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Vox plantea "ajustes" tras su primer resbalón electoral: "Es la marca la que tira. Nadie más"
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ELECCIONES EN ANDALUCÍA

Vox plantea "ajustes" tras su primer resbalón electoral: "Es la marca la que tira. Nadie más"

El partido apunta a la gestión de las expectativas como causa del pinchazo de Macarena Olona en Andalucía. Los de Abascal apostaron por que superarían la veintena de escaños y entrarían en el Gobierno de Moreno

Foto: El líder de Vox, Santiago Abascal, y la diputada Macarena Olona. (EFE/Raúl Caro)
El líder de Vox, Santiago Abascal, y la diputada Macarena Olona. (EFE/Raúl Caro)
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Vox logró el pasado domingo 100.000 votos más que en 2018, pasó de quinta a tercera fuerza política y creció en prácticamente todos los municipios de Andalucía. Pero, tanto dentro como fuera del partido, el resultado del 19-J se ha interpretado como un resbalón electoral, el primero desde la irrupción política de una formación que siempre se ha mantenido en la cresta de la ola. Los de Santiago Abascal abren ahora un proceso de reflexión interna y promoverán "ajustes" estratégicos para que el frenazo sea algo puntual. En la cúpula, apuntan a la gestión de las expectativas como potencial problema de unas elecciones en las que el resultado final se ha quedado lejos de la horquilla en que esperaban moverse.

Después de meses exigiendo por activa y por pasiva un adelanto electoral en Andalucía, Vox se ha quedado con las ganas de firmar el histórico triunfo que prometía. Entendían en el partido que el episodio de Castilla y León —donde conquistaron su primera cuota de poder— marcaba un precedente, y Andalucía solo afianzaría su expansión nacional. La euforia era tal que, por primera vez, se apostó por un activo político de primera línea. Macarena Olona se conjuró como adalid de una victoria sin precedentes, y se lanzó a mejorar el crecimiento que ya auguraban las encuestas. Pero el 'cambio real' nunca llegó.

En la dirección del partido, aseguran no arrepentirse de haber enviado a Olona a intentar ponerle las cosas difíciles al PP, pero sí deslizan que esa propuesta puso aún más altas unas expectativas, lo que, finalmente, les ha pasado factura. Las fuentes consultadas aseguran que no reniegan de la autocrítica y aseguran "tomar nota" de una experiencia que ha demostrado que "es la marca la que tira, y nadie más", a excepción, dicen, del propio Santiago Abascal. A diferencia de lo que ha ocurrido en el PP, donde Juanma Moreno desplegó una campaña con un claro tinte personalista, en Vox parece acreditado que son las siglas las que atraen votos, y no los perfiles políticos.

Los hechos parecen sostener esa teoría. Tanto en Cataluña como en Castilla y León, Vox se presentó con dos candidatos desconocidos para el gran público: Ignacio Garriga lidera ahora el bloque de la derecha en el Parlament —por encima de Cs y PP— y Juan García-Gallardo ocupa la vicepresidencia en las Cortes de la Junta de CyL, donde hizo historia firmando su primer Gobierno de coalición con Alfonso Fernández Mañueco. En Andalucía, sin embargo, el partido apostó por Macarena Olona, asumiendo el coste de perder a una de sus principales voces en el Congreso y en la arena nacional. Desde ahora, la alicantina liderará el grupo en el Parlamento andaluz con un foco reducido, ya que no podrá condicionar a un PP henchido por la mayoría absoluta que le han proporcionado las urnas.

Foto: La actual ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant. (EFE/Kiko Huesca) Opinión

En el partido, reconocen que la gestión de las expectativas y el excesivo triunfalismo con el que desde el principio se abordó la campaña les han podido pasar factura, ya no solo en las urnas, sino en la propia percepción de un resultado que sigue siendo positivo para ellos. Antes de que arrancase la campaña, el presidente de la formación llegó a fijar en 26 los escaños que Olona estaba en disposición de arrastrar, el mismo resultado con el que Juanma Moreno accedió a la Junta —previo pacto con Cs y Vox— en 2018. Con el paso de los días, se fue suavizando esa perspectiva, pero siempre aventuraron la veintena de escaños. Finalmente, las urnas los situaron en 14, solo dos más que en las últimas elecciones autonómicas, a las que concurrieron sin un candidato mediático.

El PP hizo precisamente lo contrario que su rival directo. Tanto Feijóo como Moreno decretaron a sus filas la máxima de no pecar de triunfalistas y no caer en la autocomplacencia para evitar la desmovilización de su electorado. "Desde arriba, nos ordenaban que dijésemos que estábamos en 40", ironiza un dirigente de la cúpula popular. En la recta final de la campaña, Vox intensificó el órdago contra Moreno y advirtió de que, aunque necesitase un solo voto suyo, exigirían su entrada en el Ejecutivo andaluz. Ya entonces, el PP tildó de "errónea" esa estrategia, al entender que la amenaza de Olona les ayudaría a pelear contra la abstención. Y así fue. En la cúpula de Vox reconocen que ese discurso, en parte, pudo beneficiar al PP. Aunque niegan fugas de su electorado a la bolsa de votantes populares, sí advierten de que pudo movilizar a sectores de la izquierda por la estrategia de agitar el miedo a Abascal como arma electoral.

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En cualquier caso, los de Abascal aseguran estar "tranquilos". La lectura que sacan de las elecciones es que Vox sigue creciendo hasta el punto de ponerle las cosas difíciles al PP, como en Castilla y León, cuando los populares "nos sacan 40 años de ventaja". A su juicio, los populares "se han venido arriba" con el resultado andaluz, y advierten de que la propia "volatilidad" de la política puede darles un golpe de realidad en el próximo ciclo electoral, donde Vox aspira a un "gran salto" en ayuntamientos y comunidades autónomas.

El PP apunta que Vox ha tocado techo

La incontestable victoria de Juanma Moreno ha dado rienda suelta a la euforia en el PP, aunque muchos dirigentes solo manifiestan en privado el entusiasmo por un resultado electoral que entienden como un "punto de inflexión" para el resto de España. Feijóo ha ordenado "sosiego" a los suyos, pero en las filas populares creen que el 19-J no solo ha asestado un duro golpe a Sánchez, sino también a Vox. "Están muy tocados", defienden voces del Partido Popular en Congreso y Senado, que ven que la fuerza situada a su derecha podría haber tocado techo por el frenazo que ha experimentado en las urnas andaluzas.

Fuentes de la formación atisban cómo el partido intenta cerrar filas ante el "roto" que les ha dejado Macarena Olona en el Congreso, un puesto que el partido ha tratado de suplir con dos diputados: Inés Cañizares y José María Figaredo. "Vox sube cuando la política es mórbida. Pero el populismo ya no funciona", trasladan en el PP, donde entienden que la política de la "moderación" y de la "centralidad" del nuevo líder, alejada de los "bandazos" de la anterior etapa, podría pinchar la burbuja que ha inflado Abascal en los últimos años. El ciclo que se abre en 11 meses determinará si el efecto Feijóo se consolida o solo fue un espejismo.

Vox logró el pasado domingo 100.000 votos más que en 2018, pasó de quinta a tercera fuerza política y creció en prácticamente todos los municipios de Andalucía. Pero, tanto dentro como fuera del partido, el resultado del 19-J se ha interpretado como un resbalón electoral, el primero desde la irrupción política de una formación que siempre se ha mantenido en la cresta de la ola. Los de Santiago Abascal abren ahora un proceso de reflexión interna y promoverán "ajustes" estratégicos para que el frenazo sea algo puntual. En la cúpula, apuntan a la gestión de las expectativas como potencial problema de unas elecciones en las que el resultado final se ha quedado lejos de la horquilla en que esperaban moverse.

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