Sevilla: nuevo alcalde y viejos retos 30 años después de la Expo 92

En este nuevo año 2022 se cumplirán 30 años desde la celebración de la Exposición Universal de Sevilla de 1992, que conmemoraba el V Centenario de la llegada de Colón a América. Aquel gran evento, auspiciado por el tándem presidencial Felipe González-Alfonso Guerra, permitió a la ciudad andaluza dar un gran salto de calidad tanto en infraestructuras como en apertura al mundo.

Además, le permitió soñar con convertirse en la tercera gran capital española tras Madrid y Barcelona, que ese mismo año celebraban la Capitalidad Cultural Europea y los Juegos Olímpicos, respectivamente.

Sin embargo, tras el 92, Sevilla dejó de reclamar inversiones públicas, avergonzada por tener el primer AVE de España y por los fastos de esos seis meses inolvidables, aunque esa inercia le ha pasado factura. Desde entonces, la ciudad permanece prácticamente igual, y con muchos de los proyectos que se planificaron en su día aún aguardando que haya partida en los presupuestos públicos.

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La lista de infraestructuras pendientes en Sevilla es amplia, y no existe debate político sobre su necesidad. Lo que falta es dinero para acometerlas. La ciudad ha dejado poco a poco de pedir perdón por la Expo 92 y ha empezado a darse cuenta de que ya ha pagado la factura y de que otras grandes capitales españolas la han adelantado en estos años.

La reclamación sobre la falta de inversiones no está basada solo en la percepción ciudadana sino en datos objetivos. Un informe de la AIReF asegura que Sevilla está a la cola de España en inversión per cápita en infraestructuras públicas de transporte desde 1985 hasta 2018, es decir, incluyendo las obras realizadas para la Expo 92.

Según este organismo dependiente del Gobierno, la inversión por persona en Sevilla apenas llega a los 200 euros, mientras la media española se sitúa en 300. La capital andaluza lidera ese olvido estatal junto a Ceuta, Murcia, Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas y Alicante. Madrid y Barcelona encabezan las inversiones de esta lista, en la que solo sale beneficiada Málaga de entre las provincias andaluzas.

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Como ejemplo, Sevilla es la única capital europea de su tamaño (700.000 habitantes en la capital y más de un millón con su área metropolitana) sin una red de metro, aunque en el año 2009 consiguió que se pusiera en marcha una única línea que la recorre de este a oeste.

Además, la ronda de circunvalación SE-40 se empezó a proyectar en el año 2000 y sigue sin terminarse dos décadas después. En el año 2011, se compró una gran tuneladora para hacer el paso de esta vía bajo el río Guadalquivir. Sin embargo, a día de hoy, el Gobierno aún estudia si realizar esos túneles o construir un puente. La tuneladora costó 30 millones y su almacenamiento y vigilancia desde entonces supera ya los 11 millones de euros.

Las costuras del tráfico en Sevilla hace años que saltaron por los aires. El siempre atascado Puente del Centenario, obra emblemática de la Expo 92, se ha quedado viejo y pequeño. El Gobierno va a proceder ahora al cambio de los tirantes y va a aprovechar para sacarle un carril más con el que evitar la imagen diaria de unos conductores cabreados y de uno de los puntos con más accidentes de la ciudad.

La situación de descontento empieza a ser tal que hace un par de años la sociedad civil sevillana constituyó una plataforma denominada Sevilla Ya, liderada por empresarios y sindicatos y en la que se han integrado hasta un centenar de instituciones y organizaciones. En su manifiesto, la entidad asegura que “Sevilla ha sido la gran olvidada en la política de inversiones de las distintas administraciones en los últimos 25 años, lo que no solo ha repercutido muy negativamente en nuestro desarrollo, sino en haber podido aprovechar la recuperación económica que nos hubiera permitido consolidarnos como provincia de referencia, a todos los niveles”.

La plataforma hace autocrítica al reconocer que “los sevillanos tenemos que despertar, unirnos, hacernos oír y luchar por lo que consideramos importante para nuestra provincia”. En ese sentido, señala que “tenemos que cambiar esa actitud conformista y defender que nuestro futuro ha de venir marcado por la adopción de un compromiso real y efectivo por parte de las distintas administraciones y de todas las fuerzas políticas, con el fin de apoyar YA los principales proyectos de infraestructuras que vertebren nuestra provincia en todos los ámbitos (económico, social, cultural, territorial, etc.)”.

El presidente de la Cámara de Comercio de Sevilla, Francisco Herrero, asegura a El Confidencial que “después de 30 años desde la celebración de la exposición universal, Sevilla está sumida en un letargo del que debe despertar si querernos que sea realidad el impulso económico por el que todos trabajamos”. Además, subraya que “debemos de reivindicar la capitalidad de Sevilla y todo lo que conlleva la misma, porque la ciudad no puede quedar al margen de los grandes temas en Andalucía”.

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Por su parte, el presidente de la Confederación de Empresarios de Sevilla (CES), Miguel Rus, coincide en la necesidad de “mantener las reivindicaciones mientras no se concluyan los proyectos existentes”, pero se muestra ilusionado con los “pasos técnicos que se están dando en varios de ellos para desbloquearlos”.

Esta entidad surgió con fuerza hace un par de años, pero la pandemia y algunas desavenencias internas la han adormecido. El hasta ahora alcalde, Juan Espadas, organizó una reunión del presidente de la patronal con el entonces ministro de Fomento, José Luis Ábalos, que no gustó al resto de integrantes.

Sin embargo, la intención de sus integrantes es retomar su reivindicación tras el cambio de regidor y con la percha del 30 aniversario de la Expo 92. El nuevo alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz, es plenamente consciente de la situación y de ese malestar en la sociedad sevillana. En su discurso de investidura, realizó varios guiños reconociendo que la transformación de la ciudad “no será real si no ejecutamos los grandes proyectos de infraestructuras que Sevilla tiene pendientes”. “Llevamos demasiado tiempo hablando de proyectos, y muy poco de realidades. Ya está bien”, aseguró.

Por ello, aseguró que uno de sus ejes de actuación será la “reivindicación para que consigamos resolver asignaturas pendientes históricas, para que todas las administraciones eleven su compromiso con la ciudad y para que alcancemos el nivel que merece la cuarta ciudad de España y la capital de Andalucía”. Al acto asistieron tres ministras, entre ellas la de Hacienda, la sevillana María Jesús Montero, que tomaron buena nota de las intenciones del nuevo alcalde.

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Hace cinco años, Sevilla celebró con varios actos el 25 aniversario de la Expo 92, lo que permitió mirar al pasado pero también consensuar la lista de grandes infraestructuras pendientes de la ciudad. Este año 2022, el ayuntamiento no tiene previsto celebrar el 30 aniversario, lo que daría pie a volver a recordar que esos proyectos siguen sin ejecutarse.

Por el contrario, Antonio Muñoz ha propuesto que Sevilla celebre en 2029 el centenario de la gran transformación urbana y social que supuso la Exposición Iberoamericana de 1929 y usar esa efeméride como fecha tope para la finalización de los grandes proyectos ahora pendientes.

Desde la Expo 92, Sevilla ha tenido cinco alcaldes: Soledad Becerril (1995-99), Alfredo Sánchez Monteseirín (1999-2011), Juan Ignacio Zoido (2011-15) y Juan Espadas (2015-21). El regidor que más tiempo ha estado en estos 30 años es el socialista Alfredo Sánchez Monteseirín, que reconoce a El Confidencial que tras la exposición universal “no solo llegó una gran crisis económica, sino que Sevilla tuvo que asumir un ambiente colectivo de que era una ciudad privilegiada y ya no merecía inversiones”.

Esa falta de inversión de Gobierno y Junta la suplió el entonces alcalde con la aprobación de un nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), en el año 2006, y una polémica medida por la que dedicó la aportación de los promotores urbanísticos a numerosos proyectos de sistemas generales, desde la peatonalización del centro a la construcción de un tranvía, pasando por la construcción del gran Metropol Parasol, conocido popularmente como las “setas de la Encarnación”.

Curiosamente, uno de los enclaves que más han crecido en estos 30 años ha sido la denominada isla de la Cartuja, el espacio en el que se celebró la exposición universal sevillana. Allí se encuentra en estos momentos el mayor parque científico y tecnológico de España, con 536 empresas y entidades que emplean a 23.700 trabajadores y facturan 3.000 millones de euros.

La ciudad ha sabido sacar provecho de las infraestructuras creadas hace tres décadas, pero reclamará este año un nuevo impulso para evitar quedar descolgada de los planes de recuperación tras la pandemia por un 'Gobierno amigo' que contará con fondos extraordinarios de la UE.