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El pacto navarro, bumerán envenenado para PNV y PSE en las elecciones vascas
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Primero los presos, ahora, Pamplona

El pacto navarro, bumerán envenenado para PNV y PSE en las elecciones vascas

La orden de Ferraz de entregar Pamplona a Bildu hipoteca a los socialistas vascos, que reiteran que no pactarán con Otegi. El PNV apaga alarmas: no ve cambios en las alianzas en Euskadi “a corto plazo”

Foto: El presidente del PNV, Andoni Ortuzar. (EFE/Fernando Villar)
El presidente del PNV, Andoni Ortuzar. (EFE/Fernando Villar)
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El pacto alcanzado en la tarde noche de ayer en la capital navarra golpeará con fuerza a los partidos vascos, inmersos en la carrera electoral hacia las elecciones autonómicas en primavera. El PSE ha comprometido su palabra en que “jamás” sus votos harán lehendakari a un candidato de Bildu, pero la orden de Ferraz de entregar la Alcaldía de Pamplona mina el crédito de los socialistas vascos, que sostienen en solitario el “suelo ético” mientras Pedro Sánchez y su escudero navarro, Santos Cerdán, caminan en otra dirección. El acuerdo, asumen, les pone en situación de debilidad, “otra vez en la encrucijada”. La posibilidad de una alianza de Bildu y el PSE para gobernar en Euskadi vuelve a sobrevolar.

¿Por qué en Pamplona sí, pero en Vitoria no? Es la pregunta que deben ahora responder el PSE, y también el PNV, en el País Vasco, donde sus pactos de coalición acumulan una herencia enorme, pero se ven cada vez más amenazados por el empuje electoral de Bildu. Y ese es el interrogante que ha lanzado Arnaldo Otegi al vuelo: "Empiezo a preguntarme, ¿por qué no es posible en la Diputación de Gipuzkoa y en el Ayuntamiento de Vitoria?". Allí el apoyo gratuito del PP tras las elecciones del 28-M brindó los gobiernos al PNV y al PSE, respectivamente. Cordón sanitario a Bildu en Euskadi, sí; en Navarra, ya no.

La respuesta rápida por el momento es que lo de Pamplona responde únicamente a “dinámicas locales”, razonan en el PSE, ajeno al acuerdo entre Bildu, el PSOE y el PNV, más la marca de Podemos en Navarra. En su caso, Andoni Ortuzar ha justificado la moción de censura por la “parálisis” de UPN en el ayuntamiento, al que los socialistas no se atrevieron a desbancar en junio, en juego como estaban las elecciones generales.

La explicación de fondo de por qué se pacta en Navarra con Bildu, pero no en Euskadi, es más compleja. Fuentes de los socialistas vascos consultadas por El Confidencial insisten en que la realidad política de ambas comunidades es distinta, y que a ellos los separa un abismo con la vieja Batasuna, por más que Otegi ceda el testigo del cartel electoral. No solo en la cuestión ética, también en la cuestión educativa, en la imposición del euskera y en el derecho a decidir, que los nacionalistas insisten en introducir en el futuro Estatuto vasco.

Foto: Eneko Andueza, secretario general del PSE. (EFE/Fernando Alvarado)

El partido de Eneko Andueza se resiste. No hay ninguna opción de pactos en Euskadi, recalcan. Ellos son la única garantía de estabilidad y moderación del nacionalismo, defienden. “El PSOE de Euskadi no va a hacer lehendakari al candidato de Bildu”, zanjó el candidato socialista a lehendakari en su presentación en Madrid, a principios de este mes. El portazo retumbó, pero la maniobra en Pamplona deja otra vez entreabierta esa puerta. Y al PSE en incómoda posición.

Otegi le ha enmendado la plana este miércoles. “Me parecen muy frívolas e irresponsables. No generan un clima político constructivo y son poco sólidas en términos políticos. ¿Por qué las mayorías progresistas funcionan en Navarra y en Madrid y en el País Vasco hay otro tipo de alianza e incluso se mete en la ecuación al PP? Cada vez es más difícil sostener esa tesis con solidez política”.

También el PNV es consciente de que la operación navarra es de alto riesgo para sus intereses en Euskadi, donde su marca está a la baja. Pero sabe que no es lo mismo expulsar a la derecha navarra de UPN que a ellos, socio fundamental del Gobierno de Sánchez en el Congreso. Sus cinco diputados ejercen con los siete de Junts un claro contrapeso en la carga hacia la izquierda de Bildu y ERC, que el PSOE también necesita para equilibrar.

La duda no es solo si PSE y Bildu pactarán, está por ver si el PNV tiene alicientes para explorar un giro estratégico hacia el soberanismo con su rival

Pero la duda ya no es solo si el PSE puede propiciar gobiernos con Bildu. Está por ver si los de Andoni Ortuzar hallan ahora alicientes para explorar pactos con su rival nacionalista y emprender un giro estratégico hacia el soberanismo aprovechando la revisión territorial en esta nueva legislatura con Sánchez en la Moncloa. Fuentes de Sabin Etxea insisten hoy en alejar “esos dos escenarios” de pactos alternativos “a corto plazo”. Cuando las urnas hablen, todo se verá.

Foto: Ortuzar, Urkullu y el flamante candidato, Imanol Pradales, en el aniversario de la muerte de Sabino Arana. (EFE/Luis Tejido)
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Hay que recordar que el apoyo gratuito del PP tras las elecciones municipales y forales de mayo les brindó al PNV la Diputación de Guipúzcoa y ayuntamientos como el de Guernica frente a Bildu, que fue primera fuerza, mientras que al PSE le permitió gobernar Vitoria.

Pero después llegó el 23-J y Sánchez se reunió con los portavoces de Bildu en el Congreso para recibir sus votos en la investidura. Sus condiciones a cambio de su apoyo habían sido secretas, hasta hoy. Una vez asentado en la Moncloa, y con la ley de amnistía encarrilada, Sánchez autorizó ayer a Santos Cerdán a completar la operación en Navarra, largamente buscada por el fontanero mayor de Ferraz, que se enfrentó durante años sin éxito a Zapatero y a Rubalcaba. Hoy esa última línea defensiva, la de evitar un Gobierno de Bildu por cuestiones éticas, ha quedado desguarnecida.

El precio a pagar por los socialistas a la coalición de Otegi está tasado. En la anterior legislatura fue el acercamiento masivo de los presos de ETA a cárceles del País Vasco y Navarra, y el traspaso urgente de la competencia de Prisiones, que el Gobierno Vasco ha aprovechado para favorecer beneficios penitenciarios a los terroristas. Para esta última investidura de Sánchez, la moneda de cambio ha sido el Ayuntamiento de Pamplona. Otegi, cada vez que ha hablado, se lo ha recordado al presidente.

El pacto alcanzado en la tarde noche de ayer en la capital navarra golpeará con fuerza a los partidos vascos, inmersos en la carrera electoral hacia las elecciones autonómicas en primavera. El PSE ha comprometido su palabra en que “jamás” sus votos harán lehendakari a un candidato de Bildu, pero la orden de Ferraz de entregar la Alcaldía de Pamplona mina el crédito de los socialistas vascos, que sostienen en solitario el “suelo ético” mientras Pedro Sánchez y su escudero navarro, Santos Cerdán, caminan en otra dirección. El acuerdo, asumen, les pone en situación de debilidad, “otra vez en la encrucijada”. La posibilidad de una alianza de Bildu y el PSE para gobernar en Euskadi vuelve a sobrevolar.

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