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"El Constitucional no está para pacificar conflictos políticos y resuelve a toro pasado"
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Entrevista a María Luisa Balaguer

"El Constitucional no está para pacificar conflictos políticos y resuelve a toro pasado"

La magistrada del TC no oculta que aspira a la presidencia y defiende que el órgano no debe fallar en caliente e irrumpir en asuntos polarizados

Foto: María Luisa Balaguer, en su despacho. (Cedida)
María Luisa Balaguer, en su despacho. (Cedida)
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María Luisa Balaguer Callejón es catedrática de Derecho Constitucional y magistrada del Tribunal Constitucional desde 2017 por designación del Senado. Mujer de trayectoria feminista, se considera "de izquierdas racional" y partidaria de la vigencia del marxismo como método de interpretación de la historia, si bien, debidamente reformulado. No peleará con Cándido Conde-Pumpido por la presidencia del Constitucional, pero se postula para el cargo.

Cree que el órgano de garantías constitucionales debe comunicar más y mejor; que debe funcionar con fluidez personal entre sus miembros; que su misión es resolver "a toro pasado", creando doctrina, y que los tiempos del TC no son los de la política, sobre los que no debe interferir. Apuesta por una interpretación de la Constitución que tenga en cuenta los valores propios del tiempo histórico.

Autora de muchas publicaciones, destaca La interpretación de la Constitución y del ordenamiento jurídico, en la que vierte su entendimiento de la hermenéutica de las normas. Como referente del feminismo, ha publicado El feminismo del siglo XXI. Del Me Too al movimiento queer. Elude contestar sobre temas que están pendientes de resolución del TC o que podrían estarlo, pero lo hace sobre su concepción del órgano de garantías constitucionales en el que permanecerá —como presidenta o como mera magistrada— hasta 2026.

placeholder María Luisa Balaguer y Cándido Conde-Pumpido. (EFE/J.P. Gandul)
María Luisa Balaguer y Cándido Conde-Pumpido. (EFE/J.P. Gandul)

PREGUNTA. Usted ha estado últimamente muy presente en los medios de comunicación. ¿Tiene el propósito o alberga la intención de presentar su candidatura a la presidencia del Tribunal Constitucional?

RESPUESTA. Yo naturalmente que me quiero presentar como presidenta del Tribunal Constitucional si tengo la confianza de mis compañeros. Una vez que se hayan elegido las personas que vayan a formar parte del nuevo tribunal, si tengo la mayoría y tengo la confianza, yo estaría encantada, porque creo que el tribunal se debe de modernizar en algunos aspectos.

Creo que hay algunas actitudes y algunas formas, como, por ejemplo, la necesidad de comunicarse con la sociedad y demostrar un poco cómo es el trabajo que se hace, que se pueden mejorar. En este sentido, quizás el Tribunal Constitucional viene un poco contaminado del espíritu de la Transición, que, por otra parte, fue muy interesante en relación con la necesidad de tener una cierta discreción sobre determinados trabajos que se tenían que hacer... La discreción en el trabajo está bien, pero una vez que ya el trabajo está en el Boletín Oficial del Estado, nada.

P. Entonces ¿quiere decir que usted sería partidaria de una mayor transparencia y comunicación con la sociedad?

R. Por lo menos, comunicación. La transparencia es un concepto un poco más complicado desde el punto de vista de que es verdad que allí hay que mantener una cierta discreción con algunos de los asuntos que entran. Pero, desde luego, la mayor información me parece que sería muy positiva porque algunas veces estamos dictando resoluciones que en realidad considero que no están entendidas por la sociedad, en el sentido de que se están viendo desde posiciones y perspectivas que quizá no se corresponden con la intención del tribunal cuando las dicta, más allá de que sean acertadas o no. Con esto, quiero decir que seamos acertados en todas las resoluciones que dictamos, pero es que la sociedad creo que tiene derecho a conocer.

P. ¿Explicaría a la sociedad por qué hay determinados asuntos en que la demora es verdaderamente escandalosa? Por ejemplo, en la ley de interrupción voluntaria del embarazo, el sistema de plazos… ¿Es partidaria de dar una explicación o tenemos que suponer que es una cuestión de pura oportunidad política y que no quieren entrar en un debate y lo aplazan in eternum?

R. En cuanto a esa situación, es el tema más extremo, porque la persona que era ponente en la sentencia lo mantuvo durante nueve años y no lo llevó a pleno. Ahí hay un turno y ese turno es un turno que es total y absolutamente objetivo. Es el ponente el que termina el borrador, el ponente el que determina cuándo lleva eso pleno y entonces lo pasa a la sala de pleno, a una sala de espera. El presidente generalmente lo que hace es pasarlo a orden del día siguiente.

Foto: Imagen: L. M.
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P. Entonces, eso le da facultades exorbitantes al ponente...

R. Por independencia judicial, claro.

P. O sea, ¿la independencia judicial justificaría un retraso de una década en una sentencia de esta naturaleza?

R. Yo creo que no, pero la verdad es que se puso una querella a la persona que lo llevaba y se archivó. Creo que este asunto es un asunto límite.

P. En cuanto a la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial, en su artículo 570 bis, ¿no es función del Tribunal Constitucional aclarar, en una crisis como la que tenemos, si es constitucional o no?

R. No, no es función del tribunal. Es que, claro, por eso digo que el problema de la Justicia constitucional es un problema complicado. El Tribunal Constitucional no debe de entrar más que en un control estricto de constitucionalidad si quiere hacer bien su trabajo.

Entonces... ¿qué es lo que tiene que hacer el Tribunal Constitucional? El Tribunal Constitucional lo que tiene que hacer es confrontar cualquier norma. Supongamos ahora lo del Consejo General del Poder Judicial con la regulación constitucional que tiene.

Foto: Lesmes, junto al rey Felipe, en la apertura del año judicial. (EFE/J.J. Guillén)

P. ¿Y por qué no lo hace?

R. Bueno, pues por varias razones. Primero, cuando llega allí un expediente, ese expediente se atribuye a un ponente. En este caso, yo tenía una ponencia del Consejo y el magistrado Juan Antonio Xiol tenía otra. Allí hubo una idea, en un principio, que yo no compartí, sobre que habría que plantear una cuestión de prejudicialidad europea. Se planteó por alguno de los letrados. Yo estaba en contra. No hubo debate. Yo esperé un tiempo razonable y hablé con el presidente.

A partir de ahí, ¿qué es lo que hago yo? Me pongo a estudiar ese tema, pero no lo hago con una urgencia vital, porque entiendo que existían otros problemas entonces en los que sí la había, como los temas del procés o del estado de alarma, excepción y sitio o el 155. Todos ellos de extraordinaria importancia.

Respecto a la reforma que me señalan, yo no he tenido nunca prisa. Eso se lo digo ustedes con absoluta tranquilidad. Creo que en los asuntos que están máximamente polarizados, en ese momento de máxima polarización, el tribunal no debe irrumpir.

P. O sea, que ustedes prefieren dictar sentencia a toro pasado...

R. Si es posible, sí. Por una razón: si lo haces de otro modo, tú también estás irrumpiendo. Lo pienso yo y lo piensa el Tribunal Constitucional desde su creación. El TC no es un tribunal de oportunidad. Hay una cosa que tengo clara. Nosotros no podemos irrumpir, estableciendo ahí una especie de arbitraje. Nosotros debemos hacer un análisis constitucional, netamente constitucional.

Cuando se está hablando de soberanía parlamentaria, el Tribunal Constitucional tiene que ser muy respetuoso. Quiero decir, si aquí viene un recurso de amparo de una jurisdicción ordinaria, que ha pasado incluso por el Tribunal Supremo y el tribunal tiene que conocer de eso, el tribunal está conociendo de otro tribunal, está conociendo de una posición de partes privadas. Pero si el tribunal tiene que dictar una resolución en donde hay un choque institucional, tiene que tener en cuenta que el Gobierno es un órgano del Estado, pero el Parlamento y el Poder Judicial son también órganos del Estado. Y el Parlamento goza de soberanía parlamentaria. Y si le vas a quitar al Parlamento la soberanía, en el asunto que se juega, entonces tienes que ser muy cuidadoso. No solo estás interpretando una norma que pueda tener más o menos influencia en la vida práctica de la gente. Es que además estás de alguna manera rectificando esa soberanía popular.

"No es un tribunal de oportunidad. Hay una cosa que tengo clara. Nosotros no podemos irrumpir, estableciendo ahí una especie de arbitraje"

P. Eso ya lo hizo el Tribunal Constitucional. Enmendó la plana, no ya al legislativo, sino a la sociedad catalana, que después de que había refrendado un estatuto, lo modificó. No me dirá que eso es previsible, regular o entendible...

R. No soy devota de la sentencia del Estatut de Cataluña. Yo por las noches rezo, pero, desde luego, nunca le rezaré a esa sentencia.

P. Volviendo al asunto de la reforma y entendiendo su argumento de la polarización, ¿no se ha superado ya esa fase y entramos ya en la de la urgencia? ¿No pesa la urgencia más que la polarización?

R. No, no pesa más. Es que, de verdad, yo lo que quiero que se entienda es que el Tribunal Constitucional es un órgano que debe huir de la política. Si el Tribunal Constitucional entra en la política, mal asunto para la política, pero peor asunto para el Tribunal Constitucional.

Después de esta ley ha habido otra, otra reforma de la ley, de la del Poder Judicial. Esta reforma hay que verla y estudiarla, porque también ha sido recurrida. Ahí se puede producir una colisión de intereses o no. No lo sé. Porque el borrador que se empieza a hacer y que todavía está en trámite de concesión por parte del primer recurso todavía no se termina, pero es que ahora hay que revisarlo con respecto a la nueva ley. Hay que ver las alegaciones de las partes, porque han sido dos los recurrentes. Mi compañero lleva uno y otro. Tengo que hablar con mi compañero. Tenemos que ver la posibilidad de llevar una sentencia. Que no lleve una sentencia y yo lleve otra, totalmente disímil.

Quiero decirles a ustedes que, de verdad, todo esto es una cuestión de entendimiento de la función del tribunal. El tribunal no está para pacificar el conflicto político. Hay que reconocer que eso es así. Nosotros dictaremos una sentencia de futuro. La sentencia del año 86, que es el antecedente que tenemos, yo creo que es una sentencia forzada y que fue a solucionar un problema, y yo respeto absolutamente esa sentencia.

Yo lo lamento de verdad. Yo sé que en esto no soy muy comprendida, pero es que, de verdad, tengo una convicción muy clara de que mi conciencia profesional no puede estar en función de que haya o no un mayor entendimiento entre fuerzas políticas. Para mí, esto no puede ser.

"Si el Tribunal Constitucional entra en la política, mal asunto para la política, pero peor asunto para el Tribunal Constitucional"

P. Otro tema importante... ¿Usted cree que se puede renovar a sextos y no a tercios?

R. Esta pregunta es la única que no les puedo contestar. Porque puede venir. Por eso no se lo puedo contestar.

P. De otra forma. Usted cree que dentro de las facultades que tiene el pleno en el apartado de verificación, hay un derecho para examinar la fórmula de acceso de los magistrados al ejercicio de la jurisdicción constitucional. ¿O no?

R. Lo siento, pero de nuevo es una pregunta inútil. Pueden intentarlo por tercera vez.

P. ¿Esperan que esa circunstancia se vaya a producir? ¿Esperan que vaya a haber una designación directa por parte del Gobierno?

R. El Tribunal Constitucional no espera. El Tribunal Constitucional recibe y provee.

P. Cuando a un magistrado se le puede remover, en este caso por el nombramiento del Gobierno, ¿cabría recusar para que no intervenga?

R. Tampoco voy a contestar.

Foto: El magistrado del Tribunal Supremo y candidato al Tribunal Constitucional José Manuel Bandrés. (Tribunal Constitucional de República Dominicana)

P. En cuanto a las cosas que decía que le parece que no funcionan bien. ¿Hay más cosas aparte de la comunicación que considere que hay que mejorar?

R. Yo no he dicho que esto no funcione bien, porque, claro, yo digo y ustedes ponen el titular. Hay un gabinete de comunicación y ahora, por ejemplo, con el presidente nuevo y también porque yo de alguna manera llevo reivindicándolo ya hace tiempo, se ha puesto en marcha una política de comunicación más amplia. Cuando yo digo comunicación no me refiero a que no haya una información suficiente. Información suficiente hay. Lo que pasa es que yo entiendo que un organismo debe intentar ser entendido por la sociedad. Yo en esto estoy sola. Siempre que digo eso no me sigue nadie.

P. Al margen de la comunicación, que ya nos ha hablado. Cuestiones de fondo que usted cree que son necesarias cambiar. Por ejemplo, usted tiene determinadas teorías sobre la interpretación constitucional y del ordenamiento jurídico. ¿Usted cree que haría falta una renovación de los criterios generales que se han seguido en la interpretación de la Constitución?

R. Qué va, yo en eso soy tan conservadora que añoro muchísimo a Pedro Cruz, añoro a Paco Rubio, añoro a Tomás y Valiente, a García Pelayo. Todo lo contrario. Yo creo que el tribunal, cuando se crea, tiene una extraordinaria brillantez. A mí me parece que eso fue uno de los grandes aciertos de la Constitución y que ha tenido los primeros 20 años, o incluso 30, un desarrollo extraordinario. Nosotros somos tributarios del derecho alemán en toda la teoría del Estado.

¿Qué ocurre conmigo? Para que se pueda entender la posición de disidencia que yo mantengo: entiendo que en el tribunal donde yo estoy ahora, en este momento, la interpretación de la Constitución es muchas veces positivista, muy iuspositivista y, claro, el iuspositivismo es una corriente que ya ha fracasado en el Estado social, porque el Estado social necesita que constantemente te adaptes a construir el derecho y entonces tú tienes que construir el derecho con los materiales que tiene. Pero la Constitución es un buen elemento para que tú puedas soldar muchos elementos sueltos, derechos fundamentales exclusivamente. Y entonces, claro, ¿yo qué hago? Muchísimos votos particulares. Algunos incluso en los que estoy acuerdo con el fallo, pero me parece que la fundamentación jurídica no es la lógica y entonces yo hago un voto concurrente.

"Yo entiendo que un organismo debe intentar ser entendido por la sociedad. Siempre que digo eso, no me sigue nadie"

P. ¿Sería correcto decir que usted es partidaria del uso alternativo del derecho?

R. Tal y como está el uso alternativo del derecho, ahora no, por una razón. Claro es que el uso alternativo del derecho, cuando surge en el año 50 en Italia, lo que pretende fundamentalmente es integrar el Estado social en el derecho. Pero nosotros ahora mismo tenemos los mecanismos suficientes. Más que uso alternativo, yo diría que un constitucionalismo de los antiguos. Valorativo. Teniendo en cuenta los valores constitucionales.

Yo eso no lo veo un mecanismo tan necesario, más allá del recuerdo que queda como esquema lógico o como una categoría de análisis de entender el derecho. También el marxismo me parece una categoría de análisis muy válida. Pero hoy, por ejemplo, no aplicaríamos esquemas marxistas, por ejemplo, a un derecho que tiene su propia valoración dentro de la Constitución. Yo diría lo que hemos dicho siempre en el Tribunal Constitucional en Cataluña. Nada fuera de la Constitución. Todo dentro de la Constitución.

P. ¿Por qué cree que sería buena presidenta del Tribunal Constitucional?

R. Pues yo creo que sería buena presidenta respecto a la cuestión interna del tribunal. A mí lo que me parece es que... quizá por una condición de ser mujer, aunque, sin embargo, no todas las mujeres que han pasado por allí lo han tenido... Pero yo como mujer entiendo una cosa. Digo como mujer porque me parece que es específico de una manera de considerar las mujeres los conflictos. Quizá la mujer haya estado históricamente predeterminada a consensuar el conflicto en su trabajo. Se ha pensado que nosotras éramos más dóciles. Se ha pensado que nosotras tendríamos que procurar otro mundo más vivible. Se ha pensado que había una diferencia de carácter entre hombre y mujer. Bueno, yo todo eso lo desmiento. Yo creo que hay mujeres con mucho carácter y hombres con mucho carácter.

Foto: El juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena. (EFE) Opinión

P. ¿Digamos que lo que pretendería usted sería introducir un mejor ambiente de colaboración en el trabajo entre los magistrados?

R. Mantenerlo. Esa situación, que era un poco, yo diría, inquietante al final de la sentencia de julio del año pasado, eso, cuando se renueva el tribunal, yo creo que el presidente nuevo entra en otra actitud y otras personas que estábamos allí, también. Todos hemos colaborado. También las personas que han venido nuevas. Éramos allí conscientes de que había que beneficiar un poco ese ambiente.

Yo he sido decidida partidaria y defensora en todos y cada uno de los plenos de ese ambiente. Cuando yo he planteado algo en un pleno y he tenido que retirar un borrador, no he tenido nunca ninguna violencia, no he tenido nunca ningún mal gesto, lo he retirado y lo he vuelto a rehacer. Además, eso ha dado siempre mucho mejor resultado que el enfrentamiento personal. O sea, yo tengo para mí que en las circunstancias normales de la vida una persona entra a relacionarse con otra desde un ámbito de consenso, de respeto máximo, de reconocimiento del otro, y no de enfrentamiento. Yo creo que el rendimiento es muchísimo mejor y lo estoy comprobando, porque a pesar de tener muchos votos particulares, no suelo tener rechazo en los borradores y suelo aprobarlos.

P. Con esa situación de tensión, ¿se está refiriendo a cuando el magistrado Conde Pumpido digamos que descalificó a sus compañeros que habían votado favorablemente a la sentencia?

R. No, no me estoy refiriendo a ese caso concreto que, además, fue una cosa pública. Yo me estoy refiriendo al ambiente que se genera cuando se plantea un borrador, por ejemplo, que no necesariamente tiene que ser un borrador de mucha polaridad política, que puede ser simplemente un borrador técnico de un tema complicado que no se ha visto nunca... Y entonces esa persona en lugar de manifestar su contrariedad...

En el anterior tribunal había alguna persona, que ahora no merece la pena citar, que creaba un ambiente agrio. Pero sí que es verdad que en este nuevo ha habido un ambiente muchísimo más afectivo, más allá de las diferencias ideológicas que podamos tener.

P. ¿No cree que ese ambiente puede provocarse precisamente porque sea cierta la sospecha que tiene la sociedad de que en el Tribunal Constitucional se falla en función de principios ideológicos, que se vota por bloques?

R. No, qué va. Eso puede ser en tres o cuatro sentencias, nosotros dictamos en cada pleno seis o siete sentencias y otros muchos asuntos de trámite. No. Es una cuestión personal, esto es lo que a mí me parece relevante. El clima. Muchas veces la radicalización no tiene que ver ni siquiera, ni siquiera, con el objeto de ese asunto. Son cuestiones personales. El ambiente, el ambiente agresivo que hay en la sociedad. Ese ambiente se vive luego en cada sitio. Y lo que yo vi en aquel tribunal, ya digo que ya histórico, que ahora no es el caso, es que muchas veces una situación personal se desbordaba de manera absurda.

placeholder María Luisa Balaguer, durante el acto de su toma de posesión como miembro del Constitucional (2017). (EFE/Javier Lizón)
María Luisa Balaguer, durante el acto de su toma de posesión como miembro del Constitucional (2017). (EFE/Javier Lizón)

P. De todas maneras, hay algún magistrado que se caracteriza por su mal carácter y su autoritarismo...

R. Yo no voy a ser quien diga eso.

P. ¿No? Pero si le puedo recordar un episodio que es histórico y que está comprobado. En el mes de julio, cuando se produjeron por parte del señor Conde-Pumpido unas imprecaciones a sus compañeros, los que habían votado la ponencia del entonces presidente del tribunal. Dijeron que no bajarían a pleno si previamente no se disculpaba públicamente...

R. Pues esa fue mi suerte. Que yo estaba en Málaga ese día. Yo de eso no le puedo comentar nada. No sería correcto ni estaría bien.

P. Pero usted no lo haría.

R. Claro. ¿Cómo voy a hacer eso? El afecto que se le tiene a una persona y, por supuesto, yo a Cándido Conde-Pumpido también, se le tiene en parte también por la admiración de que son personas que saben mucho las que están allí. Entonces, lo que una persona piense, o lo que una persona haga, o lo que una persona determine en una sentencia, no puede formar parte de tu vida personal. Si eso fuera así, entonces no podríamos vivir...

"En el anterior tribunal había alguna persona, que ahora no merece la pena citar, que creaba un ambiente agrio"

P. Es usted consciente de que precisamente don Cándido Conde-Pumpido será, previsiblemente, su oponente...

R. Oponente mío no va a ser nunca nadie. Yo digo con toda claridad que quiero ser presidenta. Porque, además, esta historia de que una mujer querría ser presidenta... A mí me chirría ser algo porque yo sea mujer. Yo fundamentalmente considero que las mujeres hoy hemos llegado a un nivel en el que, algunas mujeres de mi generación, estamos ya en una situación en la que podemos situarnos al nivel de cualquier compañero. Por supuesto, yo admiro muchísimo a Cándido Conde-Pumpido, porque además es un penalista increíblemente bueno y aprendo mucho de él.

P. ¿Su opción o su oferta de presidencia es de conciliación interna?

R. Conciliación interna, consenso, información a la calle, entendimiento de nuestra función como una función social y, por lo tanto, mantener diálogo con la sociedad.

Lo más importante que a mí me interesa del tribunal es la relación interna de las personas. Y si hay personas que así lo consideran y me votan, yo estaré encantada. Pero yo un enfrentamiento con una persona que ideológicamente está en mi misma posición, porque es de eso que llaman ustedes un sector progresista...

P. ¿Cómo valora el retraso por parte del Consejo General del Poder Judicial en la designación de estos dos magistrados que tiene que nombrar para formar parte del tercio?

R. Yo no puedo valorar lo que hace el Poder Judicial. Yo no tenía ni idea de que esta situación se pudiera plantear, pero esta situación está planteada y yo creo que lo mejor que puede hacer el tribunal es callarse. Todo lo que no sea callarse, no está bien hecho.

Foto: Sede del CGPJ en Madrid. (EFE/Rodrigo Jiménez)

P. ¿Usted cree que el Tribunal Constitucional no ahora, desde el principio ha acompasado su función de órgano de garantías constitucionales a las expectativas de la sociedad o, por el contrario, las ha defraudado?

R. Aquí sí que hay un relato que favorece claramente al Tribunal Constitucional. Y es que el Tribunal Constitucional ha aportado un enriquecimiento extraordinario a la sociedad. Le digo varios ejemplos: la ley de matrimonio inclusivo, matrimonio homosexual; Ley Orgánica 1/2004 de violencia contra las mujeres; Ley Orgánica 1/2003 que establece la cuota de mujeres...

P. ¿No cree que hay en este momento un divorcio entre lo que hace el Tribunal Constitucional y lo que la sociedad parece que le reclama a través de lo que leemos en los medios de comunicación?

R. El tribunal es lo que es, es un tribunal de garantías constitucionales. Un tribunal objetivo. No debe perder esa objetividad, que está en deslizarse en su tiempo, en mantener una posición absolutamente neutral con respecto a la política, pese a que hay una determinada sensibilidad, como se llama eufemísticamente a ser de izquierda o ser de derecha.

Yo soy de izquierda, yo no tengo una sensibilidad para ser de izquierda, soy racionalmente de izquierda. Yo tengo un análisis marxista de la realidad social al que considero un método de análisis perfecto, aunque hoy no esté pensando en esas revoluciones en las que quizás otras personas piensan.

María Luisa Balaguer Callejón es catedrática de Derecho Constitucional y magistrada del Tribunal Constitucional desde 2017 por designación del Senado. Mujer de trayectoria feminista, se considera "de izquierdas racional" y partidaria de la vigencia del marxismo como método de interpretación de la historia, si bien, debidamente reformulado. No peleará con Cándido Conde-Pumpido por la presidencia del Constitucional, pero se postula para el cargo.

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