El fondo de la debacle catalana en PISA: un curso para profesores tiene hasta 47 faltas de ortografía
Tildes mal puestas o inexistentes y palabras incorrectas en catalán. La Generalitat apuntó a la pobreza y la inmigración en las aulas como causas del problema educativo, pero parece que la cuestión es más profunda
Cataluña ya no solo vive agitada por las tensiones independentistas. El pasado 5 de diciembre se hizo público el último Informe Pisa y los resultados de esta comunidad autónoma fueron "catastróficos", situándose a la cola de las autonomías españolas. El efecto de ese informe sobre la sociedad catalana ha sido catártico. Por primera vez, padres y profesores empiezan a hablar de prohibir los móviles en clase, de volver a los libros tradicionales para reforzar los hábitos de lectura y escritura, o de recuperar los exámenes tradicionales. Sin embargo, en el ámbito educativo, parece que la estrategia para revertir la situación no camina en la dirección de la excelencia educativa: hasta las formaciones que reciben los docentes están plagadas de faltas de ortografía.
Mientras este debate está en pleno apogeo, el Consorci d’Educació de Barcelona, dependiente de la Generalitat y el Ayuntamiento de la ciudad, está obligando a los docentes a formarse en "la gestión de emociones en las aulas". Este consorcio ha decidido obligar a los maestros a realizar el programa En Cercle, Acompanyament Emocional, un curso en colaboración con el Pla de Barris de Barcelona y las Fundaciones Les Corts Centre d’Higiene Mental y Grup CHM Salut Mental.
Durante las sesiones de este curso se repasan diferentes aspectos de la llamada crianza respetuosa y su aplicación en las aulas. Una de las principales aristas de este proyecto es la aplicación del mindfulness (o atención plena) en las clases como herramienta para conducir las sesiones. Fuentes del profesorado critican la inexistencia de alternativas formativas y afirman verse obligados a hacer este curso como parte de su formación si la escuela en la que trabajan está vinculada a este consorcio. Los maestros deben formarse continuamente, pero normalmente se les ofrecen diferentes programas entre los que elegir.
Si la falta de elección por parte de los profesores es una carencia, el propio programa En Cercle, Acompanyament Emocional es un reflejo de los fallos sistémicos que afronta Educación. Poca exigencia y un nivel por debajo de lo aceptable. Las presentaciones de ese programa, a las que ha tenido acceso El Confidencial, revelan hasta 39 diapositivas con faltas de ortografía graves. En las 134 diapositivas, se encuentran un total de 47 faltas de ortografía. Las más comunes, palabras que deberían llevar tilde y aparecen sin ella, traducciones directas del castellano o incluso palabras sueltas mezcladas con el catalán, por ejemplo: "Activitat mezcla".
Algunas de las más graves son palabras como "càstic" (càstig), una equivocación que se estudia durante la Primaria para evitar este tipo de fallos; o los "qué" interrogativos, escritos erróneamente sin tilde. Además, entre otros fallos, durante todas las presentaciones se repiten faltas de ortografía que delatan una rápida traducción y en muchas ocasiones literales, del castellano al catalán, sin ningún tipo de cuidado ni precisión. "A la escola" y "de una" sin apostrofar (lo adecuado es l'escola y d'una) o "práctica" con tilde cerrada en la letra a, totalmente incorrecta en catalán, donde esta vocal solo puede escribirse con tilde abierta.
Bandazos políticos
Tras darse a conocer los resultados del informe PISA, la Generalitat y los expertos apuntaron indiscriminadamente al alto porcentaje de alumnos inmigrantes, para posteriormente echar la culpa a la pobreza infantil y, por último, a la diversidad. Pero más allá de los despachos, en las aulas la opinión es clara. Los directores de los centros pueden ofrecer una larga lista de motivos por los que la educación catalana está como está y ahora reclaman más apoyo educativo, una formación de calidad del profesorado y reforzar los contenidos básicos.
Unos resultados tan negativos como los presentados el pasado mes de diciembre tienen más de una causa y, por lo tanto, necesitan más de una solución. El informe de referencia internacional en educación, PISA, dejaba al descubierto una realidad que desde la Generalitat hacía años que intentaban ocultar: los niños catalanes ya no solo dejaban de despuntar en inglés o matemáticas, sino que Cataluña pasaba a liderar la caída en matemáticas y lectura, a la cola del resto de autonomías. Además, PISA alertaba del bajo nivel de comprensión lectora de los alumnos.
Ahora todo son prisas. Una vez se ha destapado el caso, la Generalitat busca estrategias debajo de las piedras para paliar este revés político. Todo lo que no hizo en los años anteriores, cuando, año tras año, las pruebas de competencias básicas que realiza el Gobierno catalán reflejaban la caída mantenida de las habilidades y conocimientos de los estudiantes.
Mientras tanto, en Madrid, la consellera de Educación, Anna Simó, le pedía el pasado diciembre a la ministra de Educación, Pilar Alegría, más recursos para su departamento. Tras entrevistarse con la ministra, Simó señaló que el Estado debe ser "corresponsable" y ofrecer los recursos correspondientes para el desarrollo de sus políticas. Simó no se quedó corta tampoco y señaló que Cataluña acoge "educativamente en solitario" y sin "recursos extraordinarios", palabras que evocan al señalamiento inicial que hizo la Generalitat a la inmigración al conocer los resultados del informe.
En una entrevista a El PAÍS, los directores de escuelas de alta complejidad educativa se quejan de la falta de ayuda por parte del Departamento y de las necesidades insatisfechas de los alumnos, como los que tienen dificultades con el lenguaje. Los profesores también coinciden en que una de las causas de esta debacle son los cambios de currículo y la diversidad de los alumnos, que cada vez tienen necesidades más individualizadas. Las quejas del profesorado se han multiplicado, sobre todo ahora que la sociedad los señala como culpables de los pésimos resultados del informe. Es por ello que, desde los centros educativos, sus directores han alzado la voz para reclamar a la Conselleria más recursos.
Entre las principales reclamaciones de los directores, están la necesidad de más personal especializado y de apoyo psicosocial. Consideran que está bien que los profesores tengan herramientas para lidiar con situaciones complejas, pero que este peso no debe recaer únicamente sobre ellos. Entender las realidades de cada niño es necesario, pero a la hora de ofrecer un currículo adaptado y atención individualizada, los profesores se ven sobrepasados. Por este mismo motivo, otra de las reivindicaciones por las que los docentes catalanes llevan años alzando la voz es la reducción de las ratios.
Fuentes del profesorado explican que se ha llegado a un punto crítico en el que hay que retomar y reforzar el aprendizaje básico, recuperar hábitos como el de la lectura e insistir en la escritura en etapas iniciales. Sin dejar de lado toda la gestión emocional, pero no se puede centrar toda la educación en eso y luego lamentarse de los resultados.
Cataluña ya no solo vive agitada por las tensiones independentistas. El pasado 5 de diciembre se hizo público el último Informe Pisa y los resultados de esta comunidad autónoma fueron "catastróficos", situándose a la cola de las autonomías españolas. El efecto de ese informe sobre la sociedad catalana ha sido catártico. Por primera vez, padres y profesores empiezan a hablar de prohibir los móviles en clase, de volver a los libros tradicionales para reforzar los hábitos de lectura y escritura, o de recuperar los exámenes tradicionales. Sin embargo, en el ámbito educativo, parece que la estrategia para revertir la situación no camina en la dirección de la excelencia educativa: hasta las formaciones que reciben los docentes están plagadas de faltas de ortografía.
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