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El 28-M se convierte en la piedra en el camino de Vox hacia las generales
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PRECAMPAÑA ELECTORAL

El 28-M se convierte en la piedra en el camino de Vox hacia las generales

Perfiles menores en las municipales, dimisiones orgánicas y un atasco en las expectativas electorales de las autonómicas son algunos de los problemas que se encuentran los de Abascal, desdibujados por la moción de Tamames

Foto: El líder de Vox, Santiago Abascal. (EFE/Ángel Medina)
El líder de Vox, Santiago Abascal. (EFE/Ángel Medina)

Vox consiguió 2.677.173 votos en las elecciones generales de abril de 2019. Siete meses después, fueron 3.656.979 los sufragios que lograron los de Santiago Abascal, lo que los aupó hasta la tercera fuerza política del país. Entre las dos convocatorias hubo unas municipales, pero la formación solo fue capaz de convencer a 659.736 personas y sacar 530 concejales en todo el país. Son muchos menos que los que obtuvieron, por ejemplo, ERC, el PNV o Adelante Andalucía en las comunidades donde se presentan. En las autonómicas, Vox irrumpió en siete parlamentos territoriales, pero no rompió la barrera en regiones como Extremadura, Castilla-La Mancha, La Rioja o País Vasco. La repetición electoral en Cataluña o Castilla y León a principios de 2022 otorgó al partido un importante balón de oxígeno, en parte gracias al terreno que dejaba libre un PP en implosión, cuando la crisis que acabó con Pablo Casado estaba a punto de estallar. La situación ahora es similar.

El maratón electoral de 2023 incluye un alto en el camino, que son las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo, que más que una oportunidad se presentan para Vox como una piedra en el camino hacia su verdadero objetivo, las generales de final de año. La formación ultraconservadora sabe que su principal fortaleza reside en la marca nacional y en el arrastre del propio perfil de Santiago Abascal, circunstancia a la que se suma la incoherencia de defender la disolución del sistema autonómico, pero al mismo tiempo querer entrar en sus gobiernos. A todo ello se suman la carencia de una implantación territorial fuerte que amarre sus resultados en los territorios, el impulso de perfiles desconocidos o los primeros síntomas de estancamiento en las encuestas ya publicadas.

Foto: Rocío Monasterio e Isabel Díaz Ayuso, durante la reunión que mantuvieron al inicio del curso. (EFE/Sergio Pérez)

El botín de 2022 tuvo una de cal y otra de arena para los de Abascal, que apostó fuerte tanto en Castilla y León como en Andalucía. En la meseta, la estrategia le salió cara y Juan García-Gallardo, polémicas aparte, es vicepresidente en la Junta del popular Alfonso Fernández Mañueco. En Andalucía salió cruz, hasta el punto de que su candidata, Macarena Olona, está fuera del partido y se ha convertido en un dolor de cabeza para sus antiguos compañeros. Su marcha provocó una crisis que acabó con Javier Ortega Smith fuera de la secretaría general y la formación en una suerte de letargo del que todavía no se acaba de espabilar, a la espera de ver qué efecto tendrá la moción de censura que encabezará Ramón Tamames.

La comunidad más poblada del país es un buen termómetro para medir cómo llegan los de Abascal al 28-M, aunque hay que tener en cuenta que en Andalucía solo se celebran municipales. En el resto de comunidades en esta situación, Vox solo tiene fuerza en Castilla y León, ya que las regiones históricas son territorio hostil para la formación ultra. En Galicia, por ejemplo, no tienen ni un concejal. En Andalucía, sacaron 104 de los 530 que tenían. Y las expectativas para el próximo mayo no son mucho más halagüeñas. Un cargo del PP andaluz muy implicado en la campaña explica que la apuesta de sus antiguos socios pasa por las capitales y las áreas metropolitanas. "En el interior, tienen muchas más dificultades para armar una lista", apunta este dirigente popular, consciente de las dificultades que ha tenido su propio partido en convocatorias anteriores para llegar a las zonas rurales de Andalucía.

Foto: El portavoz de Vox en Andalucía, Manuel Gavira, en la puerta del registro del Parlamento regional. (Cedida) Opinión
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Esta tónica se repite en el resto del país, igual que la apuesta por perfiles locales, poco conocidos, en una huida de la estrategia por la que optaron con Macarena Olona. El fiasco andaluz llevó a la dirección del partido a replantear su hoja de ruta para siguientes comicios, que prepararían bajo el mantra de que lo que da votos a Vox no son los perfiles políticos, sino la marca. No se atisba un gran desembarco de los perfiles nacionales de Vox, más allá de Ortega Smith, que repite en Madrid pese a su defenestración orgánica. Muchos son portavoces municipales que ya se han presentado (como el caso de Sevilla capital, con Cristina Peláez), pero también hay aspirantes procedentes de la sociedad civil con profesiones que van desde arquitectos a médicos, pasando por juristas o economistas.

El partido ha repetido esta dinámica también a nivel autonómico, a sabiendas de que es Castilla y León el espejo en que quieren reflejarse. En general, Vox ha optado por perfiles del sector privado del estilo de Juan García-Gallardo, o por candidatos que han dado el salto de la política municipal a la regional. Es el caso de Castilla-La Mancha, donde el partido dio la sorpresa no impulsando a su diputada nacional, Inés Cañizares, para rivalizar con Emiliano García-Page y el popular Paco Núñez. En su lugar escogieron a David Muñoz, portavoz del partido en Talavera de la Reina. O en la Comunidad Valenciana —donde Vox aspira a ser decisivo para inclinar la balanza a favor de Carlos Mazón (PP)—, el partido ha impulsado a un catedrático de Derecho Constitucional, Carlos Flores Juberías, que tiene en su expediente una condena de 2002 por maltrato psíquico a su exmujer.

El problema es que esta estrategia no termina de dar sus frutos. Por ejemplo, el sondeo del Centro de Estudios Andaluces (Centra), asociado a la Consejería de Presidencia de la Junta, casi calca la actual representación de Vox en las capitales de la comunidad. Solo contempla la posibilidad de entrar por primera vez en el Ayuntamiento de Málaga, una quimera ante el éxito de Paco de la Torre; algo que el Centra no concede en Cádiz. En Madrid, la última encuesta de GAD3 mantiene los cuatro escaños que ahora tiene Ortega Smith, igual que ocurre en Valencia en un sondeo interno del PP. En Barcelona, la demoscopia tampoco concede posibilidades a Gonzalo de Oro-Pulido de irrumpir en el consistorio que ahora dirige Ada Colau.

Vox despliega algo más las alas a nivel autonómico y, según las encuestas publicadas hasta la fecha, irrumpiría en parlamentos como el de Extremadura o Castilla-La Mancha, si bien lo haría con un resultado exiguo que dificultaría su intención de condicionar a un PP disparado en las encuestas exigiendo asientos a cambio de un eventual pacto de gobierno. El mapa territorial también otorga a la formación de Abascal una de cal y otra de arena, y si bien doblarían resultados, en Aragón, o mejorarían notablemente, como en la Comunidad Valenciana, no obtendrían representación en territorios como Canarias, bajarían en Ceuta o se estancarían en la Comunidad de Madrid.

La estrategia territorial de Vox tiene otro importante inconveniente. El aterrizaje de Alberto Núñez Feijóo en el PP ha permitido al partido aspirar a un cambio de ciclo y arrebatar al PSOE feudos clave en las elecciones de mayo, aunque precise de la ayuda de Vox para ello. Con todo, la máxima que se han marcado en Génova es evitar, en la medida de lo posible, que los de Abascal entren en nuevos gobiernos, una imagen que empañaría el perfil moderado que se quiere labrar el líder popular para su cara a cara con Sánchez en las generales y que, por otro lado, permitiría a Abascal acudir a los comicios con fuerzas renovadas. En esta primera vuelta del año electoral, los populares aspiran a reeditar el modelo de Ayuso en Madrid, y que la candidatura del PP sume más que el resto de la izquierda en territorios clave para minimizar la dependencia de Vox.

Foto: El expresidente del Gobierno murciano Pedro Antonio Sánchez (c), a su llegada a la Audiencia Provincial de Murcia en 2022. (Europa Press/Edu Botella)

Más allá de la demoscopia, Vox ha atravesado también momentos delicados en la designación de sus candidaturas para el 28-M. La tutela absoluta de la dirección nacional provocó fricciones internas e, incluso, derivó en la dimisión de algunos cargos, como ocurrió en Asturias con la vicesecretaria de Organización, Elena Menéndez. También se han producido varias salidas relevantes en Andalucía. El líder provincial en Córdoba, Alejandro Hernández, dejó el cargo orgánico, aunque mantendrá "mientras pueda" su escaño en el Parlamento andaluz. Hay que recordar que Hernández fue portavoz en la Cámara regional hasta que Abascal lo sustituyó por Manuel Gavira en un intento por endurecer su oposición a Juanma Moreno. En la publicación en redes en la que anunció su marcha, Hernández lamentó la presencia en el partido de "tontos entregados de photocall" y "trepas y advenedizos". También ha dejado el partido el líder orgánico en Cádiz, José Ortells, junto a otros cargos.

El portavoz adjunto de Vox en la comunidad, Javier Cortés, aseguró que "no hay crisis ninguna" y enmarca estos cambios en la normalidad. No obstante, fuentes conocedoras del funcionamiento interno del partido ponen el foco en la falta de implantación territorial que se ha alcanzado en estos cuatro años y aseguran que hay cargos que han sido defenestrados después de "patearse las calles" durante el mandato municipal que está a punto de agotarse. La tesis de Cortés, que es el presidente de la formación en Sevilla y mantiene relaciones directas con la cúpula de Santiago Abascal, es la misma que defienden en la sede nacional.

Vox consiguió 2.677.173 votos en las elecciones generales de abril de 2019. Siete meses después, fueron 3.656.979 los sufragios que lograron los de Santiago Abascal, lo que los aupó hasta la tercera fuerza política del país. Entre las dos convocatorias hubo unas municipales, pero la formación solo fue capaz de convencer a 659.736 personas y sacar 530 concejales en todo el país. Son muchos menos que los que obtuvieron, por ejemplo, ERC, el PNV o Adelante Andalucía en las comunidades donde se presentan. En las autonómicas, Vox irrumpió en siete parlamentos territoriales, pero no rompió la barrera en regiones como Extremadura, Castilla-La Mancha, La Rioja o País Vasco. La repetición electoral en Cataluña o Castilla y León a principios de 2022 otorgó al partido un importante balón de oxígeno, en parte gracias al terreno que dejaba libre un PP en implosión, cuando la crisis que acabó con Pablo Casado estaba a punto de estallar. La situación ahora es similar.

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