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El PNV echa a Urkullu y abre con Junts un 'procés' a la vasca
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El PNV echa a Urkullu y abre con Junts un 'procés' a la vasca

Ortuzar y Puigdemont pactan un eje alternativo a ERC y Bildu y se conjuran para vigilar el acuerdo del PSOE y Sumar, con una apuesta completa por el Estado confederal basada en sus acuerdos con Sánchez

Foto: Ortuzar, Urkullu y el flamante candidato, Imanol Pradales, en el aniversario de la muerte de Sabino Arana. (EFE/Luis Tejido)
Ortuzar, Urkullu y el flamante candidato, Imanol Pradales, en el aniversario de la muerte de Sabino Arana. (EFE/Luis Tejido)
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La decisión de apear a Iñigo Urkullu de la candidatura a lendakari en las próximas elecciones autonómicas vascas, revelada por El Correo de Bilbao el pasado viernes, conlleva un cambio sustancial de estrategia del nacionalismo para los próximos años. El mismo día en que se conocía la noticia —que el EBB del PNV pretendía comunicar hoy lunes tras una reunión de su ejecutiva con una amistosa fotografía con el todavía presidente del Gobierno vasco—, Andoni Ortuzar se reunía en Sabin Extea con el secretario general de Junts, Jordi Turull, para firmar un acuerdo de coordinación y crear así un eje alternativo en el Congreso de los Diputados: frente a los 13 escaños de ERC y EH Bildu, los 12 de Junts y PNV. En la reunión, participaron los portavoces parlamentarios Aitor Esteban y Míriam Nogueras, entre otros.

El propósito de ambos partidos consiste, además, en acumular sus respectivas fuerzas con dos objetivos: exigir a Pedro Sánchez el cumplimiento completo de los acuerdos suscritos por ambos con el PSOE y balancear en los aspectos sociales, económicos y fiscales del acuerdo entre los socialistas y Sumar, integrantes del Gobierno de coalición. Los independentistas catalanes y los nacionalistas vascos, aunque formando parte de la mayoría de la investidura de Sánchez, son los adversarios directos de los republicanos de Junqueras y de los abertzales radicales de Otegi, y, al tiempo, discrepan de las recetas progresistas en determinados extremos del acuerdo entre Díaz y el propio Sánchez. Caracteriza a los dirigentes de las formaciones vasca y catalana una profunda desconfianza hacia Pedro Sánchez, que se ha llegado a calificar de "invencible", circunstancia que ha facilitado el acuerdo firmado el pasado viernes. En concreto, en el PNV se tiene la inquietante sensación de que Sánchez estaría dispuesto "a engañarnos otra vez".

Urkullu, incompatible con Junts y Puigdemont

El relevo de Iñigo Urkullu por Imanol Pradales en la candidatura a la Lehendakaritza responde, principal pero no únicamente, a la incompatibilidad del presidente del Gobierno vasco con Carles Puigdemont y Junts, después de que se enfrentasen en octubre de 2017 cuando Urkullu intentó que el entonces presidente de la Generalitat convocase elecciones en Cataluña evitando la declaración unilateral de independencia y, como consecuencia, la aplicación por el Gobierno de Mariano Rajoy de las medidas amparadas en el artículo 155 de la Constitución. La intervención del lendakari fracasó y las relaciones con Puigdemont y su partido se congelaron. Urkullu testigo en la vista oral del juicio contra los dirigentes del procés ante la Sala Segunda del Supremo— depositó toda la documentación sobre su mediación en la Fundación Sabino Arana en Bilbao y en el Monasterio de Poblet en Tarragona.

El trayecto que el PNV se propone iniciar en compañía de Junts no es, por lo tanto, compatible con Iñigo Urkullu, al que tampoco se juzga idóneo para un enfrentamiento a cara de perro con EH Bildu. Los resultados del nacionalismo vasco en los dos últimos comicios —las municipales y forales de mayo y las generales de julio— han sido desalentadores en su pugna con la coalición de Otegi. En las primeras, el PNV perdió más de 85.000 votos, y en las segundas, más de 100.000. Los estrategas de Sabin Etxea, con Andoni Ortuzar a la cabeza, entienden que es necesaria una radicalización nacionalista para plantar cara a Bildu y mantener la presidencia del Gobierno vasco y refrescar la gestión gubernamental de Urkullu lastrada por el deterioro de los servicios públicos —en especial, la sanidad y la educación—, establecer mejores relaciones con los sindicatos, como ELA, propensos a la convocatoria de huelgas que han sido muy frecuentes estos últimos años, reactivar la reputación de la Ertzaintza y olvidar algunos casos de corrupción.

Foto: El lendakari, Iñigo Urkullu. (EFE/Juan Herrero) Opinión

El despido del lendakari —porque ha sido una marcha abrupta para Urkullu, un político con una trayectoria larga en el PNV cuyas ejecutivas, primero la de Vizcaya y luego la nacional (EBB), presidió— tiene también explicación en la tradición del nacionalismo vasco: la organización bicéfala soporta mal continuidades excesivas en los cargos públicos. Si Urkullu hubiese repetido candidatura, habría superado la longevidad política de sus predecesores Garaikoetxea, Ardanza e Ibarretxe. Por otra parte, su peso político, incomparable al que tendría su sucesor, Imanol Pradales, desparece en beneficio de Andoni Ortuzar, que se convierte con este movimiento en el único hombre fuerte del nacionalismo vasco.

El guion para un 'procés' a la vasca

El PNV ha dado así un giro copernicano a sus relaciones con Junts —Ortuzar ha visitado varias veces a Puigdemont en Waterloo, aunque solo una con publicidad— y ha desdeñado la propuesta de Convención Constitucional para reinterpretar la Constitución que lanzó el lendakari en un artículo de opinión con el que El País abrió a cuatro columnas su edición del pasado 31 de agosto ("Urkullu pide un pacto territorial para reinterpretar la Constitución"). Obviando las propuestas vacilantes del presidente del Gobierno vasco, el EBB ha esperado a que Sánchez amarrase los apoyos de los demás partidos para firmar el suyo con el secretario general del PSOE, aunque sin conocer en detalle el que haya alcanzado con EH Bildu. Y la redacción de la entente trata de que el socialista no se escabulla de sus compromisos como lo hizo en la legislatura anterior, según la versión del PNV.

El pacto Ortuzar-Sánchez, suscrito el pasado día 10 de noviembre, constituye, según las fuentes consultadas en el PNV, el "guion de un proceso soberanista" a la vasca, sin "rupturas", porque la sociedad vasca "ni es la catalana, ni esta ha transitado por la experiencia traumática de la vasca". En el acuerdo se prevén contrapartidas tales como el reconocimiento nacional de Euskadi, la bilateralidad completa entre Vitoria y Madrid, con establecimiento de una mesa que se reunirá semestralmente con presencia obligada del lendakari y de Pedro Sánchez, una garantía de la foralidad en todas las leyes estatales que puedan afectar a la Comunidad Autónoma Vasca para preservar sus competencias, el derecho a examinar previamente los decretos-leyes del Consejo de Ministros, a los que se impone un carácter restrictivo, el blindaje de la Ley Orgánica de Régimen Electoral General, que debe mantener su actual redacción (caso de modificarse, debe ser con la previa conformidad del PNV), la reforma de determinados textos legales (Estatuto de los Trabajadores, Ley de Bases de Régimen Local, Ley de Puertos de Interés General), participación en la negociación de tratados internacionales, presencia vasca en los organismos internacionales y de la Unión Europea, compromisos relativos a Navarra, convirtiendo así al PNV en interlocutor válido de los intereses de la comunidad foral, y varias transferencias, entre ellas, la de la gestión de la Seguridad Social, pese a que el País Vasco es deficitario en más de 4.000 millones. El catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad de Zaragoza, Juan Pemán, ha publicado en la web de la Fundación Giménez Abad un análisis jurídico sobre este exorbitante acuerdo que considera "una andanada a nuestro sistema institucional democrático y a los intereses generales del país".

Pradales por Urkullu y Otegi por una nueva candidata

El acuerdo entre el PNV y el PSOE configura una Euskadi confederal porque, además de las previsiones listadas, prevé también una extensión del concierto económico y se pretende su ejecución al mismo ritmo que el suscrito por Jordi Turull y Santos Cerdán, incluida una consulta que en Cataluña se articularía mediante la activación del artículo 92 de la Constitución, pero que en el País Vasco podría materializarse mediante el refrendo de un nuevo Estatuto que el PNV no ha logrado que prosperase en el Parlamento de Vitoria en la actual legislatura y que, según todos los indicios, concluiría de forma inmediata con convocatoria electoral en el mes de marzo de 2024.

Los acontecimientos se han precipitado: el EBB del PNV, tras la información adelantada el viernes por El Correo sobre Urkullu, convocó el pasado sábado la reunión prevista para hoy lunes y propuso la candidatura de Imanol Pradales Gil. El actual diputado foral vizcaíno de Territorio e Infraestructuras, doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad de Deusto, es afiliado desde muy joven al PNV, natural de Santurtzi (1975), residente en Portugalete, la margen izquierda del Nervión, territorio de fuerte implantación izquierdista, y pertenece a una generación de gestores del PNV que no vivieron los periodos más intensos de la política vasca. Imanol Pradales, vascoparlante y con una muy buena relación personal con Iñigo Urkullu, carece de perfil público y solo es conocido en los circuitos internos del partido, en los que es valorado por su intervención en iniciativas de reflexión y debate. También dispone de buena imagen en sectores empresariales. Ahora deberá ser respaldado por las asambleas del partido sin que sea verosímil que su candidatura sea rechazada.

En el acto celebrado ayer en Sukarrieta (Vizcaya), en conmemoración del 120 aniversario del fallecimiento de Sabino Arana, fundador del PNV, tanto el lendakari como el presidente del EBB mostraron una aparente sintonía y arroparon a Imanol Pradales. Iñigo Urkullu ofreció toda su ayuda a su posible sucesor, al tiempo que Andoni Ortuzar se ocupó de distender la situación creada. "Nuestro único presidente es el lendakari, no Sánchez", afirmó.

placeholder Iñigo Urkullu, cabizbajo en Sukarrieta. (Europa Press/Fernando Gómez)
Iñigo Urkullu, cabizbajo en Sukarrieta. (Europa Press/Fernando Gómez)

En ciertos ámbitos de la organización, sin embargo, no ha gustado en absoluto la manera en la que el EBB se ha deshecho del lendakari, si bien es tradicional que las despedidas de los presidentes del Gobierno vasco resulten inamistosas. Urkullu, no obstante, se atendrá a la estricta disciplina del partido. Convocará las elecciones cuando el EBB lo considere adecuado y se abstendrá de cualquier declaración que pueda expresar malestar o disgusto. Andoni Ortuzar tiene el reto de convencer a la militancia del acierto del recambio en las listas electorales. El éxito de esta operación es decisivo para su continuidad al frente de EBB.

Con la marcha de Urkullu se cierra el capítulo que se abrió tras la despedida de Josu Jon Imaz de la presidencia del EBB (2007). El actual consejero delegado de Repsol —también de la generación del lendakari, del que es amigo, y de Ortuzar— marcó en una carta (Apostar por el futuro) el rumbo de un nacionalismo más contemporáneo e inclusivo, superando la etapa fuertemente marcada por Xabier Arzalluz, y en pugna con el radicalismo del guipuzcoano Joseba Egibar. Parece que la hoja de ruta del moderado Imaz ha caducado.

La candidatura de Bildu

Aunque el relevo del presidente del Gobierno vasco no haya cogido a contrapié a EH Bildu, sí lo obliga a mover ficha. Está previsto que hoy su coordinador general, Arnaldo Otegi, comunique que no será el candidato a las próximas elecciones vascas, en las que la coalición dispone de posibilidades de superar al PNV. Para lograrlo, Otegi no es el dirigente más indicado. Los abertzales radicales optarán por una mujer de la generación de Pradales. Se barajan los nombres de Nerea Kortajarena y Oihana Etxebarrieta, las dos parlamentarias vascas, sin conexiones con la época de actividad e inmediatamente posterior de la organización terrorista ETA.

Bildu tiene todavía una cuenta pendiente con Pedro Sánchez y el PSOE. Aspira a que con sus votos y los del PSN prospere una moción de censura a la alcaldesa de Pamplona, Cristina Ibarrola, de Unión del Pueblo Navarro, y el alcalde sea, de nuevo, como entre 2015 y 2019, su concejal, Joseba Asiron. Para la coalición abertzale "sería muy importante" que el "compromiso del PSOE con Bildu" se reflejase en este "gesto" precisamente en este momento, cuando Euskadi ha entrado ya en una fase netamente preelectoral y activa el acuerdo del PNV con Sánchez, en compañía y coordinación con Puigdemont y Junts, para alcanzar, de hecho, una relación confederal con Madrid. Se trata, según descripción de un exburukide, de un procés, pero "a la vasca" y "más eficaz, menos excéntrico, porque es el momento histórico. No tendremos otro como este".

La decisión de apear a Iñigo Urkullu de la candidatura a lendakari en las próximas elecciones autonómicas vascas, revelada por El Correo de Bilbao el pasado viernes, conlleva un cambio sustancial de estrategia del nacionalismo para los próximos años. El mismo día en que se conocía la noticia —que el EBB del PNV pretendía comunicar hoy lunes tras una reunión de su ejecutiva con una amistosa fotografía con el todavía presidente del Gobierno vasco—, Andoni Ortuzar se reunía en Sabin Extea con el secretario general de Junts, Jordi Turull, para firmar un acuerdo de coordinación y crear así un eje alternativo en el Congreso de los Diputados: frente a los 13 escaños de ERC y EH Bildu, los 12 de Junts y PNV. En la reunión, participaron los portavoces parlamentarios Aitor Esteban y Míriam Nogueras, entre otros.

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