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El 'efecto reapertura' se disipa: los indicadores anticipan una ralentización en otoño
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Una nueva fase de la recuperación

El 'efecto reapertura' se disipa: los indicadores anticipan una ralentización en otoño

Los primeros indicadores del mes de septiembre anticipan una ralentización de las economías desarrolladas, incluida España, tras el gran rebote de la reapertura

Foto: Un operario coloca una cortina de luces led en un parque de Oviedo. (EFE)
Un operario coloca una cortina de luces led en un parque de Oviedo. (EFE)
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El terremoto económico de esta semana ha sido el recorte histórico del crecimiento del segundo trimestre del año que hizo el INE el jueves. Rebajó en nada menos que un 1,7% la estimación del PIB trimestral, dejando el crecimiento en menos de la mitad del calculado inicialmente cuando la información disponible era parcial. La noticia ha supuesto un 'shock', ya que cambia por completo la percepción de la recuperación que se tenía. Si el rebote de la actividad durante las primeras semanas posteriores al estado de alarma fue tan débil, la expectativa apunta a que el gran repunte del crecimiento se concentrará en los meses de verano.

Los indicadores de julio y agosto son muy positivos, tanto en el ámbito del empleo como de turismo. Esto hace sospechar a los economistas que una parte del crecimiento esperado para el segundo trimestre se retrase al tercero. Pero eso no significa que la inercia de la reapertura se vaya a mantener durante el resto del año. Los primeros indicadores del mes de septiembre anticipan ya una nueva ralentización de la economía que sería consistente con el agotamiento del 'efecto reapertura' que se produjo cuando terminó la tercera ola del coronavirus.

Foto: Foto: iStock.

Este escenario no es exclusivo de España, sino que se repite en las principales economías del mundo. Las encuestas de confianza y situación, que publican mensualmente distintos organismos y empresas, empiezan a mostrar esta ralentización. El mejor ejemplo es la encuesta a empresas de Markit, el PMI, que mide el ritmo de crecimiento de la actividad del sector privado. Esta encuesta marcó su techo en julio con una lectura de 60,2 puntos para el conjunto de la eurozona, dato que indicarían un crecimiento trimestral superior al 2%. Sin embargo, en agosto este indicador comenzó a moderarse, hasta los 59 puntos y en septiembre sufre un nuevo frenazo, hasta los 56,1 puntos. Eso significa que en la fase final del verano el crecimiento trimestral habría estado más cerca del 1% que del 2%.

En Alemania, la encuesta a inversores mensual del IFO marca las expectativas de crecimiento más bajas desde febrero después del histórico rebote registrado tras el final de la tercera ola. En Italia, el indicador de sentimiento económico que publica Istat (el INE italiano) acumula en septiembre dos meses consecutivos de bajadas. En Estados Unidos, donde el ciclo se está adelantado un par de meses gracias a la vacunación, la encuesta PMI lleva ya cuatro meses anticipando la desaceleración.

Esto no significa que la economía esté saliendo del ciclo expansivo, se trata de una fase nueva de la recuperación en la que progresivamente los sectores vuelven a los niveles de actividad previos a la pandemia y, a partir de ahí, el crecimiento se complica. En España, como la recuperación va más retrasada por el gran impacto que sufrió el sector turístico, la recuperación debería ser más intensa que en el resto de países desarrollados durante los próximos meses.

Durante el verano, España ha registrado una intensa recuperación del turismo que no se frenó por los rebrotes. En mayo, las pernoctaciones apenas eran un 23% de las existentes en el mismo mes previo a la pandemia, en julio ya eran un 61% y en agosto superaron ya el 73%. Sin embargo, todavía queda un importante margen de mejora, en especial en el turismo internacional, que en agosto seguía siendo un 52% del existente antes de la pandemia. La inercia de este sector dará un impulso a España en los próximos meses.

Foto: Imagen del puerto de Vancouver, en Canadá. (Reuters)

No obstante, los datos de empleo muestran ya la desaceleración respecto a los meses de la reapertura. En junio y julio se crearon más de 100.000 empleos (corregidos de estacionalidad y calendario) y salieron de los ERTE más de 100.000 personas en cada uno de los meses. Esto arroja un ritmo de creación de empleo de más de 200.000 puestos de trabajo al mes. Esta cifra se ha recortado a la mitad en septiembre, según las estimaciones preliminares de la Seguridad Social. Sus cálculos apuntan a que este mes se crearán 80.000 empleos y saldrán de los ERTE en torno a 20.000 trabajadores. Significa, por lo tanto, que la desaceleración ya está en marcha.

Sin embargo, hay factores que suponen un freno al crecimiento, y que no solo tienen que ver con la recuperación de los niveles precrisis en algunos sectores. Se trata de los cuellos de botella existentes en las materias primas y bienes intermedios que están provocando problemas de abastecimiento y subidas de precios. Para las empresas, esto significa retrasos en la producción y encarecimiento de costes. Y para los hogares, una reducción de la renta real por la subida del IPC y, en especial, por los precios de la energía.

La totalidad de las encuestas publicadas en los últimos días señalan ambos factores como dos de los grandes frenos a la recuperación del consumo y la inversión. Estos cuellos de botella deberían corregirse en los próximos trimestres, a medida que la oferta se vaya recuperando. Pero para lograr ese escenario hace falta que la circulación de los barcos cargueros vuelva a normalizarse (actualmente existen restricciones fronterizas por miedo al virus), que los países emergentes puedan avanzar en la vacunación para recuperar su producción habitual, y que las empresas de microchips inviertan para elevar su producción y adaptarla a la nueva demanda.

Las empresas descuentan que no será hasta la próxima primavera cuando empiecen a normalizarse los problemas de oferta

Este proceso no será inmediato. Las empresas descuentan que no será hasta la próxima primavera cuando empiecen a normalizarse los problemas de oferta. Esto implica que los cuellos de botella seguirán siendo un lastre a la recuperación de la actividad.

En esta fase de la crisis, los países necesitarán encontrar otros motores de crecimiento para mantener la recuperación. Este relevo debería tomarlo la inversión pública tanto en Estados Unidos como en Europa con los planes que ya están aprobados. Sin embargo, es difícil que estos fondos generen una gran aportación al crecimiento este año en Europa, ya que la ejecución va con mucho retraso respecto a los planes iniciales. Esto significa que este relevo previsiblemente será leve en la última parte del año y, por el contrario, será muy significativo en el año 2022.

El terremoto económico de esta semana ha sido el recorte histórico del crecimiento del segundo trimestre del año que hizo el INE el jueves. Rebajó en nada menos que un 1,7% la estimación del PIB trimestral, dejando el crecimiento en menos de la mitad del calculado inicialmente cuando la información disponible era parcial. La noticia ha supuesto un 'shock', ya que cambia por completo la percepción de la recuperación que se tenía. Si el rebote de la actividad durante las primeras semanas posteriores al estado de alarma fue tan débil, la expectativa apunta a que el gran repunte del crecimiento se concentrará en los meses de verano.

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