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Alianza de generaciones: por qué la Gen Z y sus jefes no se entienden, pero deberían
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CONTESTONES Y DESAFIANTES

Alianza de generaciones: por qué la Gen Z y sus jefes no se entienden, pero deberían

Los líderes empresariales sienten que no conectan con los Zetas, mientras que ellos creen que no se les entiende. Su relación es más fácil que fracase a que funcione, pero, si lo hace, es sinónimo de triunfo profesional

Foto: La relación jefe y 'centennial'. (Pixabay)
La relación jefe y 'centennial'. (Pixabay)
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Por un lado, la Gen Z, esa generación de nativos digitales nacida entre 1997 y 2012, que se presenta como la punta de lanza del cambio. Por el otro, el jefe, esa figura a la que, para lograr ese cambio, o hay que convencer o hay que sortear. Muy probablemente será un millennial (nacidos entre 1981 y 1996), un Generación X (entre 1965 y 1980) o, peor, un boomer (entre 1951 y 1965).

Si hay una palabra en la que coinciden los expertos para definir su relación laboral es una: complicada. La comunicación, el cambio generacional y la forma de ser son una combinación perfecta para que su relación fracase, pero no tiene por qué salir mal. En EEUU ya hay encuestas que ponen cifras a este nivel de enmarañamiento.

Un estudio de la web especializada ResumeBuilder, realizada a más de 1.300 directivos, revela que estos ven a la Gen Z como desafiante, contestona y que se ofende con facilidad. Hasta tal punto de que el 12% de los jefes confiesa haber despedido a un miembro de la Gen Z en la primera semana de trabajo y el 27%, en el primer mes. Más de la mitad declara que escogería antes a cualquier otro grupo de edad para estar en la oficina. El 64% preferiría trabajar con otra generación, y el 34% de ellos escoge los millennials. ¿Qué está pasando? Y, sobre todo, ¿quién tiene un problema, los centennials o el resto del mundo?

A los expertos españoles sobre la Generación Z no les sorprenden estas cifras al otro lado del Atlántico. Álvaro Justribó, fundador y business development en Mazinn, una consultora especializada en Generación Z integrada en el ecosistema de la agencia creativa Darwin & Verne, expresa que "la enorme brecha generacional que existe, el choque en los códigos, el lenguaje y la diferencia de expectativas entre directivos y nuevos empleados forman el 'cocktail perfecto' para que la relación laboral entre seniors y jóvenes falle".

El 12% de los jefes confiesa haber despedido a un miembro de la Gen Z en la primera semana y el 27% en un mes

En España, la situación también es compleja, pero lo que los profesionales de las relaciones laborales apuntan es que siempre es mejor tratar de llevarse bien. Una alianza de generaciones. Los centennials y el resto de generaciones no son enemigos. Todo lo contrario. Cuando el boomer y el zeta conectan, la suma de ambos es un triunfo profesional asegurado. Pero no es fácil.

Los nativos digitales están irrumpiendo en el trabajo y no siempre se sienten comprendidos por sus compañeros. Muchos afirman que su punto fuerte es adaptarse a los cambios y sienten que están preparados para todo. Tanto que, a veces, cierta soberbia se asoma en la oficina. De acuerdo con la empresa de búsqueda de empleo Indeed, este colectivo es menos tolerante con los entornos muy jerárquicos. Otorgan menos autoridad a su superior y presentan un comportamiento más desafiante. Para algunos esto puede ser bueno; pero para otros entra en el terreno del descaro.

Foto: Foto: EC Diseño.

Alejandra Nuño, socióloga y profesora en la UCM, reconoce que "es una situación difícil. Es un grandísimo reto por el cambio generacional, pero lo fácil es ponerse de perfil. No solo en empleos de oficina, es transversal a todos los sectores", comenta la socióloga. Nuño recomienda flexibilidad, colaboración y espíritu conciliador para fidelizar talento y crear valor de verdad: "Los jóvenes deben dar a los jefes la autoridad que tienen y estos compartir su experiencia con ellos".

Estigma o realidad

Para Justribó, muchos de los rasgos que se atribuyen a los 'centennials' son meros estigmas que se atribuyen a esta generación, creados por el desconocimiento que hay sobre los más jóvenes, además de que se generan estereotipos demasiado generalistas que no permiten a las compañías crear planes de onboarding.

Más allá de estereotipos, comenta que el choque entre los dos reside en una poca compresión. "La falta de entendimiento es la que produce que, por un lado, las generaciones más adultas en puestos de dirección sientan que no llegan a conectar con el empleado Zeta y, por otro, los nuevos trabajadores jóvenes consideren que no se les entiende". En este sentido, Nuño insiste en que la clave está en la comunicación. "En muchas ocasiones, la comunicación se hace de arriba a abajo, pero no de abajo a arriba. Necesitan encontrar narrativas conjuntas y engranar personas con personas; escuchar, aprender y aportar".

La falta de entendimiento es la que produce que los adultos en puestos de dirección sientan que no conectan con el empleado Zeta

También son ambiciosos. "La expectativa de aprender y afrontar retos reales del negocio es muy alta y eso, a veces, choca con las estructuras verticales que siguen predominando en muchas organizaciones donde los primeros años el progreso profesional no se visualiza de forma clara", dice Justribó.

Otorgándole cierto toque poético, a la Gen Z se la denomina también la Generación de Cristal porque expresan abiertamente sus emociones y pensamientos. Ambiciosos pero sensibles. Esto puede ser una virtud, pero mal gestionado o expresado, podría jugar en su contra. El jefe podría considerar que el junior está excediendo los límites. El fundador de Mazinn señala que "sin duda, la de los directivos y Zetas es una relación compleja porque existe una brecha generacional evidente en términos de comunicación y de plan de carrera".

Foto: Directivo teletrabajando. (EFE/Emilio Naranjo)

Ante esta complicada relación, el fundador de Mazinn plantea un debate: ¿por qué las organizaciones de todo el mundo están tomando decisiones estratégicas para conectar con los Zeta de manera "externa" (entran en la red social TikTok, patrocinan a streamers, lanzan productos especiales), pero no hacen lo mismo con sus procesos internos? Para conectar con ellos desde fuera, primero hay que hacerlo desde dentro.

Sin embargo, sus diferencias no los convierte en incompatibles. De hecho, que su relación sea fluida ayuda a retener el talento joven en una época en la que el 72% de la Gen Z declara su intención de querer cambiar de empleo, según indica una encuesta de la red social profesional LinkedIn y la consultora CensusWide. "Estudios que hemos realizado al respecto nos dicen que compartir tiempo con directivos es una de las principales herramientas de retención para con los Zeta. El estar cerca de profesionales con largas trayectorias es algo muy enriquecedor y estimulante para los jóvenes", dice Justribó, destacando que los beneficios son para ambas partes. "Por el lado del directivo senior, trabajar con jóvenes le mantendrá en el contexto de las nuevas tendencias, algo fundamental para tomar decisiones más innovadoras y diferenciales".

"No es una situación fácil. Es un grandísimo reto por el cambio generacional, pero lo fácil es ponerse de perfil"

Los riesgos de no arreglar esta situación pueden ser perjudiciales para la empresa. Nuño afirma que esta mala relación puede aflorar como quite quitting (renuncia silenciosa). Esta tendencia laboral, que cuajó justo después de la pandemia de covid-19, implica que los jóvenes hacen exclusivamente las tareas que les corresponden, ni una más, y no las que el jefe les impone tras ser contratados y no acordaron en la entrevista.

Los rifirrafes se quedan pequeños comparado con lo que consiguen si unen sus fuerzas. Como cita Justribó, "la combinación senior y Zeta dará grandes frutos".

Por un lado, la Gen Z, esa generación de nativos digitales nacida entre 1997 y 2012, que se presenta como la punta de lanza del cambio. Por el otro, el jefe, esa figura a la que, para lograr ese cambio, o hay que convencer o hay que sortear. Muy probablemente será un millennial (nacidos entre 1981 y 1996), un Generación X (entre 1965 y 1980) o, peor, un boomer (entre 1951 y 1965).

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