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Sánchez alienta una ley de amnistía a la espera de que Puigdemont renuncie a otro 1-O
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SILENCIO DEL INDEPENDENTISMO

Sánchez alienta una ley de amnistía a la espera de que Puigdemont renuncie a otro 1-O

El presidente en funciones mueve ficha después de que el independentismo le urgiese a dar pasos. Ahora es el turno de Junts. Ferraz pide que rebajen sus posiciones de máximos

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en la misión de España ante la ONU. (EFE/Moncloa/Borja Puig de la Bellacasa)
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en la misión de España ante la ONU. (EFE/Moncloa/Borja Puig de la Bellacasa)
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Tras varias semanas de leves giros discursivos en Ferraz y la Moncloa para orientarse hacia la amnistía, Pedro Sánchez decidió maniobrar con contundencia este miércoles. Encarar ya la pista de aterrizaje y trasladar públicamente a los partidos independentistas, con acuse de recibo a Carles Puigdemont, que está dispuesto a dar más pasos en la desjudicialización del procés. La principal reclamación de ERC y Junts para apoyar su investidura. Su argumento, expresado durante una comparecencia ante los medios desde Nueva York tras la Asamblea General de la ONU, fue que "una crisis política nunca tuvo que derivar en acción judicial ni en una judicialización, como vimos en toda esta crisis". Para dejar claro su viraje, defendió esta posición al ser preguntado sobre si mantenía, como antes de las elecciones, que Puigdemont debe responder ante la Justicia.

Sánchez se alejó del argumentario de que "el Gobierno siempre defiende las decisiones de la Justicia" para asegurar que ya mostró su malestar cuando ex fiscal general del Estado, el ya fallecido José Manuel Maza, "abrió la puerta a todas estas causas judiciales". Si bien dijo contar con hemeroteca para negar un cambio de parecer, en el diario de sesiones del Congreso de este mismo año ha quedado recogido su objetivo de "facilitar las extradiciones" de los dirigentes independentistas fugados. Todo ello mientras el juez Pablo Llarena prepara ya una nueva euroorden para intentar que Puigdemont responda por sus actos ante la Justicia.

Foto: El presidente de ERC, Oriol Junqueras, comparece a las puertas del Congreso. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

El Gobierno mueve ficha. “Voy a ser coherente con la política de normalización, y ya estoy diciendo mucho”, concluyó el presidente del Gobierno en funciones. Ahora, es el turno del independentismo y en el PSOE piden que para continuar esta senda rebaje posiciones de máximos. La renuncia a la vía unilateral para no repetir otro 1-O. Mientras tanto, el líder de los socialistas se muestra dispuesto a converger con las condiciones puestas sobre la mesa por sus potenciales socios. Entre las que anunció el expresident Puigdemont para pactar la investidura, citó textualmente "el abandono completo y efectivo de la vía judicial contrae el independentismo y los independentistas", porque "el 1 de octubre no fue un delito, como no lo fue la declaración de independencia".

Las negociaciones, todavía en conversaciones previas y no oficiales, pasan de los planos a comenzar a edificarse. Para "devolver a la política lo que nunca debió de salir de la política", según Sánchez. Un mensaje para el que eligió el simbólico marco internacional de los márgenes del plenario de la ONU. Su pronunciamiento se produce después de que desde el independentismo urgiesen al Gobierno a moverse.

Silencio del independentismo

El líder de los republicanos, Oriol Junqueras, ya recriminó el pasado martes a las puertas del Congreso de los Diputados la lentitud del PSOE para advertir de que "la mejor manera de conseguir un acuerdo es no llevar las negociaciones al límite". Desde la cúpula de ERC y otros socios potenciales como el PNV, que ha recuperado interlocución directa con Waterloo, habían apretado al PSOE para que delimitase su propuesta de amnistía. En esta línea, fuentes de la cúpula de ERC afeaban que "el PSOE no acostumbra a darse prisa en las negociaciones", para lanzar el aviso de que por este motivo se produjo una repetición electoral en 2019.

El independentismo optó por no hacer declaraciones tras la intervención de Pedro Sánchez. Silencio de la Generalitat. Pero también de ERC y de JxCAT. Ni siquiera Laura Borràs. Ninguna fuente oficial del soberanismo quiso pronunciarse al respecto. Algunas fuentes consultadas han interpretado la ausencia de reacción política como una especie de compás de espera antes de ver lo que hace Carles Puigdemont desde Waterloo. El expresident, de hecho, ha marcado hasta ahora el ritmo de los contactos entre la Moncloa y las formaciones independentistas. Otras fuentes, en cambio, apuntan a una teatralización pactada entre las partes, informa Marcos Lamelas.

Si en su primera comparecencia ante los medios tras las elecciones, el pasado 22 de agosto, Sánchez dejó ver que la amnistía ya no era una línea roja y que su constitucionalidad o no correspondía delimitarla al Tribunal Constitucional, ahora da un paso más. Cuando se cumplen 59 días de las elecciones y a menos de una semana para la investidura condenada al fracaso de Alberto Núñez Feijóo, allana el camino para una ley de amnistía en la que es su segunda comparecencia ante los medios con preguntas de los periodistas desde el 23-J.

Foto: Oriol Junqueras dando por "descontada" la amnistía en Barcelona. (EFE/Marta Pérez)

Para seguir transitando este camino, los socialistas pedirán, primero, contrapartidas. El propio Sánchez deslizó durante su comparecencia como condición previa para un acuerdo superar el unilateralismo. Lo hizo con pedagogía y mostrando una posición de fuerza frente a Junts. Sobre el "debate de la unilateralidad", dijo, "que por desgracia sigue incorporando parte del independentismo", llamó la atención sobre su peso residual. Un 10% de apoyo social frente a un 90% que se muestra en contra, explicó citando el CEO catalán. En este sentido, dio a entender que la renuncia al unilateralismo que llevó al 1-O será una suerte de línea roja, porque el Gobierno va a "apelar a esa mayoría para trascender" el procés. A una mayoría de catalanes, añadió, "que quieren diálogo, reencuentro, convivencia y concordia".

Al mismo tiempo que pedía apartar la unilateralidad como gesto recíproco, Sánchez defendió que su objetivo para gobernar los próximos cuatro años es "el progreso y la convivencia". "El método será el diálogo", tanto con los agentes sociales para profundizar en el "progreso" como con los actores "territoriales" para avanzar en el marco de la "convivencia". Todo ello, insistió, en coherencia con la política desplegada durante la última legislatura, con los indultos primero y la reforma del Código Penal después, y siempre dentro "del marco de la Constitución".

Foto: El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont. (EFE/EPA/Olivier Matthys) Opinión

Esta misma semana, desde Barcelona, el ministro Félix Bolaños ya situó la unilateralidad fuera de un acuerdo para la investidura de Pedro Sánchez. El que es uno de los encargados de negociar con Junts y ERC manifestó en público uno de los principales "límites" a los que aluden en privado los socialistas para enmarcar las negociaciones. Esto es, que los independentistas deben abandonar la vía unilateral. "Superar la tensión insoportable" de 2017, según repitió hasta en tres ocasiones en declaraciones a los medios de comunicación. Convivencia, concordia, respeto o mirar al futuro fueron algunos de los objetivos con los que defendió su intención de dialogar con los independentistas para concluir que "cualquier acuerdo al que lleguemos irá por esa senda". Esas son "las claves de cualquier acuerdo que tenga que ver con Cataluña", explicó tras insistir en la necesidad de renunciar a las tensiones del procés, que calificó como "unos años difíciles en los que había referéndums ilegales, leyes de desconexión, empresas que se fugaban y disturbios".

Sánchez quiso enfatizar que el PSOE ya rechazó en su día la apertura de las causas judiciales, primero, porque no había sido consultado pese a haber apoyado al PP de Mariano Rajoy con la aplicación del 155. Segundo, porque no es partícipe de "trasladar a la vía judicial un conflicto de raíz política". Como ya hizo durante su discurso de arranque del curso político, Sánchez también apeló a "pasar página" y a profundizar con ello en la "convivencia".

El jefe del Ejecutivo, con un tono sereno, pero mostrando determinación, avanzó que cuando reciba el encargo del jefe del Estado para intentar buscar apoyos, se va "a dedicar a cuerpo y alma a lograr una investidura de verdad". Una tarea que asoció con el mensaje de las urnas el pasado 23-J. "El PP parece que no asume el resultado electoral", que leyó como una derrota de la "propuesta derogatoria" del PP y con "los números para cuatro años más de progreso y avances en derechos sociales y convivencia".

Tras varias semanas de leves giros discursivos en Ferraz y la Moncloa para orientarse hacia la amnistía, Pedro Sánchez decidió maniobrar con contundencia este miércoles. Encarar ya la pista de aterrizaje y trasladar públicamente a los partidos independentistas, con acuse de recibo a Carles Puigdemont, que está dispuesto a dar más pasos en la desjudicialización del procés. La principal reclamación de ERC y Junts para apoyar su investidura. Su argumento, expresado durante una comparecencia ante los medios desde Nueva York tras la Asamblea General de la ONU, fue que "una crisis política nunca tuvo que derivar en acción judicial ni en una judicialización, como vimos en toda esta crisis". Para dejar claro su viraje, defendió esta posición al ser preguntado sobre si mantenía, como antes de las elecciones, que Puigdemont debe responder ante la Justicia.

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