La crisis de la Selección española: el líder Luis Enrique y el okupa Robert Moreno
"¡Quiero saberlo ya!", desvela el presidente Luis Rubiales como una exigencia de Moreno al director deportivo, José Francisco Molina. Como si se se tratara de un ogro que se aferra al cargo
El relato de Luis Rubiales deja a Robert Moreno como el okupa de un banquillo que no era de su propiedad. Para justificar el regreso de Luis Enrique, no era necesario transmitir la imagen de un Robert Moreno histérico y nervioso. "¡Quiero saberlo ya!", desveló el presidente como una exigencia de Moreno al director deportivo, José Francisco Molina. Como si se tratara de un ogro. Lo que quería saber Moreno es si el tándem Rubiales-Molina tenía cerrado ya el regreso de Luis Enrique para la Eurocopa. No solo lo tenían apalabrado, sino que el presidente confirmó que el asturiano estará en el Mundial de Qatar. Falta la otra versión, la de Robert Moreno, para tener toda la información sobre cómo se han manejado los tiempos del regreso de Luis Enrique a "su puesto de trabajo" (como enfatizó el presidente de la federación). El malo de toda esta película es Robert Moreno, según se desprende del tono y la cronología de los hechos de Rubiales, que queda como un ingrato.
La historia no tiene ni pies ni cabeza si se habla en términos de sinceridad, trasparencia y rigor con una persona que rompe su relación de confianza con los dirigentes y no quiere estar en el cuerpo técnico de Luis Enrique. La noticia del regreso al puesto que ocupaba antes del trágico suceso familiar se ha gestionado, por todos, tan mal que España revive, de nuevo, la crisis de imagen del Mundial de Rusia.
Robert Moreno es el primero que transmitió a Rubiales y Molina que Luis Enrique ya se sentía con fuerzas para regresar a su cargo. El presidente confirmó, en una reunión con el técnico asturiano celebrada en Zaragoza el 31 de octubre, que era así. "Quiero volver a entrenar", le dijo Luis Enrique. De todo esto estaba al corriente Robert Moreno, aunque tampoco hacía falta, según Rubiales, porque había quedado claro que las puertas de la Selección estaban abiertas para Luis Enrique en el momento en que decidiera retornar. Pero es difícil comprender por qué Rubiales hace uso de un mensaje privado de Robert Moreno en el que le dijo lo siguiente: "Quiero acordar mi salida y no ser un impedimento a la vuelta de Luis Enrique".
Las alarmas en Noruega y Suecia
Parece una venganza. El presidente le dejó en evidencia y pretendió hacer ver que no acepta el regreso a la situación original. A Robert Moreno se le culpa en la federación de no haber puesto fácil algo que estaba en el programa y que, en su día, admitió cuando cogió el relevo y pasó de interino a primer entrenador. Sacó adelante la clasificación, pero no con todo el brillo que él cree. Los empates en Suecia y Noruega encendieron las alarmas. El juego del equipo fue malo y tampoco puede sacar pecho por las goleadas a Malta y Rumanía. Rubiales y Molina tenían clara la vuelta de Luis Enrique y no veían capacitado a Moreno para sacarle rendimiento a la Selección en la Eurocopa.
Es triste cómo finaliza la breve etapa de Robert Moreno en la Selección española. Luis Rubiales lo ha vapuleado con su cronología de los hechos, pese a que diga (con la boca pequeña) que ha hecho un buen trabajo. Y su líder, Luis Enrique, tiene que asumir que su regreso es una buena noticia, pero que se produce con polémica. Podía haber estado presente junto al dúo Rubiales-Molina en el día del anuncio y así despejar las dudas sobre su relación con el que fue su ayudante. La imagen de Moreno es la de un entrenador-amigo al que le ha dado un ataque de celos y que quería agarrarse al banquillo de la Selección, pese a que dijera aquello de que estaba encantado de echarse a un lado si Luis Enrique decidía volver. Si es así, como insinúa Rubiales, el ego devoró a Moreno. Pero no se puede sacar esta conclusión cuando no ha estado en la comparecencia de su despido ni tampoco ha querido asistir a la reunión previa con Molina y ha enviado a sus abogados.
"Si alguien ha cambiado su punto de vista respecto a sus prioridades y está disgustado, es cuestión de ese alguien", dijo Luis Rubiales. Todo un reproche a Robert Moreno cuando habla en clave y con insinuaciones. Deja la sospecha de que se le subió el éxito de la clasificación a la cabeza y que es el culpable de la gestión de su salida. Estaba en un puesto que no le correspondía y, por mucho que toque la fibra humana del motivo de la renuncia de Luis Enrique por el fallecimiento de su hija, algo se ha hecho mal. Tampoco hace falta que comparezca Robert Moreno para conocer que se siente engañado y ninguneado con el tridente Rubiales-Molina-Luis Enrique por tener cerrado el regreso del técnico asturiano desde finales de octubre en una reunión que se produjo en Zaragoza. Por muy poca carrera que haya hecho en los banquillos, Robert Moreno vio atacada su dignidad y estalló en el Wanda Metropolitano. Cree que le han mentido, no le han dicho toda la verdad o directamente le han tratado con menosprecio.
El relato de Luis Rubiales deja a Robert Moreno como el okupa de un banquillo que no era de su propiedad. Para justificar el regreso de Luis Enrique, no era necesario transmitir la imagen de un Robert Moreno histérico y nervioso. "¡Quiero saberlo ya!", desveló el presidente como una exigencia de Moreno al director deportivo, José Francisco Molina. Como si se tratara de un ogro. Lo que quería saber Moreno es si el tándem Rubiales-Molina tenía cerrado ya el regreso de Luis Enrique para la Eurocopa. No solo lo tenían apalabrado, sino que el presidente confirmó que el asturiano estará en el Mundial de Qatar. Falta la otra versión, la de Robert Moreno, para tener toda la información sobre cómo se han manejado los tiempos del regreso de Luis Enrique a "su puesto de trabajo" (como enfatizó el presidente de la federación). El malo de toda esta película es Robert Moreno, según se desprende del tono y la cronología de los hechos de Rubiales, que queda como un ingrato.
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