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Tatjana Zdanoka: la espía que amó a Oriol Junqueras y a los independentistas
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Tatjana Zdanoka: la espía que amó a Oriol Junqueras y a los independentistas

La diputada letona, que trabaja para los servicios secretos rusos, fue "observadora" en el 1-O (y en Crimea) y ha estrechado vínculos con ERC

Foto: Tatjiana Zdanoka durante una visita el Mar Menor en 2022. (Europa Press/DIMA)
Tatjiana Zdanoka durante una visita el Mar Menor en 2022. (Europa Press/DIMA)

Un grupo de eurodiputados se plantó en la cárcel de Estremera el 19 de diciembre de 2017. Blandían sus acreditaciones y exigían reunirse con el exvicepresidente catalán, Oriol Junqueras, y con el exconsejero de Interior, Joaquim Forn, encarcelados después de organizar el referéndum ilegal del 1-O y de proclamar la independencia de Cataluña en el Parlament. Querían dar la campanada a 48 horas de celebrarse las elecciones autonómicas, convocadas tras la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que cesaba a todo el Govern y recuperaba el control de la autonomía para el Estado.

Hasta la cárcel acudieron Ramon Tremosa, Jordi Solé, Josep Maria Terricabras, José Bové, Mark Demesmaeker, Marie-Pierre Vieu y Tatjana Zdanoka. Se presentaron como si fuesen su dueño, hasta que el director les puso en su sitio. Debían solicitar permiso y no les bastaba el carnet oficial. Los eurodiputados se fueron con la cabeza gacha, pero con un documento gráfico con el que alardear ante sus acólitos. Su intención era salir en la foto.

Todos estaban interesados en la causa. Los tres primeros, porque eran representantes de partidos soberanistas, Demesmaeker, por ser dirigente de la Nueva Alianza Flamenca (NV-A), la formación que acogió con los brazos abiertos a Carles Puigdemont. Bové, por su posicionamiento errático en cuestiones de identidad política. Y Vieu y Zdanoka, por sus estrechas vinculaciones con el comunismo. La última ha sido acusada ahora, oficialmente, de haber trabajado durante más de dos décadas para los servicios secretos rusos. Y ha aflorado su estrecha relación con el independentismo.

Observadora en el 1-O

Zdanoka, al margen del Kremlin, tiene hilo directo con ERC. La diputada letona había conocido al presidente republicano, Oriol Junqueras, cuando este era eurodiputado. Desde entonces, habían trabado una cordial relación, según fuentes consultadas por El Confidencial. Y por eso, cuando fue encarcelado, Zdanoka fue una de las europarlamentarias que puso sus artes al servicio del independentismo, lo que la llevo a tender intensos puentes de colaboración especialmente con los republicanos. Por ese motivo también se había reunido varias veces con el consejero de Exteriores, Raül Romeva.

El 30 de septiembre de 2017, ambos mantuvieron en Barcelona una reunión. Era la víspera del referéndum ilegal y Zdanoka formaba parte de un grupo de eurodiputados que simulaban ser una comisión de autoridades internacionales vigilando unas supuestas elecciones legales. En los últimos años, Jordi Solé, a quien tiene como aliado en el grupo Verdes/ALE, se convirtió prácticamente en su sombra. Las comparecencias públicas de Solé y Zdanoka son múltiples.

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La carrera de Zdanoka, no obstante, lleva una década bajo sospecha. En 2014, al mismo tiempo que Hungría iniciaba una investigación sobre su diputado de extrema derecha Bela Kovacs, como supuesto hombre a sueldo del FSB ruso (la organización heredera del KGB), Letonia hacía lo mismo con Tatjiana Zdanoka, del partido Latvijas Krievu, de quien se sospechaba que cobraba del FSB por realizar informes para los servicios secretos rusos. Era la época en que Rusia regaba Europa con millones de euros para financiar movimientos como el Front Nationale francés, el búlgaro Ataka o incluso la Lega Norte italiana.

Quien dio la voz de alarma fue el diputado Karlis Sadurkis, que presentó una querella ante la Fiscalía de Letonia acusándola de trabajar para el Kremlin. De eso hace 10 años. Con el tiempo, y pese a esos antecedentes, Zdanoka y los independentistas catalanes fueron estrechando aún más sus vínculos. Cuando mantenía reuniones con Romeva y visitaba a Oriol Junqueras, ya se conocía en círculos políticos lo que se traía entre manos.

Muchos puntos a favor

Pero, a ojos del independentismo catalán, la espía que llegaba del frío tenía muchos puntos a su favor: el 16 de marzo de 2014 fue una de las personalidades extranjeras que supervisaron el referéndum ilegal de Crimea, una opereta de escrutinio organizado por Rusia para debilitar a Ucrania y partir su territorio, anexionando Crimea a Rusia para sentar las bases de la añorada URSS con que aún sueña Vladímir Putin. Su papel como "observadora" en la farsa fue suficiente para ganarse el cariño de un nacionalismo catalán necesitado de aliados internacionales. Ni que decir tiene que el referéndum de Crimea fue condenado internacionalmente. Pero aún así, repitió papel de "observadora" el 1 de octubre de 2017 en Barcelona.

En 2019, en una intervención en el Parlamento con motivo del debate sobre el informe anual de ese ejercicio, resaltó que "en mi país, Letonia, se procesa a personas por sus opiniones políticas. En la vecina Lituania, el exdiputado Algirdas Paleckis es perseguido por su opinión, que disiente de la opinión oficial. En España, mis antiguos colegas eurodiputados, Oriol Junqueras y Raül Romeva, así como varios otros catalanes, están encarcelados. La UE, tal y como está ahora, no es adecuada para el papel de juez de terceros países en materia de derechos humanos, ya que la gente tiene todo el derecho a preguntarse: ¿Quiénes son los jueces?".

Hay otro detalle: la espía es presidenta, desde 2007, de la ONG Alianza Europea de Hablantes de Ruso (EURSA). Y es copresidenta del partido Unión Rusa de Letonia. Que es una rusófila de libro lo demuestran su trayectoria y sus intervenciones en el pleno del Parlamento europeo. Zdanoka está en contra del suministro de armas a Ucrania y culpa a Occidente de la escalada bélica. Hace apenas 15 días, tras la presentación del informe sobre los derechos fundamentales en la UE, dejó caer en el pleno: "El informe habla de las siguientes formas persistentes de odio y discriminación: el antisemitismo, el antigitanismo, la islamofobia y el racismo. Pero ¿cuánto tiempo llevará reconocer el arraigo en la UE de fenómenos como la rusofobia, así como de una forma de odio menos voluminosa pero que está ganando terreno, como la fobia húngara?".

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El pasado mes de noviembre, reivindicaba la enseñanza en ruso en Letonia, en detrimento del letón. Aunque el Tribunal Europeo de Derechos Humanos determinó que el Gobierno de Riga lo ha hecho correctamente, la aparentemente apacible eurodiputada dejaba patente su malestar. "Como sabemos, el lema de la UE no es solo 'unidad', sino 'unidad en la diversidad'. Al eliminar la palabra diversidad, justificamos la política de asimilación forzosa y transición hacia la uniformidad total. El virus de la rusofobia que parece haber infectado a muchos jueces del TEDH es tan peligroso como los virus del antisemitismo y la islamofobia.

El próximo objetivo de estos virus será todo el sistema jurídico internacional, ya que las decisiones del tribunal sientan precedentes y afectarán a todas las minorías". Ese razonamiento, trasladado a la tierra de sus amigos independentistas catalanes, echa por tierra toda el sistema educativo de la Generalitat. Pero la política, y especialmente la política geoestratégica, hace extraños compañeros de cama.

La paradoja catalana

Pese a la defensa de la enseñanza libre en Letonia, la espía apoya lo que hacen los independentistas en Cataluña, o sea, la imposición del catalán como lengua única. Es la paradoja catalana. En sede parlamentaria, Zdanoka ha llegado a acusar a Letonia de "genocidio lingüístico" por las restricciones a los rusos. Pero en lo que se refiere a Cataluña, dice justamente lo contrario. El 13 de marzo de 2022, en la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior se recibía un informe sobre el Estado de Derecho de 2021.

El informe decía textualmente que "lamenta las actitudes de las autoridades del Gobierno catalán que alardean públicamente de su negativa a cumplir las sentencias dictadas por los tribunales competentes en el ámbito de la educación, vulnerando de forma flagrante el derecho de los niños a estudiar en la lengua oficial de su Estado miembro; considera que estas actitudes y acciones, junto con el acoso a los demandantes, ponen en peligro el respeto del Estado de derecho y la separación de poderes, lo que perjudica gravemente la ley y los derechos de los ciudadanos". Veinte diputados votaron a favor del dictamen, 9 en contra y cinco se abstuvieron. Entre estos últimos estaban 4 del grupo Verds/ALE. Y, entre ellos, Tatjana Zdanoka.

En 2006, Zdanoka mantuvo un pulso con Letonia, cuya administración judicial la excluyó de las listas de candidatas por haber sido miembro del Partido Comunista. El TEDH avaló la decisión de los tribunales letones, una teoría que luego fue aplicada en España en casos en que exactivistas de ETA fueron borrados de las listas electorales de un plumazo.

Foto: Aragonès, Junqueras y Rufián, la noche electoral de las generales. (EFE)

Y es que a Zdanoka la relación con Rusia le venía de lejos: se afilió al Partido Comunista de Letonia, entonces dentro de la URSS, en 1971. Más tarde, fue elegida miembro del Soviet Supremo de la República Socialista Soviética de Letonia. Fue, asimismo, miembro del Comité Central, el máximo órgano de dirección, hasta la disolución del partido en agosto de 1991. Cuando en 1990 Letonia declaró su independencia de la URSS, Tatjiana Zdanoka era de la cúpula del poderoso Partido Comunista, que controlaba todos los resortes de la vida pública y privada de los ciudadanos que vivían bajo su bota militar.

El 13 de enero de 1991, el pleno del Soviet Central del Partido Comunista de Letonia intentó dar un golpe de Estado aprovechando la entrada del Ejército soviético en Lituania. Unos meses más tarde, una vez fracasado el golpe y recuperada la Constitución letona de 1922, el Partido Comunista fue ilegalizado y se declaró la inelegibilidad de los que hubieran participado activamente en esa organización después del 13 de enero.

El palo del TEDH

En 1997, Zdanoka fue elegida concejal y al año siguiente se presentó a las elecciones parlamentarias, obteniendo escaño en el Parlamento letón, pero en ese instante se abrió una investigación sobre su pasado. El resultado fue que, al demostrarse sus responsabilidades en el Partido Comunista tras el golpe de Estado, se le retiró el escaño. Ella acudió a los tribunales pero fue perdiendo todos los pleitos.

El Constitucional letón dictaminó que la ilegibilidad de Zdanoka no se había producido por sus convicciones políticas, sino que había sido por haber actuado contra el restablecimiento democrático. Las restricciones de derechos a que fue sometida, según el alto Tribunal, se debió a la finalidad de proteger el orden democrático, la seguridad nacional y la integridad territorial de Letonia. El TEDH apoyó las tesis del Constitucional letón y fue más allá: dijo que el objetivo de tal medida no era punitivo, sino "preventivo de grandes perjuicios" a la democracia del país báltico.

Sorprende que ese currículum que bordea el filo de una carrera política bajo sospecha le permitiera, no obstante, ejercer como copresidenta de la Comisión de Derechos Humanos de Letonia entre 1992 y 2004. Y sorprende más por el hecho de que entre 1990 y 1993, en plena época en que su partido comunista gestó el intento de golpe de Estado en Riga, fuese miembro del Consejo Supremo de Letonia. Es decir, del Soviet Supremo, que había cambiado de nombre cuando los letones decidieron abandonar la URSS. En una Europa sensibilizada por los intentos de desestabilización y por las campañas de desinformación provenientes de Rusia, a Zdanoka le llega el turno de ajustar cuentas con la historia.

Un grupo de eurodiputados se plantó en la cárcel de Estremera el 19 de diciembre de 2017. Blandían sus acreditaciones y exigían reunirse con el exvicepresidente catalán, Oriol Junqueras, y con el exconsejero de Interior, Joaquim Forn, encarcelados después de organizar el referéndum ilegal del 1-O y de proclamar la independencia de Cataluña en el Parlament. Querían dar la campanada a 48 horas de celebrarse las elecciones autonómicas, convocadas tras la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que cesaba a todo el Govern y recuperaba el control de la autonomía para el Estado.

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