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No más cañones vs mantequilla: cuatro informes para entender los desafíos de la defensa en 2024
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No más cañones vs mantequilla: cuatro informes para entender los desafíos de la defensa en 2024

Este 2024 será decisivo para la industria de defensa española: lo que se vislumbra es una larga senda alcista hacia la meta de inversión del 2% del PIB para 2029, pero sinuosa y con varios obstáculos por superar

Foto: La ministra de Defensa, Margarita Robles, visita a las tropas españolas desplegadas en Letonia. (EFE/Jesús Bartolomé)
La ministra de Defensa, Margarita Robles, visita a las tropas españolas desplegadas en Letonia. (EFE/Jesús Bartolomé)

El cambio de ciclo inversor que se auguró en con la invasión de Ucrania está en pleno acelerón. Tras un aumento récord del presupuesto y luz verde a programas de armamento por más de 15.000 millones de euros, este 2024 será decisivo para la industria de defensa española. Los que se vislumbra es una larga senda alcista hacia la meta de inversión del 2% del PIB para 2029, pero sinuosa y con varios obstáculos por superar. Para entender el panorama y sus perspectivas, analizamos tres informes sobre el sector enfocados desde diferentes perspectivas y conversamos con sus autores (Tedae, Llorente y Cuenca y Nitid) sobre los principales desafíos para la industria.

El primero es Impacto económico y social de la industria de defensa, seguridad, aeronáutica y espacio que encarga cada año Tedae (Asociación Española de Empresas Tecnológicas de Defensa, Seguridad, Aeronáutica y Espacio) a la consultora KPMG para conocer la evolución del sector. La presente edición, publicada en noviembre con cifras consolidadas de 2022, muestra una recuperación sostenida de la industria desde la abrupta caída generada por la pandemia. Un retorno a una senda alcista donde, dicen los expertos, lo mejor está por llegar.

En 2022, año del inicio de la invasión rusa a Ucrania, la industria de defensa facturó 7.139 millones de euros. Si bien es un nivel similar al de 2021, hay que señalar que se trata de un punto de partida, ya que las inversiones en defensa tienen un desfase —a veces de varios años— entre el momento del anuncio y su impacto en la cuenta de resultados de las empresas. El ejercicio recién finalizado, en el que el Ministerio de Defensa ha dado un importante impulso a más de 15 programas especiales de armamento, sigue esa misma lógica.

"En una industria como la nuestra, que trabaja a largo plazo y con fondos institucionales, los ajustes de inversión no son automáticos. Hay una fase de inversión, una de producción y, si todo funciona como se espera, una fase de exportación. Esos proyectos anunciados el año pasado se empezarán a trasladar a las cifras de negocio en los próximos años. En 2023, la clave fue recuperar la senda y el ritmo de crecimiento, que se vio impactado por la pandemia (crisis de cadenas de suministro, contexto proteccionista) y por el entorno actual de crisis económica (inflación, energía, materias primas)", señala César Ramos, el director general de Tedae, que agrupa a casi un centenar de compañías del ramo.

Innovación o nada

Si se incluyen sectores asociados a defensa —espacio, aeronáutica civil y seguridad—, los resultados del año pasado son aún más optimistas. En términos totales, se ingresaron 12.135 millones de euros, un 6% más que en el ejercicio anterior. Todavía lejos de los máximos alcanzados en los años previos a la pandemia (que desplomó las ventas casi un 20%), pero retomando claramente la inercia alcista que se inició en 2014. Esto es relevante porque en la mayoría de grandes empresas del sector, incluyendo Airbus, Indra o ITP Aero, el grueso de su negocio tiene un componente civil, por lo que ambos elementos contribuyen a la pujanza general de la industria.

Por subsectores, el desempeño fue desigual. Los que mostraron mejor rendimiento fueron los segmentos de seguridad (+34%), espacio (+14%) y aeronáutica militar (+11%), frente a los retrocesos como defensa terrestre (-6%) o defensa naval (-16%).

Pero quizá la cifra más importante de este informe es la que confirma que el sector sigue siendo un exportador neto, con el 54% de las ventas en el extranjero (70% UE y OTAN y 30% otros clientes, como Arabia Saudí o Marruecos). España es ya el noveno exportador de armamento y equipos militares a nivel mundial; y la cuarta mayor industria de defensa en Europa (después de Francia, Alemania e Italia). Así que el gran desafío para la industria será mantener la competitividad exterior, una ruta que pasa necesariamente por la innovación tecnológica.

"La I+D es crucial. La industria española de defensa dedica aproximadamente el 10% de su facturación a innovación, más que otros sectores punteros, como automoción o farmacéutica. Y esto es importante porque, cuanto más I+D desarrollemos, más productos propios tendremos para exportar y seremos más competitivos", abunda Ramos. Un factor que también contribuye a la generación de empleo en un sector de alta productividad y elevada remuneración (salario 85% superior a la media nacional) que está en plena expansión (más de 53.000 empleos directos y 210.000 indirectos).

Todo a Europa

El segundo informe es Las iniciativas europeas en materia de seguridad y defensa: una gran oportunidad para la industria española, elaborado por la división de seguridad, defensa y aeroespacio de la consultora Llorente & Cuenca (LLYC) y publicado también en noviembre. El dosier explica cómo la guerra de Ucrania está acelerando la implementación de mecanismos financieros y legislativos hacia una defensa común europea guiada por el todavía vaporoso objetivo de lograr plena "autonomía estratégica".

En este escenario, y dadas las particulares características de la industria, el gran desafío subyacente es hacer más eficiente la "inevitable" colaboración público-privada, fomentando la colaboración y proactividad "para consensuar fines y diseñar instrumentos", argumenta el reporte. Una imbricación que debe ir más allá de las cuestiones internas (presupuestarias e industriales) y no perder de vista dónde se está jugando el futuro de la industria: en Bruselas.

"El mercado va a cambiar. Muchas compras de equipos y material se harán de forma conjunta en Europa. Por eso hay que estar desde el principio y de forma activa para ser parte de los que den forma a estas iniciativas en la Unión. El principal desafío para nuestra industria sigue siendo la internacionalización. Por eso tenemos que fortalecer nuestra red de contactos: necesitamos socios para marcar la diferencia", explica Carlos Martí, consultor en seguridad y defensa y uno de los coordinadores del informe de LLYC.

Por el momento, como explica el informe, España está haciendo los deberes. En los dos últimos años, el país se ha colocado en el top 3 de inversión del Fondo Europeo de Defensa, solo por detrás de Francia e Italia y por encima de Alemania, todos con presupuestos militares superiores a los españoles. Empresas e instituciones nacionales están presentes en siete de cada 10 proyectos financiados y lideran casi un 20% de las iniciativas. Estas son unas cifras alentadoras. Pero el entorno se está moviendo rápido y existe el riesgo de dejarse llevar por la inercia.

"Estamos asistiendo a un desarrollo institucional muy importante en materia de defensa comunitaria estos años, siempre con la idea de unas potenciales Fuerzas Armadas Europeas en el horizonte. Estas herramientas, como el Fondo Europeo de Defensa o el Programa de Seguridad del Horizonte Europa, buscan reorganizar la industria europea de defensa, que hoy por hoy está muy fragmentada. Esta atomización nos hace menos eficientes que nuestros competidores en Estados Unidos o China. El sector depende de las economías de escala y solo las podemos conseguir a nivel europeo", asegura Martí.

Foto: La fragata Victoria y el patrullero de altura Infanta Cristina, en una imagen de archivo. (EFE/Amisom)

"Quizás esta colaboración europea cada vez más cercana dé lugar a más fusiones. Pero actualmente seguimos en la paradoja de querer mayor integración de la base industrial y tecnológica y, al mismo tiempo, mostrar reticencias por temas de soberanía", agrega el experto.

Efecto arrastre

El tercer informe se titula ¿Qué supone el aumento de la inversión en Defensa para la economía española?, en el que la consultora Nitid Coporate Affairs proyecta el impacto para la industria y el país si se cumple con el objetivo de dedicar el 2% del PIB a Defensa para 2030. El punto de partida no puede ser más desalentador. Actualmente, España es el segundo país de la OTAN que menos fondos invierte (proporcionalmente) en defensa. En 2022, la cifra no llegó al 1,1%, según datos de la Alianza, solo por delante de Luxemburgo (y de Islandia, que no tiene ejército propio). En perspectiva, solo siete de los 30 aliados cumplieron en 2022 con el compromiso de inversión.

"El impulso que se dio en los últimos presupuestos es una buena señal. El aumento en más de un 25% con respecto al año anterior refleja que nuestras autoridades están priorizando la inversión en Defensa, conscientes de que es una cuestión que preocupa cada vez más a los ciudadanos por la incertidumbre geopolítica en la que nos encontramos", apunta Pablo García, consultor de Nitid (antigua MAS Consulting).

Los analistas de Nitid han calculado, con las variables disponibles, el potencial efecto acumulado de duplicar el peso de la inversión en Defensa desde el 1% actual hasta el 2% del PIB objetivo. Este escenario de incremento gradual generaría, entre 2022 y 2030, un aumento acumulado del gasto equivalente a 57.579 millones de euros. Casi la mitad de estos desembolsos (47% aproximadamente) tendrían impacto industrial directo, generando un efecto arrastre sobre la economía.

"Si se cumplen los compromisos, la inversión en Defensa pasaría de 12.500 a 29.005 millones de euros en siete años, puesto que la subida presupuestaria será gradual y traerá consigo un repunte de hasta el 1,35% anual en la tasa de crecimiento de la economía española", explica García.

Esta avalancha de gasto marcará el futuro de las Fuerzas Armadas y de la industria en las décadas por venir. Por ello, hay que elegir bien, analizar e identificar los sistemas, equipos y sectores en los que España debe invertir y fiscalizar el avance y desarrollo apropiado de estos multimillonarios proyectos.

"Uno de los grandes desafíos es la intersección entre la política industrial y la política militar, que obligará a que ambos ministerios (Industria y Defensa) estrechen aún más su coordinación y compaginen sus objetivos. La cooperación entre todos los actores implicados —Gobierno, Fuerzas Armadas y empresas— deberá ser máxima y deberá garantizarse la ejecución, en tiempo y forma, de los contratos adjudicados para no mermar nuestras capacidades", detalla el analista.

No más cañones vs mantequilla

El cuarto informe es El aumento del presupuesto de defensa en España. Desarrollo y perspectivas en el marco de la UE y la OTAN, de la Fundación Alternativas. Sus autores explican que el futuro del sector pasa por la estabilización del marco financiero, la coordinación entre oferta y demanda y la formulación de una estrategia industrial con objetivos a largo plazo claramente definidos y priorizados. En su análisis, advierten de que, con las previsiones públicas del Ministerio de Defensa hasta 2026, el objetivo de llegar al 2% del PIB en 2029 es "poco realista".

"Nuestras proyecciones no coinciden con Defensa. Si no se modifican las proyecciones de inversión para el presupuesto del año que viene, a partir de 2027 habría que dar un salto en el gasto muy importante o incluir créditos extraordinarios", explica Antonio Fonfría, coautor del informe y profesor Universidad Complutense de Madrid. De hecho, el informe hace especial hincapié en el ángulo de la financiación, empezando por abogar por hacer las reformas necesarias al sistema por el que Industria adelanta fondos para financiar proyectos de Defensa; que ya colapsó en la crisis de 2008 mostrando los límites del conocido como "modelo alemán".

"Se están dando pasos, pero tímidos y poco explicados. La estrategia industria de defensa de 2023 está bien, pero debería ser más clara en cuanto a los objetivos. No marca prioridades y pautas claras. Qué es lo que queremos, en qué queremos especializarnos, qué tipos de mecanismos financieros vamos a utilizar, cómo se va a resolver el tema de la deuda. Nada de eso está presente", agrega el analista.

Foto: Feindef 2023. (Sergio Beleña)

Esta indefinición industrial y financiera puede afectar a otras áreas clave como las ambiciones europeas, donde una excesiva atomización de los intereses puede ser contraproducente para el conjunto de la industria. Hoy por hoy, recalca el informe, el impacto de los programas europeos es todavía mínimo, pero será un factor instrumental en la evolución del sector. Al analizar los fondos europeos, el informe apunta a que España podría recibir el equivalente al 10% del total, lo que supondría un alivio en áreas como el I+D.

Pero el desafío generacional, mencionado en todos los informes, es la oportunidad que se abre para el ecosistema en su conjunto -Fuerzas Armadas, empresas, instituciones y academia- para acercarse y abrirse a la opinión pública (a los aplausos y las críticas). Solo una sociedad con cultura de defensa podrá lograr los objetivos militares, estratégicos, industriales y tecnológicos deseados.

"En realidad el debate empieza ahí. Como país intermedio con ubicación geográfica muy especial, tenemos una serie de condicionantes políticos, estratégicos, militares e industriales. Eso, junto con el hecho de que estamos en unas estructuras que hemos elegido como nación (UE, OTAN), nos exige una inversión", opina Fonfría. "Hay poner en valor el trabajo de las Fuerzas Armadas y la seguridad nacional igual que se hace con la educación o la sanidad. El debate de cañones o mantequilla debe estar superado, aunque todavía hay mucho prejuicio. El papel que le queda a la política es explicarle a la sociedad los motivos y detalles de este gasto para que entienda, aunque algunos no compartan", concluye.

El cambio de ciclo inversor que se auguró en con la invasión de Ucrania está en pleno acelerón. Tras un aumento récord del presupuesto y luz verde a programas de armamento por más de 15.000 millones de euros, este 2024 será decisivo para la industria de defensa española. Los que se vislumbra es una larga senda alcista hacia la meta de inversión del 2% del PIB para 2029, pero sinuosa y con varios obstáculos por superar. Para entender el panorama y sus perspectivas, analizamos tres informes sobre el sector enfocados desde diferentes perspectivas y conversamos con sus autores (Tedae, Llorente y Cuenca y Nitid) sobre los principales desafíos para la industria.

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