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Ferraz asume que deberá emplearse a fondo en explicar su relato y argumentar el 10-N
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LOS CIMIENTOS DE LA CAMPAÑA

Ferraz asume que deberá emplearse a fondo en explicar su relato y argumentar el 10-N

El primer paso en la estrategia de los socialistas es hacer pedagogía y repartir las culpas a derecha e izquierda de la repetición electoral. La dirección ultima la reunión del comité federal para el día 28

Foto: Pedro Sánchez y Carmen Calvo abandonan el hemiciclo durante la segunda y última sesión de control al Gobierno, este 18 de septiembre, en el Congreso. (EFE)
Pedro Sánchez y Carmen Calvo abandonan el hemiciclo durante la segunda y última sesión de control al Gobierno, este 18 de septiembre, en el Congreso. (EFE)

Aunque hacía semanas que Pedro Sánchez y su núcleo de confianza solo percibían como única salida viable la repetición electoral, en Ferraz la maquinaria no se había puesto en marcha. Todavía existía la precaución, el celo para no lanzar ninguna señal que permitiera interpretar que el presidente estaba persiguiendo unos nuevos comicios. Los motores se encienden a partir de ahora, y todo se pondrá a punto rápidamente, dada la experiencia y fortaleza del partido y la cohesión interna. Pero, según subrayan en el cuartel general, a día de hoy queda mucho por hacer. Desde pensar la estrategia, diseñar la comunicación de la campaña electoral, reunir a los órganos de dirección, perfilar la agenda de actos. Por lo pronto, lo prioritario para el partido es "hacer pedagogía", explicar por qué se ha llegado a este punto, por qué el PSOE no tiene la culpa de que España acuda a las urnas por cuarta vez en cuatro años cuando la oposición en bloque responsabiliza al presidente de ello, por querer comicios "desde el principio", en palabras de Pablo Casado.

Los socialistas celebraron con euforia su victoria la noche del 28-A, aquella en la que retumbó en la calle de Ferraz el grito de militantes y simpatizantes "¡Con Rivera no!". Un triunfo producto, analizaban, tanto de la ola de ilusión en torno a Sánchez como del miedo a las derechas. En aquel momento, era impensable imaginar que el líder no lograría la investidura, aunque sí había quienes en su círculo sentían cierto regusto amargo, porque los 123 escaños sabían a poco. Era una cifra algo menor a la que habían pronosticado las encuestas anteriores al apagón demoscópico impuesto por la ley. A Sánchez le había sobrado la última semana de campaña, en la que su participación en los debates no había sido brillante. La suma con Unidas Podemos (42), PNV (6), Partido Regionalista de Cantabria (1) y Compromís (1) se quedaba en los 173 diputados, a tres de la mayoría absoluta, lo que hacía que el futuro Ejecutivo dependiera del oxígeno de los independentistas catalanes. Por eso el resultado supo poco a algunos, por el peligro de desgaste de Sánchez y el uso que la derecha haría de los votos de ERC que el PSOE necesitaría.

Tras una primera reunión con Pablo Iglesias, todo quedó paralizado por la campaña de las autonómicas, municipales y europeas del 26 de mayo. Después, arrancó el cortejo a los morados. Lento y pesado, hasta que Sánchez, muy presionado por los suyos, y acorralado por sus propias palabras, cuando pidió el paso atrás del propio Iglesias, accedió a la negociación de un Gobierno de coalición en el que nunca creyó del todo. Pero tras el rechazo de UP y la investidura fallida del 25 de julio, Sánchez y su círculo monclovita se reafirmaron: no habría más oferta de Ejecutivo bipartito. "Antes elecciones que coalición", reiteraban fuentes de la cúpula. Y así ha sido finalmente. El presidente alegó que se había roto todos los puentes de "confianza" con los morados, que no había "bases" para un Gabinete bicolor. No habría coalición al uso ni de baja intensidad. Como siempre advirtió: no habría septiembre. No lo hubo.

La vicepresidenta y sus ministros se despliegan en los medios. El propio Sánchez será entrevistado este jueves en 'prime time' tras la ronda del Rey


"Lo he intentado por todos los medios, pero nos lo han hecho imposible. He procurado conformar un Gobierno para España, y digo un Gobierno, un Gobierno, no cualquier Gobierno, sino el que, a mi juicio, necesita España ante los desafíos que tenemos por delante. Un Gobierno moderado, sin frentismos, desde el acuerdo, que gobierne desde valores progresistas pero que lo haga para la mayoría social de nuestro país. Con vocación de transformación y también de acuerdo en las grandes reformas que necesita España". En su comparecencia en la Moncloa del pasado martes, al término de la ronda del Rey, tras la cual el jefe del Estado no propuso candidato a la investidura, se hallaba buena parte de la argumentación que el secretario general y su partido usan y usarán en este tramo de calentamiento de la campaña. Una rueda de prensa desprovista de toda autocrítica, por cierto, pero que contenía el corazón de su discurso de las próximas semanas.

Foto: El presidente en funciones y líder del PSOE, Pedro Sánchez, este 17 de septiembre durante su rueda de prensa en la Moncloa. (Reuters)

¿Fragmentación = bloqueo?

Cargos del Gobierno y del partido explicaban este miércoles que esa labor de pedagogía es básica ahora. Por eso ministros y dirigentes ya están multiplicando su presencia. El propio líder del PSOE será entrevistado este jueves en La Sexta por Antonio García Ferreras, a las 21:30, pero además la vicepresidenta, Carmen Calvo, y las titulares de Defensa, Hacienda y Trabajo desfilarán por la mañana en Canal Sur, Telemadrid, Antena 3 y Telecinco. "El reto es explicar las causas, cómo se ha llegado hasta aquí", asumía un miembro del primer anillo de poder del PSOE. "Explicar que unos y otros no han dejado a Pedro ser presidente pese a haber sido el más votado. Eso cala en la gente, porque muchos ciudadanos empiezan a relacionar fragmentación con inestabilidad y bloqueo. Los nuevos partidos [Podemos y Ciudadanos] no han traído nada nuevo, nada fresco", añadía esta misma fuente.

"Nos tiene que movilizar que nos arrebatado un Gobierno", dice un ministro. En Ferraz creen que la participación no se hundirá, y que ayuda la fidelidad

Sánchez va a machacar el mensaje de que buscaba un Gobierno "estable", "fuerte", "cohesionado", "duradero", un objetivo que no le proporcionaba en modo alguno una coalición con Unidas Podemos, que habría abocado antes o después al "fracaso", puesto que Iglesias tenía en mente otro modelo, el de "dos gobiernos en uno". El presidente ya se encargó de pedir desde el primer segundo que los españoles han de hablar el 10-N aún "más claro" que el 28-A y el 26-M. Pide, pues, una "mayoría más rotunda", como explicitó este miércoles en la segunda y última sesión de control de esta fugaz XIII Legislatura.

El coste de la repetición electoral es el fracaso político en cifras

En el PSOE asumen que no será sencillo explicar por qué España se conduce a las urnas en 52 días, tras casi cinco meses de práctica parálisis. Menos en un contexto de aparente cansancio y hartazgo de la ciudadanía —"La gente está hasta los bemoles de nosotros, de todos nosotros. Está hasta las narices", dijo gráficamente en el pleno el republicano Gabriel Rufián, autoerigido en voz de la conciencia de socialistas y morados— y de presumible desmovilización de la izquierda.

Ese temor a una acusada bajada de la participación era el sentimiento más extendido que se podía palpar en los territorios en las últimas semanas, en las que aumentaba el vértigo al 10-N. Pero en Ferraz y en la Moncloa, sin embargo, se cree que la movilización, aunque no llegará al histórico 75,75% del 28 de abril (sin el voto exterior), tampoco se hundirá. Como tampoco ocurrió, recuerdan, en 2016, cuando cayó al 69,83% desde el 73,2% de 2015. "Ahora nos tiene que movilizar que se nos ha arrebatado un Gobierno, cuando no había alternativa", señalaba un ministro. En el partido advierten además de que la fidelidad a las siglas es muy alta, y eso es muy buena señal. Así, el PSOE asentará su campaña en la necesidad de conquistar la "estabilidad" tras la zozobra de los últimos cuatro años y de reforzar al partido que ya ganó el 28-A y el 26-M. Llamamiento al voto útil a mansalva, en definitiva.

Foto: Pedro Sánchez se dirige a Pablo Casado desde su escaño, este 18 de septiembre en el Congreso. (EFE)

Ocupar el centro, firmeza con Cataluña

La campaña del 10-N de los socialistas será sensiblemente diferente a la anterior. Sánchez marcó las principales pautas. Primero, ataques a Unidas Podemos por haber impedido "por cuarta vez" la investidura de un presidente socialista y haber rechazado un Gobierno de coalición, fórmula no explorada desde la Guerra Civil. Y después, críticas a Albert Rivera por haber escorado Cs a la derecha y no haber proporcionado una salida al bloqueo, para capturar así al votante desencantado de los naranjas.

Se prevé que no haya cambios en el comité electoral, que dirigirán Ábalos y Redondo. Habrá ajustes mínimos en las listas electorales

Los dirigentes socialistas consultados estiman que, aunque hay todavía electores de izquierdas por rebañar, el granero más amplio se extiende por el centro, y para atraer a esos ciudadanos le hace falta a Sánchez armar un discurso combativo con Iglesias y de total firmeza con el conflicto soberanista en Cataluña. Argumentos que también explotó este miércoles en el pleno, al acusar a los morados de "dogmatismo" y proclamar que no vacilará en aplicar de nuevo el 155 si los independentistas intentan "violentar" de nuevo la Constitución y la ley.

Sánchez, contra todos en un último control al Ejecutivo en modo campaña electoral

Las primeras piedras de la precampaña de este 10-N se pondrán este jueves. La ejecutiva se reúne a las 10:30, presidida por Sánchez. En ella, muy probablemente se constituirá el comité electoral que, como sucedió para las anteriores generales, estará dirigido por el secretario de Organización, José Luis Ábalos, y por el jefe de Gabinete del presidente, el todopoderoso Iván Redondo. Ferraz quiere proyectar la imagen de "continuidad" en todos los sentidos, dicen en el cuartel general. Por eso no habrá prácticamente cambios en la dirección de campaña, ni tampoco en las listas —salvo ajustes mínimos—. Todo ha de ir, además, muy rápido. Las candidaturas, por ejemplo, han de registrarse entre el 2 y el 7 de octubre.

Foto: Pablo Casado, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias, el pasado 22 de abril en RTVE. (Reuters)

La decisión del debate

Sánchez presidirá el viernes el Consejo de Ministros y, el domingo, viajará a Nueva York, para participar en la Cumbre del Clima. En los días siguientes tiene más actos en agenda, hasta su intervención, el jueves, ante la Asamblea General de la ONU. Para el 28 de septiembre, sábado, se prevé la reunión del máximo órgano, el comité federal, el competente para ratificar listas y programa pero que se convertirá en una foto de unidad con el líder. Al día siguiente, Sánchez protagonizará, si no hay contratiempos, su primer mitin de precampaña puro. Será en Gavà (Barcelona), en la 30º Fiesta de la Rosa, con Miquel Iceta. A partir de entonces, meterá la directa hacia el 10-N.

Para el 28 de septiembre se verá el comité federal, y el primer mitin de precampaña de Sánchez será en Gavà, el 29, tras su viaje a Nueva York

La duda vuelve a situarse en el debate. Al tratarse de una repetición electoral, solo habrá una semana de campaña (del viernes 1 de noviembre, festivo en toda España y en puente, al 8). RTVE ha ofrecido un careo a cinco de los líderes para el 4 de noviembre y, extrañamente, tres cara a cara (Pedro Sánchez-Pablo Casado, Pablo Casado-Albert Rivera y Pedro Sánchez-Pablo Iglesias), para la semana anterior. Atresmedia lanzará su propuesta de debates desde el próximo 23 de septiembre, cuando los comicios del 10-N estén oficialmente convocados. El choque en televisión será, de nuevo, capital.

Margarita Robles, sobre la autocrítica del PSOE: "El Gobierno debía hacer lo que ha hecho"

Por delante, el PSOE tiene una campaña mucho más compleja que la anterior, sin la bandera del miedo a las derechas tan disponible y con un relato de explicación de las urnas con muchos claroscuros. Además de las dudas que asoman, como que las urnas no despejen el panorama o la pregunta de si una coalición con Unidas Podemos sí será posible cuando se repartan las cartas otra vez. Sánchez afronta un recorrido corto, pero con riesgos a la vista.

Sánchez rehúye la autocrítica, pero Batet sí pide "disculpas" por los "errores" suyos y de sus señorías

Pedro Sánchez no hizo ni la más mínima autocrítica en su comparecencia posterior a la ronda del Rey. Cuando se le preguntó si no debía revisar lo hecho, explicó que había intentado "todo" para conseguir la investidura, pero Unidas Podemos, PP y Cs lo hicieron "imposible". Especialmente cargó las tintas en los morados, por haber rechazado todas las fórmulas de entendimiento planteadas por el PSOE. ¿Y debería pedir perdón a los ciudadanos por el fracaso? El presidente cree que no. "Todos tenemos que explicar a los ciudadanos cuál ha sido nuestra posición. Y yo creo que los ciudadanos entienden perfectamente cuál ha sido la posición del Gobierno de España y de mi persona. España necesita un Gobierno, pero no cualquier Gobierno. Necesita un Gobierno estable, duradero, coherente, único. No dos gobiernos en uno, que es lo que se proponía por parte de Unidas Podemos". 

Este miércoles, el Congreso despedía la XIII Legislatura 20 semanas después de las generales del 28-A. La presidenta de la Cámara, Meritxell Batet, hiló un breve discurso de adiós, en el que deseó suerte a los 350 diputados que ocupen los escaños tras el 10-N y con el que agradeció a sus señorías, a los trabajadores del Congreso, a los miembros de las Fuerzas de Seguridad y a los periodistas "su trabajo". Batet agradeció el "honor" de haber presidido el hemiciclo y la "colaboración" de los miembros de la Mesa y de los portavoces de los grupos. 

Pero la dirigente socialista también entonó un 'mea culpa'. "Pido disculpas a todos por los errores que hayamos podido cometer y personalmente por los que haya cometido esta presidenta. Las personas podemos equivocarnos, podemos también cansarnos e incluso desfallecer, pero la democracia es más sabia, más constante y más fuerte que las personas". 

Desde el Gobierno no hubo más autocrítica. La titular de Defensa en funciones, Margarita Robles, insistió en que el Ejecutivo ha hecho lo que tenía que hacer, porque lo que no hará nunca es "vender España". Después, arremetió contra los líderes de Unidas Podemos y Ciudadanos, Pablo Iglesias y Albert Rivera, por guiarse por "intereses personales".

Aunque hacía semanas que Pedro Sánchez y su núcleo de confianza solo percibían como única salida viable la repetición electoral, en Ferraz la maquinaria no se había puesto en marcha. Todavía existía la precaución, el celo para no lanzar ninguna señal que permitiera interpretar que el presidente estaba persiguiendo unos nuevos comicios. Los motores se encienden a partir de ahora, y todo se pondrá a punto rápidamente, dada la experiencia y fortaleza del partido y la cohesión interna. Pero, según subrayan en el cuartel general, a día de hoy queda mucho por hacer. Desde pensar la estrategia, diseñar la comunicación de la campaña electoral, reunir a los órganos de dirección, perfilar la agenda de actos. Por lo pronto, lo prioritario para el partido es "hacer pedagogía", explicar por qué se ha llegado a este punto, por qué el PSOE no tiene la culpa de que España acuda a las urnas por cuarta vez en cuatro años cuando la oposición en bloque responsabiliza al presidente de ello, por querer comicios "desde el principio", en palabras de Pablo Casado.

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