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La democracia (ahora) es votar cada 2,8 años: cómo acabar con las elecciones anticipadas
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SE HAN VUELTO LA NORMA

La democracia (ahora) es votar cada 2,8 años: cómo acabar con las elecciones anticipadas

Alfonso Rueda ha sido el último en adelantar la cita de los gallegos con las urnas. La tendencia, que antes practicaron Sánchez o Ayuso, está de moda. ¿Pero cuáles son sus consecuencias para la estabilidad del país o la economía?

Foto: El Presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda, ejerce su derecho al voto acompañado de sus hijas en Pontevedra. (EFE/Salvador Sas)
El Presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda, ejerce su derecho al voto acompañado de sus hijas en Pontevedra. (EFE/Salvador Sas)

A los gallegos les tocaba volver a las urnas para escoger presidente el próximo verano, pero Alfonso Rueda decidió hace unos días adelantar los comicios al próximo 18 de febrero. Podría haber agotado su mandato, o incluso haber vuelto a ubicar la votación en primavera —su antecesor, Alberto Núñez Feijóo, se vio obligado a desplazar las anteriores del 5 abril al 12 de julio por razones pandémicas de fuerza mayor—, pero el mandatario popular ha argüido que el motivo del adelanto es "proteger a Galicia de todo el barullo electoral en el que consiguieron hundir la política nacional".

La realidad es que Rueda, como tantos otros antes que él, ha hablado con sus asesores y sacado la calculadora: adelantar las elecciones en un momento en el que toda la oposición está reconfigurándose y sus posibilidades de revalidar la mayoría absoluta son máximas. La convocatoria ha pillado a contrapié a los partidos de izquierda y les ha obligado a buscar candidatas de urgencia que han ido presentando en los últimos días. Marta Lois, que se preparaba para pasar los próximos años en Madrid como portavoz de Sumar en el Congreso, ha hecho las maletas de vuelta a Galicia.

Por el otro lado, el adelanto ha sorprendido también a Vox, que aspira a infiltrarse por primera vez en Galicia tras varios intentos infructuosos. A día de hoy aún no han presentado candidato. Y por último, los 54 días que la ley electoral prevé entre la disolución del Parlamento y las elecciones no entienden de festividades. Estas tres semanas suponen tiempo ganado para el candidato incumbente.

La estrategia del delfín de Feijóo no es inédita. De hecho, la política española parece haberse vuelto adicta a pulsar el botón de las urnas mucho antes de lo que toca. Si las encuestas van bien, adelanto electoral al estilo Ayuso. Si las encuestas van muy mal, adelanto electoral al estilo Sánchez. E incluso si las encuestas —como sucede en Galicia— parecen estables pero las circunstancias acompañan, adelanto electoral.

Galicia ha visto cómo sus ciclos electorales han ido acortándose desde los años ochenta, cuando las legislaturas realmente oscilaban en torno a los 1461 días (cuatro años más el 29 de febrero bisiesto de rigor) hasta las dos últimas, que han durado 1386 y 1316 días respectivamente.

En otras comunidades autónomas ha pasado exactamente lo mismo: la legislatura que sucedió a las primeras elecciones autonómicas andaluzas (de 1982 a 1986) duró 1491 días, una longitud que nunca se ha vuelto a repetir. En parte, por el papel jugado por Susana Díaz, que anticipó dos veces las elecciones, primero para sacudirse la inestabilidad de sus socios, la coalición Izquierda Unida / Los Verdes / Convocatoria por Andalucía, y segundo para maximizar sus opciones ante una oposición que amenazaba con expulsar al PSOE del Palacio de San Telmo, como sucedió finalmente.

Más tarde, Juanma Moreno, presidente andaluz con el apoyo de Ciudadanos, tomó nota de lo que Isabel Díaz Ayuso y Alfonso Mañueco habían hecho, un año y cuatro meses antes respectivamente, y también convocó elecciones adelantadas, esta vez con el pretexto de la inflación y la imposibilidad de formar nuevos presupuestos. Cuando las elecciones de tu vecino veas adelantar, pon tus urnas a desempolvar, debió pensar. Tras estos comicios, al igual que la premier madrileña, mandó a su socio liberal de coalición al rincón del pensar y obtuvo la mayoría absoluta de la que presume hoy.

Los grandes perdedores de los adelantos

Ciudadanos sucumbió como partido en un cúmulo de elecciones adelantadas que tuvieron lugar en apenas un año. Podemos resistió un poco más, pero también acabó desangrándose antes de tiempo. Los ingleses llaman a este fenómeno snap election y no por casualidad, porque snap se traduce como chasquido, algo que el Diccionario de la Real Academia describe sabiamente como "ruido seco y súbito, especialmente el que se produce al partirse algo quebradizo".

Pero sin duda, en un diccionario político, la imagen que aparecería junto a la definición de adelanto electoral debería ser la de Pedro Sánchez. Tras el batacazo de su partido y de sus socios en las municipales del 28 de mayo, el presidente del gobierno tomó la audaz decisión de convocar anticipadamente a los españoles a las urnas, adelantando en casi cuatro meses el fin de la legislatura.

No era su primera vez, ya se vio abocado a hacerlo en 2019, tras el rechazo del Congreso de los Diputados a sus presupuestos. Esta segunda vez, sin embargo, fue idea suya y le salió mucho mejor de lo que nadie esperaba, revalidando su mandato.

Stuart Turnbull-Dugarte: "Las elecciones anticipadas son cada vez más la norma"

Paradójicamente, España había ido teniendo desde los años ochenta legislaturas cada vez más prolongadas. Pero llegó 2015, se fracturó el bipartidismo, emergieron nuevos actores y de repente todo saltó por los aires.

"Las elecciones anticipadas son cada vez más la norma", explica a El Confidencial Stuart Turnbull-Dugarte, profesor en la Universidad de Southampton y autor de varios artículos académicos sobre las snap elections en la política europea. "Ya miremos a España, a los Países Bajos, al Reino Unido o cualquier otro lugar, las elecciones anticipadas no son infrecuentes y van en aumento". Las causas de estas convocatorias anticipadas a las urnas son, para Turnbull-Dugarte, muy parecidas: "La inestabilidad política", explica, "si bien España es particularmente inestable, me temo que el adjetivo describe a muchas democracias europeas estos días".

En Reino Unido lo saben mejor que nadie, cuando entre el 5 de septiembre y el 22 de octubre de 2022 encadenaron tres primeros ministros: Boris Johnson, Liz Truss que apenas estuvo 49 días y el actual, Rishi Sunak, que ya baraja convocar otras elecciones anticipadas el año que viene para paliar la debacle del partido conservador.

¿Una herramienta para autócratas?

El motivo más evidente por el que un gobernante anticipa una convocatoria de elecciones es para favorecer, de una forma u otra, los intereses de su partido. Un estudio del Instituto de Investigación para la Paz de Oslo comprobó que aquellos regímenes autocráticos que variaban a menudo la fecha de las elecciones solían perdurar más en el tiempo. "Los análisis estadísticos de todos los regímenes electorales autocráticos en el periodo posterior a la 2ª Guerra Mundial proporcionan apoyo a esta proposición y sugieren que los regímenes que tienen elecciones menos regulares son más duraderos", explica el autor de la investigación, Håvard Nygård.

Guardando las debidas proporciones con el caso español y el resto de democracias europeas, las bases son parecidas: quien gobierna aprovecha el mejor momento para convocar el plebiscito de acuerdo a sus intereses, obstaculizando el progreso de sus rivales o la acción colectiva de la sociedad civil.

"Las elecciones anticipadas son un papel tornasol que revelan la confianza de los constituyentes en el gobernante", explicaba Dorjana Popovska, investigadora en la Universidad Central Europea de Budapest que ha analizado el papel de estos comicios exprés en países como Macedonia del Norte. "En el momento adecuado, son una herramienta para elevar mayorías o perpetuarse en el poder. En las democracias iliberales, a diferencia de las liberales, los resultados del proceso democrático no son inciertos, o al menos esa incertidumbre se ve significativamente reducida".

"En el momento adecuado, son una herramienta para elevar mayorías o perpetuarse en el poder"

Turnbull-Dugarte, sin embargo, no asocia un incremento de elecciones anticipadas a una menor calidad democrática. "No estoy seguro de que las elecciones anticipadas estén asociadas con un giro hacia una democracia antiliberal, pero definitivamente son un síntoma de una creciente volatilidad electoral", indica. "Los gobiernos de coalición y minoritarios son la nueva normalidad y el número de socios de coalición también está aumentando a medida que los votantes expresan sus preferencias políticas a través de un catálogo cada vez mayor de alternativas partidistas". Es lo que se conoce como la holandización de la política europea. "Más actores en el ámbito partidista resultan en negociaciones más duras y gobiernos más inestables, lo que significa que las elecciones anticipadas son cada vez más probables".

Un análisis realizado este año por el Pew Research estadounidense se preguntaba eso mismo: ¿qué está pasando en Europa para que haya países que cambian de gobierno cada dos años?

En este análisis, España no salía demasiado mal parada con un gobierno cada 2,8 años, solo superados por Alemania, Hungría, Malta y Luxemburgo, únicos países que superan los cuatro años. Otros viven en un caos electoral permanente como Países Bajos, Italia o Bélgica, cuyas legislaturas suelen agotarse antes del año en un análisis realizado entre 1945 y 2022.

Cómo acabar con los adelantos electorales

"Los resultados muestran que, en las elecciones sorpresa, los partidos de la oposición reclutan a menos candidatos y de menor calidad, gastan menos dinero en las campañas, coordinan a sus candidatos de forma menos efectiva y en último caso reciben menos votos y escaños", escribía Charles McClean, de la Universidad de Harvard, en el estudio que hizo al respecto en 2021 sobre la poca preparación de la oposición para contrarrestar este tipo de elecciones.

placeholder La candidata para la Presidencia de la Xunta de Galicia, Marta Lois y la líder de Sumar, Yolanda Díaz, durante la presentación de la candidatura de Sumar Galicia. (Europa Press/César Arxina)
La candidata para la Presidencia de la Xunta de Galicia, Marta Lois y la líder de Sumar, Yolanda Díaz, durante la presentación de la candidatura de Sumar Galicia. (Europa Press/César Arxina)

La literatura académica no es demasiado optimista al respecto de que la situación pueda revertirse. En los casos en los que un partido pierde las elecciones anticipadas y es reemplazado por otro partido o coalición, cede al mismo tiempo la posibilidad de que estos utilicen el timing electoral para sus intereses. Sin embargo, con cada convocatoria adelantada se pierde el factor sorpresa y, como le sucedió a Susana Díaz, puede que alguna de esas elecciones sean sus últimas.

En su estudio centrado en regímenes autocráticos como Singapur, Nygård observó que, dado que el gobierno acababa convocando elecciones adelantadas de una forma regular, el resto de la cámara comenzó a adaptarse a ello. "Es plausible que la oposición, con el tiempo, aprenda a anticiparse a las elecciones anticipadas y de forma consecuente se adapten y preparen mejor para estas en años no electorales".

Como ejemplo de esto encontramos, en Galicia, que pocos días después del anuncio de elecciones autonómicas para el 18 de febrero, Sumar, Podemos y Esquerra Unida han alcanzado un preacuerdo exprés para concurrir juntos a las elecciones, con Lois como única candidata... aunque finalmente ha naufragado tras una consulta interna y Podemos presentará marca propia con Isabel Faraldo como candidata. En cualquier caso, lo que para las generales del verano pasado supuso varias semanas de agonía, ahora se ha resuelto en días. Esto también es una consecuencia de que la política española empieza a desarrollar resistencias al virus del adelanto electoral.

A los gallegos les tocaba volver a las urnas para escoger presidente el próximo verano, pero Alfonso Rueda decidió hace unos días adelantar los comicios al próximo 18 de febrero. Podría haber agotado su mandato, o incluso haber vuelto a ubicar la votación en primavera —su antecesor, Alberto Núñez Feijóo, se vio obligado a desplazar las anteriores del 5 abril al 12 de julio por razones pandémicas de fuerza mayor—, pero el mandatario popular ha argüido que el motivo del adelanto es "proteger a Galicia de todo el barullo electoral en el que consiguieron hundir la política nacional".

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