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Juanma Moreno culmina el viaje del PP hacia un andalucismo sin complejos
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ANDALUCÍA REIVINDICA SU PROTAGONISMO

Juanma Moreno culmina el viaje del PP hacia un andalucismo sin complejos

El barón popular consolida un discurso, que ya ensayó Arenas, en plena ofensiva independentista catalana y con Madrid ganando protagonismo como contrapeso territorial

Foto: El presidente de la Junta, Juanma Moreno. (EFE)
El presidente de la Junta, Juanma Moreno. (EFE)
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El PP andaluz no tiene ya complejos de ningún tipo al abrazar el andalucismo junto a la izquierda. El acto de conmemoración del 136 aniversario del nacimiento de Blas Infante, reconocido en el Estatuto como padre de la patria andaluza, sirvió para que el presidente, Juan Manuel Moreno, dejara claro que, en plena ofensiva del independentismo catalán y con Madrid ejerciendo como contrapeso en la tensión territorial, la comunidad piensa mantener un discurso propio.

Moreno nunca ha ocultado que su modelo es el de Alberto Núñez Feijóo, que encadena mayorías absolutas defendiendo un ‘galleguismo’ que además incide en la idea de un PP plural, que integra diversas identidades y que trasciende el discurso monolítico de la España centrada en Madrid. Algo que cobra aún más fuerza cuando Isabel Díaz Ayuso asume el rol del discurso centralista o lo que sus adversarios llaman un ‘nacionalismo españolista’, y sobre el que los barones del PP avisan de que no puede marcar el guion de la calle Génova. Así, el presidente de Andalucía transita la misma senda que su homólogo gallego desde el sur de España. Un nacionalismo moderado en defensa de sus territorios que además marca la principal diferencia con Vox, que reniega del Estado de las autonomías. De hecho, los socios de PP y Cs en Andalucía no acudieron al acto de homenaje a Blas Infante en el Parlamento.

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“El andalucismo moderno y constitucional cobra hoy más vida que nunca”, proclamó Moreno en el acto institucional en la Cámara autonómica este 5 de julio. Un discurso que estuvo lleno de frases idénticas a las que pronunciaban sus antecesores en la presidencia de la Junta, todos socialistas, señalando eso de que “Andalucía no es más, pero tampoco menos que nadie” o que la comunidad será dique de contención de privilegios de unos territorios de España frente a otros. En fondo y forma, muchas de esas ideas proclamadas ahora por el PP son idénticas a las del PSOE.

No es la primera vez que Moreno se abraza a la bandera blanca y verde, defendiendo un nacionalismo andaluz que nada tiene que ver con el de Cataluña o el País Vasco y que repite la idea de que “si a Andalucía le va bien, a España le va bien”, defendiendo la voz y el peso de sus vecinos, casi ocho millones y medio, en el conjunto del país. Ya en la celebración del día de la comunidad hace dos años, antes de la implosión de la pandemia, el presidente rebautizó el andalucismo con esa coletilla de “moderno y constitucional”, “del siglo XXI”.

Un ojo en Cataluña

Ahora, el discurso vuelve a florecer con fuerza por muchos motivos. Late de fondo el temor a que un acuerdo del Gobierno de Pedro Sánchez con ERC y las concesiones al independentismo catalán perjudiquen a Andalucía en el modelo de financiación autonómica. El actual sistema ya castiga a la región como una de las más perjudicadas junto a la Comunidad Valenciana o Murcia. El temor a ese agravio frente a Cataluña ha puesto en alerta al Gobierno andaluz, de PP y Cs, que exige un reparto “justo” de la tarta de ingresos del Estado y ha retomado el frente común de todos los partidos del arco parlamentario para reclamar una reforma del sistema de financiación al Ejecutivo de Pedro Sánchez. Además, la recuperación económica y el reparto de fondos UE tras la pandemia elevan la vigilancia frente a otros territorios.

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Los indultos a los políticos catalanes presos por el ‘procés’ han redoblado los mensajes de alerta del PP de Moreno desde la Junta de Andalucía para advertir de que no permitirán una revisión del modelo territorial que reabra una España a dos velocidades, en la que los territorios más ricos tengan ventajas respecto a otros con un PIB menor. El presidente exigió un diálogo bilateral con el Estado, tal y como recoge el Estatuto andaluz, en paralelo a la mesa política con Cataluña.

El barón del PP consolida sin ambages ese abrazo al andalucismo que ya dejó claro cuando, tras ser investido presidente, una de sus primeras fotos institucionales fue en una visita al recientemente fallecido exministro de la UCD Manuel Clavero Arévalo. Los populares reivindican la figura histórica de quien propuso 'el café para todos' y dimitió tras negarse a aceptar la fórmula del Gobierno de Adolfo Suárez, que pensaba dejar a Andalucía atrás de las autonomías de primera división.

El PSOE fagocitó el discurso

En aquel referéndum sobre la constitución de la autonomía, la derecha se posicionó en contra de que la comunidad accediera a su estatus por la vía de Cataluña, País Vasco o Galicia, las llamadas nacionalidades históricas. Los andaluces ganaron el envite al Gobierno y el PSOE, que abanderó la lucha con el presidente Rafael Escuredo como adalid de la pelea frente a Madrid —quien, por cierto, llegó a protagonizar una huelga de hambre para exigir que a la región se la considerase de primera—, escribió la parte más épica de ese capítulo de Andalucía en la Transición. El PP se quedó marginado del proceso autonómico y los socialistas tuvieron la habilidad de hacerse con la bandera andalucista, hasta el punto de acabar, muchos años más tarde, fagocitando al extinto Partido Andalucista (PA).

Durante muchos años, las encuestas señalaban que los andaluces identificaban al PSOE como el partido que mejor defendía sus intereses

Durante muchos años, las encuestas señalaban que los andaluces identificaban al PSOE como el partido que mejor defendía los intereses de la comunidad. Los sociólogos señalaban que esa percepción, junto a otros muchos factores, era clave para que el partido encadenara victorias en las elecciones y pudiera gobernar durante 36 años sin alternancia en la Junta. Ya el PP inició con Javier Arenas un viaje al andalucismo para quitarse la espinita de aquella primera etapa de la autonomía. El viraje, que no estuvo exento de fuertes tensiones con la dirección nacional del partido, se consagró cuando los populares se sumaron y votaron a favor de la reforma del Estatuto de Autonomía, en 2007. El nuevo texto se tejió en paralelo al Estatut catalán, incorporando muchos pasajes de este último, que luego recortó el Tribunal Constitucional y que disparó la deriva soberanista. Arenas ordenó sumarse pese a que su partido desde Madrid dio la orden contraria, pero acabó ganando el pulso el entonces líder de la formación en la comunidad.

Pelea en la izquierda

Ya en la izquierda lleva abierta desde hace mucho tiempo una pelea por empuñar la bandera andalucista. Fue el motivo principal de la escisión de Teresa Rodríguez de Podemos. La líder de Anticapitalistas ha hecho de este sentimiento y de esta forma de entender la autonomía su principal argumento, al relanzar semanas atrás Adelante Andalucía y con la advertencia de que España es mucho más que Madrid. El PP ha dejado claro que no piensa quedarse atrás, desde las antípodas ideológicas, al afirmar que pondrá la comunidad por delante de otros intereses partidistas.

También Cs, con un discurso de la presidenta del Parlamento, Marta Bosquet, reivindicó la figura de Blas Infante y de los andaluces que “tomaron conciencia de la importancia de ser los protagonistas” de una región moderna y “lucharon por la libertad, la igualdad y la autonomía”.

Foto: Juan Espadas. (EFE)

El viaje del PP al andalucismo ha sido casi tan largo como ese otro ideológico, del que Alfonso Guerra se burló preguntándose de dónde vendrían para llevar tanto tiempo viajando al centro político. Un debate que sigue hoy más vivo que nunca en la formación de Pablo Casado, que muta en partido de centro moderado o se aproxima a posiciones de derecha más radical según la estrategia elegida para tratar de frenar el ascenso de Vox.

Lo curioso es que durante muchos lustros, los populares interiorizaron que no llegaba al poder por, entre otros muchos motivos, no haber asumido el discurso andalucista y sin embargo accedieron a la Junta en 2018 de la mano de Vox, un partido que abomina del argumentario regionalista de Moreno. El grupo parlamentario de extrema derecha criticó al presidente por haber mostrado “su admiración y orgullo por Blas Infante, un muladí cuyas ideas sectarias son alabadas tanto por PP como por PSOE y Podemos”. “Solo Vox defiende que no hay más patria que España. Los andaluces no quieren nacionalismos que solo traen miserias”, añadieron para desmarcarse del acto institucional.

El PP andaluz no tiene ya complejos de ningún tipo al abrazar el andalucismo junto a la izquierda. El acto de conmemoración del 136 aniversario del nacimiento de Blas Infante, reconocido en el Estatuto como padre de la patria andaluza, sirvió para que el presidente, Juan Manuel Moreno, dejara claro que, en plena ofensiva del independentismo catalán y con Madrid ejerciendo como contrapeso en la tensión territorial, la comunidad piensa mantener un discurso propio.

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