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Urkullu tiene un problema en la calle y el responsable es el sindicato 'amigo' del PNV
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CONFLICTIVIDAD LABORAL

Urkullu tiene un problema en la calle y el responsable es el sindicato 'amigo' del PNV

El País Vasco concentra la mitad de las huelgas que se celebran en España. Los nacionalistas acusan a la izquierda abertzale radical y a las centrales sindicales de crear un clima de malestar artificial para desalojarlos del poder

Foto: Mikel Lakuntza, secretario general de ELA, celebra el primero de mayo en Bilbao. (EFE/Luis Tejido)
Mikel Lakuntza, secretario general de ELA, celebra el primero de mayo en Bilbao. (EFE/Luis Tejido)

En el País Vasco se celebraron de enero a junio 209 huelgas. Y en el conjunto de España, hasta mayo, 380, según datos del Departamento de Empleo del Gobierno vasco. La conflictividad laboral en Euskadi es una realidad que ha puesto en guardia al lendakari, Iñigo Urkullu, y al PNV en el inicio del curso electoral. Los nacionalistas acusan a la izquierda abertzale radical y a los sindicatos de urdir una estrategia de desgaste, preparar un "otoño caliente" en la calle y proyectar una
"imagen gris de Euskadi" que poco tiene que ver con la realidad, aseguran, con el único fin de desalojarlos del poder en las autonómicas que se celebrarán la próxima primavera. Y en esa estrategia ocupa un lugar destacado ELA, el sindicato mayoritario y la central cuya creación impulsó el partido en 1911, aunque sus caminos hace tiempo que se separaron.

Es la tesis que late tras el "vienen a por nosotros y no lo vamos a permitir", que lanzó el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, en el Aberri Eguna (Día del partido, celebrado el último domingo de septiembre). Ortuzar, por cierto, está afiliado a ELA, al igual que otros muchos cargos del partido. Y es la idea que volvió a repetir este viernes Urkullu en el Parlamento Vasco. Esta misma semana, el miércoles, en un foro de El Diario Vasco fue más explícito. "Euskadi representa el 5% del Estado, pero aquí se convocan más del 50% de las huelgas. ¿Somos quienes peores condiciones tenemos?, ¿Quiénes peores servicios tenemos?", se preguntó el lendakari. Y se contestó: "Es una estrategia centrada en crear un clima de malestar social permanente. Huelgas y más huelgas, protestas y más protestas con una clara intencionalidad política".

Pero para el politólogo Félix Arrieta, el PNV se equivoca con este tipo de mensajes. "Es una lectura del diagnóstico que hace de la sociedad, pero no del mensaje que debería lanzar a la sociedad. El PNV es un partido de Gobierno y no debería estar constantemente señalando qué hacen los demás, sino exponiendo sus medidas, las soluciones que ofrece". El escenario para el PNV es complejo ―el resultado de las elecciones municipales de mayo y de las generales de julio constató una caída de apoyos y la fortaleza de Bildu― y la proximidad de las autonómicas, que se celebran en junio, influye en la estrategia que ha adoptado el partido y que el especialista de la Universidad de Deusto considera errónea.

En primer lugar, porque aunque algunos indicadores económicos puedan apuntalar el discurso del PNV, la realidad que vive el ciudadano de a pie es muy diferente por factores como la inflación. También por el desgaste en la gestión de una legislatura marcada por la pandemia y cómo esta ha influido en Osakidetza, la joya de la corona de los servicios públicos de Euskadi y uno de los elementos de fricción con los sindicatos, al igual que la Educación.

Precisamente, Urkullu desgranó una serie de indicadores para reforzar su tesis. En los últimos 10 años, defendió, el PIB de la comunidad ha pasado de 64.000 millones a más de 80.000, el paro ha bajado de un 16 a un 7,4%, hay un millón de personas trabajando, 125.000 más, y el gasto medio sanitario por habitante ha pasado de 2.700 euros a 3.500. Sin embargo, la radiografía de ELA es muy diferente: "Vivimos en una fase de empobrecimiento generalizado". Y gran parte de la ciudadanía también lo ve así. El último DeustoBarómetro, publicado el pasado verano, arroja que la mayor preocupación de los vascos es la subida de precios (45,5%). El porcentaje es similar si los datos se analizan por recuerdo de voto. Es el principal problema para el 48,4% de los votantes del PNV, para el 44,6% de los de Bildu, el 47%, del PSOE, el 54,9% de Podemos, el 51,4% del PP y el 39,2% de Vox. El mismo estudio constató que el estado de la sanidad constituye la segunda preocupación, como refleja el gráfico.

La pugna entre el PNV y ELA no es nueva, en las elecciones de 2016 la central convocó paros contra el Gobierno vasco en plena campaña electoral, pero ahora se ha recrudecido y en el sindicato lo achacan a que son el único contrapoder de Euskadi. Así lo defendió este jueves en una entrevista en Radio Euskadi el secretario general, Mikel Lakuntza: "En este país no hay oposición política. Lo único que hay es oposición sindical y social. Y evidentemente en esa tarea de oposición sindical y social el principal agente es ELA, que se empeña con orgullo".

El responsable de la central sindical se desvinculó por completo de Bildu y situó a la coalición en el mismo plano que al PNV. "No tienen ni quieren ver nada con el contrapoder. Si algo caracteriza hoy a la política de EH Bildu es la moderación y el llegar a acuerdos. El lendakari nos ataca por incomparecencia, porque no hay otra oposición", zanjó. La central tiene previstas más huelgas para este octubre, tanto específicas en Educación, como una para el conjunto de la administración pública el próximo miércoles 25.

El DeustoBarómetro también preguntó por el grado de confianza en los sindicatos y en este caso la principal diferencia radica entre los partidos de izquierda y los de derecha. En los segundos la desconfianza es mucho mayor. De un 34,8% entre los votantes del PNV, frente al porcentaje más bajo, el de los electores de Bildu, con un 21,4%.

Pero más allá de las cifras y de las simpatías que los sindicatos dibujan a uno y otro lado del espectro político, Arrieta advierte de que las lecturas maximalistas de ELA tampoco son las correctas. "Que ejerce un contrapoder es un hecho. Es indudable que intenta marcar la agenda del PNV y especialmente la de Bildu, que ahora mismo es donde puede tener más influencia, pero que sea el único contrapoder es muy discutible", señala el politólogo y pone el ejemplo de las últimas elecciones, de las municipales y de las generales, en las que los nacionalistas y la izquierda abertzale se movieron para ampliar sus respectivas bases, buscando una mayor centralidad. "¿Quién lee mejor a la sociedad?, ¿Los dos principales partidos vascos o un sindicato? La lógica del contrapoder se reparte en función de diversos parámetros", concluye el experto.

El inicio de la ruptura con el PNV se sitúa en la Transición, aunque a lo largo de los años las desavenencias se modularon en función del contexto político. Por ejemplo, durante los gobiernos de Juan José Ibarretxe, ELA volvió a confluir con el PNV en la cuestión nacionalista, no así en la laboral ni en la social. Sin embargo, con la llegada de Urkullu al Gobierno vasco los puentes acabaron por romperse. "Antes sabía lo que era el PNV y lo que era ELA. Hoy también. ELA es un sindicato anti-PNV, al que se le ve más en las manifestaciones de HB que en los batzokis", censuró Iñaki Anasagasti en 2011 en un artículo publicado en El País con motivo del centenario del sindicato.

El poder de ELA: la calle y la caja de resistencia

ELA presume con orgullo de ser un sindicato sin ningún tipo de vínculo con poderes institucionales ni económicos, el único sin ataduras para representar los intereses de los trabajadores. Cuenta con unos 100.000 afiliados y su cuota de representación es del 40%, el doble, según fuentes de la central, que el segundo sindicato por representación en el País Vasco, puesto que se alternan CCOO y LAB, ligado a la izquierda radical. Pero ELA no fue siempre el sindicato de referencia y tampoco el más bronco.

placeholder Manifestación convocada por ELA. (EFE/Luis Tejido)
Manifestación convocada por ELA. (EFE/Luis Tejido)

En los años 80, ELA irrumpe en las fábricas para evitar que "UGT le coma la tostada", explica Jon Las Heras, profesor de Económica Aplicada de la Universidad del País Vasco (UPV) y autor del artículo Hacer huelga para renovar: las estrategias de organización de los sindicatos vascos y el uso de la caja de resistencia, publicado en la revista British Journal of Industrial Relations de la London School of Economics. Es en esos años cuando el sindicato consigue convertirse en el mayoritario, sin embargo, no es hasta los 90, "cuando ya tenía masa y representatividad", cuando decide cambiar de estrategia. Dejar los despachos y asaltar las calles. En definitiva, alejarse por completo del modelo de CCOO y UGT, el del diálogo con el Gobierno para garantizar la paz social.

El sindicato se marca nuevos objetivos y entra en juego un elemento clave, la caja de resistencia, para garantizar recursos propios. Es la herramienta que permite sufragar las huelgas largas y un caso casi único en España. ELA destina el 25% de las cuotas de sus afiliados para alimentar la caja, montante que en 2021, último año del que hay datos disponibles, ascendió a 5 millones. Sus trabajadores en huelga reciben hasta 1.243 euros al mes. Es el salvavidas que permite paros como el de Tubacex, de 235 días, o el de las trabajadoras de la limpieza del Museo Guggenheim, de 285 días. Es su as en la manga para torcer el brazo a la empresa de turno o a la administración. Y su fortaleza es lo que explica en parte que Jesús María Pedrosa Urquiza, concejal del PP en Durango asesinado por ETA en 2000, fuese afiliado al sindicato. También lo era su mujer.

En el País Vasco se celebraron de enero a junio 209 huelgas. Y en el conjunto de España, hasta mayo, 380, según datos del Departamento de Empleo del Gobierno vasco. La conflictividad laboral en Euskadi es una realidad que ha puesto en guardia al lendakari, Iñigo Urkullu, y al PNV en el inicio del curso electoral. Los nacionalistas acusan a la izquierda abertzale radical y a los sindicatos de urdir una estrategia de desgaste, preparar un "otoño caliente" en la calle y proyectar una
"imagen gris de Euskadi" que poco tiene que ver con la realidad, aseguran, con el único fin de desalojarlos del poder en las autonómicas que se celebrarán la próxima primavera. Y en esa estrategia ocupa un lugar destacado ELA, el sindicato mayoritario y la central cuya creación impulsó el partido en 1911, aunque sus caminos hace tiempo que se separaron.

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