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Génova rebaja sus expectativas electorales ante el 28-M: "No hay nada ganado"
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Los pactos con Vox, un quebradero

Génova rebaja sus expectativas electorales ante el 28-M: "No hay nada ganado"

Barones del PP piden rebajar el optimismo, mientras la dirección nacional templa el discurso por temor a no arrebatar ningún territorio clave al PSOE. El verdadero cambio de ciclo llegará con las generales, señalan

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, participa en un acto del PP junto al candidato del partido por la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón. (EFE/Manuel Bruque)
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, participa en un acto del PP junto al candidato del partido por la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón. (EFE/Manuel Bruque)
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"Hay dos formas de perder unas elecciones: dándolas por perdidas y dándolas por ganadas". Apenas quedan 70 días para que se abran las urnas y el PP ya ha tirado del freno de mano. El llamado efecto Feijóo en las encuestas embriagó hace meses a la dirección de Génova, desde donde apuntaban sin ningún atisbo de duda que el próximo 28 de mayo teñirían el mapa autonómico y municipal de azul. Ahora, la cúpula popular traza una línea divisoria entre ganar y gobernar. La primera sigue siendo factible, sumar más votos que el PSOE incluso en territorios como la Comunidad Valenciana, Aragón, Extremadura o La Rioja. Pero conquistar el poder será más difícil. Pese a obtener un buen resultado, la formación teme no conquistar ninguna de las comunidades importantes porque el bloque de la izquierda sume más o porque la negociación con Vox, de cuyo pacto dependen en la mayoría de los territorios, se convierta en un infierno.

"En los últimos diez días nos lo jugaremos todo", sentencia un presidente autonómico del PP, que invita a la dirección nacional a rebajar las expectativas de aquí al 28-M. Es el diagnóstico en el que coinciden otros barones y alcaldes del partido consultados por El Confidencial, que apuntan a la dificultad de arrebatar el mando a los alcaldes socialistas en capitales de provincia, empezando por todas las de Castilla y León. "Tenemos que ser más escépticos. No podemos pasarnos de listos en la gestión de las expectativas", reiteran las fuentes consultadas. En la formación, y especialmente en los territorios, se respira un cierto nerviosismo por las altas dosis de euforia con que se ha planteado la próxima cita con las urnas. Madrid y Murcia no corren peligro, pero el objetivo que se había marcado Feijóo pasaba por conquistar al PSOE sus principales bastiones. Las encuestas internas premian la estrategia de la cautela, ya que en muchos casos el balón va directo al palo. Puede entrar, pero también puede irse fuera.

Foto: El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo (2i), junto a la secretaria general, Cuca Gamarra (i); el coordinador general, Elías Bendodo (2d), y Carmen Funez (d). (EFE/Javier Lizón)

En la dirección de Génova toman nota de la situación y comienzan a poner coto al entusiasmo con el que se afronta el próximo 28 de mayo. El equipo de Alberto Núñez Feijóo —y también el propio presidente— planteaban los comicios autonómicos y municipales como el inicio de un cambio de ciclo que ahora fían por completo a las elecciones generales, donde el gallego se la juega a una única bala. Lo que en un principio se veía como "la primera vuelta" del principio del fin de Sánchez, ahora se define desde la cúpula popular como un "paso del ecuador" previo a la verdadera batalla que se librará a finales de año.

"Nos tenemos que mentalizar de que no hay nada ganado", receta un miembro del comité de dirección de Génova, que apuesta efectivamente por seguir el modelo de Juanma Moreno en Andalucía, en cuyo equipo evitaron lanzar las campanas al vuelo, minimizando la victoria que le daban las encuestas, y que en ningún caso garantizaban la mayoría absoluta. Finalmente, el barón popular rompió todos los récords situándose en los 58 escaños. Hasta ahora, el PP ha engordado unas expectativas que se desinflan por momentos. A principios de febrero, el pronóstico de Génova era el de gobernar en el 40% de los municipios y doblar las capitales de provincia. Más de un mes después, importantes voces instan a echar el freno. En Castilla y León, por poner un ejemplo, las fuentes consultadas apuntan a que el partido podría no recuperar ninguna de las seis capitales de provincia donde gobierna el PSOE.

Foto: Pedro Sánchez, ante una intervención de Feijóo en el Senado. (EFE/Fernando Alvarado) Opinión

En el PP insisten en que el 28-M asestará un importante golpe a Sánchez y dan por garantizada una victoria electoral en buena parte del mapa, pero evitan fijar la vista en los pactos que deberán trenzar desde el mismo momento en que se cierren las urnas. Génova quiere exhibir músculo del cambio de paradigma en las urnas con la vista puesta en las generales, pero dejará libertad a los territorios a la hora de decidir cómo y con quién suman. Feijóo se compromete a no monitorizar desde Madrid ninguna negociación, como sí hizo Teodoro García Egea en su experiencia como secretario general. No es una decisión que pueda sorprender, argumentan en la dirección, ya que el mandatario gallego se comprometió desde que aterrizó en Madrid a imponer un modelo descentralizado y a garantizar esta autonomía, lo que supone una enmienda a la totalidad a la fórmula que empleó Pablo Casado.

Pero la estrategia de sacudirse de responsabilidad de los pactos postelectorales es un arma de doble filo para sus barones, porque les deja a ellos todo el peso de las consecuencias de un eventual acuerdo con Vox, se queden dentro o fuera de los gobiernos. Feijóo quiere caminar con las manos limpias hacia las generales, donde será él quien tome las decisiones respecto a Santiago Abascal, siempre y cuando la suma con la ultraderecha sea suficiente para desbancar a Sánchez. El jefe de la oposición lidera las encuestas prácticamente desde que fue coronado presidente del PP, hasta el punto de saberse cercano a los 150 escaños y del 34% en intención de voto.

Foto: El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Brais Lorenzo)

Génova presume de esa libertad a sus candidatos regionales, pero no por ello deja de tener una opinión sobre la hoja de ruta a seguir a partir del 29 de mayo. El escenario soñado sería el de repetir el éxito andaluz en bastiones clave, más allá de la Comunidad de Madrid y de Murcia, donde los dos líderes del PP que se someterán al escrutinio de las urnas rozan la mayoría absoluta. La segunda opción, más realista que la anterior, pasaría por repetir el modelo con el que actualmente gobierna Isabel Díaz Ayuso. La dirigente se quedó a cuatro escaños de la absoluta, pero logró una victoria suficiente como para poner coto a los anhelos de Vox, que se quedó fuera del Ejecutivo autonómico.

Y la última opción, la menos optimista, plantearía un escenario como el de Castilla y León, en que los de Abascal harían valer su fuerza y exigirían su correspondiente cuota de poder para alumbrar más gobiernos del PP. En este caso, en la dirección de Génova apuestan por priorizar al PSOE en las negociaciones, un escenario prácticamente imposible, pero que serviría para alimentar el relato de que son ellos quienes empujan a los populares a los brazos de la ultraderecha. En más de una ocasión, Feijóo ha asegurado públicamente que evitaría pactar con Vox en las elecciones, pero ese discurso también se ha templado. "Gobernaremos con lo que podamos", sentencian los populares.

Foto: El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page. (EFE/Jesús Monroy)

Que la dirección nacional haya dejado de descartar el escenario de aliarse con Vox viene alimentado por la tendencia que marcan las encuestas y por la propia presión que ejercen algunos barones territoriales, dispuestos a abrirse a pactos con los ultraconservadores para desbancar a la izquierda. De hecho, la propuesta de Feijóo para que gobierne la lista más votada generó malestar en algunas delegaciones autonómicas. Una propuesta que, pese a la cerrazón del PSOE, sigue plenamente vigente.

Los populares quieren jugar también con la baza de poner a Vox contra las cuerdas para minimizar sus exigencias, ya que el sentido de su voto podría inclinar la balanza a izquierda o a derecha en algunas plazas territoriales, llegado el caso. En el PP creen que esta situación tampoco será sencilla para los de Abascal y apuestan incluso por que, en algunos casos, impere la "soberbia" y "regalen" poder a los socialistas. "Sus votantes no se lo perdonarían", incide un candidato autonómico popular, que defiende que esta maniobra podría ser "letal" para Vox de cara a las generales. La situación no podía ser más enrevesada. Y solo hay una certeza: que no hay nada decidido.

"Hay dos formas de perder unas elecciones: dándolas por perdidas y dándolas por ganadas". Apenas quedan 70 días para que se abran las urnas y el PP ya ha tirado del freno de mano. El llamado efecto Feijóo en las encuestas embriagó hace meses a la dirección de Génova, desde donde apuntaban sin ningún atisbo de duda que el próximo 28 de mayo teñirían el mapa autonómico y municipal de azul. Ahora, la cúpula popular traza una línea divisoria entre ganar y gobernar. La primera sigue siendo factible, sumar más votos que el PSOE incluso en territorios como la Comunidad Valenciana, Aragón, Extremadura o La Rioja. Pero conquistar el poder será más difícil. Pese a obtener un buen resultado, la formación teme no conquistar ninguna de las comunidades importantes porque el bloque de la izquierda sume más o porque la negociación con Vox, de cuyo pacto dependen en la mayoría de los territorios, se convierta en un infierno.

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