Por qué Luis Enrique da más fuerza a la lección de vida de Juan Carlos Unzué

‘Vivir valELA pena’ es un documental sublime del equipo de ‘Informe Plus’ que tiene el fin de dar visibilidad a una enfermedad (esclerosis lateral amiotrófica) que no tiene cura y en el que Juan Carlos Unzué está volcado para generar recursos que ayuden a financiar la investigación y los enfermos cuenten con la ayuda de las administraciones públicas. “A los pacientes de ELA no se nos trata como enfermos”, es uno de los mensajes principales de Unzué.

El documental tiene una carga emocional profunda y emotiva que engrandece a las familias que vuelcan su cariño y hacen sobre esfuerzos físicos y anímicos para no derrumbarse en el día a día, para ser un apoyo permanente, incansable y hasta heroico a un ser querido. Es también un documento que humaniza y te pone los pies en la tierra por el contraste de las imágenes del pasado, que muestran la plenitud y el apogeo de Juan Carlos Unzué como portero de fútbol y aficionado al ciclismo, con las actuales desde que fue diagnosticado de la enfermedad y la dio a conocer en junio de 2020.

Es Unzué pidiendo apoyo a los excompañeros del Sevilla para subir las escaleras del restaurante o cómo se encarama de la silla de ruedas hasta ponerse erguido en la portería del Camp Nou, agarrado al poste con una sonrisa y una mirada de felicidad pura. Unzué era un portero adelantado a su tiempo, moderno por ser de los pioneros en sacar el balón jugado con el pie, no dar un pelotazo, generar acciones de superioridad desde atrás y tener unas condiciones de felino bajo los tres palos: ágil, potente y con buenos reflejos.

El ‘ruso’ es el apodo con el que se le conoce en la 'grupeta' ciclista de amigos, de la que forma parte Luis Enrique, y en el que aparece compitiendo en etapas de alta montaña, de riesgo extremo y panzadas de kilómetros que ofrecen la estampa de un caníbal de las dos ruedas. Si Juan Carlos Unzué no se hubiera dedicado al fútbol, habría hecho carrera en la carretera como profesional. Así lo atestigua su hermano Eusebio Unzué.

Unzué y su 'grupeta'

Los valores del ‘ruso’ en este recorrido profesional y vital del documental tienen un final épico, que arranca con gritos eufóricos de amigos y familiares que le siguen en una clase de spinning. Es una demostración de amor y fidelidad con Unzué. Un 'contigo al fin del mundo'. Un final a un documental que es insuperable por la sensibilidad de las imágenes, los testimonios y la fuerza del mensaje. “Aprender a morir es aprender a vivir” es una de las frases que comunica Unzué y queda como lema. Hay más esencia. Sirve para relativizar los problemas o las angustias vitales en la sonrisa y veracidad de Unzué cuando se dirige a la plantilla de Osasuna con la moraleja de la vida: disfrutar del momento y ser felices. Es la mejor secuencia para escenificar el tópico de la vida es corta e impredecible y conviene no hacer demasiados planes.

La clave está en la capacidad de adaptación a lo que venga, por muy cruel, injusto y difícil que sea. Es otra de las lecciones cumbres que nos deja Unzué y que tiene en Luis Enrique un papel secundario, pero del que no puede ser ajeno porque es en sí mismo otra lección de vida. Luis Enrique da fuerza a los mensajes vitales de Unzué. El final es antológico. Una obra maestra, un colofón imborrable en nuestra memoria y en el que se te van los ojos a los sudores de Unzué en la bici comandando su 'grupeta' que forman la familia y los amigos.

El papel de Luis Enrique es uno más de todos los que participan para aportar testimonios y anécdotas que dan forman a la radiografía humana y profesional de Juan Carlos Unzué. Son 87 minutos intensos que empiezan con Unzué encajándose las zapatillas en los pies a golpe de talón y hablando, con energía, de la adrenalina y la tensión en el día que acude al acto en el Camp Nou para anunciar ante los medios de comunicación que padece ELA. Ahí está el Luis Enrique cercano y arrimando el hombro con un amigo y excompañero. Categórico para hablar del nivel que tiene Aitor (hijo de Unzué) para estar en su staff y ser el analista de la Selección.

La pareja Unzué-Luis Enrique está forjada a pedales, como así la califican en el documental, y es Luis Enrique el autor del apodo del ‘ruso’. Surge de la salida del ciclista Menchov del equipo Banesto. Luis Enrique se descubre por el carácter competitivo de su amigo Unzué, al que también califica de ’Superman’. Unzué y Luis Enrique están hechos de otra pasta.

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Es en el final de ‘Vivir valELA pena’ donde te hierve la sangre con las emociones a flor de piel, con un pedaleo colectivo en una clase de spinning que dirige Unzué, acompañado de familiares y amigos y un Luis Enrique que estalla y se libera al grito de “ruso, ruso, ruso”, con los brazos en alto, dando palmas y agitando a la 'grupeta'. Con las canciones de ‘Jarabe de Palo’ provocando una atmósfera donde se mezcla el éxtasis con la nostalgia. Es un arrebato vital y ahí está Luis Enrique pedaleando, sudando, levantándose de la bici, sonriendo, cantando, dando palmas, como un supergregario. Es la otra lección del documental, la de la adaptación y superación de un padre que perdió a una hija.

El nivel de ‘Vivir valELA pena’ pone el listón demasiado alto a los protagonistas que son referentes y leyendas de un deporte u otra temática que invaden las plataformas con historias que tiene dosis de drama, superación y éxito. Proliferan los personajes que superan en lo mediático a Juan Carlos Unzué, pero pierden en lo auténtico como la sociedad Juan Carlos Unzué-Luis Enrique.