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La sutil venganza de Putin: el Kremlin mueve ficha para disciplinar a un Wagner sin Prigozhin
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La sutil venganza de Putin: el Kremlin mueve ficha para disciplinar a un Wagner sin Prigozhin

Por lo pronto, Wagner desaparece del teatro bélico en Ucrania, pero el Gobierno de Putin está maniobrando para mantener sus operaciones en el extranjero

Foto: Mercenarios de Wagner. (Reuters/Alexander Ermochenko)
Mercenarios de Wagner. (Reuters/Alexander Ermochenko)

A medida que pasan las jornadas y vamos conociendo los detalles, se van despejando las incógnitas sobre el fallido motín del Grupo Wagner del pasado fin de semana. El diario The Wall Street Journal ha reportado que el plan inicial de Yevgeni Prigozhin, propietario y líder de la organización paramilitar, era secuestrar al ministro de defensa ruso, Sergei Shoigu, y el jefe del estado mayor, Valeri Gerasimov, para tener una posición negociadora fuerte y evitar que Wagner fuese absorbido por decreto por las fuerzas armadas rusas. El FSB, el servicio de inteligencia interior ruso, habría tenido conocimiento del complot 48 horas antes, lo que habría obligado a Prigozhin a improvisar sobre la marcha.

Además, según fuentes del gobierno estadounidense citadas por el New York Times, el general Sergei Surovikin, cuya cercanía a Prigozhin en meses previos no había pasado desapercibida, habría tenido conocimiento previo de los planes de este. Surovikin está desaparecido desde el pasado domingo, y según fuentes de The Moscow Times habría sido detenido. Otros generales también podrían estar implicados en la intentona.

Foto: El presidente de Rusia, Vladímir Putin. (EFE/Sergei Bobylev/Sputnik)

Este alto oficial, además, está en serios problemas: según documentos obtenidos por el Dossier Center -una organización creada y financiada por el oligarca opositor exiliado Mijaíl Jodorkovski, dedicada a obtener y publicar información comprometedora para el régimen de Vladímir Putin- y revisados por la cadena CNN, Surovikin era miembro en secreto de Wagner. Y no uno cualquiera: era uno de los 30 altos cargos militares y de inteligencia rusos que aparecen registrados como “miembros VIP” de la organización, si bien no está claro qué entraña dicha categoría.

La consecuencia de todo ello es que la reacción del Kremlin está siendo implacable, en un intento frenético de recuperar el control de la situación. Por un lado, el gobierno ruso está tratando de reescribir la narrativa de lo sucedido, hablando de una “resistencia del pueblo ruso ante el golpe” que en realidad no existió, y con el presidente ruso, Vladímir Putin, dándose baños de popularidad. Por el otro, está actuando con contundencia para impedir que algo similar pueda volver a repetirse.

Por lo pronto, Wagner desaparece del teatro bélico en Ucrania. Prigozhin anunció ayer que renunciaba a firmar un contrato que pondría a sus combatientes bajo el mando del Ministerio de Defensa, y que estos dejarán de ser parte de la fuerza invasora. Su armamento pesado, como tanques y blindados, está siendo transferido a la Rosvgardiya, la Guardia Nacional a cargo de la protección del presidente. Aunque este cuerpo no jugó un papel esencial a la hora de suprimir la rebelión de Wagner, su jefe, Viktor Zolotov, es un viejo conocido personal de Putin y se mantuvo en contacto con el presidente ruso en todo momento durante el motín, demostrando así su lealtad.

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Pero todo eso no resuelve el problema esencial: ¿qué hacer con Wagner y sus operaciones internacionales? La organización de Prigozhin tiene presencia militar en más de una decena de países y genera cientos de millones de dólares al año en beneficios tan solo en África, bien mediante pagos directos por sus servicios de seguridad, o a través de la explotación local de recursos como oro, madera o diamantes. En Mali, por ejemplo, Wagner cobra 10 millones de dólares al mes por los salarios de sus miembros sobre el terreno, que operan como punta de lanza en la lucha contra la insurgencia yihadista.

“Wagners, Mozarts o Beethovens”

Estos ingresos sirven para autofinanciar en gran medida las operaciones del grupo, lo que en último término repercute en la promoción de los intereses estratégicos de Rusia. Por ello, el Kremlin se está moviendo con rapidez para apuntalar estas iniciativas, al tiempo que reafirma su control sobre lo que será el Wagner del futuro, que sin duda será muy diferente de la organización que conocíamos hasta ahora.

Foto: Logotipos del Centro Wagner de la PMC (Compañía Militar Privada) en el edificio de San Petersburgo. (EFE/Anatoly Maltsev)

Según reporta el Wall Street Journal, el viceministro de exteriores ruso, Sergei Vershinin, ha volado a Siria para transmitirle al presidente Bashar Al-Assad que, a partir de ahora, a Wagner ya no se le permitirá operar de forma independiente en el país. Altos cargos diplomáticos rusos han telefoneado al presidente de la República Centroafricana o viajado a Mali para calmar las preocupaciones de las autoridades locales y asegurarles que los acuerdos contraídos con Moscú siguen vigentes.
Uno de los elementos clave, según el Journal, es que Vershinin le pidió a Assad que no permita a los miembros de Wagner abandonar Siria sin permiso de Moscú, quizá para impedir que estos combatientes se reagrupen en otro lugar y traten de embarcarse en otra aventura insurreccional.

Además, se ordenó a estos paramilitares que se concentrasen en la base aérea de Khmeimin, en la provincia de Latakia. Según las fuentes del diario, todos ellos acataron la orden. Estas decisiones también incluyen un componente represivo: según el diario ruso Kommersant, la policía militar rusa ha detenido al comandante en la región de Sweida de la firma militar semiprivada Al Sayyad, vinculada a la familia Assad y subcontratista local de Wagner.

En Mali la situación es aún más volátil: esta semana, la ONU votará sobre la retirada de la fuerza de paz de 13.000 cascos azules desplegada en el país, tal y como ha pedido la junta maliense, un vacío que Wagner ha tratado de postularse para llenar. En República Centroafricana, los gestos del gobierno ruso parecen haber dado frutos. “Es reconfortante ver que nada ha cambiado. Si Moscú decide llevárselos [a los miembros de Wagner] y enviarnos Beethovens o Mozarts, los acogeremos”, ha declarado el asesor presidencial centroafricano Fidèle Gouandjika al Journal.

Como recordatorio de que la presencia de Wagner sobre el terreno no es una minucia, esta madrugada se ha reportado un ataque con drones contra la base aérea de Al Khadim en el este de Libia, construida por los Emiratos Árabes Unidos y utilizada por la organización rusa para sus operaciones en apoyo del mariscal rebelde Jalifa Haftar. Según medios locales, podría tratarse de drones turcos Bayraktar del gobierno de Trípoli, algo que el propio ministro de defensa libio habría confirmado a la prensa.

¿Nueva base en Bielorrusia?

Pero no está claro de qué modo el gobierno ruso piensa manejar este nuevo escenario. Todo apunta, en cualquier caso, a que Wagner se instalará en Bielorrusia, donde ya se ha registrado una nueva sede fiscal y donde ya han aterrizado tanto Prigozhin como otros comandantes y miembros de la organización.

Esta semana, periodistas bielorrusos reportaron la rápida construcción de una nueva base militar cerca de Minsk para que sirva de sede a los miembros de Wagner. La información fue parcialmente confirmada este jueves mediante imágenes por satélite por el New York Times. Las fotografías, sin embargo, son de mediados de junio, antes de que se produjese la insurrección de Prigozhin. ¿Estaba decidido de antemano el traslado de estos paramilitares a Bielorrusia, quizá para ayudar a proteger al régimen de Alexander Lukashenko frente a posibles acciones de la cada vez más audaz guerrilla opositora?

Prigozhin, sin embargo, sigue yendo por libre. Pese a que Lukashenko ha asegurado que el empresario se encuentra en Bielorrusia, el medio independiente ruso Fontanka ha publicado imágenes que probarían su presencia en San Petersburgo. Algunos canales rusos de Telegram reportan que se le ha dado de plazo hasta el 1 de julio para cerrar todos sus asuntos pendientes antes de marchar al exilio.

Lo que está claro es que el Kremlin sigue tolerando, hasta cierto punto, las actividades de Wagner. La organización sigue reclutando a nuevos miembros con normalidad, tal y como han demostrado periodistas rusos que en las últimas horas han llamado a las sedes locales de Wagner haciéndose pasar por voluntarios, y han sido invitados a presentar su candidatura sin mayor complicación. En el exterior de estos centros, los posters de reclutamiento, que fueron arrancados durante el motín, están siendo restablecidos.

Mucho menos claro es el futuro del propio Prigozhin: los recientes comentarios de Putin acerca de las finanzas de Wagner han llevado a algunos expertos a pensar que la amnistía acordada con el líder paramilitar solo se aplica a los cargos relacionados con la insurrección, pero no a otros potenciales crímenes como la malversación. Es posible, no obstante, que esta opción esté siendo exhibida por las autoridades rusas como amenaza velada hacia este empresario devenido en caudillo militar, para evitar nuevas salidas de tono.

O puede que no ocurra nada, al menos de forma inmediata, si el Kremlin llega a la conclusión de que por ahora no puede controlar al Grupo Wagner sin Prigozhin. La supervivencia de este a medio plazo —no solo metafórica, sino literalmente—, sin embargo, sigue en entredicho, y pocos creen que Putin se limite simplemente a dejarlo correr. Pero no cabe duda de que para Moscú, Wagner es un activo demasiado valioso como para poder prescindir de ella completamente.

A medida que pasan las jornadas y vamos conociendo los detalles, se van despejando las incógnitas sobre el fallido motín del Grupo Wagner del pasado fin de semana. El diario The Wall Street Journal ha reportado que el plan inicial de Yevgeni Prigozhin, propietario y líder de la organización paramilitar, era secuestrar al ministro de defensa ruso, Sergei Shoigu, y el jefe del estado mayor, Valeri Gerasimov, para tener una posición negociadora fuerte y evitar que Wagner fuese absorbido por decreto por las fuerzas armadas rusas. El FSB, el servicio de inteligencia interior ruso, habría tenido conocimiento del complot 48 horas antes, lo que habría obligado a Prigozhin a improvisar sobre la marcha.

Vladimir Putin