El lado molesto de Luis Enrique y cuál es el fallo con sus colaboradores en la Selección española
La salida de Jesús Casas del 'staff' de la Selección se produce por la falta de sintonía y pérdida de confianza de Luis Enrique, quien ya ha prescindido de dos de sus segundos
Trabajar con Luis Enrique no es nada sencillo. Lo bueno es que tiene liderazgo y conocimientos para hacer equipos competitivos y sacar un alto rendimiento a los jugadores. Lo molesto es su personalidad. En algún momento puede producirse un hecho, de palabra o gesto, que genere desconfianza en el seleccionador. Aunque carezca de importancia o pueda parecer leve, Luis Enrique marca el territorio y hace ver que ya nada será igual. Si se trata de un suceso de mayor calado, toma medidas drásticas. Con Robert Moreno sucedió lo segundo. Cuando regresó al banquillo de la Selección dijo a Luis Rubiales que ya no le quería.
"El líder es Luis Enrique", repite Luis Rubiales, apoyado por José Francisco Molina (director deportivo). El presidente de la Federación Española de Fútbol da todo el poder a Luis Enrique. Rescindió el contrato del que era su segundo, la persona que se había hecho cargo de la Selección durante la enfermedad de la hija de Luis Enrique y clasificó a España para la Eurocopa. Reestructuró el cuerpo técnico. A la medida de Luis Enrique. Jesús Casas pasó de tener el cargo de tercer asistente en el staff a ser el segundo tras el despido de Robert Moreno. El viernes pasado llegó a un acuerdo con la Federación para rescindir el contrato. La relación de confianza entre Luis Enrique y Jesús Casas ha ido sufriendo un desgaste. Jesús Casas prefiere marcharse antes que entrar en posibles tensiones con el seleccionador.
No hay un motivo claro ni de peso por el que Jesús Casas tenga que salir del cuerpo técnico de la Selección española de fútbol. En la Federación, están sorprendidos porque se trata de un profesional discreto, sencillo y trabajador. La explicación es una pérdida de 'feeling'. Con esto es suficiente como para que Jesús Casas ya no estuviera cómodo con Luis Enrique. La sensación de que, por alguna razón, la relación se había enfriado y estaba en proceso de ruptura, iba a más. Casas decidió poner fin antes de hacerse daño. Pero la decisión provoca sorpresa a falta de nueve meses para el inicio del Mundial. Jesús Casas se marcha sin tener otro equipo, ninguna oferta y lo hace con la sensación de que la complicidad con Luis Enrique estaba en horas bajas.
Falta de sintonía
Es una noticia que estaba a punto de estallar. Se hizo oficial el viernes de la semana pasada y Luis Enrique no ha reaccionado públicamente para, por lo menos, mostrar el agradecimiento al que ha sido su último segundo entrenador. Sí lo hizo la Federación con un comunicado y unas palabras de Jesús Casas. En el comunicado, Casas no menciona a Luis Enrique y después reacciona con una respuesta en redes sociales. Jesús Casas agradece en un primer momento a Luis Rubiales y Molina su afecto y confianza. Más tarde, en la respuesta, tiene que matizar: "Quiero aclarar que la despedida con la Real Federación Española de Fútbol y con Luis Enrique en particular ha sido totalmente amistosa, y en este último caso, no cabe ninguna duda de que estoy totalmente agradecido por la oportunidad que me ha dado de trabajar y compartir experiencias con él estos años".
Jesús Casas elige salir para evitarse malos rollos. Se quita de en medio. Pone en la balanza lo bueno de haber trabajado con la Selección y no se quiere ir como un desagradecido con Luis Enrique. Pero esta ruptura es sorprendente. A pesar de no dar detalles de la separación, confirma en declaraciones a 'As' la falta de sintonía: "Las relaciones personales pasan por diferentes momentos, buenos, menos buenos, de más confianza y complicidad, de más y menos dudas... Cuando aparecen las dudas, es mejor separar los caminos. No es cuestión de estirar el chicle. De los sitios hay que salir bien y si se estira más la cuerda a lo mejor, por su parte o por la mía, acabamos mal. No tengo nada que reprocharle".
Jesús Casas se queda sin trabajo. No tiene equipo. Fue director de la cantera del Cádiz y pasó a formar parte del cuerpo técnico de Luis Enrique en el Barcelona y la Selección española. Cuando el asturiano dejó de entrenar, fichó como segundo técnico de Javi Gracia en el Watford. Siempre que Luis Enrique le ha requerido, ha estado dispuesto. La relación ahora se rompe y el seleccionador no incorpora a otro técnico. Rafel Pol, encargado de la parcela física, pasa a ser el segundo. Aitor Unzué, hijo de Juan Carlos Unzué, sigue como analista técnico. Joaquín Valdés continua en sus funciones de psicólogo y es una de las personas de máxima confianza del seleccionador.
La salida de Jesús Casas no es la primera sorpresa. La Federación rescindió el contrato de José Sambade el 27 de julio del año pasado cuando solo llevaba seis meses en el staff de Luis Enrique. Sambade llegó el 11 de febrero para sustituir al mítico preparador de porteros José Manuel Ochotorena y, a los pocos meses, rescindió el contrato. Luis Enrique incorporó a su grupo de colaboradores a Juanjo González, asturiano con formación en la cantera del Sporting y una dilatada trayectoria (Deportivo de la Coruña, Besiktas, Baniyas de los Emiratos Árabes y Fulham inglés).
Jesús Casas se va antes de hacerse daño con Luis Enrique. El seleccionador estaba perdiendo la confianza en el trabajo de su ayudante. No es una ruptura violenta y tan traumática como la que protagonizó con Robert Moreno. En esta situación, la amistad quedó rota y el asturiano tuvo duras palabras para Robert Moreno por la gestión que realizó durante su ausencia del banquillo en la Selección y por interpretar que tenía intenciones de usurparle el cargo.
La personalidad de Luis Enrique ha vuelto a chocar con uno de sus colaboradores. De sobra son conocidas la vehemencia y energía con la que se comporta el seleccionador y que transmite en las salas de prensa con tiranteces con los periodistas. Dentro del grupo de trabajo hay que ganarse la confianza del seleccionador e ir con mucho tacto. La competitividad, la exigencia, las ganas, la lealtad... Todos estos rasgos destacan en Luis Enrique. A ellos hay que unir que tiene una personalidad especial e imprevisible para los que trabajan con el asturiano.
De la fotografía en la presentación de Luis Enrique con su grupo de trabajo recién llegados a la Federación Española de Fútbol en 2018 solo quedan dos (Rafel Pol y Joaquín Valdés) y otros dos (Robert Moreno y Jesús Casas) han tenido que abandonar el staff. Por el desgaste, la falta de sintonía y las discrepancias, el grupo no ha sido sólido. El asturiano ha manifestado en reiteradas ocasiones que la clave de su éxito es la piña y la unión de todos los que forman el grupo de trabajo y el compromiso para remar en una misma dirección. Cada uno en su parcela han estado y están, los que quedan, cerca de Luis Enrique en las buenas y en las malas. Su personalidad acaba influyendo, para bien y también para mal, en el desgaste con los que le rodean.
Trabajar con Luis Enrique no es nada sencillo. Lo bueno es que tiene liderazgo y conocimientos para hacer equipos competitivos y sacar un alto rendimiento a los jugadores. Lo molesto es su personalidad. En algún momento puede producirse un hecho, de palabra o gesto, que genere desconfianza en el seleccionador. Aunque carezca de importancia o pueda parecer leve, Luis Enrique marca el territorio y hace ver que ya nada será igual. Si se trata de un suceso de mayor calado, toma medidas drásticas. Con Robert Moreno sucedió lo segundo. Cuando regresó al banquillo de la Selección dijo a Luis Rubiales que ya no le quería.