Guerra y González tocan a rebato a los socialistas ante la amnistía: "No nos dejemos chantajear por nadie"
Los dos referentes del PSOE desde la Transición hasta mediados de los noventa certifican su divorcio del actual líder por sus "cesiones" al nacionalismo y el cesarismo de la formación
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Un cónclave del PSOE caoba, de "los viejos", como ha dicho el propio Felipe González, para marcar toda la distancia del mundo con Pedro Sánchez. La misma o incluso más que la que separa al Ateneo de Madrid, junto al Congreso, de la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York. En la metrópoli estadounidense estaba el presidente del Gobierno en funciones, mientras los dos hombres que dieron forma al partido del puño y la rosa en la Transición unían sus críticas por su gestión. Hasta el punto de que una frase de Alfonso Guerra sonó como una especie de apelación a los socialistas descontentos con la actual dirección.
Allí, en el Ateneo, Guerra presentó su último libro,
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Page va camino de heredar la capacidad de Guerra de cumplir expectativas, aunque el exvicepresidente del Gobierno dudó de ello en la presentación de su último libro. Finalmente, las cumplió. El histórico número dos de Felipe González inauguró la andanada contra Pedro Sánchez y fue mucho más vehemente que su viejo compañero de militancia política. “Yo no he sido desleal, no he sido disidente; ha sido disidente el otro, que va cambiando”, espetó el político sevillano. El dardo llegó después de recordar episodios célebres en los cambios de opinión del actual secretario general socialista. “Cuando dijo que con Podemos no podría dormir, yo estaba de acuerdo y lo defendí”, admitió Guerra. "Después me quitaron la escalera y me quedé con la brocha colgando", bromeó antes de recordar la posición de Sánchez sobre el delito de rebelión y la posterior eliminación del mismo y los pronunciamientos sobre los indultos, que acabaron llegando para los dirigentes independentistas encarcelados.
"La paradoja que vivimos, Alfonso, es que estamos defendiendo las posiciones del partido", dijo después Felipe González para posicionarse. Y recordó un mensaje de Salvador Illa del pasado 24 de julio en que el líder del PSC se mostró contrario a la autodeterminación y la amnistía. "El drama es que el ruido no deja verlo", zanjó el expresidente del Gobierno, que rechazó de pleno no ya estas dos reclamaciones de ERC y Junts, sino la negociación con estos partidos. "No se puede ceder al chantaje, las mayorías se tienen que respetar", sentenció.
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González fue muy crítico con quienes le piden "que ayude" al actual partido. "¿A quién tengo que ayudar?", se preguntó después de recordar cómo varios veteranos socialistas le afearon en Sevilla, en la entrega de un premio, sus últimos posicionamientos. El expresidente del Gobierno rememoró cómo en el último congreso del PSOE, al que acudió en una suerte de reconciliación con Sánchez, no se contemplaron este tipo de concesiones. Y que para que el PSOE pase por ese aro tendrá que convocarse un nuevo cónclave para cambiar la posición del partido. "Así lo hacíamos los viejos", bromeó antes de vaticinar que sus posicionamientos, como los de Guerra, serán rechazados por la actual dirección del partido por esa condición de veteranos.
"La paradoja que vivimos, Alfonso, es que estamos defendiendo las posiciones del partido", defiende Felipe González
"Algunos no ven lo que se nos viene y otros no lo quieren ver, pero yo no me resigno", se quejó Guerra respecto de la situación a la que se enfrenta España. Como González, ambos consideran que la amnistía y la posibilidad de autodeterminación serían puntos de no retorno en la supervivencia de España como país. Pero el exvicepresidente se mostró optimista. "Esto no durará, no puede dar, porque la libertad y la democracia anidan en el corazón de muchos socialistas", ha criticado el exdirigente sevillano en una suerte de llamada a la rebelión a la militancia del PSOE, algo que Ferraz descarta. En los cuarteles generales de Sánchez consideran que los pronunciamientos de esta vieja guardia no calan en las bases socialistas.
Ambos dirigentes, sobre todo Guerra, defendieron la necesidad de aislar a las minorías "en extinción", aseguró González, en una suerte de defensa del entendimiento entre los dos grandes partidos. Y ambos han negado tajantemente que la amnistía, como sugirieron algunas voces de la izquierda, sea constitucional. Ahí González fue más vehemente y ha aprovechado para centrar sus críticas en Yolanda Díaz, vicepresidenta del Gobierno y líder de Sumar. "No ha ganado ni una elección, pero se permite dar lecciones de política a quien le ha ganado durante 15 años hasta dejarla sin escaño", dijo González en referencia a Alberto Núñez Feijóo.
Un cónclave del PSOE caoba, de "los viejos", como ha dicho el propio Felipe González, para marcar toda la distancia del mundo con Pedro Sánchez. La misma o incluso más que la que separa al Ateneo de Madrid, junto al Congreso, de la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York. En la metrópoli estadounidense estaba el presidente del Gobierno en funciones, mientras los dos hombres que dieron forma al partido del puño y la rosa en la Transición unían sus críticas por su gestión. Hasta el punto de que una frase de Alfonso Guerra sonó como una especie de apelación a los socialistas descontentos con la actual dirección.