Feijóo asume ante sus parlamentarios que tendrán que pactar con Vox: "No vale solo ganar"
Sin mencionar a los de Abascal, el líder popular da por hecho ante sus diputados y senadores que el PP ganará las municipales y asegura la victoria en seis comunidades
En la cuenta atrás para las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo, Alberto Núñez Feijóo ha querido reunir a sus senadores y diputados en el Congreso. Aprovechando la convocatoria en la Cámara Baja por el discurso del presidente de Colombia, Gustavo Petro, el líder del PP citó a los suyos para trasladarles el mapa de situación. El encuentro duró poco más de media hora y no hubo más intervención que la de Feijóo. Nadie pidió la palabra, según relatan los asistentes.
En el orden del día, lo fundamental era movilizar el partido de cara a la cita electoral. Pidió que cada uno de ellos se pusiera a disposición de las candidaturas como él ha hecho. Más allá de la arenga, el gallego trasladó una directriz clara: “No vale con ganar, hay que gobernar”. Con las encuestas en la mano, Feijóo dio por seguro que se ganará, además de en la Comunidad de Madrid, en la Comunidad Valenciana, Baleares, Aragón, La Rioja y Cantabria. Salvo en el caso de Isabel Díaz Ayuso, en el resto la victoria no garantiza que se gobierne.
En el escenario opuesto están, según el propio Feijóo, Castilla-La Mancha, Extremadura o Asturias, en las que, pese a no ser primera fuerza, hay opciones de desbancar al PSOE. Aunque en ningún momento el líder habló de pactos, en su auditorio se da por hecho que asume que habrá que llegar a acuerdos con Vox. En ningún momento citó a los de Santiago Abascal, pese a que son indispensables en la ecuación que planteó.
Se mostró optimista porque, frente “al desastre” de los resultados de 2019, ahora el PP tendrá más votos que los socialistas en las municipales. En función de las comunidades y grandes ciudades en las que se pueda ostentar el poder, se podrá hablar de una “gran victoria” o “una victoria”, matizó Feijóo.
Un año después de haber desembarcado en la política nacional, el líder del PP ha empezado a asumir que la vuelta al bipartidismo, de la que siempre ha hecho bandera, es una quimera. De hecho, ayer también recordó ante su tropa que había ofrecido a Pedro Sánchez un pacto para que gobernase la lista más votada y que la negativa de este obligaba a jugar a todos con las mismas cartas. Una pista más de que la única vía es la formación de ultraderecha, aunque se intente hasta el último minuto cualquier otra opción.
Feijóo sabe que repetir tras el 28-M un Gobierno de coalición como el de Castilla y León es dar a la Moncloa un arma de destrucción masiva de cara a las generales. Los fontaneros de Sánchez agitarán el fantasma de que Santiago Abascal será el vicepresidente del Ejecutivo si el PP gana las elecciones. El perfil moderado del gallego quedaría hipotecado y su estrategia de captar voto de centro desencantado con el sanchismo perdería credibilidad.
¿Cuál es el plan? Los que escucharon ayer al líder lo desconocen, si bien insisten en que hay pocos conejos que sacar de la chistera. “Nunca dirá que vamos a pactar con Vox, aunque sepa que no hay más opciones”, aseguran desde el grupo popular en el Senado, donde comparten bancada con Feijóo.
Desde Génova, la consigna es que en cada territorio se tomarán las decisiones en función del resultado. Insisten en que no habrá, como con la anterior dirección, una negociación conjunta de los pactos a nivel nacional dirigida desde la Secretaría de Organización. Será cada candidato el que lidere para intentar formar Gobierno, aunque la prioridad es que Vox ceda y apoye las investiduras sin entrar en los ejecutivos.
Aquí la confianza está en sumar más que toda la izquierda junta para dejar al partido de Abascal desarmado. Forzar al máximo el discurso tanto del lado del PSOE, al que se le responsabilizaría de favorecer que la ultraderecha entrase en las instituciones, como al propio Vox, al que se le reprocharía el bloqueo. Todo dependerá de cuántos diputados o concejales haya de diferencia entre el PP y Vox. Apurar, aunque al final haya que sucumbir, como ocurrió con Alfonso Fernández Mañueco.
“Los candidatos que puedan pactar lo harán”, coinciden diputados y senadores tras escuchar ayer a Feijóo, que no hizo mención alguna a lo que entre los parlamentarios era el tema más comentado: el placaje de Ayuso a Bolaños. La única referencia al Dos de Mayo fue para recordar que hacía un año de su primer acto institucional. Sobre la polémica, había opiniones para todos los gustos. Desde los que defendían a la presidenta de la Comunidad de Madrid hasta los que lo calificaban de “bochorno”. De un lado y de otro, coincidían en que Ayuso era la gran beneficiada por la confrontación con Sánchez, no así Feijóo.
A nivel nacional, las encuestas que compartió el jefe le dan 137 diputados. Otra vez la sombra de Vox. Si no bajan del 14%, en el PP ven imposible llegar a la “mayoría suficiente” a la que apela el expresidente José María Aznar que les permita gobernar en solitario. Aquí, el líder es también más entusiasta que su parroquia. Tras recorrerse toda España, la conclusión del gallego es que ningún presidente ha despertado tanta “animadversión” en la calle como Sánchez. Por el contrario, tranquilizó al auditorio, él solo recibe muestras de apoyo.
Al margen de las elecciones, el líder del PP reivindicó ante los suyos su libertad para reunirse con los fiscales o con quien considere. Consciente de que la Moncloa ha hecho bandera de este asunto para situarlo como un conspirador, explicó que él no es dueño de lo que digan los fiscales que le invitaron y les anunció que después de las elecciones de finales de este mes explicará qué significa “derogar el sanchismo”.
En la cuenta atrás para las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo, Alberto Núñez Feijóo ha querido reunir a sus senadores y diputados en el Congreso. Aprovechando la convocatoria en la Cámara Baja por el discurso del presidente de Colombia, Gustavo Petro, el líder del PP citó a los suyos para trasladarles el mapa de situación. El encuentro duró poco más de media hora y no hubo más intervención que la de Feijóo. Nadie pidió la palabra, según relatan los asistentes.