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Lo que comparten la elección papal de 1271 y la UE: el papel del cansancio para cerrar acuerdos
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Lo que comparten la elección papal de 1271 y la UE: el papel del cansancio para cerrar acuerdos

En la Unión Europea se negocia por cansancio, con madrugadas eternas y conversaciones maratonianas hasta que los dos lados acaban cediendo

Foto: Bandera de la Unión Europea junto a varias banderas de los países pertenecientes, durante la reunión informal ministerial de Igualdad. (Europa Press / Eduardo Sanz)
Bandera de la Unión Europea junto a varias banderas de los países pertenecientes, durante la reunión informal ministerial de Igualdad. (Europa Press / Eduardo Sanz)

En 1269 las autoridades de Viterbo (Italia) habían tenido suficiente. Los cardenales llevaban meses de reuniones intermitentes, desde noviembre de 1268, sin decidir quién sería el nuevo papa, así que decidieron encerrar a los electores en el palacio papal de Viterbo, donde se estaban celebrando los encuentros, ya que era donde había muerto el anterior pontífice, Clemente IV, y obligarlos a ponerse de acuerdo. Se les restringieron las comidas e incluso se llegó a retirar parte del techo del palacio. Al final, en 1271, con dos de los cardenales muertos y uno que había decidido renunciar a su derecho a voto, se eligió a Gregorio X. La Unión Europea se compara habitualmente con el Imperio Austro-Húngaro por ser una unión de múltiples nacionalidades, no siempre muy bien ensambladas, pero en sus métodos y costumbres se asemeja más a la Iglesia Católica. Y la elección papal de (1268-1271), considerada la más larga de la historia, es una buena muestra de ello.

En Viterbo y en Bruselas hay una estrategia común: las negociaciones, a veces, hay que resolverlas por agotamiento. La negociación para acordar la primera ley sobre inteligencia artificial ha llamado la atención fuera de Bruselas porque los colegisladores, es decir, los negociadores del Parlamento Europeo, el Consejo de la UE y la Comisión Europea, han pasado 34 horas encerrados. No es para nada extraño en la historia de la Unión Europea. Estas negociaciones entre instituciones, los conocidos como "trílogos", son muy duras. El acuerdo sobre la legislación que establece el mercado europeo de derechos de emisiones (ETS) costó casi 40 horas de negociaciones en la última ronda de conversaciones.

La Unión es un club de 27 Estados miembros con intereses muy diferentes y prioridades que en algunas ocasiones chocan frontalmente, pero que tienen que ponerse de acuerdo para que todo funcione, y eso incluso antes de ponerse a negociar con un parlamento de 705 eurodiputados de partidos muy diferentes. En muchos campos existe la necesidad de alcanzar la unanimidad y en otros es necesaria una mayoría cualificada de los Estados miembros. Eso no es nada fácil de conseguir. En ocasiones las cesiones son tan dolorosas que la única manera de hacer que sean asumibles es haciendo que la alternativa, seguir encerrados, sea peor.

Foto: Bandera de la Unión Europea. (EFE/Philipp von Ditfurth)

Pero estas reuniones no son eternas únicamente a nivel técnico. Los jefes de Estado y de Gobierno también son sometidos a las técnicas de Viterbo. En 2020, los líderes europeos gestionaban la pandemia e intentaban responder a los llamamientos de algunos países del sur del club, como Italia o España, que exigían que hubiera algún tipo de fondo común para financiar la recuperación de los países más afectados por el coronavirus. Durante esos meses las reuniones habían sido telemáticas, pero Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, el encargado de decidir cómo se celebran estos encuentros de líderes y cuál debe ser la agenda, sabía que por videoconferencia, el factor del cansancio, tan importante en los compromisos europeos, no era posible.

Así que Michel encerró a todos los líderes en el edificio del Consejo Europeo y los sometió a una tortura por partes. Los reunía a todos juntos y luego los hacía pasar por sus despachos en grupos pequeños, desesperando al resto de líderes y al pequeñísimo grupo de diplomáticos y asesores que pudieron meter en el edificio. Era su particular manera de reducir las raciones de comida y de retirar el techo del palacio papal. Pasaron 90 horas de negociaciones hasta que cerca de las seis de la mañana del quinto día, Michel escribió un escueto mensaje en redes sociales: "¡Acuerdo!". La UE daba el paso de emitir por primera vez de forma masiva eurobonos, deuda común, para financiar un Fondo de Recuperación que transferiría dinero a fondo perdido a los países más afectados, además de créditos ventajosos. Durante esos cinco días se había vivido un carrusel de emociones en el que el acuerdo estuvo en ocasiones al alcance de la mano y en el que la ruptura total de las negociaciones se vio cerca en algunos momentos. Al final, ante el riesgo de asumir el fracaso total, los líderes europeos habían sido exprimidos hacia el acuerdo.

Y ese encuentro, durísimo, que ha marcado toda una época, con diplomáticos recordando todavía hoy la extraña sensación de dormir en los sofás de las delegaciones durante días, ni siquiera es la cumbre más larga de la historia: los líderes europeos se quedaron 25 minutos cortos. La reunión más larga fue la de Niza en diciembre del año 2000, cuando los jefes de Estado y de Gobierno de los por entonces 15 socios europeos se reunieron entre el 7 de diciembre por la mañana y el 11 de diciembre a las 5:30 de la madrugada para acordar una reforma de los tratados que duró solamente unos pocos años.

Cuando hay demasiadas diferencias, nada ayuda más a superarlas que crear entre todos los líderes europeos un objetivo común: poner fin al sufrimiento de seguir encerrados durante días sin perspectiva de que se alcance ningún pacto. Es la manera de negociar en la Unión Europea. Aquella elección de Viterbo fue tan efectiva que el papa elegido, Gregorio X, decidió usarla como base para el nuevo sistema, por lo que en el Concilio de Lyon estableció las bases de los cónclaves papales aprovechando las lecciones de Viterbo. La Iglesia ha sobrevivido 752 años desde entonces, así que quizás la Unión, cuya obsesión continua es evitar la división y mantenerse unida, puede considerar que es un buen ejemplo a seguir.

El Gregorio X de la UE

Pero la elección papal (1268-1271) tiene más cosas en común con la Unión Europea. En aquel encuentro había dos grandes grupos de cardenales, aquellos que querían la elección de un papa pro-francés que apoyara las aventuras de Carlos de Anjou en el sur de Francia, y el sector italiano, que buscaba un candidato que rompiera esa dinámica por la que se había entregado al hermano del rey de Francia los reinos de Nápoles y Sicilia. La división era total, incluso cuando las condiciones empezaron a ser pésimas. Al final, la única solución posible para romper el bloqueo fue pensar en algo que se saliera del guión. Si ninguno de los dos lados podía imponer a sus candidatos y los cardenales estaban ya desesperados por salir del palacio papal de Viterbo, había que buscar una solución creativa. Y eso es algo también muy propio de la Unión Europea.

Los cardenales de Viterbo decidieron elegir a un tipo que se encontraba en ese momento en Acre participando en la Novena Cruzada. Su nombre era Teobaldo Visconti y aunque había estado estrechamente ligado con la Iglesia, siendo archidiácono de Lieja, su elección fue toda una sorpresa: hubo que ordenarlo sacerdote antes de poder coronarlo como sumo pontífice.

Foto: Charles Michael. (Reuters/Johanna Geron)

La Unión Europea también es capaz de encontrar soluciones creativas cuando la enorme división y el hecho de ser 27 socios distintos hace que el acuerdo se atragante. Los líderes europeos lo han demostrado recientemente: el primer ministro húngaro Viktor Orbán se opone frontalmente a la apertura de negociaciones de adhesión de Ucrania a la Unión, un contratiempo importante teniendo en cuenta que requiere el apoyo unánime de los Estados miembros. El canciller alemán Olaf Scholz tuvo la idea que acabaría por desbloquear la situación: Orbán saldría de la sala de reuniones justo cuando se fuera a votar la apertura de negociaciones con Ucrania, así se adoptaría por unanimidad al no haber ningún voto en contra y el primer ministro húngaro podría mantener su palabra de no apoyar la adhesión de Kiev.

La negociación en Europa requiere de muchas de las cosas que estaban presentes en Viterbo hace siete siglos y medio. Negociación por cansancio para acercar posturas que parecen irreconciliables y creatividad para solucionar esos últimos problemas que ni siquiera el cansancio es capaz de resolver. La Unión, por mucho que algunos federalistas quieran americanizarla, se parece más a la curia romana que al teatro de poder de Washington.

En 1269 las autoridades de Viterbo (Italia) habían tenido suficiente. Los cardenales llevaban meses de reuniones intermitentes, desde noviembre de 1268, sin decidir quién sería el nuevo papa, así que decidieron encerrar a los electores en el palacio papal de Viterbo, donde se estaban celebrando los encuentros, ya que era donde había muerto el anterior pontífice, Clemente IV, y obligarlos a ponerse de acuerdo. Se les restringieron las comidas e incluso se llegó a retirar parte del techo del palacio. Al final, en 1271, con dos de los cardenales muertos y uno que había decidido renunciar a su derecho a voto, se eligió a Gregorio X. La Unión Europea se compara habitualmente con el Imperio Austro-Húngaro por ser una unión de múltiples nacionalidades, no siempre muy bien ensambladas, pero en sus métodos y costumbres se asemeja más a la Iglesia Católica. Y la elección papal de (1268-1271), considerada la más larga de la historia, es una buena muestra de ello.

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