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Los directores de sostenibilidad ganan capacidad de influencia en las empresas
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Los directores de sostenibilidad ganan capacidad de influencia en las empresas

Las principales compañías del mundo potencian el cargo de director de Sostenibilidad para reforzar su compromiso con el medio ambiente y la acción climática

Foto: El respeto al planeta debe ser la base de todo negocio. (Foto: iStock)
El respeto al planeta debe ser la base de todo negocio. (Foto: iStock)

No hay vuelta atrás. No es que cada vez sean más las empresas que adoptan la sostenibilidad, el respeto al medio ambiente y la acción climática como valores propios, sino que las que persisten en ignorarlos son cada día menos y se están quedando más solas, arriesgándose a desaparecer de los mercados. Porque quienes han asumido ya esos valores son los consumidores y los inversores.

Nunca como hasta ahora se había identificado una línea de progreso tan clara como la del desarrollo sostenible. El respeto al medio ambiente ha dejado de ser una tendencia para convertirse en el nuevo estándar. La clave ahora no está tanto en crecer como en hacerlo de forma disociada al agotamiento de recursos naturales, a la generación de residuos o el nivel de emisiones, en crecer 'con' el planeta y no a su costa.

Foto: Larry Fink, jefe de BlackRock. (Reuters)
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Conscientes de esta nueva realidad, las grandes compañías hace años que incorporaron la figura del director de Sostenibilidad o Chief Sustainability Officer (CSO) a sus equipos directivos. Una tendencia que se ha ido extendiendo a todo el ecosistema hasta llegar ahora también a las pymes. Nadie en su sano juicio empresarial puede prescindir de un responsable que vele por la sostenibilidad del negocio y emplace a la empresa a asumir ese estándar, entre otras cosas porque así lo exigen cada vez más trabajadores.

En el caso de las grandes empresas, incorporada al comité de dirección, la figura del CSO tiene un rol ejecutivo de carácter transversal para, en colaboración con todos los departamentos y con el respaldo directo del CEO, promover todas aquellas acciones a favor del medio ambiente y contra el cambio climático que puedan llevarse a cabo desde cada una de las áreas de desarrollo de la compañía. Unas competencias que no dejan de aumentar a medida que crece igualmente la sensibilización ciudadana hacia el medio ambiente y el interés de los grandes inversores.

placeholder El planeta primero, por encima de los negocios. (Greenpeace)
El planeta primero, por encima de los negocios. (Greenpeace)

Entre muchas otras funciones están las de presidir las reuniones del comité de sostenibilidad, (órgano imprescindible para avanzar en términos reales en responsabilidad ambiental) para trasladarlas con carácter vinculante al comité de dirección. Promover la filosofía del respeto al medio ambiente y el compromiso con el planeta en todos los estamentos del organigrama de la empresa: desde el último empleado hasta sus máximos responsables.

Foto: Hornos del restaurante Mo de Movimiento. (Cedida)

Fomentar la participación y el compromiso de todas las áreas al objetivo común de la sostenibilidad. Crear, definir e implantar en la empresa un catálogo de buenas prácticas ambientales para avanzar en los diferentes ámbitos: desde la eficiencia energética y el autoconsumo a partir de las fuentes renovables, hasta la reducción, reutilización y reciclaje de residuos, pasando por el ecodiseño, la movilidad sostenible, la conservación de la biodiversidad o el ahorro de agua, entre otros.

Establecer un proceso interno de revisión (autoevaluación) para detectar las posibilidades de mejora medioambiental en cada uno de los departamentos y en todos los procesos, siempre en estrecha colaboración con sus responsables, de manera consensuada pero con una vocación firme y decidida.

placeholder Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU.
Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU.

Alinear el compromiso y los intereses de la compañía con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la economía circular y la acción climática, así como promover las alianzas con todos aquellos que los compartan. Una alianza que debe estar basada en la colaboración mutua, el intercambio de conocimiento y la suma complementaria de propósitos. Todo desde un nuevo sentido de la competencia basado en la salvaguarda del bien común que representa el planeta.

Es posible que a alguno le pueda parecer utópico y hasta quimérico ceder protagonismo en la dirección de la empresa a una figura que patrocine y defienda tales valores. Unos valores tradicionalmente vinculados a la filantropía y que hasta hace apenas unas décadas se consideraban contrarios a la propia idea de negocio, que, como establece el propio diccionario, consiste en "aquello que es objeto o materia de una ocupación lucrativa o de interés". Sin embargo, cada vez son más las empresas, de todos los tamaños y sectores, que suman a su interés el cuidado del medio ambiente, incorporando dicha figura a la plantilla.

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Según un reciente informe elaborado por PwC, las compañías han nombrado solo en el último año a casi tantos directores de sostenibilidad como en los ocho años anteriores. De hecho, entre las 1.640 empresas analizadas por PwC, ocho de cada diez han incorporado ya a su estructura directiva a un CSO o cargo similar. Y entre las compañías analizadas para elaborar el estudio, las que tenían una valoración más alta en los ineludibles criterios ESG (medio ambiente, social y gobernanza, por su sigla en inglés) eran aquellas que ya contaban con este perfil en su equipo directivo.

En la misma línea, el informe, The future of the Chief Sustainability Officer, elaborado por Deloitte y el Institute of International Finance (IIF), explora los motivos que apoyan la designación de un CSO por parte de las compañías y señala las grandes expectativas que está generando la figura de este responsable en el mundo de los negocios en el nuevo contexto económico y social. Un contexto en el que la sostenibilidad ha dejado de ser un aderezo para convertirse en el ingrediente principal de cualquier idea de negocio.

No hay vuelta atrás. No es que cada vez sean más las empresas que adoptan la sostenibilidad, el respeto al medio ambiente y la acción climática como valores propios, sino que las que persisten en ignorarlos son cada día menos y se están quedando más solas, arriesgándose a desaparecer de los mercados. Porque quienes han asumido ya esos valores son los consumidores y los inversores.

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