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"La culpa es de Puigdemont": malestar en el independentismo tras el vuelco a la amnistía
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TRAS EL RECHAZO EN EL CONGRESO

"La culpa es de Puigdemont": malestar en el independentismo tras el vuelco a la amnistía

Plataformas y entidades acusan al 'expresident' fugado de priorizar sus intereses personales sobre los colectivos. La dirección de Junts cierra filas con el líder mientras el 'exconseller' Miquel Sàmper se da de baja

Foto: El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont. (Europa Press/Álex Flores)
El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont. (Europa Press/Álex Flores)
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La decisión de Junts per Catalunya (JxCAT) de votar en contra de la ley de amnistía ha generado una ola de enfado y malestar en el independentismo. Todos los focos apuntan a Carles Puigdemont, al que acusan de tumbar el texto exclusivamente por una cuestión personal, muy lejos del resto de acusados por el procés. “Todo se ha hecho por Puigdemont. La culpa es de Puigdemont. Se ha rechazado la ley pensando exclusivamente en él”, declaran fuentes consultadas por El Confidencial. La reflexión es extensible a diferentes sectores del soberanismo, por más que desde la dirección de Junts blinden a su líder.

La resaca de la tramitación frustrada de la amnistía no será fácil. Diferentes cuadros soberanistas están sublevados, se sienten decepcionados con el jefe. “Ve que no se salva él y está dispuesto a hacer descarrilar el tren. Con un pacto habría amnistía, pero Junts considera que no se blinda lo suficiente a Puigdemont”, subraya un veterano independentista en conversación con este periódico. Todos coinciden en que la estrategia de Junts se articula en torno a la figura del fugado. Y eso puede tener consecuencias. Así, el exconseller de Interior Miquel Sàmper se ha dado de baja de militancia del partido tras el 'no' a la ley de amnistía en el Congreso. "La brecha ideológica y de formas" no hacía posible su continuidad.

Hasta los más fieles comienzan a recelar. “El pacto de Junts y ERC con el PSOE es libertad personal para unos a cambio de poder y estabilidad para los otros”, acusa Josep Costa, hasta no hace mucho vicepresidente del Parlamento catalán y fiel escudero de Puigdemont en las instituciones. El liderazgo del expresident fugado ha pasado ya a la historia y la mayoría de los círculos independentistas ya no confían en él ni esperan que les eche una mano. “Aquí cada uno va a su bola. Cada quién defiende sus intereses particulares: Puigdemont tiene sus motivos y ERC los cuyos. Y solo tratan de preservar sus intereses”, declaran las voces consultadas.

Un dirigente crítico con el expresident, que ha estado a su lado los últimos años, pero que se ha alejado de él y del Consell de la República, es más ilustrativo en su análisis. “A cada paso que da Puigdemont, va perdiendo votos. Y los grandes partidos independentistas, también, por mentirosos. [Gonzalo] Boye y [Jaume] Asens redactaron una ley de amnistía que a las 24 horas hacía agua por todos los lados. Hicieron una chapuza y ya hubo que pedir cambios. No pueden consentirse tantos errores en una cosa tan importante. Lo que se va a producir en el futuro inmediato en el campo del independentismo es que se va a ir dibujando un nuevo mapa diferenciado del actual. Aquí se vislumbran nuevas fuerzas emergentes”.

Recoger cable

La fractura y los nervios en el independentismo son evidentes. Y donde unos claman contra el president, otros son más cautos. Especialmente en un sector de JxCAT. La estrategia de ruleta rusa ejecutada por Míriam Nogueras y dirigida por Carles Puigdemont desde Waterloo inquieta a una parte de las bases, pero el líder del partido todavía cuenta con el voto de confianza de la dirección y de la mayoría de los cuadros, según explican fuentes oficiales de esta formación independentista. Junts espera conseguir en 15 días un cambio cosmético en el texto legal que les permita recoger cable y que todas las partes salven los muebles.

El rechazo a la ley esconde varios motivos. JxCAT tumbó la ley de amnistía en el Congreso porque no cubre a Puigdemont de los delitos por terrorismo que le ha imputado el juez García-Castellón. Pero también busca dejar en evidencia a sus seculares enemigos de ERC, el otro partido independentista que arrebató a los posconvergentes la bandera del soberanismo. El mensaje subliminal que quieren transmitir a la opinión pública los de Carles Puigdemont es que, de todo el soberanismo, solo ellos se atreven a contradecir al Gobierno de Pedro Sánchez, “pese a quien pese”.

El expresident fugado considera que no tiene suficientes garantías como para salir indemne de las acusaciones judiciales que penden sobre su cabeza, como las que hacen referencia a terrorismo y a alta traición. Y que el Gobierno no quiere incluir en la norma por los riesgos de inconstitucionalidad. Tanto el PSOE como Junts tienen una difícil negociación por delante, ahora que el texto ha vuelto a la Comisión de Justicia.

La amnistía la cocinan solo tres personas en Junts. Carles Puigdemont, su abogado Gonzalo Boye y el secretario general, Jordi Turull, que ejerce como hombre de enlace con el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán. Nogueras ejecuta lo decidido desde la tribuna de oradores del Congreso y punto. Turull y Puigdemont están del todo alineados. No hay voces críticas en los órganos oficiales, ni en los grupos parlamentarios ni en el partido.

Un ejemplo fue la ejecutiva de JxCAT este martes, celebrada de forma telemática. Jordi Turull informó de que la ley de amnistía tal y como estaba redactada imposibilitaba el regreso de Puigdemont. No hubo más argumentos. Puro chantaje sentimental. Tampoco se votó nada. Todos con el líder y punto final. Pero otra cosa es lo que pasará si en la próxima partida de ruleta rusa sale la bala. Si fracasa la negociación, el PSOE puede incluso renunciar a volver a llevar el proyecto de ley al pleno del Congreso. Y si la norma descarrila, Junts ya no podrá justificar votar a favor de los presupuestos generales del Estado.

Apoyo de los más radicales

Pero la moneda tiene un reverso. Hay círculos críticos con Puigdemont que, sorpresivamente, le dan la razón. Jaume Sastre, la principal voz crítica del Consell de Puigdemont, llegó a alabar su postura. “El calificativo más repetido que recibe hoy en Madrid el discurso de Míriam Nogueras [portavoz de Junts en el Congreso] por parte de la prensa enemiga es el de incendiario. Una vez más, se demuestra que a menudo la mejor defensa es un ataque contundente y fulminante”, alertó Sastre.

En algunos círculos soberanistas se critica a Puigdemont, pero también a ERC. Nadie se salva en el universo soberanista. “En realidad, si Junts hubiese votado a favor de la ley presentada esta semana, Puigdemont hubiese perdido mucho más”, aseguran. Un alto dirigente de Junts va más allá y pone en duda las críticas de los republicanos: "Si tan buena es, ¿por qué Ruben Wagensberg se ha fugado a Suiza?".

Héctor López Bofill, catedrático que estuvo en las filas de ERC y ahora es concejal de Junts en Altafulla (Tarragona), comparte el diagnóstico. “Ni tan solo podía impedir que uno de sus diputados tuviese que marchar a Suiza. ¿Por qué continúan esta farsa?”. Aunque López Bofill, uno de los fundadores de la plataforma Sobirania i Justícia, pionera en los posicionamientos soberanistas catalanes, era partidario de rechazar la ley y “volver a negociar desde cero". "Es la única manera de dar un puñetazo en la mesa y mantener la confianza con las bases independentistas”.

La decisión de Junts per Catalunya (JxCAT) de votar en contra de la ley de amnistía ha generado una ola de enfado y malestar en el independentismo. Todos los focos apuntan a Carles Puigdemont, al que acusan de tumbar el texto exclusivamente por una cuestión personal, muy lejos del resto de acusados por el procés. “Todo se ha hecho por Puigdemont. La culpa es de Puigdemont. Se ha rechazado la ley pensando exclusivamente en él”, declaran fuentes consultadas por El Confidencial. La reflexión es extensible a diferentes sectores del soberanismo, por más que desde la dirección de Junts blinden a su líder.

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