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Enemigo a las puertas del Kremlin: tres hipótesis sobre el agujero en los servicios secretos rusos
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Enemigo a las puertas del Kremlin: tres hipótesis sobre el agujero en los servicios secretos rusos

Los expertos suscriben tres teorías principales sobre la inteligencia rusa, que podrían acabar con el presidente ruso. Traición, incompetencia o pasividad, son las mayores amenazas de su hegemonía

Foto: El presidente ruso Vladímir Putin, el ministro de Defensa Sergei Shoigu y el director del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB) Alexander Bortnikov asisten a los actos conmemorativos del Día de la Victoria. (Reuters/Maxim Sheme)
El presidente ruso Vladímir Putin, el ministro de Defensa Sergei Shoigu y el director del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB) Alexander Bortnikov asisten a los actos conmemorativos del Día de la Victoria. (Reuters/Maxim Sheme)
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"Hoy me despedí de mi amigo de la infancia Alexei Glushchak, quien murió trágicamente el 8 de marzo en Ucrania en el cumplimiento de su deber", relató Marina Chagina (amiga del fallecido) a un medio ruso. El funeral se celebró en el pueblo de Tyunevo, al que asistieron su mujer y su hijo. Allí se colocó una inscripción grabada en granito. El primer nombre que aparece en la lápida: capitán Alexei Glushchak de la 22ª Brigada Spetsnaz del Departamento Central de Inteligencia (GRU), junto a 10 de sus compañeros.

Los Spetsnaz, que dependen de los servicios secretos militares, fueron un icono de la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Pero su reputación no impidió que Glushchak y su brigada fueran abatidos durante la batalla de Mariúpol, al comienzo de la invasión. Según imágenes satelitales filtradas en los documentos del Pentágono y publicadas por The Washington Post, su compañía fue prácticamente exterminada. No fue la única. "Todas menos una de las cinco Brigadas Separadas Spetsnaz rusas que regresaron de operaciones de combate en Ucrania a fines del verano de 2022 sufrieron pérdidas significativas", cita el medio estadounidense.

La mayoría de los Spetsnaz murió en los primeros compases de una invasión a gran escala que el presidente Vladímir Putin inició, muy probablemente, por la equivocación del propio GRU, el cual estimaba que Kiev caería en cuestión de días. Fue el gran error original, uno que ha tenido un costo incalculable, pero no fue el único. Los fallos de inteligencia rusos han sido la norma en esta guerra.

El ejemplo más reciente fue el que aconteció hace casi un mes, cuando los mercenarios del Grupo Wagner, por orden de su líder, Yevgueni Prigozhin, se amotinaron contra el Ministerio de Defensa ruso y armaron una columna que se quedó a 200 kilómetros de Moscú. Durante esa madrugada, cuando la seguridad nacional se vio estrepitosamente comprometida, los fallos alcanzaron un grado vertiginoso que, según varios analistas, se debe a la "parálisis" en los servicios secretos.

Los tres puñales de Putin

Según los expertos, existen tres principales teorías sobre lo que paso en el Kremlin durante el alzamiento de Wagner. La primera, que los servicios secretos conocían el motín, pero prefirieron callarse para que Putin y el líder de los mercenarios resolviesen el problema entre ellos. La segunda, que una parte del GRU y el Servicio Federal de Seguridad (FSB) apoyaban la revuelta. Y la tercera, que fue un reflejo de la muerte cerebral por parte de los servicios secretos, que no supieron como gestionar la situación.

Cualquiera de estas tres teorías comprometen la hegemonía de Putin. La traición, incompetencia o la pasividad son armas peligrosas, especialmente, si vienen desde dentro de tus servicios secretos. Mark Galeotti, uno de los analistas que mejor conocen los entresijos de Rusia y que acaba de publicar su último libro en español Las guerras de Putin: de Chechenia a Ucrania (despertaferro), explica en una entrevista con El Confidencial que "el FSB ha demostrado ser bastante infructuoso en una serie de situaciones, sobre todo al temer que sus agentes se levantarían para apoyar la rebelión". Sobre la revuelta de Prighozin, dibuja como posibles escenarios que "la inteligencia no se procesara bien y que las advertencias no se comunicaran al Kremlin, perdiendo así la oportunidad de anticiparse al motín".

Foto: Vehículos blindados en una calle de la ciudad meridional de Rostov. (Reuters / Stringer)

Galeotti no espera que los errores de inteligencia rusos vayan a parar por un motivo principal: los servicios secretos apenas sufren las consecuencias de sus propios fallos. Tras el motín de Wagner, hubo muchas detenciones, destituciones y castigos en el Ejército ruso, como el caso de Sergey Surovikin, excomandante de las fuerzas armadas en Ucrania y quien, por su cercanía con Wagner y según múltiples reportes, llevaría semanas sin ver la luz del sol. Otro ejemplo es el de Ivan Popov, comandante del 58º Ejército de las formaciones armadas rusas en el frente de Zaporiyia. El militar, como crítica al Ministerio de Defensa ruso, entregó su uniforme junto a un exaltado mensaje. La respuesta del alto mando fue destituirlo.

Pero pese a que los servicios secretos eran los principales responsables de mitigar el motín, nadie fue destituido. "¿Por qué debería mejorar el FSB si rara vez es castigado por sus fallos?", sentencia Galeotti.

La noche del 24 de junio

Andrei Soldátov, cofundador y editor de Agentura.ru, un organismo especializado en controlar las actividades de los servicios secretos rusos, señala en una entrevista con El Confidencial que la respuesta de los servicios secretos al motín de Wagner fue "una parálisis del sistema que no supo reaccionar a la crisis desde dentro".

El mejor ejemplo de esta parálisis ocurrió la noche del 24 de junio. Con el motín ya a la vista de todos, la Guardia Rusa, la rama de los servicios secretos que se encarga de proteger al presidente, hizo todo lo posible por evitar un enfrentamiento directo con el convoy de Wagner. Al mismo tiempo, el FSB optó —pese a tener a su disposición fuerzas altamente profesionales— por no tomar ninguna medida. Su única respuesta fue la de emitir un simple comunicado en el que pedía a los mercenarios que detuvieran a Prigozhin.

Foto: Mercenarios de Wagner. (Reuters/Alexander Ermochenko)

Sobre esta pasividad en la inteligencia, Soldátov explica que "los servicios de seguridad rusos no querían interferir en la relación entre Putin y Prigozhin y prefirieron esperar a ver qué pasaba". "Básicamente, no sabían cómo comunicar a Putin la información sobre la preparación de un motín", afirma el analista, quien agrega que el FSB tenía informadores entre los mercenarios.

Cuando la columna de Wagner entró en Rostov-on-Don, el principal centro neurálgico de Rusia en la guerra de Ucrania, se produjo una escena surrealista. Prigozhin se encontró con Yunus-Bek Yevkurov, viceministro de defensa, y Vladímir Alekseev, primer subjefe del GRU. Este último —a diferencia del primero— se mostró favorable a cumplir el propósito del líder de los mercenarios de acabar con el ministro de Defensa, Sergey Shoigu, y con Valeri Gerásimov, jefe de Estado Mayor. Durante su encuentro, Alekseev dijo al jefe mercenario: "¡Puedes quedártelos!".

¿Demuestra este intercambio que los servicios secretos rusos están a favor de Wagner y contra su propio ministerio de Defensa? No del todo, aunque es una señal clara de los problemas que plagan al GRU. "Puede que las críticas de Prigozhin susciten cierta simpatía, pero falta mucho para formar un bloque", matiza el analista, quien tampoco descarta la opción de que apoyen un alzamiento en el futuro. Según le dijo una fuente en las fuerzas especiales rusas, "Alekseev tiene razón".

Putin ha logrado —aparentemente— resolver la crisis de Wagner. Pero se enfrenta a un dilema mayor. En una lectura posterior a los acontecimientos, ha quedado claro que la mayor amenaza para el régimen ruso no era la rebelión de Prigozhin, sino la inexistente respuesta de los servicios secretos. Ahora Putin necesita cerrar la brecha en su seguridad sin crear nuevos problemas.

Spetsnaz, Wagner… demasiadas bajas

Mientras hablaba con Prigozhin, es posible que Alekseev tuviera en mente el gran número de bajas entre los Spetsnaz. Las filtraciones de inteligencia publicadas en el Washington Post evalúan que una sola de sus unidades —la 346— "perdió casi toda la brigada, con solo 125 efectivos activos de los 900 desplegados". Según un recuento de la BBC, basado en Inteligencia de fuentes abiertas (OSINT) y solo según datos confirmados, "desde el comienzo de la guerra, Rusia ha perdido más de 3.401 especialistas de unidades de élite".

En este contexto en el que los Spetsnaz fueron masacrados por un error, parece plausible que surjan voces críticas hacia el Ministerio de Defensa ruso. "Las fuerzas especiales no están pensadas para ser desplegadas como tropas de combate en primera línea. Están pensadas para misiones de reconocimiento y sabotaje, pero fueron lanzadas a la batalla como infantería ligera cuando lo que debía ser una operación rápida y quirúrgica de cambio de régimen se convirtió en una guerra en toda regla. No es de extrañar que sufrieran grandes pérdidas", explica Galeotti.

Foto: San Petersburgo (Reuters)

"Ahora, están desplegando en pequeños equipos para misiones especializadas. Los hemos visto, por ejemplo, enviando equipos de francotiradores o proporcionando observación avanzada para ataques aéreos y de artillería; en otras palabras, más parecidos a las funciones para las que están entrenados. Sin embargo, muchas de las brigadas están realmente en baja forma debido a sus pérdidas, y aunque han adquirido nuevos reclutas, no disponen de soldados experimentados ni del tiempo necesario para entrenarlos. La mayoría de ellas —con algunas excepciones— son mucho menos capaces de lo que eran antes de la guerra", concluye el experto.

¿Será suficiente este cambio de rumbo en los Spetsnaz? No para Alexei Glushchak, el capitán cuyo nombre descansa junto al de sus compañeros en la placa de granito de Tyunevo. "Memoria eterna, muchachos... ¡Ser un guerrero es vivir para siempre!", reza la inscripción de su tumba. Un mensaje que, dados los cientos de miles de militares rusos fallecidos en Ucrania, empieza a perder valor.

"Hoy me despedí de mi amigo de la infancia Alexei Glushchak, quien murió trágicamente el 8 de marzo en Ucrania en el cumplimiento de su deber", relató Marina Chagina (amiga del fallecido) a un medio ruso. El funeral se celebró en el pueblo de Tyunevo, al que asistieron su mujer y su hijo. Allí se colocó una inscripción grabada en granito. El primer nombre que aparece en la lápida: capitán Alexei Glushchak de la 22ª Brigada Spetsnaz del Departamento Central de Inteligencia (GRU), junto a 10 de sus compañeros.

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