El Confidencial

La economía española despega finalmente tras la pandemia

La recuperación ha comenzado y será intensa hasta recuperar los niveles de PIB previos a la crisis. Todos los indicadores apuntan en la misma dirección mientras siga remitiendo el virus

Texto: Javier G. Jorrín
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Laura Martín Carlos Muñoz
Pablo L. Learte Luis Rodríguez

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a tardado un año, pero la recuperación económica está en marcha finalmente. El éxito de las vacunas y de las políticas de protección de rentas permiten que la salida de la crisis vaya a ser muy rápida. Siempre es necesario incorporar un asterisco a estas previsiones, ya que todavía existe un riesgo de que nuevas variantes del virus obliguen a imponer nuevas restricciones. Lo que muestran los indicadores más recientes es una intensa recuperación de la economía española a partir de mayo que debería acelerarse en los próximos meses, si se atiende a lo que está ocurriendo en los países que tienen su proceso de vacunación más avanzado.

En mayo se incorporaron casi 300.000 trabajadores, sumando nuevas afiliaciones y trabajadores que salieron de los ERTE. Se trata de una cifra histórica para un mes de mayo y muestra con claridad cómo el fin de las restricciones supuso una aceleración inmediata de la economía. Justo ayer, el ministro de la Seguridad Social, José Luis Escrivá, vaticinó que junio cerrará con 190.000 afiliados más, lo que dejaría a tiro de piedra la recuperación de los niveles de empleo previos a la pandemia (en términos desestacionalizados). El propio presidente, Pedro Sánchez, aseguraba que la marcha de los indicadores adelantados hacía probable una revisión al alza de las previsiones de crecimiento oficiales del Gobierno.

Todo esto es el resultado del fuerte incremento de la demanda interna una vez que se han liberado las restricciones. El consumo presencial con tarjetas de crédito españolas creció un 12% en mayo respecto a los niveles previos a la crisis y en la primera semana de junio, el avance se mantuvo en el 11%, según los registros de CaixaBank.

Algunos de los sectores que estaban hundidos por las limitaciones, se están recuperando intensamente desde el final del estado de alarma. En las actividades de restauración y ocio, la facturación ha pasado de registrar una caída del 28% en el primer trimestre del año respecto a los niveles precrisis, a crecer un 11% en mayo y un 17% en la primera semana de junio. Y el gasto en turismo de los nacionales (alojamientos y agencias), que caía un 43% en el inicio del año, en junio está ya sólo un 7% abajo.

El consumo en servicios crece más que el de bienes, lo que indica que los sectores más afectados por la crisis son los que más se están recuperando. Una buena noticia para muchas empresas dedicadas a actividades de restauración, ocio o alojamiento, que salen de la crisis en una situación financiera muy delicada.

Los datos muestran un cambio de tendencia evidente y la clave está en las expectativas. A pesar de la intensidad de la crisis y de las incertidumbres que todavía persisten sobre la situación sanitaria, los hogares y las empresas han recuperado rápidamente su confianza y anticipan un horizonte económico favorable. Esto explica que rápidamente se haya recuperado la demanda interna y la inversión empresarial.

El indicador de expectativas económicas de la encuesta mensual que elabora el CIS ascendió en mayo hasta 115,5 puntos. Se trata del nivel más alto registrado desde el año 2015 en unos meses en los que la economía española crecía a tasas interanuales superiores al 4%. Es, además, el segundo mejor dato de la serie histórica, lo que muestra hasta qué punto los hogares están anticipando un gran rebote de la economía.

Estas expectativas están en la base de la recuperación de la demanda interna. Cuando los hogares prevén que la situación económica mejore, no tienen reparos a consumir, incluso en aquellos gastos que son prescindibles: servicios y bienes de consumo duradero. Justo estos sectores son los que están experimentando mayor rebote, de acuerdo con los datos de alta frecuencia, lo que confirma el canal de transmisión de la confianza hacia el consumo.

Esta reacción es, en gran medida, fruto de la política de protección de rentas que han seguido casi todos los países desarrollados del mundo. De hecho, algunas economías han conseguido que la renta de los hogares creciera a pesar de la pandemia. No fue el caso de España, que no pudo contrarrestar toda la caída de la masa salarial: perdió más de 45.000 millones de euros en poco más de un año de pandemia (desde el último trimestre de 2019 al primero de 2021).

Una recuperación intensa

Arcano ha sido una de las casas de análisis que más ha insistido en una recuperación económica rápida como la que se está produciendo. “La crisis del covid ha sido un shock exógeno. Al desaparecer o aminorarse, nuestros ‘espíritus animales’ vuelven a la normalidad mucho antes de lo que pronosticaban los economistas que han empleado modelos de recuperación basados en pasadas recesiones ‘endógenas’”, escriben los analistas Ignacio de la Torre y Leopoldo Torralba.

Su interpretación es que se trata de una crisis diferente, por lo que no se pueden realizar las previsiones históricas de recuperación. En esta ocasión la recesión no ha sido consecuencia de desequilibrios acumulados, sino que se debe a factores externos: las restricciones adoptadas por los distintos gobiernos. De esta forma, cuando se levanten las causas exógenas la recuperación será intensa, salvo que existan factores exógenos que la frenen. Por el momento no se percibe ninguno, ya que los mercados de deuda funcionan dopados por los bancos centrales, la situación financiera de hogares y familias es holgada y las expectativas son optimistas.

Uno de los grandes debates de los últimos meses gira en torno a la utilización de los más de 50.000 millones de euros que han ahorrado las familias durante la pandemia. Los más optimistas consideran que esta cifra se movilizará rápidamente, de modo que generará un fuerte impulso. Por el contrario, los más prudentes consideran que el hecho de que el ahorro se acumule en las rentas medias y altas y la demanda embalsada sea de servicios y no de bienes, hará que el gasto de esta bolsa de ahorro vaya a ser más lenta.

Probablemente el equilibrio se sitúe en un punto intermedio. Pero la clave no está tanto en el nivel de desahorro que vayan a tener los hogares en el corto plazo, como la recuperación de los niveles de consumo previos a la pandemia. En cualquier caso, el crecimiento de los próximos meses no dependerá de gastar el ahorro, sino de recuperar niveles de consumo normalizados. Casi el 60% de la caída del PIB responde al parón del consumo de las familias. Es, con diferencia, el principal causante de la crisis. Ni siquiera el parón del turismo internacional ha tenido tanta incidencia sobre la crisis. Si las familias recuperan los niveles de consumo previos a la pandemia, aportarán casi seis puntos porcentuales al PIB. Un impulso muy importante para el que no será necesario desahorrar.

El ejemplo de los países que tienen más avanzado su proceso de vacunación es que la recuperación es muy intensa cuando se liberan las restricciones. Estados Unidos previsiblemente esté volviendo a los niveles de PIB precrisis en este segundo trimestre del año y Canadá podría tardar unas pocas semanas más. En ambos casos, el avance de la inmunización ha implicado un fuerte rebote económico, que está generando tensiones de demanda en el mercado y presiones inflacionistas. Un escenario que nada tiene que ver con el panorama de depresión económica de los meses del confinamiento.

Nada impide que Europa siga los pasos de los países líderes en el proceso de vacunación. Esto es, que la recuperación acelere y se consolide en los meses venideros. Pero eso no significa que esta aceleración coyuntural vaya a ser estructural. Esta no es la llave que abre la puerta a los felices años veinte, sino la que lleva de vuelta a 2019. A partir de ese nivel de producción, cuando se agote la capacidad productiva que ahora está ociosa, serán necesarios otros motores para mantener la recuperación. De lo contrario, España (y Europa) volverán al debate sobre el estancamiento secular que ha dominado durante toda una década.

Por ejemplo, en el caso del turismo existe un margen de recuperación muy evidente, pero cuando se cubra la oferta de camas disponible, ¿cómo se puede seguir creciendo? ¿Se saturarán aún más los destinos más demandados? O en el caso de la demanda de servicios de las familias, ¿qué pasará cuando recuperen sus niveles normales de consumo? ¿Saldrán a cenar dos veces por semana en vez de una?

En estos momentos estas dudas parecen insignificantes, pero no tardarán en ser las principales. Probablemente antes de que termine 2022. Y la respuesta no será positiva si España vuelve a las tendencias de las últimas décadas de productividad estancada, déficit público e inversión productiva bajo mínimos. Este ciclo vicioso es el que quiere vencer la Comisión Europea con el plan de recuperación, pero todavía es pronto para determinar si tendrá éxito.