El peligro de países sin vacunas: la población sin inmunizar propicia nuevas variantes
El ritmo de vacunación es muy desigual en el mundo y la falta de protección de muchos países puede volver a complicar la pandemia
Al contrario de lo que pensábamos hace un año, la auténtica carrera por la vacuna del coronavirus no ha consistido en quién iba a desarrollarla primero, sino en qué países iban a hacer acopio de más dosis para inmunizar cuanto antes a su población. A estas alturas ya está claro que los países más ricos llevan ventaja, pero algunos ya hablan de una auténtica 'guerra de las vacunas' entre prohibiciones de exportación, acuerdos bilaterales, diplomacia y nacionalismo. Estados Unidos ha logrado un ritmo de vacunación espectacular, con 140 millones de dosis administradas. Lo mismo puede decir el Reino Unido, con 33 millones, cifra que equivale a la mitad de su población adulta. El conjunto de la Unión Europea, a pesar de todas las quejas por los retrasos y de sus peleas con las farmacéuticas, ya ha puesto casi 70 millones. Sin embargo, muchos países apenas están recibiendo sus primeras vacunas, unos cuantos miles, casi de forma testimonial en algunos casos.
Al inicio del proceso de vacunación, un análisis de 'The Economist' ya pronosticaba que las vacunas tardarían en estar ampliamente disponibles. Una vez que lleguen a los grupos más vulnerables, solo unos cuantos países podrán administrárselas al resto de su población y completar la inmunización entre finales de 2021 y principios de 2022: EEUU, Reino Unido, la Unión Europea, Japón y pocos más. La mayoría de los países de Asia y América Latina tendrán que esperar hasta bien entrado 2022; pero en casi la totalidad de África y en un buen puñado de países asiáticos y americanos, según esta previsión, no habrá una cantidad de vacunas suficiente hasta 2023.
Algunos expertos consideran que no se podrá hablar del fin de la pandemia hasta que las vacunas lleguen a un porcentaje significativo de la población mundial. El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, ya lo advirtió hace semanas: “Cuanta más transmisión del virus se produzca, más variantes pueden aparecer. Y cuantas más variantes surjan, es más probable que alguna de ellas eluda las vacunas”. Además, destacó que, si el virus continúa circulando en cualquier lugar del planeta, se seguirán produciendo fallecimientos, los viajes y el comercio seguirán viéndose afectados y la recuperación económica mundial se retrasará aún más.
“A un problema global, hay que darle una solución global”, coincide el experto de la Asociación Española de Vacunología (AEV) José Antonio Navarro Alonso en declaraciones a Teknautas. “Con la permeabilidad de fronteras y los viajes, nadie está a salvo si no está a salvo todo el mundo”, añade. La clave para acabar con el problema “no está en que yo vacuno a mi población y que se salve quien pueda”, porque, igual que se mueven las personas, “el virus va de un sitio a otro”. En ese sentido, “la única forma de conseguir que no aparezcan nuevas variantes y se diseminen es la vacunación universal y, hasta entonces, mantener las medidas de contención”.
El factor de las variantes
“Si no vacunamos a todo el mundo en un corto espacio de tiempo, el virus va a seguir propagándose y en su naturaleza está adaptarse y mutar, así que van a surgir otras variantes”, apunta el virólogo Agustín Valenzuela Fernández, director del Grupo Inmunología Celular y Viral de la Universidad de La Laguna. Es más, el egoísmo con respecto a las vacunas podría volverse en contra de los países más avanzados. “Como una parte del planeta se va a sentir más segura, la industria, el comercio y el turismo mundial se van a reactivar. Con lo cual, al final entramos en contacto de nuevo con países donde la protección grupal no va a ser tan buena”, advierte.
La vacunación, más que el final del problema, es “una herramienta más en el control de la transmisión comunitaria”, de manera que “si un país no tiene capacidad para vacunar a sus ciudadanos a la velocidad deseable por su densidad poblacional, lógicamente, el virus sigue transmitiéndose”. Una inmunización más uniforme en todo el mundo haría que fuera mucho más difícil que surgieran nuevas variantes. “Si emerge una nueva, de entrada no vamos a saber si la inmunidad que nos han dado las vacunas actuales nos protege completamente”, comenta el experto.
¿Cómo está la situación ahora? En un resumen muy básico, podríamos decir que las vacunas actuales protegen parcialmente frente a las principales variantes detectadas: “Más frente a la británica que frente a la brasileña y a la sudafricana, que tienen más propensión a escapar a la respuesta inmune por anticuerpos”, comenta el virólogo. Los peores datos corresponden a la vacuna de AstraZeneca frente a la variante sudafricana, según un estudio publicado en 'The New England Journal of Medicine' (NEJM). En el resto de los casos, la preocupación es mucho menor. No obstante, la inmunidad puede ser un asunto muy complejo, lleno de matices, y no hay que descartar que la aparición de variantes en países retrasados con las vacunas complique de nuevo el control de la enfermedad.
“Cuando aparece una variante, lo que hace es ir desplazando a las antiguas con el tiempo. Es lo que ha pasado con la británica”, explica Navarro Alonso. La sustitución se produce porque tiene alguna ventaja competitiva frente a otras versiones del virus, pero de entrada no tiene por qué ser buena o mala para el huésped, en este caso, el ser humano. En concreto, la variante británica “ha incrementado la capacidad de transmisión del virus y parece que también se asocia a una mayor patogenicidad, es decir, un mayor número de cuadros graves”. En este caso, las vacunas siguen siendo una barrera importante, pero si aparecen variantes nuevas habría que ver si la protección adquirida por las personas vacunadas “sigue teniendo el mismo poder neutralizante o no”.
Para saber si una variante va a ser neutralizada por los anticuerpos generados en pacientes que han pasado la enfermedad o en personas vacunadas, hay que pasar por el laboratorio. Es decir, hay que enfrentar el virus con células infectadas y con la presencia de esos anticuerpos. “Así vemos si al virus le cuesta infectar o no infecta porque los anticuerpos lo neutralizan”, comenta Valenzuela. Por el momento, hay datos que indican que “ciertas mutaciones en la interfaz de unión de la proteína S del virus al receptor ACE2 de las células” complican el trabajo de los anticuerpos.
Sin embargo, “no hay que olvidar que tenemos la inmunidad celular”. Las células T pueden inducir la muerte de las células que están infectadas por un virus y que están produciéndolo. Y, en este caso, la reacción del sistema inmunitario puede no depender de la proteína S, sino de otras regiones del virus que no hayan mutado. Es decir, “que podemos tener una protección celular muy buena aunque se pierda la protección de los anticuerpos”.
La Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés) ya ha dado directrices a las farmacéuticas para modificar las vacunas actuales y adaptarlas a la circulación de las nuevas variantes y, de hecho, “se están poniendo las pilas porque ya hay ensayos que están en marcha”, afirma el experto de la AEV. La industria y las autoridades regulatorias “están atentas y es cuestión de ir viendo cómo van evolucionando con el paso del tiempo”.
COVAX y geopolítica
Sin embargo, un avance rápido de la vacunación en el conjunto del mundo podría ahorrar muchos esfuerzos. Esa es la idea de la iniciativa COVAX, el Fondo de Acceso Global para Vacunas Covid-19 de la Alianza Mundial para las Vacunas y la Inmunización (GAVI), la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI) y la OMS: garantizar un acceso equitativo a las vacunas. De hecho, “está aportando muchas vacunas a los países de baja renta, especialmente la de AstraZeneca, cuyo bajo precio la hace especialmente interesante”, recuerda Navarro Alonso. En su último recuento, esta alianza asegura haber enviado 32 millones de dosis a 63 países.
En opinión del experto de la AEV, “COVAX está haciendo los deberes, lo que pasa es que no va al ritmo que a todos nos gustaría”. En teoría, 190 países se han involucrado en este proyecto, pero el apoyo real es más discutible. Además, en algunos territorios, aparte del problema de la llegada de las vacunas, existen numerosas dificultades con respecto a las infraestructuras para su distribución y administración, así que el plan tiene bastantes lagunas, al menos para que pueda llegar con éxito a cubrir en todos los países el 70% de población vacunada que se requiere, según las estimaciones, para alcanzar la inmunidad de grupo.
Por otra parte, Rusia no se ha unido a la alianza para ofrecer su vacuna Sputnik V. La estrategia de Putin y de China se inclina más por ofrecer donaciones directas a los países, lo que tiene un efecto propagandístico mayor. Sus ojos están puestos tanto en América Latina como África y sus vacunas comienzan a tener una penetración muy importante en el mundo. Incluso es posible que esta competencia, aunque sea por motivos geopolíticos, ayude a llevar la vacuna del covid hasta donde ni siquiera llegan otras.
En cualquier caso, queda mucho camino por recorrer y es imposible saber cómo va a transcurrir todo el proceso y cuándo se completará. “Cualquier incidencia puede traducirse en un desabastecimiento importante, lo hemos visto estos días con el bloqueo del canal de Suez, siempre puede ocurrir cualquier imprevisto, pero en el caso de las vacunas, además, estamos hablando de un material biológico delicado”, recuerda Navarro Alonso.
Al contrario de lo que pensábamos hace un año, la auténtica carrera por la vacuna del coronavirus no ha consistido en quién iba a desarrollarla primero, sino en qué países iban a hacer acopio de más dosis para inmunizar cuanto antes a su población. A estas alturas ya está claro que los países más ricos llevan ventaja, pero algunos ya hablan de una auténtica 'guerra de las vacunas' entre prohibiciones de exportación, acuerdos bilaterales, diplomacia y nacionalismo. Estados Unidos ha logrado un ritmo de vacunación espectacular, con 140 millones de dosis administradas. Lo mismo puede decir el Reino Unido, con 33 millones, cifra que equivale a la mitad de su población adulta. El conjunto de la Unión Europea, a pesar de todas las quejas por los retrasos y de sus peleas con las farmacéuticas, ya ha puesto casi 70 millones. Sin embargo, muchos países apenas están recibiendo sus primeras vacunas, unos cuantos miles, casi de forma testimonial en algunos casos.
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