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Abascal olvida su crisis con el PP en "Castilla la Vieja", el gran feudo de poder de Vox
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Mitin en Valladolid

Abascal olvida su crisis con el PP en "Castilla la Vieja", el gran feudo de poder de Vox

El líder de la formación ultraconservadora, que cargó con dureza contra Feijóo, reivindicó el pacto de Gobierno con Mañueco en Castilla y León y se dio un baño de masas días después de la moción de censura fallida

Foto: El presidente de Vox, Santiago Abascal, participa en un mitin en Valladolid. (EFE/Nacho Gallego)
El presidente de Vox, Santiago Abascal, participa en un mitin en Valladolid. (EFE/Nacho Gallego)

"Que Valladolid sea el espejo donde se mire Europa". Así arrancó el mitin de Vox este viernes en la capital de Castilla y León, la única comunidad autónoma gobernada en coalición por el PP y la formación ultraconservadora. La pronunció Irene Carvajal, candidata a la alcaldía de la ciudad, pero todos los ojos apuntaban hacia allí por la reaparición de Santiago Abascal tras su fallida moción de censura. El líder del partido se dio un baño de masas en su gran feudo, "Castilla la Vieja", como él la llamó, para olvidar la crisis abierta con los de Alberto Núñez Feijóo y reivindicar el pacto con Alfonso Fernández Mañueco frente al portazo de los populares.

Había regocijo en el aire, un ambiente festivo y una cola que daba la vuelta al pabellón de la Feria de Muestras, el lugar escogido para presentar España Decide, un movimiento para explicar su propuesta de dar la voz a los ciudadanos en muchos asuntos relevantes. Aunque el protagonismo no se lo llevaron las propuestas, sino la respuesta a esa nueva relación entre Vox y el PP en un momento clave, a las puertas del 28-M y después de la voladura de puentes en la derecha.

Foto: Isabel Díaz Ayuso con Rocío Monasterio en una foto de archivo. (EFE/Sergio Pérez)

"Lo que tiene que hacer Santi es cortar con esos inútiles del PP", defendía Alejandro Turego, un avilés de 52 años, recién llegado a Valladolid. Y la respuesta llegó, en un recinto abarrotado con más de 600 personas, y otras tantas que se habían quedado fuera. "Las represalias que Vox va a tomar con el PP es la de seguir apoyando al mejor gobierno que hay en España, el de Castilla y León". Pero Abascal no olvida lo que ha ocurrido esta semana. No puede. "Los votantes del PP están confundidos, van necesitando alguien que les defienda y estaría bien que el PP aclare qué pretende hacer", subrayó el presidente de la formación.

Uno de esos votantes es Alfonso Majín, de 72 años, que llegó desde Palencia enfundado en su bufanda de la bandera de España y no precisamente confundido: "Yo siempre he votado al PP, pero ya se acabó. Ahora hay que votar a Vox para conseguir lo que le pedíamos al PP". El matrimonio conformado por los sexagenarios Soledad Moral y Raúl Rodríguez añadían: "Es una pena que el PP no quiera pactar con Vox, así no vamos a ningún lado".

Abascal, que también es consciente de la importancia de los pactos, no entró al barro con el PP y propuso hacer "borrón y cuenta nueva"

Pero obras son amores, y no buenas razones. Así lo recordaba Mercedes Redondo, de 69 años, que escuchaba a la pareja hasta que alzó la voz: "¡Eso mismo decían en Castilla y León y mira qué bien estamos ahora!". Lo que importa es lo que pase a partir del 28 de mayo. Abascal, que también es consciente de la importancia de los pactos poselectorales, no entró al barro con el PP, al que propuso sin éxito el pasado martes hacer "borrón y cuenta nueva". Sí le quitó valor a Feijóo, al que tildó de "autoproclamado líder de la oposición" y criticó sin miramientos. Sus halagos esta vez iban para Mañueco.

Defensa del pacto en Castilla y León

Abascal, que pronosticó que el PP "dejará solo" a Mañueco porque "lo han querido convertir en el patito feo" por pactar con ellos, reiteró que la alianza entre el Partido Popular y Vox no corre peligro y tanto la abstención de los populares en la moción como la ruptura anunciada por Isabel Díaz Ayuso no hará mella en el Ejecutivo local, que hace solo unos meses atravesaba una importante crisis por la polémica en torno al protocolo antiaborto, que ensanchó las grietas entre Alfonso Fernández Mañueco y el vicepresidente Juan García-Gallardo. "Es un Gobierno que está funcionando bien, de manera razonable", defendió pese a lo evidente.

El dirigente defendió con uñas y dientes al presidente de la Junta de Castilla y León e incluso quitó hierro a su gesto del pasado miércoles, señalado por algunos miembros de la oposición como una "peineta" a la salida del pleno de las Cortes autonómicas. "Dicen que hizo una peineta porque una socialista le increpó, pues poco me parece para los insultos que recibimos de la izquierda", concluyó. El jolgorio entre el público fue a más.

Foto: Juan García-Gallardo y Alfonso Fernández Mañueco, durante un pleno en las Cortes de Castilla y León. (EFE/R. García)

La devoción de los asistentes, la mayoría de avanzada edad, era tan evidente que el protagonista se vino arriba ante los gritos de "¡presidente, presidente!". Con el baño de masas y arropado por diferentes dirigentes locales como el vicepresidente Gallardo, la citada Carvajal y los consejeros del Ejecutivo castellano y leonés, el líder de Vox ensalzó la moción de censura pese al fracaso.

"Tamames se portó como un caballero, dijo cosas muy importantes", defendió Abascal. "Vox lo intenta todo a la hora de hacer oposición, intentándolo todo nos equivocaremos alguna vez", resumió. Una ristra de asistentes en las primeras filas corearon entonces "¡Viva Ramón Tamames!" y todo el auditorio secundó el grito, al que fueron acompañando de "¡Viva España!". "Fue una moción necesaria", insistió el líder del partido, que intentaba contagiar a sus seguidores aquella frase de Groucho Marx. ¿A quién vas a creer, a mí o a tus propios ojos?. "No vamos a descansar ni un minuto hasta echar al peor Gobierno de nuestra historia", remachó. Algunos jóvenes presentes negaron con la cabeza, como la madrileña Mónica Segovia, de 17 años, que acudía enroscada en la bandera de los tercios junto a su novio Guillermo Martín, de 20: "Abascal ve el futuro de España, pero se mete en unos fregaos innecesarios".

El clima generalizado, pese al contexto y lo ocurrido los últimos días, era de euforia. No era para menos. La reaparición de Santiago Abascal fue en una plaza para nada casual, reflejo del modelo que Vox quiere exportar al resto de España. Su único reducto de poder autonómico y trampolín para seguir creciendo.

Los dardos a Feijóo: ¿Quién manda en el PP?

A menos de dos meses de las elecciones municipales, el líder de Vox cuestionó el poder de su posible socio de Gobierno. "¿Quién manda en el PP?", preguntó con evidente sorna. "¿Feijóo o Ayuso? O quizá Margallo, que ha dicho que la agenda 2030 es el evangelio". Una frase burlona que provocó los abucheos del público. "¡Soraya!", espetó entonces un asistente. Tras las risas, Abascal insistió en que los votantes están confundidos" y "necesitan alguien que los defienda". El líder de Vox está convencido de que las represalias para los populares vendrán de los "votantes confundidos a los que alude". "Pues nosotros confundidos no estamos, los del PP sí que están confundidos", repetían algunos de los asistentes en el auditorio.

El líder de Vox está convencido de que las represalias para los populares vendrán de los "votantes confundidos a los que alude"

El líder de Vox trajo el recuerdo del expresidente popular, Pablo Casado, a la palestra. "¿Cuál es la diferencia entre Ayuso y Casado? ¿Por qué se pelearon si hacen lo mismo?". En este sentido, Abascal reiteró que ellos no van a "hacer literatura" y van a seguir diciendo lo que piensan. "No vamos a hacer lo que hace Feijóo, ni Ayuso que rompe la baraja con Vox en Madrid y dice que, a partir de ahora, caminos separados, que es la misma frase que dijo Pablo Casado", zanjó.

Ruptura con Ayuso

Este jueves la presidenta de la Comunidad de Madrid trasladó a Vox durante el Pleno de la Asamblea que es mejor que "cada uno siga su camino" porque, aunque en "muchas ocasiones" se han entendido, "la deriva" que ha tomado esa formación a ella no le va a arrastrar. El propio Feijóo dijo que "comparte y comprende" este paso dado por la dirigente madrileña y además censuró la "política infantil y populista" que, a su juicio, se ha visualizado esta semana en el Pleno del Congreso durante el "esperpento político" de la moción impulsada por Vox. Los puentes ya no existen a apenas dos meses para el 28-M.

Foto: Borja Sémper en una rueda de prensa. (EFE/Chema Moya)

El presidente de Vox defiende que la ruptura con Ayuso se ha producido por una enmienda a las bonificaciones fiscales para la inversión extranjera, que Vox quería que también fuera para la inversión española. "Después de apoyar 26 leyes, de dar el Gobierno gratis y de soportar el no a 34 iniciativas de Vox, se enfada. No quiere inversión extranjera, quiere privilegios", resumió.

La esperada visita de Santiago Abascal finalizó con el himno de España y unos asistentes completamente eufóricos, portando banderas en forma de bufandas. Cuando salieron todos los espectadores en tromba, se encontraron con los muchos que se habían quedado fuera. "¿Ha estado bien?", le preguntó una chica a su hermana al salir. "Ha dicho que la próxima vez entrará más gente, es que ahora no tienen dinero", replicó ella. Y era verdad. "La próxima vez buscaremos un lugar más grande, ahora lo hemos buscado, pero eran demasiados caros", se disculpó Abascal con los potenciales votantes que, no se sabe si confundidos, pero sí con cierto frío castellano. La ocasión lo merecía.

"Que Valladolid sea el espejo donde se mire Europa". Así arrancó el mitin de Vox este viernes en la capital de Castilla y León, la única comunidad autónoma gobernada en coalición por el PP y la formación ultraconservadora. La pronunció Irene Carvajal, candidata a la alcaldía de la ciudad, pero todos los ojos apuntaban hacia allí por la reaparición de Santiago Abascal tras su fallida moción de censura. El líder del partido se dio un baño de masas en su gran feudo, "Castilla la Vieja", como él la llamó, para olvidar la crisis abierta con los de Alberto Núñez Feijóo y reivindicar el pacto con Alfonso Fernández Mañueco frente al portazo de los populares.

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