'De la Torre VI' arranca mandato en Málaga a las puertas de su deseado hito internacional

Sobrepasaba un minuto la hora estipulada, cuando Francisco de la Torre enfilaba los pocos metros que le separaban del Salón de Plenos. Frente a él, un muro de fotógrafos y cámaras de televisión; y a su derecha, la pared en la que cuelgan los retratos de todos los alcaldes de Málaga. En ella se observa un hueco que parece reservado a su figura. Junto al último regidor socialista de la ciudad, Pedro Aparicio (1979-1995), y bajo su sustituta en el cargo, Celia Villalobos (1995-2000). Un cuadro que, al menos, deberá esperar otros cuatro años para ser pintado. Porque el veterano dirigente del PP, veintitrés años al frente de la gestión de la ciudad, figura clave en su transformación, comenzó este sábado su sé`ptimo y “probable” último mandato. Un ‘último baile’ que arranca con rocanrol porque esta semana se desvelará si la capital malagueña será la sede de la Expo 2027.

Esta designación supondría la satisfacción de un anhelo del alcalde récord del PP. Málaga “está en un presente de éxito”, señaló el regidor en su discurso de investidura, en el que evitó caer en la autocomplacencia y afirmó que trabajarán para convertirla en “uno de los núcleos más atractivos del país, en una zona cuyo dinamismo económico generará empleo de calidad”.

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“Hemos eclosionado y ahora vamos hacia un futuro aún más prometedor” que en el equipo de Gobierno piensan que pasa por seguir fomentando la proyección internacional de la ciudad. La Expo 2027, a la que se aspira con un proyecto de sostenibilidad en la era urbana, es clave en esta estrategia. Y el próximo miércoles se decidirá en París la organización de un evento al que también aspiran Bloomington, Bariloche, Belgrado y Phuket. La elección de la candidatura española no sólo sería un factor transformador de Málaga, también la despedida soñada por el regidor a su longeva carrera política.

Pero, aunque las expectativas son elevadas, no sería la primera vez que la ciudad sufre un desengaño en su deseo de proyectarse a través de una gran cita. Los intentos por lograr la Capital Cultural Europea, la Agencia Europea del Medicamento o la Copa América de Vela fracasaron, por eso Francisco de la Torre se protegió ante un posible nuevo revés y comprometió el desarrollo de los proyectos anunciados en educación, vivienda pública, emprendimiento e innovación.

El regidor compromete proyectos en educación, vivienda pública, emprendimiento e innovación aunque la ciudad no acoja la Expo 2027

“Con Expo o sin ella, la marca Málaga ya trasciende a Andalucía y España, suena a nivel europeo y alcanza repercusión mundial. En los próximos años esa trascendencia será aún más intensa”, insistió el alcalde, que recalcó que la ciudad “está viviendo el comienzo de una nueva etapa que será espléndida”.

De la Torre dibujó una ciudad alejada de los problemas que los líderes de la oposición expusieron, destacando los logros alcanzados que “nos habrían parecido absolutamente imposibles hace 25 años y glosando las iniciativas de un programa “sin golpes de efecto, señuelos ni atajos”, para un mandato en el que anunció que seguirá reclamando la “la financiación pendiente” y “la compensación por la pérdida de la plusvalía”. “Gobierne quien gobierne”, señaló.

El alcalde, en una corporación con presencia de extremos ideológicos, quiso sentar las bases de las relaciones entre siglas y animó a discrepar, “pero como rivales, no como enemigos”. “Demos ejemplo a nuestros representados, que nos han puesto aquí para que trabajemos por ellos, no para que echemos más madera a la hoguera de la polarización”, manifestó ante los ediles del PSOE, Con Málaga y Vox y después de apelar al espíritu de la Transición citando unas palabras del columnista de El Confidencial Ignacio Varela: “Su significado se acrecentará con el paso de las décadas porque su dimensión es extraordinaria. Fue el tratado de paz de los españoles”.

Los portavoces de las distintas formaciones, por regla general, parecieron intuir el deseo del regidor y desarrollaron discursos institucionales. Aunque no faltaron los reproches y las advertencias. Toni Morillas, de Con Málaga, a la que la secretaria municipal preguntó en varias ocasiones durante el juramento si acataba la Constitución, desafió con la mirada en varias ocasiones a los dos ediles de Vox cuando dijo que pelearían contra las “políticas del odio”; mientras que el candidato de la formación verde, Antonio Alcázar, respondió que “muchos han tratado de etiquetarnos y estigmatizarnos para excluirnos del espectro político, pero ahora estamos en las instituciones”. El dirigente socialista Daniel Pérez, sobre el que había grandes expectativas en las ejecutivas regional y nacional de su partido, y que fue una de las grandes decepciones en las pasadas municipales, rescató el ‘claim’ de campaña sobre el supuesto “drama habitacional” que vive la ciudad y pidió al alcalde que “no caiga en la tentación de intentar utilizar el 49% de los votos que ha tenido para gobernar en contra de la otra mitad de la ciudadanía malagueña que no lo ha votado”.

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Elisa Pérez de Siles, portavoz popular, y persona que ha ganado mayor peso dentro del equipo de Gobierno con respecto al anterior mandato, fue la encargada de contestar a los reproches. Con buenas formas, y hasta alguna sonrisa, preguntó a la oposición si querían para Málaga el modelo de Ada Colau y censuró su “imagen apocalíptica” de la ciudad. Y se permitió a desafiar a la izquierda a trabajar como lo hace Francisco de la Torre: “¿Ustedes quieren ganarle? Pues tienen que ganarle trabajando. Les reto a que lo hagan y les deseo suerte”.