al precio que haga falta y acaparar todas las necesarias por si acaso, sobre todo en un momento en el que el mínimo traspié político puede acabar por dinamitar su mermada popularidad. ¿Resultado? Los países en desarrollo tendrán aún más difícil poder hacerse con suficientes dosis para vacunar a su población. Y esto, a su vez, tendrá un efecto dominó, sanitario y económico.

Según un reciente estudio de The Intelligence Economist Unit (EIU), muchos países no podrán vacunar a la mayoría de su población hasta 2023, lo que frenará su crecimiento y lastrará la recuperación económica global. Y aún más preocupante, esas regiones podrían incubar nuevas variantes del covid ante las que nuestras flamantes vacunas y tratamientos sean ineficaces.

Las vacunas, el nuevo papel higiénico

“La mayoría de los países desarrollados han preordenado muchas más vacunas de las que necesitaban cuando no estaba muy claro cuáles iban a funcionar. Canadá es un caso de estudio, con cinco vacunas pedidas por cada ciudadano”, explica a este diario Agathe Demarais, directora del programa de predicción global en 'The Economist'. “Además, un gran número de países ricos ya están valorando opciones para 2022 en el caso de que se necesiten refuerzos de vacunas o las campañas de vacunación contra el coronavirus se conviertan en algo anual, como es el caso de la gripe”.

placeholder Proceso de vacunación en Israel. (EFE)
Proceso de vacunación en Israel. (EFE)

En los últimos meses, el dilema entre vacunar antes en los países desarrollados que en los países pobres se ha abierto paso en el debate global. El propio líder de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom, reconoció que era un “catastrófico fracaso moral” que jóvenes y adultos sanos en países ricos fueran a ser vacunados antes que sanitarios o personas más mayores en países pobres. Otro signo negativo de la poca atención a la vacunación en los países con menos recursos era que, hasta este miércoles, COVAX —una iniciativa liderada por la OMS, Naciones Unidas y la Alianza para las Vacunas (GAVI) para garantizar el acceso a los países en desarrollo— ni siquiera tenía una página en inglés en Wikipedia.

Más allá del terreno de la moral, hay dos motivos que desaconsejan perseguir cualquier política de acaparamiento de vacunas. Porque, por muy comprensibles que sean a nivel nacional, a largo plazo acabarán perjudicando a los propios países ricos a nivel sanitario y económico.

Los jóvenes en los países ricos recibirán la vacuna antes que el personal sanitario o los más mayores de los países pobres

“Pronto se verá que el nacionalismo de las vacunas, sobre todo entre los países más ricos, es un error si queremos acabar con la pandemia", explica Rebecca Weintraub, directora del 'Global Health Delivery Project' de la Universidad de Harvard, a El Confidencial. “Si grandes grupos de población continúan sin vacunarse el virus seguirá pululando por todos lados. Un reciente estudio demostró que, si los países ricos monopolizaran las vacunas contra el covid, causaría el doble de muertes que si lo distribuyeras de forma equitativa. La distribución igualitaria de la vacuna nos protege a todos de la transmisión y salva vidas”.

Weintraub hace referencia a una investigación de un laboratorio de la Universidad de Boston, que replicó dos posibles escenarios contrafactuales de qué habría ocurrido de haber tenido una vacuna disponible en marzo de 2020. En el primero, las primeras 2.000 millones de dosis son acaparadas por países ricos mientras que las 1.000 restantes se distribuyen de forma equitativa entre todos. En el segundo escenario, las 3.000 millones se distribuyen de forma proporcional entre todos los países. ¿Resultado? En el primero el mundo se habría ahorrado un 33% de muertes a partir de septiembre. En el escenario “cooperativo” más de un 60%.

Foto: Johnson junto a la presidenta de la Comisión Europea, Von der Leyen. (Reuters) Opinión

Pero el hecho de que los países emergentes no puedan vacunar a gran parte de la población hasta 2023, subraya Demarais, también podría tener otras consecuencias negativas. Aunque estas regiones menos desarrolladas tienen una población mucho más joven y resistente al SARS-CoV-2 que los países occidentales —más de la mitad de los africanos vivos hoy nacieron en este siglo—, esta situación podría provocar "el desarrollo de nuevas variantes de coronavirus” en países emergentes, como ya hemos visto en Reino Unido o Sudáfrica, que tarde o temprano también se podrían expandir. “Si surge una variante resistente a las vacunas estaríamos, de nuevo, en la casilla de salida”.

La economía global, amenazada

La segunda consecuencia negativa de esta suerte de "nacionalismo de vacunas" —o, más bien, vacunas para los países ricos primero— vendría derivada de la prolongación de la pandemia en los países en desarrollo. Por mucho que EEUU, China o Reino Unido tengan la vacuna y su economía mejore gracias al desconfinamiento, seguirían en peor situación que hace un par de años por la baja demanda extranjera del resto de naciones, aún tratando de derrotar al virus.

Esa es la tesis del Instituto Rand Europe, que ha cifrado el desigual reparto de vacunas de covid en una pérdida para la economía global de hasta 1,2 billones de dólares. “Si los países pobres no tienen acceso a las vacunas, el mundo todavía perdería 153.000 millones de dólares”, escriben los autores del informe, señalando que esa cantidad alcanzaría los 40.000 millones para la UE y 16.000 para EEUU. “Todos los países se beneficiarían económicamente si los países más pobres tuvieran un acceso igualitario para cualquier vacuna desarrollada contra el covid. Los países más ricos conseguirían alrededor de 4,8 dólares por cada dólar gastado a la hora de proveer de vacunas”.

La economía global va a perder hasta 1,2 billones de dólares al año por no repartir de forma equitativa las vacunas

Para Weintraub, sin embargo, aún hay esperanza para la colaboración internacional. A finales de 2020, casi 190 países se unieron para participar en COVAX con el objetivo de distribuir de forma equitativa 2.000 millones dosis. Es decir, inyectar la vacuna en el 20% de la población de las 100 naciones más pobres. Para ello necesitarán ampliar su financiación, algo en lo que, de momento, no han tenido mucho éxito.

“Si contribuyes a COVAX y permites 2.000 millones de dosis, tan solo necesitas 27.000 millones de dólares más”, explicaban en una reciente entrevista con New Yorker los economistas Selva Demiralp y Muhammed A. Yildirim, autores del estudio 'The Economic Case for Global Vaccinations: An Epidemiological Model with International Production Networks'. “Pero, si permites que el resto del mundo sufra y que la pandemia destruya sus economías, los países desarrollados van a perder alrededor de dos billones de dólares. Cuando comparas 27.000 millones de dólares con dos billones, la decisión es trivial para un economista: debes invertir en la iniciativa del COVAX y evitar pagar más”.

Durante los primeros días de enero, la página 'Our World in Data' contabilizaba solo 55 vacunados contra el coronavirus en África. En concreto, estas primeras 55 dosis de la vacuna rusa Sputnik V fueron a parar a medio centenar de funcionarios del Gobierno de Guinea quienes, a finales de diciembre, posaban felices delante de las cámaras para celebrar ante sus ciudadanos el acuerdo con Moscú. “Somos los 'guinea pigs' (conejillos de indias)”, remató uno de ellos de forma irónica.

El redactor recomienda