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SUCESIÓN EN LA CAPITAL ANDALUZA

Antonio Muñoz, un alcalde moderno para Sevilla con el reto de convencer a los votantes

El PSOE da su respaldo al nuevo primer edil como futuro candidato. Tres ministras acuden a la toma de posesión para dejar claro el apoyo del Gobierno en una plaza crucial

Foto: Antonio Muñoz, durante la toma de posesión como alcalde de Sevilla. (EFE/Caro)
Antonio Muñoz, durante la toma de posesión como alcalde de Sevilla. (EFE/Caro)

Antonio Muñoz (La Rinconada, Sevilla, 1959) llegó al pleno de su toma de posesión como alcalde de Sevilla a pie desde su casa y acompañado de Fernando, su pareja. Mientras caminaba en un día luminoso de enero hacia el Ayuntamiento hispalense, para protagonizar un acto al son de la banda municipal, con el arzobispo como invitado de honor entre las autoridades y con la orden vetusta de protocolo de vestir traje oscuro, confesó que había pensado que era feliz. No solo por caminar acompañado de su pareja y tener una vida plena con él desde hace más de veinte años, según dijo emocionado ante el plenario, sino también por saberse en "su lugar en el mundo", por tener “la suerte de ser sevillano” y sentir la ciudad que va a dirigir como “su patria”. Ya ungido alcalde, este sevillano criado en Málaga, huérfano de madre desde muy joven, prometió “gestión, gestión y gestión”, además de continuar con la apuesta de su antecesor de aparcar la crispación política. Dejó claro que cuando hace diez años dijo sí a Juan Espadas para incorporarse al ayuntamiento desde la oposición, no pensó cuánto iba a cambiarle ni que iba a hacerlo tanto.

Así es Sevilla, como el discurso de su flamante alcalde y la escenografía de su toma de posesión. Una ciudad dual, moderna, la cuarta de España, capital de Andalucía, con una renovada imagen exterior, capaz de atraer turismo internacional como principal motor económico, pero a la vez una urbe a la que se le acusa de ombliguismo, de autocomplacencia y de vivir demasiado enamorada de sí misma y de sus tradiciones. La dualidad de Sevilla es un tópico tan manido como cualquier otro, pero sigue alimentándose eso de las dos urbes. La eterna, la de las tradiciones ancestrales, y la moderna, la que se reivindica más allá de lo folclórico, los capirotes de la Semana Santa y los volantes de la Feria de Abril. En realidad, los sevillanos saben que todo cabe y que la modernidad no es incompatible con disfrutar de la tradición, pero alimentan ese derbi eterno como parte de la diversión. Igual que se azuza la rivalidad del Sevilla y el Betis o la de Triana y la Macarena, se aviva el enfrentamiento de la ciudad clásica, de los rancios, y de la vanguardista, la de los modernitos de la Alameda.

Foto: El consejero de Educación de la Junta de Andalucía, Javier Imbroda, ante el Palacio de San Telmo. (F. R.)
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Una dicotomía que cualquiera que viva aquí sabe que tiene bastante de pose y poco de fondo, porque afortunadamente todo convive con mucha normalidad desde siempre y eso es precisamente lo que el nuevo alcalde quiso destacar en su discurso, que será el alcalde de todos los sevillanos. De los que tienen tiempo para entretenerse en estos piques sabrosos de barra de bar y de los que viven en los barrios de la periferia y las necesidades. Porque en esta Sevilla hay seis de los quince barrios más pobres de España y posiblemente al sevillano del Polígono Sur, Torreblanca o Los Pajaritos el debate de la Sevilla eterna versus la moderna le interese poco o nada.

El sucesor elegido

Cuando Juan Espadas, secretario general del PSOE andaluz, dio el paso para liderar su partido en Andalucía siempre tuvo en mente a Antonio Muñoz como su sucesor. Era su mano derecha en el ayuntamiento. Nunca hubo dudas. El elegido, afiliado al PSOE desde 1983, era el hombre del que muchos dicen que ponía la masa del gris en la gestión. Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Málaga, y MBA por el Instituto Internacional San Telmo (Sevilla). Experto en Desarrollo Local por la Organización Internacional del Trabajo y las Naciones Unidas. Teniente de alcalde, delegado de Hábitat Urbano, Cultura y Turismo, a Muñoz lo echaron a pelear con Juan Carlos Cabrera, el delegado de Gobernación (Seguridad y Movilidad), Fiestas Mayores y distrito Centro, con un perfil mucho más al gusto de la Sevilla clásica.

En realidad para Espadas la decisión estaba tomada y el PSOE le dio su respaldo desde Ferraz para nombrar a su sucesor. Entonces se abrió un debate en el seno del propio partido sobre si además sería un buen candidato, si no era demasiado moderno para la ciudad, si el hombre de perfil marcadamente laico que no había pisado las hermandades de Semana Santa servía o debía apostarse por alguien de más fuste o con más peso orgánico para no perder el principal gobierno municipal que tiene el PSOE y comenzó el desfile de nombres y opciones. Mientras, el PP pisaba el acelerador y despejaba que su apuesta sería José Luis Sanz, exalcalde de Tomares, que renunciaba a su bastón de mando para comenzar a señalar baches y semáforos rotos, suciedad en las calles y a pasearse por todas las cofradías, actos y eventos de la ciudad en una carrera intensa para hacerse con el ayuntamiento hispalense.

Muñoz no es un alcalde de tránsito, sino que tiene el apoyo del partido para ser candidato en las próximas municipales

Este lunes ha quedado claro que Muñoz no es un alcalde de tránsito, sino que tiene el apoyo del partido para ser candidato en las próximas municipales. El alcalde en su discurso insistió en remarcar que su proyecto es para la Sevilla de 2029, jugando con la Exposición Iberoamericana de 1929 que la puso en el mundo antes de la de Exposición Universal de 1992. El secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, asistió al pleno del ayuntamiento para dejar claro el respaldo del partido “en el presente y en el futuro”. El compromiso del Gobierno y del PSOE con Sevilla, un gobierno municipal que pelearán con uñas y dientes por no perder en las próximas municipales, quedó claro con la presencia de tres ministras, todas rompiendo el protocolo del siglo pasado que ordena el traje oscuro. Pilar Llop (Justicia) de rojo, María Jesús Montero (Hacienda) de buganvilla y Reyes Maroto (Industria) de blanco, derrocharon poder institucional a favor del alcalde, junto al vicepresidente del Congreso, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis. El vicepresidente del Gobierno andaluz, Juan Marín (Cs), y la consejera de Cultura, Patricia del Pozo (PP), acudieron en representación de la Junta de Andalucía.

"Muy desconocida ciudad"

En el escudo de Sevilla figura el lema “muy noble, muy leal, muy heroica, invicta y mariana”, en la biografía en redes de Muñoz el guiño “muy famosa, muy desconocida ciudad de Sevilla”, que colocó cuando en mayo lanzó una nueva marca para la ciudad que compite con el ‘I Love New York’. Una ciudad en la que, como reivindicó en su primer discurso como alcalde, “no sobra nadie”, que prometió liderar “con altura de miras y sin complejos”, “con luces largas” y que “no puede quedarse atrás”. Con mención especial y cariño en su discurso hacia Luis García Montero y Almudena Grandes, en plena polémica del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida.

Muñoz reivindicó Europa y los fondos Next Generation, aseguró que iba a trabajar por “todas las Sevillas”, mencionó a las grandes empresas y start up de la ciudad, ante la mirada de Rosauro Varo o Miguel Gallego (Migasa), se acordó de Persán a Heineken, la empresa GRI Towers que ha construido la mayor torre eólica marina del mundo en el puerto sevillano, recordó que el robot Perserverance de la NASA que aterrizó en Marte llevaba tecnología sevillana o que la factoría Renault es líder en construcción de cajas de cambios para coches híbridos. Repasó el alcalde la larga lista de proyectos en infraestructuras que su antecesor le deja pendientes, desde la ronda de circunvalación S-40, a la línea 3 del metro o la conexión del tranvía con el aeropuerto. No fue un discurso rompedor ni trasgresor sino de continuidad del legado de Espadas, que ganó en 2015 y repitió en 2019 al borde de la mayoría absoluta. Ese es ahora el reto del alcalde, convencer a los sevillanos y que las urnas revaliden lo que ha ganado sin ser votado.

Foto: Teresa Rodríguez y Esperanza Gómez en una foto de archivo. (EFE/Muñoz)

Cuando Espadas dio el paso para disputar unas primarias, en el PSOE andaluz un insigne socialista, entonces en la dirección regional, comentó con sorna ante la pregunta de si veía al flamante alcalde como el sucesor: “Antonio Muñoz sería un excelente alcalde de Nueva York”. Hoy tomó posesión, dos días después que Eric Adams, el segundo alcalde afroamericano de la ciudad. Casualidades. Muñoz cuenta con todas las bendiciones de su familia, su hermana y sus sobrinos asistieron con tanta emoción como su pareja al acto de toma de posesión. En su corazón roto otra de sus hermanas fallecida hace tres años. Cuenta con el beneplácito del partido, del que ha participado poco en la vida orgánica, y del Gobierno, que se desplegó para darle la bienvenida. Ahora le queda el visto bueno de los sevillanos en las urnas. Ganarse ese cariño desde su fama de hombre culto y algo distante no será fácil aunque él viene, avisa, para quedarse.

Antonio Muñoz (La Rinconada, Sevilla, 1959) llegó al pleno de su toma de posesión como alcalde de Sevilla a pie desde su casa y acompañado de Fernando, su pareja. Mientras caminaba en un día luminoso de enero hacia el Ayuntamiento hispalense, para protagonizar un acto al son de la banda municipal, con el arzobispo como invitado de honor entre las autoridades y con la orden vetusta de protocolo de vestir traje oscuro, confesó que había pensado que era feliz. No solo por caminar acompañado de su pareja y tener una vida plena con él desde hace más de veinte años, según dijo emocionado ante el plenario, sino también por saberse en "su lugar en el mundo", por tener “la suerte de ser sevillano” y sentir la ciudad que va a dirigir como “su patria”. Ya ungido alcalde, este sevillano criado en Málaga, huérfano de madre desde muy joven, prometió “gestión, gestión y gestión”, además de continuar con la apuesta de su antecesor de aparcar la crispación política. Dejó claro que cuando hace diez años dijo sí a Juan Espadas para incorporarse al ayuntamiento desde la oposición, no pensó cuánto iba a cambiarle ni que iba a hacerlo tanto.

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