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Cañizares: "Palop y yo no teníamos buena relación en Valencia y sacamos lo peor que teníamos"
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Uno de los mejores porteros de España

Cañizares: "Palop y yo no teníamos buena relación en Valencia y sacamos lo peor que teníamos"

La leyenda del Valencia recomienda a su hijo, Lucas Cañizares, que salga del Real Madrid, explica su dura competencia con Palop y cómo Capello le cortó las alas en el club blanco

Foto: El exportero español, Santiago Cañizares. (EFE/Biel Aliño)
El exportero español, Santiago Cañizares. (EFE/Biel Aliño)

"En el fútbol, las decisiones son muy difíciles de tomar porque son muy importantes", asegura Santiago Cañizares a El Confidencial. Especialmente, si se es portero, tomar la decisión incorrecta puede quebrar una carrera, dejándola sin retorno o a merced del azar. Un portero no tiene minutos para ganarse la titularidad ni hacerse ver. Hay porteros que deciden ser parte de un equipo donde la competencia claramente los sobrepasa y al poco tiempo han perdido el tono y la reputación. A veces, hasta las ilusiones. Entonces solo les queda aceptar que vegetarán como suplentes, o de lo contrario, vivirán frustrados. Los Cañizares no son de esa especie.

Lucas Cañizares tiene 22 años y es titular del Castilla, tal como lo fuese su padre en los ochenta. Recibe elogios constantes. “Actuación estelar del portero”, se leyó recientemente en la prensa. Renovó el curso pasado y ha estado en numerosas convocatorias con el primer equipo. La temporada se acaba, Kepa no ha aprovechado su cesión y el Madrid necesitará un tercer portero, quién sabe si hasta un segundo dado el rendimiento de Lunin. Así que mirará al filial. Sin embargo, Lucas no está para autocomplacerse. No será un suplente famoso más.

Su padre lo anima a que siga sus pasos: "Lucas lleva desde los 12 años formándose en el Real Madrid con ese espíritu que a mí me gusta mucho, que es la aspiración de ganar cada partido, la responsabilidad de hacer las cosas siempre bien. Pero ya ha acabado su formación y ahora es el momento de que salga del club, sea en forma de cesión o traspaso, y desarrolle su profesión en otro equipo. A partir de ahí podremos ver el nivel real que tiene".

Algún canterano ha dicho que del Real Madrid no te puedes ir, sino que te tienen que echar. No cabe duda de que la expresión tiene golpe. Aunque es falsa. Santi Cañizares no temió salir del Madrid por voluntad propia y, según asegura, resultó la mejor decisión que tomó en su vida profesional, ya que debido a ella encontró justo lo que andaba buscando. Cuando se tiene verdadera alma futbolística, no hace frío fuera del club más laureado del país. Se marchó cedido cuando era joven y también definitivamente llegada la madurez, convirtiéndose entonces en el mejor portero de la historia del Valencia.

placeholder Lucas Cañizares, en un entrenamiento con el primer equipo. (EFE/Javier Rojas)
Lucas Cañizares, en un entrenamiento con el primer equipo. (EFE/Javier Rojas)

"Es el momento de que mi hijo salga del Real Madrid"

PREGUNTA. Hace unos años, usted dijo que técnica, personalidad, blocaje e intuición son los cuatro conceptos básicos para un portero. ¿Cuál diría que es el valor central que se ha de tener?

RESPUESTA. En realidad, los aspectos que hay que dominar son infinitos. Pero como más importante, yo me quedo con la personalidad. Es imprescindible para liderar el área, para soportar la tensión, para trasladar seguridad, para crecerse en la adversidad.

P. Con sólo 15 años, usted ya estaba en Segunda División, como parte del Calvo Sotelo. Hablamos del fútbol en la década de los 80. Lo suyo suena a joven prodigio.

R. Suplí a un compañero lesionado en el ocaso de la temporada. Con el equipo en descenso, no formé parte de la plantilla. Es cierto que había otros porteros en el filial y me eligieron a mí, pero aquello fue un accidente.

P. ¿Cree que alguien puede llegar a ser un gran portero sin el componente genético, solo trabajando?

R. Determinadas condiciones tienen que ver con lo físico: envergadura, reflejos, visión… Pero, en general, la profesión de portero exige trabajo diario técnico y físico. Yo he visto a talentos de gran instinto no cumplir expectativas al no estar dispuestos, a no disfrutar con la exigencia de la preparación diaria. Y también he visto a muchos porteros mejorar a través del trabajo que realizan. Ahí doy valor a sus entrenadores.

P. A propósito de los entrenadores, ¿cómo era la preparación de un joven portero en los 80? A usted lo fichó pronto el Real Madrid, un club cumbre, para la cantera.

R. Normalmente, en aquellos años era el segundo entrenador quien se encargaba del trabajo concreto del portero, que era muy básico y rudimentario si lo comparamos con la actualidad. Aunque recuerdo a Iribar entrenar específicamente a los porteros del Athletic y que a mí se me caía la baba porque pudieran contar con un especialista exclusivo para porteros.

Foto: Iribar, en una imagen de archivo. (EFE/Luis Tejido)

No obstante, yo tuve la suerte de trabajar con Miguel Ángel en la cantera del Real Madrid. Él, además, había sido uno de mis referentes. Su personalidad, su técnica o su destreza en el blocaje me seducían. Aunque el suyo con los jóvenes porteros no era un trabajo diario, si quiera previsto, sino solo cuando cuadraban los horarios y demás, ya que tenía otros quehaceres en la ciudad deportiva y utilizaba con nosotros su tiempo libre, no remunerado. Pero, aun así, trabajar junto a él fue un lujo y algo tremendamente influyente en mi carrera.

P. ¿Nunca tuvo entrenador específico?

R. El primero que tuve fue Maté, en el Celta, cuando yo tenía ya 23 años. Maté, pese a ser el tercer portero, entendió que era más útil para el club desde la posición de entrenador, algo que Chechu Rojo aceptó de buen grado.

"Iribar y Arconada eran antagonistas"

P. En la actualidad, es su hijo Lucas quien crece en la Fábrica. ¿Cree que su preparación es muy diferente a la que usted recibió?

R. Lucas tiene formación específica desde los 12 años. Además, lo forman con otros conceptos, como el juego con el pie. Él tiene un adelanto respecto a mi lógico y necesario.

P. En su época, aún se hablaba de distintas escuelas de portería, según las zonas del país. Era muy famosa la vasca, con el propio Iribar como arquetipo.

R. Iribar fue un icono e ídolo de muchas generaciones. Lo mismo que Arconada. Eso hizo que allí muchos niños quisieran ser porteros. Pero lo de arquetipo de escuela no acabo de verlo. De hecho, Iribar y Arconada eran antagonistas. Cuando hablaban de escuela, se referían a la cantidad de porteros de cada zona que había en competiciones nacionales.

P. ¿Cuál fue su escuela?

R. Yo me crie en Puertollano, en campos de asfalto y tierra. Quería ser portero porque me fascinaba, porque lo hacía bien y entonces recibía elogios, necesarios en un niño. Miraba todo el fútbol que podía para copiar conceptos que me sirviesen. No sé qué tipo de escuela será esa, pero sé que fue la pasión lo que me llevó a disfrutar de la portería.

P. Ya se ve qué tipo de portero es Lucas. ¿Qué características diría que usted comparte con su hijo, y cuáles les diferencian?

R. Lucas tiene más envergadura y practica un fútbol muy distinto: el juego con el pie y la salida desde atrás han modificado mucho al portero desde mi época. Aún tiene que mejorar en todas las facetas para poder cumplir su sueño de jugar en la élite. Es lógico, con esa edad. Y lo hará, porque lo importante es que no tiene carencias. Mi caso era distinto. Yo tenía más necesidad y menos medios. Los campos, las botas, los salarios, las redes… Todo era peor. Por lo tanto, la cabeza me iba a 1.000. Eran otros tiempos, no tienen nada que ver.

"Antes se incidía más en la técnica y ahora en el físico"

P. Usted habla de que se está descuidando en los entrenamientos la parte defensiva del portero, en favor de la ofensiva. En este sentido, el también retirado Moya dijo que una de las acciones que se está perdiendo es que los porteros salgan fuera del área pequeña a hacerse con balones aéreos.

R. Porque todo tiene que ver con el tiempo que se emplea para cada concepto en los entrenamientos. Antes todo eran centros, blocajes y disparos y ahora todo es juego con el pie, coordinación, fuerza y velocidad. Antes se incidía más en la técnica y ahora más en el físico, incorporando el concepto de juego con el pie y salida de balón.

P. Sin embargo, hay porteros profesionales que dicen que se dejó de practicar el blocaje precisamente porque los balones cambiaron de material y ya no era seguro tratar de atajarlos. Sin ir más lejos, a mí me lo aseguró un portero que crecía en una cantera del norte durante los dosmil, cuando usted aún jugaba.

R. Eso es una excusa. Todos los balones son difíciles de blocar cuando cogen velocidad. Lo peor de los balones son las tomas de contacto, los primeros partidos, la adaptación. Yo no conozco un balón más rápido que el Tango usado en España 82 o que el Questra usado en EEUU 94.

P. ¿Cree que, en general, son mejores los porteros actuales a los de su tiempo?

R. Son distintos. Como digo, ahora son más físicos y más intensos, mientras antes éramos más técnicos. Antes se penalizaba, ya desde el comentarista del partido, que el portero no sujetase el balón, que no lo blocara. Ahora, cuando el portero se la quita de en medio dicen que es un paradón solo porque no ha sido gol. A mí me gustaban más los porteros de antes. Ahora no se puede jugar en la élite con 1.80 metros, y ¿qué sería entonces de campeones del mundo como Dino Zoff, Barthez o Fillol?

"No era una amenaza para Buyo"

P. Volviendo a su trayectoria, a finales de los ochenta gana el campeonato europeo sub-16 con la Selección y su nombre empieza a sonar para mayores retos. Aún en edad juvenil, en 1988 forma parte de la primera plantilla de un Madrid campeón, donde era fijo Buyo. ¿Cómo se veían mutuamente?

R. Para mí, entrenar y formar parte del primer equipo era absolutamente extraordinario. Yo les veía a todos, incluyendo a Buyo, con profunda admiración. Por parte de Buyo, no creo que se preocupara lo más mínimo con mi presencia, ya que en aquella época el concepto de portero joven y sin experiencia profesional no estaba asimilado. Ningún equipo apostaba por un portero titular con estas características. Yo no era una amenaza para él.

P. Luego se asienta en el Castilla y le llegan varias cesiones. Hasta que explota durante dos temporadas en el Celta y acaba por ir al Mundial. Me pregunto cómo afrontó la tensión de la famosa eliminatoria contra Dinamarca en la que fue el héroe inesperado tras relevar a Zubizarreta.

R. Aquel momento lo afronté con mucha ignorancia porque estaba en la Selección ese día por accidente, ya que el segundo portero en realidad era Lopetegui. ¡Era mi primera convocatoria en partido oficial! Entonces, cuando me tocó jugar, no podía calibrar todo lo que allí había en juego. Paradójicamente, eso me vino bien, ya que jugué con tranquilidad y pensando únicamente en no complicar las cosas desde la portería, casi ajeno al resultado final y la necesidad de clasificar para USA 94. Aquel día marcó un antes y un después en mi carrera.

P. Zubizarreta y Buyo fueron considerados los mejores porteros de España durante muchos años. Usted, de joven, tuvo la suerte de coincidir con los dos.

R. Ambos eran porteros con mucha personalidad. Grandes profesionales, entregados completamente en los entrenamientos, animales a la hora de trabajarse la portería. Y tenían una pasión por el fútbol tremenda. Zubi era más fácil de tratar y Buyo era más egoísta.

En lo deportivo, sus condiciones y estilos eran muy distintos: Zubi era un portero sobre todo posicional y Buyo destacaba por su rapidez y electricidad dentro del área. Yo no me parecía a ninguno de los dos, empezando por la condición física, sino que estaba en una mezcla de ambos. Tenía que forjarme mi propia personalidad y no te puedo negar que aprendí mucho de ellos.

P. Tras la clasificación para el Mundial, por méritos propios, su nombre estuvo en boca de todos. ¿Llegó usted a sentirse el mejor portero del país, a pesar de su juventud?

R. El ranking de porteros siempre lo he hecho a corto plazo, es decir, en cada jornada. Y lo cierto es que sí, hubo jornadas en donde yo estuve muy bien. Pero esa mentalidad solamente me permitía exigirme y entender que cada partido tenía que demostrar algo más. De tal modo, el hecho de estar desde entonces en la Selección me suponía mayor responsabilidad, ya que era consciente que ocupaba un lugar donde muchos querían estar. Y yo rendía más bajo responsabilidad, ya que no me la tomaba como relajación.

"Acusé no haber tenido vacaciones en el Real Madrid"

P. Y regresa al Madrid para suceder a Buyo, pero no lo consigue. Valdano no confía en usted.

R Cuando llego al Real Madrid, hay una batalla importante en pretemporada para ser titular con Valdano. Yo acuso haber estado en el Mundial y no haber tenido vacaciones para pelear por ese puesto. Pero la verdad es que Buyo se lo gana, hace un año formidable y por ello me resulta imposible entrar. A Valdano también le gustaba más la forma de jugar de Buyo, porque valoraba mucho las situaciones mano a mano en las que era muy bueno. Y luego el efecto psicológico de verte sin jugar de inicio, que hace que los partidos de UEFA que juego no sean buenos, debido a los nervios y la incomodidad. A la temporada siguiente, Buyo entra en decadencia y puedo jugar yo las últimas jornadas, ya con Arsenio Iglesias en el banquillo. Era la temporada 1995-96. Pero en verano llega Capello…

P. Y decide firmar a Illgner como primera opción. ¿Hubo algo que no encajase entre su estilo y la visión de portero que tenían aquellos entrenadores?

R. A Capello no le convencía directamente por mi altura. Desde el principio, me decía: 'Pero bueno, ¿tú cuánto mides?'. Y era difícil hacerme crecer para poder convencerle, así que tuve un hándicap muy complicado. Entonces, el último día de mercado, ficha a Illgner, que aparte de ser alto era un magnífico portero.

Pero en realidad no fue una cuestión de estilo, sino de llegar a un club en un momento donde no haya una competencia tan alta y puedas desarrollar tu profesión con un horizonte amplio. Y hay que entender que era muy difícil luchar contra Buyo, que llevaba una década en el Madrid, o contra Illgner, que es uno de los mejores porteros que yo he visto jamás.

P. Sin embargo, al final consiguió ser realmente titular en el Madrid.

R. Cuando al curso siguiente se marcha Capello, llega Heynckes e Illgner empieza la pretemporada lesionado, así que puedo hacerme con el puesto y completar mi mejor año. Arranqué muy bien la Liga, batiendo un récord de imbatibilidad en las primeras ocho jornadas y ganamos la Supercopa. Luego no acabé jugando la temporada sobre todo por tema contractual, al negarme a renovar. Que me fuese a marchar libre y que el equipo en Liga no estuviese bien condicionaron la decisión del técnico. Además, Illgner era campeón del mundo y tenerlo en el banquillo no es cómodo para nadie. Entonces Heynckes consideró que, para la eliminatoria de cuartos de Champions contra el Leverkusen, que se jugó en marzo, el titular volviera a ser el alemán.

P. Entonces, se fue.

R. Aquella decisión de Heynckes de alguna forma me aclaró el camino, porque si hacer una buena temporada no me había servido para mantenerme como titular, significaba ver claramente que mi sitio estaba fuera del Real Madrid. Pero ese rendimiento sí me sirvió para demostrar al mercado que estaba en forma y poder buscar un equipo donde jugar a diario, no estar en la pelea constante por desarrollarme.

"Un portero no alcanza la plenitud hasta los 28 años"

P. Digamos que decide bajar un pequeño escalón y ficha por el Valencia. ¿Cree que allí alcanzó su máximo nivel?

R. Es que yo creo que un portero alcanza su plenitud en torno a los 28 años, con los que yo firmo por el Valencia. Allí me pasan muchas cosas muy buenas, que me permiten ejercer mi profesión desde una perspectiva muy distinta: confianza plena de los entrenadores, los compañeros y la afición, un grupo de gente con buena dinámica de trabajo, buena gestión por parte del club, un equipo con muchas ganas de ser protagonista… Digamos que yo entro en una rueda muy positiva.

P. Consigue tres trofeos Zamora antes de 2005, alcanza dos finales de Champions, gana dos Ligas y varios títulos más. ¿Cuál diría que fue su mejor recuerdo?

R. Gracias a ese buen trabajo global, ganamos mucho en un equipo que llevaba veinte años sin ganar nada. De hecho, solamente Angulo y yo tenemos tantos títulos con el Valencia. Mi mejor noche fue en la que, con el brazalete de capitán y treinta y un años después, levanté el trofeo de la Liga en 2002. Eso fue un sueño realizado, porque además peleábamos contra los Galácticos del Real Madrid en el año de su centenario, un equipo que ganó aquella Champions.

P. Y en el Valencia, siendo indiscutible, coincide con Palop, otro gran portero, que había estado en la cantera. ¿Cómo se comportaba usted de ese otro lado?

R. La competencia en la portería es muy complicada. El segundo portero tiene que asumir que es el número dos. Cuando esto ha sucedido, no ha habido ningún problema, pero sí lo hay cuando ambos consideran que son los números uno, porque surgen muchas fricciones. Mi competencia con Palop no fue cómoda, aunque a día de hoy todo esté resuelto.

No teníamos una buena relación porque él consideraba que también podía ser el número uno y, como lo era yo, no estaba cómodo. Al no estar cómodo en el día a día, los humanos solemos sacar lo peor que tenemos. Esto puedo trasladarlo a mi competencia con Buyo pero a la inversa, cuando yo era el número dos y no soportaba la situación. Entonces es muy confortable cuando cada portero está identificado con el puesto que ocupa y cuando no es así la relación es complicada.

Al menos esto pasaba antes, ya que hoy el futbolista es algo más cómodo, no le preocupa tanto jugar como el mero hecho de estar en un club grande y cobrar cada mes. Parece que esa ambición se ha perdido un poco, pero en aquel momento todo eso nos daba igual.

P. Aunque su nivel estuvo para tiranizar también la portería de la Selección al menos durante un lustro, no sucedió tal cosa. ¿Por qué?

R. La trascendencia a nivel europeo yo la conseguí a través del Valencia, con mis actuaciones en la Champions, donde además soy quien más partidos ha jugado con el club. Y ganando una Europa League. En la Selección no tuve la trascendencia al estar a caballo entre una generación como la de Zubizarreta, que alargó mucho su carrera porque Clemente confiaba en él, y la de los inicios de Casillas, quien venía muy fuerte y ha sido el mejor portero de la historia de España.

Además, en el impás entre 1999 y 2002, que tenía que haber sido el de mis campeonatos, no tuve suerte, ya que me lesioné en dos momentos importantes. Previo a la Eurocopa 2000 tuve una lesión en la tibia y Camacho tuvo que contar con Molina, que lo hizo muy bien hasta el torneo, donde se complicó la cosa para todos. Y luego iba a ser titular en el Mundial 2002 y fue cuando se me cayó el cristal en el tendón del pie y tuve que pasar por el quirófano.

"No tuve trascendencia en la Selección Española"

P. ¿Qué me diría sobre la siguiente apreciación? "El Cañizares del Celta y del Madrid no era inferior al del Valencia".

R. El Cañizares del Celta es un portero que irrumpe en la élite y apoyado de una buena defensa tiene un buen rendimiento, el Cañizares del Madrid juega siempre bajo mucha presión, y el Cañizares del Valencia es el portero que desarrolla su profesión a primer nivel y consigue ser élite. El único Cañizares en quien no se cumplieron los objetivos personales fue el del Madrid, aunque sí a nivel de clubes, ya que conseguimos la séptima Copa de Europa, que es la más importante porque rompe con la sequía del club.

P. ¿Fue distinto portero el Cañizares veterano al joven?

R. Un portero joven es distinto en todo a uno veterano. El joven es atrevido, nunca le falta el físico y confía plenamente en ese potencial, no mide bien los riesgos, tiene errores por exceso de atrevimiento. Mientras el veterano le tiene mucho más respeto al juego, asume menos riesgos, mide los esfuerzos, tiene mayor capacidad de mando y también ostenta un respeto por parte de los árbitros. A mí me gustaba más jugar de veterano que como joven, aunque el postpartido es al revés: como veterano te duele todo y como joven estás deseando jugar el próximo.

"Koeman infravaloró al Valencia"

P. Ranieri, Cúper, Benítez y Quique, entrenadores muy tácticos, confiaron en usted. Hasta que Koeman dejó de hacerlo en 2008. ¿Exigía algo distinto el neerlandés a un portero?

R. Pero es que Koeman no toma una decisión deportiva. Él llega al Valencia como un curso puente para entrenar al Barcelona, que era su ilusión real, entonces infravalora la entidad desde el primer momento. Las cosas no le van bien y, cuando llega Navidad, tiene que tomar decisiones para quitarse responsabilidad. Esas decisiones son cargarse a tres jugadores que no eran pelotas con la directiva de ese momento.

P. Tuvieron problemas con la directiva y repercutió en las alineaciones, me dice.

R. Aquella era una directiva presidida por Juan Soler, un nefasto dirigente, uno de los causantes de la ruina del club ya que incrementó tremendamente la deuda. Entonces Koeman sabe que si traslada el mal momento del equipo a esos futbolistas los miembros de la junta van a estar contentos, porque a ellos tampoco les gustamos. Y pone el punto de mira en Albelda, en Angulo y en mí. Son descartes en los que el presidente es cómplice, ya que está encantado de que seamos nosotros al ser una persona con poca autoestima que va buscando el abrazo y el cariño de los jugadores. Y nosotros le damos respeto pero también distancia porque no nos gusta el personaje.

P. Y luego se retiró. ¿Qué consejos da hoy a su hijo Lucas?

R. Con Lucas hablo casi a diario por demanda suya. Él es quien expone su idea y su problemática. Entonces, yo trato de darle mi opinión. Tenemos una relación de padre e hijo y también profesional, del análisis de cada situación a la que se enfrenta y cada partido que disputa. Él tiene gran confianza en mí y yo también la tengo en sus posibilidades.

P. ¿Qué futuro augura a Lucas? ¿Le veremos algún día en el Madrid?

R. El primer equipo del Real Madrid tiene a dos grandes porteros. Tiene al mejor del mundo y luego tiene a Lunin, que ha crecido mucho con la lesión de Courtois y es una gran personalidad en la portería, lo que hace que ya no sea un portero suplente, sino que aspira a ser el número uno en el Madrid o en cualquier otro equipo.

Con Lucas ahora estamos en el análisis de ver cuál es la mejor decisión para su carrera. Todavía es joven, no tiene la experiencia y el talento de los porteros del Real Madrid, siendo un nivel que podrá conseguir a través del trabajo. Ojalá acierte y encuentre un club con confort para seguir creciendo. Y si algún día su nivel es un portero de élite, pues hablaríamos de jugar en el Real Madrid.

"En el fútbol, las decisiones son muy difíciles de tomar porque son muy importantes", asegura Santiago Cañizares a El Confidencial. Especialmente, si se es portero, tomar la decisión incorrecta puede quebrar una carrera, dejándola sin retorno o a merced del azar. Un portero no tiene minutos para ganarse la titularidad ni hacerse ver. Hay porteros que deciden ser parte de un equipo donde la competencia claramente los sobrepasa y al poco tiempo han perdido el tono y la reputación. A veces, hasta las ilusiones. Entonces solo les queda aceptar que vegetarán como suplentes, o de lo contrario, vivirán frustrados. Los Cañizares no son de esa especie.

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