Es noticia
Estos son los valores del caprichoso Luis Enrique en la crisis del fútbol femenino español
  1. Deportes
  2. Fútbol
rubiales le dio todo lo que pidió

Estos son los valores del caprichoso Luis Enrique en la crisis del fútbol femenino español

Luis Enrique muestra desinterés con los problemas que atañen al fútbol femenino. Ocupó un cargo relevante e influyente en la Federación para haber podido ayudar a las jugadoras

Foto: Luis Enrique y Mbappé, en el partido del PSG contra el Dortmund. (EFE/EPA/Christophe Petit Tesson)
Luis Enrique y Mbappé, en el partido del PSG contra el Dortmund. (EFE/EPA/Christophe Petit Tesson)

Luis Enrique miraba para otro lado cuando era seleccionador y las futbolistas reivindicaban mejoras en su trabajo y un trato respetuoso. Estaba dentro de la Federación, tenía poder, probablemente era una de las personas a las que más caso hacía e influencia podían tener en Luis Rubiales. La Selección femenina, los conflictos que surgían con Jorge Vilda y los diferentes departamentos le daban igual al exseleccionador. Se dedicó a pedir mejoras para tener una estructura de trabajo con innovaciones tecnológicas en los entrenamientos, viajes y concentraciones. De él se dijo que era un caprichoso, pero nadie en la Federación le ponía freno con el argumento de modernizarse.

Le pusieron el andamio, una pantalla de cine gigante de 18 metros a pie de campo para corregir tácticas en los entrenamientos, compraron un sistema de comunicación de walkie-talkie para cada jugador con un pequeño altavoz en la espalda, tuvo todo tipo de comodidades y servicios en la concentración en la Universidad de Qatar durante el Mundial... Lo que pedía, lo conseguía. Las jugadoras habrían agradecido su carisma y posición de autoridad dentro de la Federación para que las hubiera ayudado o por lo menos escuchado. Demostró no estar implicado, adoptó la postura fácil de escurrir el bulto.

placeholder Luis Enrique, sonriente en un entrenamiento de la Selección. (EFE/Juanjo Martín)
Luis Enrique, sonriente en un entrenamiento de la Selección. (EFE/Juanjo Martín)

Duele escucharle hablar con indiferencia de la crisis en el fútbol femenino español. Ahora está fuera de España y todavía quiere saber menos de lo que afecta a un asunto que tiene repercusión internacional y perjudica la marca de su país. Su respuesta a este conflicto, tras la victoria del Paris Saint-Germain contra el Borussia Dortmund, es lamentable. Califica la polémica de "una broma". Responde con desinterés y un semblante de arrogancia que le es imposible disimular en un tema delicado que trasciende lo deportivo.

Del lado de Rubiales

A Luis Enrique se le conoce como una persona que no es políticamente correcta, que dice lo que piensa y tiene una fuerte personalidad. Con el fútbol femenino, la polémica que le ha rodeado desde este último mes, ha mostrado desinterés. No es una persona cualquiera. Hasta hace nueve meses era el seleccionador de España, un referente, una opinión más que autorizada por su carisma, experiencia y conocimiento de la Federación de Rubiales. Se posicionó del lado de Rubiales cuando se le preguntó por la polémica del beso a Jenni Hermoso y puso el foco en la labor del ya expresidente de la Federación para decir que había hecho una labor excepcional y sobresaliente. Una opinión respetable, pero alejada de lo que se le preguntaba.

Foto: Xabi Alonso, contra el Bayern de Múnich. (Reuters/Angelika Warmuth)

Luis Enrique, en los dos periodos que ha estado de seleccionador, conoció bien a fondo lo que sucedía dentro y qué peticiones e inquietudes provocaron el plantón de 15 jugadoras que se quedaron sin ir al Mundial. Con decir que no era su competencia no vale. Podía haber hecho más e, incluso, de mediador por el cargo tan relevante que ocupaba. Podía haber arrimado el hombro, haber sido cercano a las internacionales y haber tenido algún gesto más solidario. Estaba a su trabajo y sus caprichos. Hacía y deshacía en el cuerpo técnico a su antojo.

No colaboró con las jugadoras cuando estaba dentro de la Federación. Todavía se espera menos de él ahora que está fuera y, además, justifica que lo que trata es de disfrutar de su trabajo en París. Buen sitio para que le concedan más caprichos. Esta es la posición de un exseleccionador que aplaude a Rubiales por su gestión en la Federación y habla con desdén y es insolidario con las campeonas del mundo. Podía haber tomado nota de las palabras de Pau Gasol. Un referente que reaccionó con comprensión y empatía en la polémica del fútbol femenino y habló de "escuchar y apoyar" a las jugadoras, de la rabia que da que no se hable del éxito de una Selección campeona del mundo.

Foto: Olga Carmona a su llegada al hotel Alameda de Madrid. (EFE/Rodrigo Jiménez)

Tampoco es de extrañar este comportamiento en Luis Enrique si ya se quitó de en medio en la polémica de Mbappé con las amenazas y los chantajes de Nasser Al-Khelaifi. El presidente del PSG castigó a la estrella francesa, le apartó de la gira en la pretemporada y Luis Enrique, uno de los afectados por no poder contar con su mejor jugador, compró el discurso del superior para justificar que ningún jugador está por encima del club. La misma postura que con Rubiales y las jugadoras.

Luis Enrique miraba para otro lado cuando era seleccionador y las futbolistas reivindicaban mejoras en su trabajo y un trato respetuoso. Estaba dentro de la Federación, tenía poder, probablemente era una de las personas a las que más caso hacía e influencia podían tener en Luis Rubiales. La Selección femenina, los conflictos que surgían con Jorge Vilda y los diferentes departamentos le daban igual al exseleccionador. Se dedicó a pedir mejoras para tener una estructura de trabajo con innovaciones tecnológicas en los entrenamientos, viajes y concentraciones. De él se dijo que era un caprichoso, pero nadie en la Federación le ponía freno con el argumento de modernizarse.

Luis Enrique Fútbol Femenino
El redactor recomienda