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Batalla política por enarbolar la bandera del andalucismo en pleno desafío catalán
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Batalla política por enarbolar la bandera del andalucismo en pleno desafío catalán

En plena escalada del independentismo, mientras ERC protagoniza la política, los partidos andaluces pelean por la bandera verde y blanca, pero no hay voz propia en el Congreso

Foto: Un niño hace ondear una bandera con los colores de Andalucía. (EFE)
Un niño hace ondear una bandera con los colores de Andalucía. (EFE)

El Partido Andalucista ha muerto. El acta de defunción definitiva es que el Ayuntamiento de Sevilla le ha retirado la titularidad de su caseta de feria cuatro años después de su disolución. Es una anécdota, recogida en la prensa local, pero es reveladora. Ya no hay ningún vestigio del partido nacionalista andaluz, y ocurre cuando el independentismo marca la agenda, ERC protagoniza la investidura de Pedro Sánchez y el PNV gana peso en la política nacional. Justo ahora, Andalucía adolece de voz propia y cunde la sensación de que los andaluces, de la crisis catalana, van a salir muy malparados.

El pasado 4 de diciembre se cumplieron 42 años de las grandes manifestaciones que sacaron a la calle a millones de andaluces y que quebraron el modelo previsto por la UCD para el Estado de las autonomías en España, con comunidades de primera y de segunda. Eso culminó el 28 de febrero de 1980 en un Estatuto andaluz en pie de igualdad con otras comunidades españolas.

Foto: Manifestación encabezada por Isidoro Moreno (segundo por la izquierda), ex secretario general del Partido de los Trabajadores de Andalucía. Opinión
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En la efeméride, vimos a un PSOE andaluz en silencio. Movieron en las redes un artículo de Susana Díaz de un año atrás porque no había nada previsto. Al parecer, los socialistas no están para reivindicar su historia en estos momentos. Observamos a Adelante Andalucía y Teresa Rodríguez asumiendo el discurso más nacionalista, exigiendo voz propia en el Congreso. Una demanda que lleva ya más de dos años chocando con Pablo Iglesias y su modelo centralista en Madrid.

Oímos a un Gobierno de Partido Popular y Cs que abraza 'el andalucismo blando' desde el Ejecutivo, que impulsará la figura de Clavero Arévalo con una medalla con su nombre el próximo Día de Andalucía y que anuncia que prepara la conmemoración por todo lo alto de los 40 años del Estatuto andaluz. Es la manera, dicen los autonomistas, de terminar que quitarse la espinita, porque la derecha andaluza no participó ni apoyó aquellas movilizaciones. Clavero Arévalo, ministro de Cultura en la Transición, abandonó el Gobierno y UCD para abrazar el 'café para todos'. Cs nunca ha tenido discurso autonomista. El tercer aliado, Vox, el que tiene la llave del Gobierno, pide derogar las autonomías.

Silencio en Madrid

Esto ocurre en Andalucía, con los partidos a tortas por la herencia, diminuta, del Partido Andalucista, pero de Despeñaperros hacia arriba la falta de voz es atronadora. Nunca antes había existido tanta sordina y tan poco peso específico de los políticos andaluces. Y eso en pleno conflicto territorial. No hay referentes para el andalucismo.

“Habría que estar muy preocupado, pero no solo por la ausencia de un nacionalismo andaluz. Es que no somos ni conscientes de que puede haber ahora ya de verdad una propuesta de reconfiguración del Estado, del modelo territorial, con cláusulas especiales para Cataluña y el País Vasco, que está muy armado y es clave para la investidura de Pedro Sánchez, pero no hay ninguna voz en el Congreso que pueda defender el rango autonómica que Andalucía consiguió en el 77 y el 80 y que mantuvimos en las reformas de estatutos de segunda generación de 2007”, asume Antonio Manuel, doctor en Derecho, escritor y reconocido activista andaluz.

Foto: La presidenta de Andalucía, Susana Díaz, consulta su móvil durante la inauguración del congreso federal del PSOE, el pasado sábado. (EFE)

En 1977 se vivió la reivindicación de la autonomía como “el Vademécum para nuestros males”. “Frente a la dictadura y al centralismo, la respuesta natural fue libertad y autonomía”, señala este profesor en la Universidad de Córdoba, que cree que ahora estamos “en las antípodas”.

Las reformas de los estatutos

Antonio Manuel habla de un fenómeno político que cree que aún no se ha examinado con profundidad. “Tras conseguir la autonomía de primera, el PSOE abandera y acaba fagocitando el discurso andalucista. Ocupa un espacio simbólico que es el de la izquierda andaluza y condena a los márgenes al andalucismo y a la izquierda. Todos aceptan el rol que se les asigna”, asegura. Eso cambia recientemente. “En los últimos tiempos, especialmente con Susana Díaz, el PSOE se ha revelado en su verdadera naturaleza, abandonando ese espacio de forma natural. Renuncia a la izquierda pactando con Cs y renuncia a Andalucía apostando por la investidura de Rajoy o apoyando el 155 en Cataluña. Se desmarca de su tradición simbólica. Adelante Andalucía intenta ocupar ese espacio que había dejado vacío Díaz, pero lo hace en un contexto hostil. Además, fruto de esa identificación natural, la gente culpa de sus males a la Junta y a la autonomía. Andalucía deja de ser la solución para convertirse en el problema”, señala.

"Se habla mucho de cómo se recorta el Estatuto de Cataluña, pero se habla muy poco de cómo Andalucía deja de aspirar a la que más”

Los expertos analizan que el avance del independentismo en Cataluña arranca cuando el Tribunal Constitucional pasó el cepillo al Estatut refrendado por los catalanes. En Andalucía también ocurrió, pero la reacción ha sido la contraria. “Cuando se reforman los estatutos de segunda generación, vuelven a verse las orejas al lobo y a constitutirse movimientos ciudadanos. Yo pertenecí con Escuredo, Clavero, Rojas Marcos y Pimentel a Andaluces Levantaos, intuyendo que podía haber estatutos a los que se les otorgase mayor rango autonómico y eso desnaturalizase lo conseguido por Andalucía. Por eso intentamos que al menos en el Preámbulo del Estatuto andaluz apareciera la palabra 'nacionalidad' o la invocación a una ‘realidad nacional”, rememora Antonio Manuel. “Andalucía no alcanzó en su Estatuto en 2007 el rango de Cataluña y además el Tribunal Constitucional utilizó el Estatuto de Andalucía para marcar el suelo de las más altas. Desde entonces, el proceso desautonómico del TC es muy grave. Ese es el punto de inflexión. Se habla mucho de cómo se recorta el Estatuto de Cataluña, pero se habla muy poco de cómo Andalucía deja de aspirar a la que más”, añade.

Un nacionalismo débil

El catedrático de Historia en la Universidad de Jaén Salvador Cruz Artacho no considera tan alarmante que no haya un partido estrictamente andaluz. “En Andalucía, no se ha requerido necesariamente de la construcción previa de una opción política nacionalista ni en la II República, ni en tiempos de Blas Infante ni en la Transición. Ahí estaban organizaciones como los sindicatos de clase, el Partido Comunista de Andalucía o el PSOE. Es cierto que en el escenario de ahora la vía mejor para defender los intereses del territorio es contar con un instrumento político concreto, pero en Andalucía no ha sido necesariamente así”, puntualiza.

Existía el Partido Socialista Andaluz o el Partido Andalucista, pero “desde Andalucía se consiguió definir el diseño del mapa de la España autonómica en otros términos a los que inicialmente había diseñado el Gobierno de la UCD, no solo con actores políticos sino también con actores sociales y sobre todo con la movilización de la ciudadanía. En esa lucha, hay mucha más gente”, defiende Cruz Artacho. Nada hace pensar que hoy en día los andaluces fueran capaces de echarse a la calle a defender sus derechos como españoles de primera frente a privilegios en otras comunidades españolas. Sin embargo, el catedrático de Historia avisa de que también entonces “la movilización social cogió por sorpresa” a los partidos en Madrid. “Nunca pudieron pensar que Andalucía tuviera en este debate el peso relevante que consiguió en el 78, 79, en el 80, y sin embargo ocurrió. La movilización ciudadana partió de la base y cogió desprevenidos a los actores políticos. La dimensión territorial, poblacional, económica que Andalucía tenía la sigue teniendo ahora en el conjunto del Estado”, apunta.

Foto: Fotos: Colección M. Peña.

Hasta ahora, los andaluces, que dicen en todas las encuestas sentirse igual de andaluces que españoles, han identificado el Estado de bienestar con el Estado de las autonomías, t el avance conseguido por la comunidad ha ido de la mano del modelo descentralizado. “Ese ha sido su aval”, señala Cruz Artacho. Tras el subidón electoral de Vox en Andalucía, ¿podríamos hablar de una españolización? “Si se analiza el detalle de las encuestas, creo que en líneas generales la sociedad andaluza valora positivamente el balance del Estado autonómico, la identidad política andaluza resiste bien. Otra cosa es el debate que hay con Vox, la gestión, el balance de las políticas concretas, los problemas de mala gestión, de mayor o menor eficiencia en la aplicación de los recursos, la corrupción... Todo esto plantea un debate sobre la necesidad de replantearse una reformulación, una revisión de qué puede funcionar mejor dentro del Estado autonómico, y aquí hay quien plantea directamente su derogación, pero creo que resiste bien”, responde el catedrático jiennense.

Para Antonio Manuel, el problema es que “Vox ha aglutinado bajo un solo símbolo todos los discursos ‘anti’. Situándose siempre al margen de los demás. Al otro lado hay una división clarísima, tanto en la izquierda como en la derecha. El PP está abrazando un andalucismo amable para distanciarse de Vox. El PSOE andaluz está sin discurso y Adelante Andalucía con debilidad, sin voz en el Congreso por el control tan brutal que tiene Pablo Iglesias del partido”, reflexiona. "No hay ultraderecha en Cataluña, Euskadi o Galicia: donde hay más conciencia de pueblo, no avanza Vox".

El discurso federal

“El partido nacionalista andaluz ha sido el PSOE. Me parece que a Andalucía le correspondería ahora hacer una reflexión y lanzar un discurso que lleva enterrado demasiado tiempo, debería asumir el discurso federal más que subirnos al carro del discurso nacionalista. Le correspondería al PSOE andaluz enarbolar esa bandera y empezar a trabajar en pos del federalismo basado en la solidaridad, en una estructura de Estado que nos permita el autogobierno pero siempre regulada desde el centro, desde el Estado, desde la Constitución, y con base en un principio de solidaridad. Es el momento perfecto, precisamente porque en Andalucía un discurso nacionalista no ha calado nunca y enarbolarlo ahora sería artificioso. Nos corresponde imbuir de racionalidad federal ese discuso deslavazado y basado en consignas sentimentales, pura emocionalidad...”, defiende la profesora de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla Blanca Rodríguez.

Foto: Susana Díaz y Pedro Sánchez en la sede socialista de Madrid, en la noche de las primarias, el pasado 21 de mayo. (EFE)

El PSOE andaluz estuvo en esa posición hasta hace unos cinco años, auspiciando la Declaración de Granada de 2012 o documentos de debate dentro de la Fundación Alfonso Perales, clausurada por Susana Díaz. Después, ese discurso federalista desapareció. Para muchos, el PSOE andaluz debería hacer “examen de conciencia” y ligar su regeneración pendiente a ese debate. “Sería una línea de oposición muy potente”, admite esta profesora de Derecho Constitucional. Rodríguez está convencida de que a Andalucía le toca alejar el debate territorial “de las dinámicas de negociación bilateral en que se ha basado siempre el Estado de las autonomías, y ahora exacerbadamente”. “Deberíamos alejarnos de los discursos de luchas bilaterales y los discursos independentistas. Eso ha estallado y tiene fecha de caducidad. No ha existido un diseño a largo plazo. Esa dinámica ha servido 25 o 30 años, pero ya está. No da para mucho más. Hay reformas federales que se pueden hacer dentro del marco constitucional y habría que hacerlas ya, y nos daremos cuenta además de que habría que reformar la Constitución”, concluye. “Querer a alguien o a algo no es impedir que crezca sino todo lo contrario”.

Los "brotes verdes" del andalucismo

El profesor de Derecho Civil Antonio Manuel Rodríguez rechaza el pesimismo y habla de "brotes verdes" del andalucismo en la ciudadanía, la música, el cine. Forma parte de la plataforma ciudadana Andalucía Viva, que el pasado domingo 1 de diciembre promovió una manifestación en Córdoba. 

Estuvo encabezada por movimientos ciudadanos y vecinales, después sindicatos y un tercer bloque de partidos. Ni PSOE, ni CCOO ni UGT acudieron.

"Vuelvo a escuchar música que se hace en andaluz y que vuelve a sonar a ese ecosistema que había en los setenta, aunque quizá no responda a un compromiso político, pero es verdad que los raperos cantan en andaluz, que la nueva ola sevillana de grupos como Derby’s Motoreta Burrito Kachimba, los Guadalupe, los Califato ¾, los mismos Planetas... Hay como un reencuentro con lo andaluz. También entre los flamencos, mira Rocío Márquez", asegura.

"A mayor españolismo, hay una reacción, eso está pasando de forma natural. Es verdad que no hay unos referentes, pero hay pequeños brotes verdes", asegura este activista. El pasado domingo, defiende que reunieron en Córdoba "a más de 5.000 personas" y que en esa manifestación "olía a nuevo". Repasa el cine andaluz, Benito Zambrano, la serie 'La peste', la película 'La trinchera infinita', el propio Carnaval de Cádiz, todo se está tiñendo de andalucismo, eso está pasando. Son nuevos brotes culturales". 

 

El Partido Andalucista ha muerto. El acta de defunción definitiva es que el Ayuntamiento de Sevilla le ha retirado la titularidad de su caseta de feria cuatro años después de su disolución. Es una anécdota, recogida en la prensa local, pero es reveladora. Ya no hay ningún vestigio del partido nacionalista andaluz, y ocurre cuando el independentismo marca la agenda, ERC protagoniza la investidura de Pedro Sánchez y el PNV gana peso en la política nacional. Justo ahora, Andalucía adolece de voz propia y cunde la sensación de que los andaluces, de la crisis catalana, van a salir muy malparados.

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