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Monarquía, de entrada no: UP suaviza su republicanismo y aleja a Felipe VI del emérito
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DESCIFRANDO UNA RELACIÓN AMBIGUA

Monarquía, de entrada no: UP suaviza su republicanismo y aleja a Felipe VI del emérito

Durante sus seis años y medio de vida, la formación morada ha dado tantos pasos hacia adelante como hacia atrás en lo que respecta a su flexible identidad republicana

Foto: El rey Felipe VI recibe en audiencia al líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias (i), el pasado mes de diciembre. (EFE)
El rey Felipe VI recibe en audiencia al líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias (i), el pasado mes de diciembre. (EFE)

Podemos recupera su esencia. Su esencia basada en una ambigua relación con la monarquía. Durante sus seis años y medio de vida, la formación morada ha dado tantos pasos hacia adelante como hacia atrás en lo que respecta a su flexible identidad republicana. Se han diseñado ofensivas contra la monarquía y centrado en la agenda el cambio de modelo de Estado como una prioridad. Se ha reculado hacia posiciones más equidistantes para relegar este debate a un plano secundario, y hasta se ha cerrado la puerta en otras ocasiones sobre una cuestión que, según se ha justificado, "ahora no toca" o "no es algo que interese a los españoles". Esta última versión es la que más encaja con el contexto actual, posibilista y con responsabilidades de Gobierno, pero también con los primeros meses de vida del partido.

Eran momentos en los que durante los mítines del partido, la organización disponía de grupos de militantes con banderas moradas, preparados para desplegarse, por si era necesario opacar a otros asistentes que acudiesen con enseñas republicanas. No se querían fotos que asociasen al partido con la tricolor, y en la organización de la multitudinaria 'marcha del cambio', que supuso la puesta de largo del partido tras su asamblea fundacional, fue una máxima de la organización.

Foto:  Imagen de una de las fotos tiroteadas. (La Marea)


Los paralelismos actuales con aquellos inicios son numerosos. Sin embargo, no se entenderían sin la perspectiva de un recorrido cronológico para descifrar unas posiciones con respecto a la monarquía basadas en la oportunidad, la correlación de fuerzas, tanto externa como interna, las encuestas propias y, sobre todo, los costes y beneficios de cara a cumplir el objetivo de todo partido político: gobernar. Las piruetas del poder o, adaptando el giro que Felipe González imprimió en sus filas sobre el referéndum de la OTAN, 'Monarquía, de entrada no'.

"No es una cuestión que interese"

Primera fase: 2014-2015. Los inicios de la estrategia populista transversal, del 'blitz' o la guerra relámpago y el 'ni de izquierdas ni de derechas', no casaban con la clásica identidad republicana asociada a la izquierda española. Pablo Iglesias pedía audiencia con el Rey y la formación no solo evitaba las banderas tricolor en sus actos, sino que también rehuía el debate sobre la monarquía tanto a nivel programático como discursivo. "Es un debate que aún no se ha abierto en el seno de la formación", se justificaba el primer secretario de Organización del partido, Sergio Pascual, en una de sus primeras ruedas de prensa. La interpretación de los responsables del partido era que "no es un asunto que interese ahora mismo a la ciudadanía española".

La ambivalencia se reconducía coincidiendo con la abdicación del rey Juan Carlos. Entonces, Pablo Iglesias pidió públicamente que se convocase un referéndum para que decidiese la ciudadanía en qué modelo de Estado quería vivir. Un titular que luego se vería obligado a matizar, asegurando que si se llevaba a cabo la consulta, el actual Rey "tendría muchas posibilidades de ganar unas elecciones como jefe de Estado". En una entrevista con Reuters, el líder de Podemos añadía que "el actual jefe del Estado tiene una enorme simpatía por parte de los ciudadanos españoles" y que "sería bueno para la democracia que sea jefe de Estado no por razones hereditarias, sino porque los españoles le han votado".

Foto: El coordinador federal de IU, Alberto Garzón (i), y el líder de Podemos, Pablo Iglesias, durante un pleno del Congreso. (EFE)


Una posición a la que retornaba un Iglesias posibilista y en parámetros gobernistas, unos días antes de la sesión de investidura el pasado mes de enero: "La monarquía no está en crisis, y esto lo dice un republicano". Se aparcaba así la tendencia republicana intensificada durante la crisis territorial por el referéndum del 1-O y, principalmente, por el discurso como respuesta a ello que dio Felipe VI. El discursos del 3-O. En palabras de Iglesias, dirigidas a sus bases advirtiendo sobre las carencias de encontrarse en minoría en el Consejo de Ministros: "Nos encontraremos muchos límites y contradicciones, y en el que tendremos que ceder en muchas cosas".

La república dejaba nuevamente de ser una prioridad para los morados, y por si quedasen dudas, el líder de Unidas Podemos elogiaba en la misma intervención el discurso de la infanta Leonor durante la entrega de los premios Princesa de Girona porque "sentó bien en Cataluña, aunque no todos lo reconozcan, escuchar a Leonor, que aspira a ser jefa del Estado, hablando en perfecto catalán". Cuando se vislumbraba ya el primer Gobierno de coalición progresista desde la II República, afloraba la paradoja de que no tendría ni mucho menos entre sus prioridades superar el actual sistema político de monarquía parlamentaria.

El discurso del 3-O, inicio de la ofensiva

Segunda fase: 2016-2018. Si IU siempre defendió a nivel programático su republicanismo, en el caso de Podemos se optó en un principio por una cierta indiferencia y por priorizar las cuestiones sociales al modelo de Estado, al considerarlos más transversales, pero el discurso del rey Felipe VI el 3 octubre marcó un antes y un después. La ofensiva, con diferentes frentes en la calle, el parlamento y posteriormente incluso el judicial de la mano de IU, se inició unos meses antes debido a las revelaciones del caso Corinna.

A partir de ahí se puso el foco en la monarquía con una elevada beligerancia. El libro 'Crisis constitucional e impulso constituyente', firmado por Iglesias y el catedrático de Derecho Constitucional, Javier Pérez Royo, fue el pistoletazo de salida, resumiendo el nuevo argumentario. No sin tratar de mantener ciertos equilibrios: "Si imagino a Albert Rivera, a Pablo Casado y a Felipe de Borbón, veo a tres hombres de derechas y el que mejor me cae, con diferencia, es Felipe de Borbón", afirmaba Iglesias arrancando una extensa reflexión sobre la monarquía española recogida en la mencionada obra publicada por el 'think tank' de Podemos, el Instituto 25M.

placeholder Los reyes juntos a las infantas visitan los Teatros del Canal, en Madrid. (EFE)
Los reyes juntos a las infantas visitan los Teatros del Canal, en Madrid. (EFE)

En el libro, fruto de una serie de diálogos junto Pérez Royo, el líder de Podemos ahonda en el papel político de la Corona desde la Transición hasta aquel momento, sin descuidar sus opiniones sobre la personalidad del rey emérito, Juan Carlos de Borbón, y de Felipe VI, a quien, a diferencia del primero, sí ha tratado en persona. Sobre el Rey emérito confiesa que "es probablemente una de las condiciones de posibilidad de la Transición tal y como esta se hizo", llegando a concluir que, "con independencia de que gustara o no, existía en España una monarquía con un papel político incuestionable".

Una vez más, describe como "un movimiento político inteligente por parte de la Casa Real" la abdicación de Juan Carlos en 2014. Una apreciación que hila con el hecho de que "el discurso de Felipe VI en la Nochebuena de 2014 fue un discurso inteligente, que le permitió aparecer como un jefe del Estado que había comprendido los cambios que se estaban produciendo en su país y que dedicaba palabras amables a muchos sectores sociales, en especial a quienes estaban descontentos con el sistema político". Hasta ahí las buenas palabras. El discurso del 3 de octubre sobre Cataluña lo cambió todo.

Con ademanes académicos, se asegura: "No criticamos al Rey; criticamos a la institución monárquica en un momento histórico preciso". Basándose en que la figura del Rey no está sometida a la Constitución, pues como la Generalitat, se le otorga un reconocimiento previo —"fue Franco quien decidió quién lo sucedería en la jefatura del Estado"—, y así se reconoce posteriormente en la Carta Magna. En esta línea se defendía que la Corona está por encima de la Constitución y, como tal, esta sería una de las características de la monarquía constitucional.

Foto: El Rey Felipe ha dirigido un mensaje a todos los españoles por la situación en Cataluña (EFE)


En el capítulo de las comparaciones entre Juan Carlos y Felipe, el secretario general de la formación morada insiste en que el actual monarca no le "cae mal". "Por el trato que he tenido con él, me parece un hombre culto, muy preparado políticamente, con el que es agradable conversar", confiesa. Nada más lejos de su impresión sobre el Rey emérito, "a quien no he conocido personalmente, pero del que he leído varias biografías, me cae mucho peor que el actual. Juan Carlos de Borbón era un franquista confeso, un corrupto [y para ello rescata su petición de 10.000 millones de pesetas al sha de Persia para que financiase la campaña de Adolfo Suárez], por no hablar de sus aficiones a la caza y a otras cosas que ya conocen todos los españoles".

Una vez despachada esta visión, Iglesias asevera acto seguido que "nadie puede negar la centralidad política de esa figura, incluso en un momento en el que ocurrió la que fue, probablemente, la intervención política más importante de la monarquía en España, hasta que ya conocemos casi todo acerca del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981". Esta centralidad política que le otorga, no la habría continuado su sucesor, según opina, más que tímidamente durante sus primeros meses al frente de la Corona, como se dice más arriba. Esto es, en su primer discurso de Nochebuena, pues "los discursos posteriores fueron mucho más conservadores y provocaron el rechazo de cada vez más formaciones".

Para redundar en esta posición, el líder de Podemos trae a colación el discurso de Felipe VI en junio de 2017, durante la conmemoración del 40 aniversario de las primeras elecciones generales celebradas en España tras la dictadura. Un discurso, argumenta, que "llamó la atención por una serie de circunstancias y afirmaciones. En primer lugar, la derecha arremetió contra el Rey por la ausencia de Juan Carlos en ese acto. En segundo lugar, nuestro grupo parlamentario criticó el discurso de Felipe VI por citar mal a Antonio Machado, por plantear en él una suerte de equidistancia entre los valedores de la dictadura y la oposición democrática al fascismo, y porque se trató de un discurso muy conservador y de derechas que no representa al grueso de la ciudadanía española y que es, por tanto, impropio de una figura simbólica". En definitiva, un discurso nada inclusivo, lo cual hasta dejaría patente la presidenta del Congreso, quien "demostró la cintura de quien es capaz de hacer un discurso inclusivo. El jefe del Estado, no", dijo.

Durante sus seis años y medio de vida, la formación morada ha dado pasos hacia adelante y hacia atrás sobre su flexible identidad republicana


Unos meses después de aquella criticada intervención por la bancada de Unidos Podemos, se produjo el polémico discurso del 3 de octubre. Iglesias afirma que "supuso un antes y un después en el papel de la monarquía en este país. Aquel día, el jefe del Estado pronunció el discurso del PP, lo hizo suyo y llamó a cerrar filas; y desde entonces existe un bloque monárquico que se articuló en torno a ese discurso". De ahí su reparo al apoyo que le dieron PP, Ciudadanos y, sobre todo, PSOE.

​En esta línea, concluye que lo que "se ha producido en nuestro país es un refuerzo de una posición involucionista vinculada al discurso del Rey del 3 de octubre, que ha abierto las puertas a la involución democrática en España". De ahí su excusa, reiterando nuevamente modos de análisis académico revestido moralmente: "Criticamos a la monarquía porque somos demócratas y nos oponemos a que haya una involución democrática en nuestro país. Y Felipe VI se ha puesto del lado de los partidos que están defendiendo, con su práctica política, la excepcionalidad y la renuncia a los principios básicos de la democracia". Cierra así su reflexión fijando posiciones: "Consideramos que en este momento la monarquía en España tiene poco que ofrecer a la salud de la democracia española. Y lo decimos con todo el respeto".

El atajo de la crisis territorial

Detrás de la señal para abandonar la posición de cierta equidistancia frente a la monarquía y pasar a la ofensiva en el plano discursivo apelando al "espíritu republicano" se encontraba el hecho de que se hubiese abierto una ventana para retomar la demanda de abrir un proceso constituyente. Este bloque [monárquico] podrá preservar su poder durante un poco más de tiempo, pero carece de algo que es esencial para conservarlo a medio y a largo plazo: la hegemonía. Y esto ha ocurrido porque son los partidos de este bloque quienes, básicamente, han provocado la crisis constitucional en la que estamos inmersos", barruntaba Iglesias. Ante ello, añadía el constitucionalista Pérez Royo: "La segunda restauración carece de proyecto de futuro. La legitimidad constituyente de la Transición ya no da más de sí y no encuentra la forma de renovarse".

placeholder Pablo Iglesias y Pablo Echenique, en el Congreso de los Diputados. (EFE)
Pablo Iglesias y Pablo Echenique, en el Congreso de los Diputados. (EFE)

Entonces comenzó a alimentarse la polarización frente al denominado "bloque monárquico" y el discurso republicano se construyó de forma acelerada y sin apenas concesiones. Aprovechando la coyuntura abierta tras el cambio de Gobierno mediante la moción de censura y el papel de mediación adoptado por Iglesias, el líder de Podemos se lanzó a vincular la república con la profundización de la democracia y la monarquía con el pasado y los obstáculos para una salida dialogada al conflicto catalán.

"Solo así —desde los valores republicanos— se entiende la justicia social y el reconocimiento de la plurinacionalidad como algo consustancial a España. Quien no entiende la plurinacionalidad no entiende España (...). Solo desde esos valores, de la federalidad y confederalidad que implica el republicanismo, se puede construir el futuro", insistía Iglesias llamando a "armar un entramado constitucional e institucional que haga de esa riqueza una ventaja competitiva".

La justificación de este nuevo discurso contra la monarquía y a favor de la república se sustenta, según defendía Iglesias, "en una defensa de la democracia y en un rechazo a los discursos que excluyen a una parte de la población de nuestro país". A lo que el líder de la formación añadía: "Consideramos que en este momento la monarquía en España tiene poco que ofrecer a la salud de la democracia española. Y lo decimos con todo el respeto".

Criticamos a la monarquía porque somos demócratas y nos oponemos a que haya una involución democrática en nuestro país


En el trasfondo de este giro se encontraban los cambios en la correlación de fuerzas, que cerraban cualquier posibilidad a un cambio constitucional en los términos deseados por Unidas Podemos. Solo polarizando con la monarquía y tratando de sacar al Rey de la ecuación constitucional, se encontrará un atajo para "romper los candados del régimen del 78" vía referéndum, que se asociaba a la crisis social y territorial que entonces alcanzaba su punto álgido.

En este contexto tomaban especial relevancia las peticiones de una consulta sobre el modelo de Estado, lo que podría generar un efecto dominó sobre las instituciones en las que se sustenta el Régimen del 78 que entonces, al contrario que ahora, era una prioridad superar para Podemos. El jefe de gabinete de Pablo Iglesias en la vicepresidencia, el ex-Jemad Julio Rodríguez, concluía en un libro autobiográfico publicado en aquel momento que "algún día, más pronto que tarde, los españoles tendremos que afrontarlo [el debate sobre la monarquía], y habremos de hacerlo de la manera que dicta el sentido común y el espíritu democrático: consultando a la ciudadanía".

Del bloque de la derecha al bloque monárquico

Sin complejos ni matices, Podemos intensificaba su identidad más republicana para poner a la Corona en el centro de sus críticas, asociando el papel de Felipe VI en la crisis catalana con un intento de "restauración conservadora y centralista". Se pasaba de la retórica del bloque de las derechas al bloque monárquico.

En la primera reunión del máximo órgano de dirección del partido tras el discurso del 3-O, Iglesias calificó su contenido de "nefasto", según dijo, porque "vimos un monarca cien por cien alineado con el partido más corrupto de España". Incluso se envió una carta a los inscritos y militantes de la organización, firmada por su secretario general, en la que se incidía sobre el "bloque monárquico" o "bloque felipista" haciendo una llamada al "espíritu republicano", entendiendo que "España es mucho más que la monarquía y, además, está llamada a sobrevivir a ella".

placeholder El vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias.(EFE)
El vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias.(EFE)


"Tras el discurso que pronunció Felipe VI el 3 de octubre, el bloque cohesionado de partidos, medios de comunicación y grandes empresas tiene enormes dificultades para llevar a cabo sus objetivos. El mismo hecho de que se les vea y se les perciba como 'bloque' les debilita”, concluía la misiva. Declaración de guerra y envío de tropas al frente de batalla. El día de los actos de conmemoración del 40 aniversario de la Constitución, los miembros de Unidas Podemos que acudieron al Congreso portaban una enseña simbolizando lo valores republicanos e Iglesias aseguraba que "queremos una España democrática y feminista, que quiere para su gente un futuro de justicia social y fraternidad. Un país en igualdad que respete, escuche y proteja. 40 años después, hacer nuestra democracia mejor es hacer república".

Y vuelta a moderar el tono para cogobernar

Tercera fase: 2019-2020. Solo unas semanas después, el tono volvía a cambiar. El discurso de Felipe VI en la Nochebuena de 2018 fue bien recibido en el centro de mando de Podemos. Iglesias le reconoció "aciertos" al monarca, dentro de la crítica, y celebró en especial la mención a las mujeres y el "cambio de tono respecto a la cuestión territorial". "El jefe de Estado ha hecho hoy un discurso que, aunque viene de una institución que difícilmente puede responder a los anhelos democráticos e igualitarios de la sociedad española, incluye claves interesantes y aciertos que reconocer", explicaba el líder de Podemos a través de sus redes sociales. Y continuaba: "Habla a las mujeres, en lo que parece un reconocimiento de la enorme desconexión que existe entre la institución monárquica y las aspiraciones que han expresado las mujeres en España. El rey sabe que la España feminista no quiere patriarcas".

Lo más reseñable, según subrayaba, "es el cambio de tono respecto a la cuestión territorial. El jefe de Estado abandona el discurso del 3 de octubre y habla de convivencia y respeto a la diversidad. Reconoce así implícitamente que se equivocó asumiendo las tesis de la derecha sobre Cataluña". Finalmente, remataba su valoración poniendo en duda la empatía de Felipe VI: "Al rey le honra intentar empatizar con los más castigados y reconocer sus errores. El problema es que la institución monárquica pertenece a otro siglo y no puede, aunque lo intente, responder a la necesidad democrática de España: justicia social, feminismo, fin de la corrupción".

Foto: Juan Carlos I y Felipe VI, en 2019. (EFE)

En los últimos días de 2018, y a modo de resumen del año político, el líder de Podemos, mitad político mitad presentador, vuelve a incidir en el discurso del 3-O pero comenzando a dosificar la descarga de responsabilidades sobre Felipe VI: "Quien le dijo a Felipe VI que el 3-O podría convertirse en su 23-F, le dio el peor consejo que le podía dar". Unos meses después se ponía la Constitución por montera coincidiendo con el inicio de la precampaña electoral para las generales y quedaba definitivamente enterrada la fase de beligerancia contra la monarquía.

La visión de Pablo Iglesias sobre el futuro de la monarquía, por aquel entonces, se plasmaba también en el libro de conversaciones con Enric Juliana 'Nudo España' (Arpa). Publicado en octubre de 2018, pero retomando conversaciones que se iniciaron antes del verano, el líder de Podemos defiende que "solo desde los valores republicanos se puede entender una visión de Estado que permita reconstruir un proyecto, ahora roto, consensuado con diferentes sectores". (…) Un proyecto de España que seduzca a Cataluña —también desde lo social—, y que plantee una renovación en el estilo de dirección del Estado y en el encaje constitucional".

Su descripción de Felipe VI daba mejor cuenta de cuál era la agenda política de Podemos en este sentido. "Su primer discurso de Nochebuena de 2014 fue inteligente, pero desde entonces el equipo de la Casa Real está poniendo en riesgo la monarquía", explica Iglesias en las páginas del libro recientemente publicado. Su posicionamiento el 3 de octubre fue un error, añadía, "y llegará el día en que España votará y se expresará en relación con la monarquía, aunque quizá no sea vinculante. Si en España la gente vota masivamente que no, seguramente Felipe se tendrá que ir".

placeholder El rey Felipe VI trabajando desde su despacho. (EFE)
El rey Felipe VI trabajando desde su despacho. (EFE)


El líder de Podemos incluso visualizaba, en este diálogo con el director adjunto de 'La Vanguardia', "un cambio tranquilo a medio plazo". Se comenzaban ya a aplazar objetivos y reducir la beligerancia. "No como consecuencia de una revolución", especificaba con ánimo tranquilizador, "sino como un nuevo contrato social que informe desde valores republicanos un nuevo proyecto de fraternidad y que tenga como una de las secuelas la extinción pacífica de la institución monárquica. No me imagino a Felipe de Borbón saliendo de España en un barco como Alfonso XIII. Seguramente seguirá teniendo propiedades y mucho dinero, además de sus partidarios", concluía.

Cerrado el acuerdo de coalición, el nuevo giro se consolida definitivamente. Para su puesta de largo se eligió el marco de la universidad, donde se fijaron los primeros mensajes públicos diez días después de formar con Pedro Sánchez el preacuerdo para el Gobierno de coalición progresista. Realizó una adhesión explícita a la Constitución. "La Constitución del 78, con todos sus defectos, contiene artículos que son la mejor vacuna para defender a las mayorías sociales del auge de la extrema derecha", aseguró, poniendo en valor la defensa de los derechos sociales que salvaguarda para dibujar un "horizonte de seguridad frente al miedo" que alimentaría Vox.

Iglesias reconocía que a su formación, que nació precisamente impugnando el denominado 'régimen del 78' y proponiendo un proceso constituyente, le hubiese costado asumir estas posiciones hasta no hace mucho. "Ahora, sin embargo, tenemos la sensación de que cuando hay un reforzamiento de las fuerzas reaccionarias" no es el momento del rupturismo sino del posibilismo. Un posibilismo, añadió, que se debe a la nueva correlación de fuerzas, no solo en el Congreso sino también en el hipotético Ejecutivo de coalición donde Podemos tendrá "una fuerza modesta", al estar en minoría. Unos días después, en su siguiente intervención pública y última antes de la investidura, se retomaban los orígenes fundacionales de una mayor equidistancia para cerrar el debate: "La monarquía no está en crisis". Luego vendría el discurso del Rey en el acto de apertura de las Cortes donde, por primera vez, un Iglesias ya vicepresidente segundo del Gobierno se levantó y lo aplaudió.

Podemos recupera su esencia. Su esencia basada en una ambigua relación con la monarquía. Durante sus seis años y medio de vida, la formación morada ha dado tantos pasos hacia adelante como hacia atrás en lo que respecta a su flexible identidad republicana. Se han diseñado ofensivas contra la monarquía y centrado en la agenda el cambio de modelo de Estado como una prioridad. Se ha reculado hacia posiciones más equidistantes para relegar este debate a un plano secundario, y hasta se ha cerrado la puerta en otras ocasiones sobre una cuestión que, según se ha justificado, "ahora no toca" o "no es algo que interese a los españoles". Esta última versión es la que más encaja con el contexto actual, posibilista y con responsabilidades de Gobierno, pero también con los primeros meses de vida del partido.

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