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La abstención golpea al pobre: en este pueblo de Andalucía el 70% no votó
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La abstención golpea al pobre: en este pueblo de Andalucía el 70% no votó

En Puerto Serrano, el pueblo más pobre de la provincia de Cádiz, el desánimo fue total. En sus barrios marginales, nueve de cada diez electores se quedaron en casa

Foto: Vista del Ayuntamiento de Puerto Serrano. (Ministerio de Agricultura)
Vista del Ayuntamiento de Puerto Serrano. (Ministerio de Agricultura)

En las paredes de la Casa del Pueblo -la sede socialista- de Puerto Serrano (Cádiz) hay cuadros icónicos del movimiento obrero, una foto de Felipe González, carteles de corridas de toros y un póster del Real Betis. En la barra del bar, varios votantes de izquierdas que se quedaron en casa en las elecciones del 19-J hablan con inquina cuando se les pregunta por el PSOE. Pedro Sánchez es el principal damnificado y, como un cura en la parroquia, el responsable del bar pide respeto a sus clientes ante la sucesión de blasfemias: "Que estamos en la sede, hombre".

"Aquí no se puede hablar de política porque a la mínima saltan, está todo el mundo igual", lamenta Antonio, camarero en la sede del PSOE y la UGT y afiliado. De fondo, los parroquianos siguen a lo suyo. "Voy a tener que votar a Vox, que por lo menos nos quieren dar una pistola a todo", espeta uno con resignación. "¿Ves? ¿Tú te crees que en un pueblo de trabajadores puede pasar esto?", se queja el camarero.

Puerto Serrano, municipio de 7.000 habitantes situado en la Sierra de Cádiz, fue el más abstencionista de toda Andalucía en las elecciones autonómicas del pasado domingo. La participación apenas alcanzó el 32,4% en este pueblo de jornaleros, el más pobre de la provincia de Cádiz. Aquí la renta media de las familias apenas alcanza los 7.620 euros brutos anuales.

Como en el resto de Andalucía, los barrios más deprimidos fueron los que menos acudieron a las urnas. El caso del casco histórico y la vereda del Río es flagrante: apenas votaron una de cada diez personas convocadas (11,7%). Es la zona cero del hartazgo político en Andalucía, que en estas elecciones registró sus mayores niveles de abstención (41,64%) en los últimos 30 años.

Pobreza y exclusión social

Es difícil encontrar a alguien que acudiera a votar en estas calles, las más pobres del pueblo más pobre de Cádiz. La entrada al distrito más abstencionista la marca la calle Morón, una cuesta abajo hacia la última planta de la escala social. El barrio, situado a una altura inferior que el resto del pueblo y cercado por el río Guadalete, es la marginalidad dentro de la marginalidad: pobreza, viviendas que rozan el chabolismo, normalización de la violencia y del consumo y venta de drogas, elevados niveles de absentismo escolar y todos los parámetros que reflejan la exclusión social de un territorio.

Foto: Protesta convocada en Cádiz por el comité de Airbus. (EFE/Román Ríos)

Los vecinos se avisan unos a otros cuando el periodista entra en la avenida Guadalete. Hace unos meses se desarticuló en esta calle el clan de Los Piños, una organización dedicada al tráfico de marihuana. Pocos quieren hablar, pocos se fían de que el propósito del reportaje no esté relacionado con la venta de drogas y es imposible encontrar a alguien que acudiera a votar.

Todos critican al sistema y muestran una cultura política muy limitada. Algunos ni siquiera se habían enterado de que había elecciones. "¿Quién ganó al final, el caro o el barato?", pregunta una mujer que, como el resto de vecinos, no quiere dar su nombre. Es difícil responder. "Algo vi en la tele de que nos convenía a nosotros", añade.

Un poco más arriba, en la calle Sevilla, aparecen las primeras personas que reconocen haber ido a votar. Muchas de las viviendas están okupadas o tienen órdenes de desahucio y varios vecinos confiesan con naturalidad que tienen enganchada la luz de su vivienda a la red pública. Catalina, de 47 años, cogió "la primera papeleta" que encontró y la metió en un sobre. Llevaba un toro, así que todo hace indicar que fue una de las quince personas que votó a PACMA. "Qué más da, si todos son iguales", repite.

En el mismo distrito, Patricia (29 años) y Fran (32) son trabajadores del campo y no conocen a nadie que fuera a votar el domingo. Durante toda su vida habían votado a Izquierda Unida y al PSOE, pero hace dos años dejaron de hacerlo. "¿Qué hace el que gobierna? ¡Nada! ¡Y yo no paro de trabajar y de pagar impuestos!", lamenta la mujer.

Primera victoria de la derecha

Hasta el pasado domingo, la izquierda siempre había ganado en un pueblo donde la mayoría de la población trabaja en el campo o en la construcción. En esta ocasión, el PP se impuso por primera vez con el 36% de los votos y, junto a Vox y Ciudadanos, la derecha sumó el 56% de los apoyos. Hace cuatro años, pese a que la participación también fue muy baja (39,4%), la izquierda rozó el 60% de los votos con Adelante Andalucía y el PSOE como primera y segunda fuerza.

Foto: Juanma Moreno se impone en Andalucía con contundencia. (EFE/Carlos Díaz) Opinión
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"La abstención cada vez es más alta porque los votantes de izquierdas que ahora no nos votan manifiestan su fidelidad quedándose en casa y no votando a la derecha", valora el secretario general del PSOE municipal, Miguel Ángel Carrero. Su partido ha pasado de arrasar en las autonómicas con más de 2.000 votos a quedarse con 360 en apenas 14 años.

El alcalde del municipio, Daniel Pérez (IU), lo achaca a un "fenómeno progresivo" que se hace notar especialmente en las generales y las autonómicas y que resulta dañino para "los intereses de la mayoría de la población": "Poco a poco se ha instalado la idea de que gobierne quien gobierne no va a cambiar nada, aunque eso no sea verdad".

Sin alternativas al campo

Luis Miguel regenta una tienda de ropa en el centro del pueblo a sus 22 años. El local, muy humilde, ni siquiera tiene rótulo, pero para él es un lujo teniendo en cuenta que empezó "usando las varas de los olivos como percheros". Con la cuota de autónomo y el alquiler prácticamente no llega al Salario Mínimo Interprofesional, pero le renta: "Veo a mis padres llegar destrozados del campo y prefiero esto". El domingo les acompañó a las urnas, aunque él votó nulo.

placeholder Vista de Puerto Serrano. (Ministerio de Agricultura)
Vista de Puerto Serrano. (Ministerio de Agricultura)

Una cliente, Carmen, es ama de casa y tiene a sus dos hijas viviendo fuera. "Una de ellas descansa sólo un día a la semana, no me lo explico", se queja, entre críticas a los políticos: "Todo el que se presenta va a lo mismo, a llevarse el dinero… y si yo estuviera ahí haría lo mismo".

La izquierda resistió únicamente por los votos de los más fieles. Manuel, albañil de 51 años, está "cansado" de ver "política destructiva" y votó por acompañar a sus padres, que tienen más de 80 años y siguen apoyando al PSOE. Él en esta ocasión se cambió al PP. Jesús, de 48 años, trabaja en el campo y en unos días se va a Ávila para trabajar durante unos meses en la temporada de la patata. De su familia de diez hermanos, tradicionalmente votantes de izquierdas, sólo uno acudió a votar: "Estamos cansados porque votemos lo que votemos la vida no nos cambia".

Mucho trabajo, sueldos bajos

Los datos de desempleo en la localidad están por debajo de la media de la provincia, pero los trabajos son cada vez más precarios. "En las casas de este pueblo entra muy poco dinero; cuando estás atado al campo la vida mejora muy poco aunque no pares de trabajar", explica el primer edil. El movimiento obrero y campesino, que llegó a ser uno de los más fuertes del entorno, está en decadencia desde hace años.

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El voto es cada vez "menos ideológico", valora el alcalde, que encuentra una "ruptura entre lo que los vecinos creen que los políticos hacen y lo que realmente hacen". Además, considera que la última etapa de los socialistas en la Junta ayudó a la desmovilización en las elecciones andaluzas. Por su parte, el líder del PSOE local considera que los gestores de izquierdas tienen un problema "para comunicar las políticas que se están haciendo".

Dos vecinas que toman el fresco en la puerta de su casa representan bien la desconexión del electorado con las instituciones democráticas. Como casi todos, ambas son jornaleras, antiguas votantes de izquierdas y abstencionistas. "Deberíamos quedarnos todos en casa en señal de protesta", dice Eva, de 45 años, que pregunta "¿Quién ganó al final?", "¿Uno con gafitas?".

A su lado, Isabel, de 37 años, repite en varias ocasiones que sólo votará para "echar a Pedro Sánchez". En las últimas elecciones generales apoyó a Vox. "Me dicen… y ¿a ese partido votas? Trabajando en el campo parece que no puedo votar a un partido de izquierdas. ¿O es de derechas? Bueno, que es como Franco o no sé. Yo no entiendo de política", zanja.

En las paredes de la Casa del Pueblo -la sede socialista- de Puerto Serrano (Cádiz) hay cuadros icónicos del movimiento obrero, una foto de Felipe González, carteles de corridas de toros y un póster del Real Betis. En la barra del bar, varios votantes de izquierdas que se quedaron en casa en las elecciones del 19-J hablan con inquina cuando se les pregunta por el PSOE. Pedro Sánchez es el principal damnificado y, como un cura en la parroquia, el responsable del bar pide respeto a sus clientes ante la sucesión de blasfemias: "Que estamos en la sede, hombre".

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